Existe una constante en el Universo Marvel, en DC, y en general en todas aquellas editoriales que no son si no fábricas de franquicias y de hacer dinero: Los personajes por originales que resulten, pertenecerán siempre a la editorial, y nunca a sus autores. Ello es válido, nos guste o no, tanto para Spiderman, La Patrulla X, El Increíble Hulk… o incluso para personajes algo más avanzados en el tiempo y que tan populares han resultado durante años y más aún hoy día, como es el caso de
Tras seis números de la primera colección del personaje magníficamente guionizados por
Nos parezca o no, una de esas maniobras de Marvel como empresa que como mínimo resultan cuestionables, la realidad es que Keith Giffen no era ningún novato en este mundo, sin que tampoco lo fuera Ron Lim, quien con mayor o menor acierto había dibujado la casi totalidad de los cómics del personaje durante los años noventa en la trilogía de eventos infinitos que Panini reeditó durante todo el año pasado.
Lo curioso de todo esto, y que no deja de ser una consecuencia de la forma en la que Jim Starlin salió de Marvel en esta ocasión, es que a partir de justamente este mismo momento, dos continuidades distintas existirían para el personaje de Thanos, lo que en ocasiones hace un tanto difícil seguir sus aventuras. Así pues, hasta el momento, todas las obras de Jim Starlin sobre el personaje entraban dentro del canon marvelita, pero a partir de aquí, obras como El Fin del Universo Marvel y en menor medida El Abismo del Infinito resultaban completamente ignoradas, generándose un nuevo canon para Thanos que partía desde La Cruzada del Infinito y que llevaba directamente al ese gran evento igualmente guionizado por Keith Giffen que fue Aniquilación, y que poco más tarde, ya con Dan Abnett y Andy Lanning retomando el testigo de Giffen llevarían a la creación de los nuevos Guardianes de la Galaxia, y del nuevo estatus galáctico y cósmico de Marvel del que todavía somos testigos hoy.
Tan es así, que las posteriores novelas gráficas del Titán Loco escritas por Starlin en su segunda y tercera llegada a Marvel (La Primera Nueva Trilogía, Thanos vs. Hulk y la actual trilogía del personaje, obras todas ellas que reseñaremos en los próximos días) partían directamente del Abismo del Infinito y del Fin del Universo Marvel, llegando a aunar dichos sucesos con la Oleada Aniquiladora y con Los Guardianes de la Galaxia pero solo a conveniencia del escritor, y siempre y cuando no le entorpecieran en el devenir narrativo que éste quería llevar a cabo, lo que no dejaba de resultar una plasmación en su obra del carácter indómito de Starlin, que intentaba siempre escribir lo que quería y como quería, sin que las imposiciones de la actualidad marvelita de cada momento le ataran en absoluto.
Pues bien, partiendo de lo anterior, ¿Qué es lo que encontramos en este tomo que marca un verdadero punto de inflexión en la parcela cósmica marvelita? Lo que encontramos es una obra muy digna, un autor, Keith Giffen, que se nota que ha leído a Starlin y que conoce perfectamente a Thanos, y que lleva a éste al centro de las Kyln (prisión galáctica de altísimo nivel y máxima seguridad del Universo Marvel) por voluntad propia, con el fin de probarse a sí mismo, y encontrar su lugar en el universo una vez que ha abrazado una omnipotencia que le resulta amarga y cenicienta, y que ha decidido seguir adelante sin volver a servir a La Muerte, oscura señora que solo le ha otorgado rechazo y desamor.
Giffen, tenía ya en mente qué pasos debía de dar para continuar con el nuevo estatus del cosmos marvelita, y por ello, lejos de utilizar a personajes puramente starlinianos por concpeción o desarrollo como Gamora, Pip el Troll, Adam Warlock o Drax el Destructor, decide poner el acento en otros que llevaban un tiempo olvidados en Marvel y que iban a tener mucho que decir en los años posteriores, como Gladiador… o Peter Quill, a.k.a. Starlord, un personaje que hasta este momento había tenido una historia pasada que nunca quedaba clara y de continuidad dudosa y que a partir de aquí, y gracias a Keith Giffen seguiría la que es hoy su continuidad oficial, la que partía de un humano que había cometido un grave error tratando de salvar al Universo de El Caído (el malogrado y díscolo heraldo de Galactus), lo que había dado con sus huesos en la cárcel, y con su renuncia a seguir siendo llamado Starlord, e incluso a considerarse un humano corriente, abrazando cada vez más a las máquinas como reflejo exterior de su apatía interna.
Si a todo ello le sumamos una amenaza protagonizada por una reencarnación cósmica del Todopoderoso, y un culto religioso surgido dentro de las Kyln que cada día gana más adeptos, tenemos una historia que resulta imprescindible y capital para Marvel como Universo, todo ello aderazado con el siempre cumplidor dibujo de un Ron Lim que nunca ha destacado como el mejor de los dibujantes, pero que jamás ha dejado de cumplir con su trabajo y que conoce quizás mejor que nadie, a ese Thanos que tantas veces ha dibujado.
Guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 7
7
Recomendable
Keith Giffen y Ron Lim recogieron el testigo de un Jim Starlin que abandonaba a su hijo predilecto durante un tiempo, en la segunda mitad de la primera serie dedicada al Titán Loco