¡En Europa somos 500 millones y pretenden hacernos creer que no podemos acoger a 1 millón de pobres! ¡No tocamos ni a uno por ciudad!
Norma Editorial nos acaba de traer
Antoine y Mimile llegan a la estación de Paris con Juliette, su plan consiste en dejar a la niña con su madre y luego acudir al partido de rugby entre Francia y Australia. Pero Sophie quiere que Antoine cuide un día más de Juliette, así que Mimile va a buscar a Pierrot para preguntarle si le quiere acompañar. Pero Pierrot está en la comisaria tras una acción de protesta a favor de los refugiados.
Como todos los álbumes de la serie es una historia autocontenida, aunque existe una continuidad y evolución en las relaciones personales de los protagonistas y los datos que vamos conociendo de sus pasados. Así que los autores no tienen que perder espacio presentando a los protagonistas que hace tiempo que conocemos y tienen unas personalidades perfectamente definidas. Cada uno de los anteriores álbumes se centraba en uno de los personajes principales relatando partes de su pasado, aunque el resto tenían su cuota de protagonismo, algo que no sucede en este ya que Sophie apenas sale, aunque sus intrigas son el punto de arranque de la una parte del álbum. También abandonamos las verdes campiñas francesas ya que en está ocasión el escenario se desplaza hasta Paris. Esos dos factores, junto a que ya no quedan los misterios del pasado de los personajes que conocer, hacen que el álbum resulte un tanto extraño y falto de la chispa de los anteriores.
Lo que no ha perdido es la mezcla entre ternura y sentido del humor repleto de mala leche que caracterizan a la serie. El grupo de viejos anarquistas de Pierrot protagonizan algunas escenas realmente memorables como la de la comisaria. Y Fanfan es simplemente maravillosa, una abuela combativa como Carmena, pero con mucha más mala leche. Ellos son la prueba viviente de que la sociedad no debería dejar de lado a los ancianos, ya que son los que han vivido de primera mano la historia y son los que no pueden advertir de los peligros de repetirla. Aunque en estos tiempos de posverdad, fake news y falta de memoria histórica estamos abocados a repetirlos a lo grande. Mimile también es la prueba de que la concienciación sobre los problemas de tus semejantes puede llegar a cualquier edad, solo necesitas quitarte la venda que elegimos ponernos.
Los viejos hornos es una serie que te llena de esperanza sobre la humanidad, nos muestra que no hay edad ni ningún tipo de impedimento para preocuparse por la justicia social y mirar algo más que nuestro propio interés. Algo que es vital si queremos hacer un mundo mejor sobre todo con la oleada de políticos de extrema derecha que está haciendo retroceder a Europa hasta los años treinta del pasado siglo. En esta ocasión se trata de una historia que pone el foco de atención en la nefasta gestión del problema de los refugiados que ha realizado Europa. Una Europa que por desgracia parece haber olvidado su enorme responsabilidad a la hora de desestabilizar muchas de las zonas de conflicto de las que vienen los refugiados. Por no hablar de como miles de europeos fueron acogidos en otros países durante la segunda guerra mundial y otros conflictos. Destaca como los ancianos anarquistas nos cuenta la verdad sobre el rechazo a los refugiados, el problema no es que sean extranjeros es que son pobres. Si fueran ricos o deportistas tendrían todas las puertas abiertas de par en par.
Cauuet hace un gran trabajo, manteniendo el nivel de los álbumes anteriores, pero se puede ver una evolución lenta es sus personajes que van suavizando sus facciones haciéndolas menos angulosas. Pero sin perder la expresividad que es una de sus señas de identidad. En este álbum está realmente brillante en las múltiples escenas mudas que hay en el álbum que están muy bien resueltas. Sigue teniendo mucha atención al detalle, aunque sabe que hay en viñetas en las que prescindir de los fondos ayuda a potenciar la carga dramática del momento. Algo a lo que también ayuda el color de Maffre que además de un uso descriptivo también sabe cuándo hay que usarlo para potenciar la historia.
Norma hace una buena edición que sigue con las características de los álbumes anteriores en todos los aspectos. Ojalá nos sigan trayecto series como esta que se alejan de los temas habituales de la BD más clásica.
Camino del asilo es un buen álbum que tiene todas las cualidades que han convertido a Los viejos hornos en un éxito de crítica y público, pero la formula empieza a dar alguna señal de agotamiento que hace que no tenga el brillo de los álbumes anteriores. Sin embargo, sigue por encima de la media de lo que nos lleva desde Francia gracias a su sentido del humor, su espíritu combativo, su facilidad para emocionarnos y sus inolvidables protagonistas.
¡Ni ojos, ni patrón! ¡No tenemos miedo! ¡Y a la muerte menos!
Guión - 7
Dibujo - 8.5
Interés - 8
7.8
Ideales
Lupano y Cauuet nos traen otra historia de nuestros ancianos favoritos con todos los ingredientes que han hecho genial a la serie, pero sin la chispa de los anteriores álbumes.
¡Qué serie deliciosa! Celebro la aparición de cada álbum, es la garantía de pasarla muy bien durante su lectura.
Es una joya. Solo con coger uno de los álbumes de la estanteria ya empiezo a sonreir.
Si tiene el mismo nivel que el resto de la serie, ya merece la pena