Más de treinta y cinco años tuvieron que pasar para que Stephen King se decidiera a escribir la continuación de una de sus novelas más icónicas. El Resplandor fue el tercer libro del autor de Maine en ver la luz y se convirtió pronto en un clásico contemporáneo dentro de la literatura de terror. La odisea homicida y sobrenatural de Jack Torrance y su familia en el Hotel Overlook terminó por encumbrar a King convirtiéndose en un nuevo best seller y dando lugar, tres años después, a una adaptación cinematográfica dirigida por el gran Stanley Kubrick y protagonizada por Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd o Scatman Crothers que, al igual que el libro, se convirtió en una pieza indispensable para los amantes del terror, pero esta vez dentro del medio audiovisual. En 2013 por fin llegó la tan esperada como temida secuela titulada Doctor Sueño y con motivo del estreno de su alabada adaptación cinematográfica a manos de Mike Flanagan (La Maldición de Hill House, El Juego de Gerald) y protagonizada por Ewan Mcgregor y Rebecca Ferguson vamos a dedicarle la siguiente entrada.
La principal y mayor virtud de Doctor Sueño es que a la hora de abordarla Stephen King tomó la sabia decisión de hacerlo con un tono y una conceptualidad a nivel narrativo que poco o nada tenían que ver con los de El Resplandor. Mientras el trabajo de 1977 era un relato de terror psicológico adscrito a una ortodoxia más o menos propia de los clásicos del género su secuela se acerca más a los preceptos de un thriller de tintes sobrenaturales. Esta arriesgada idea por parte del escritor estadounidense es digna de alabanza, porque pudiendo haber elegido el camino fácil e ir con ello a lo seguro en un terreno que conoce perfectamente acomete las andanzas de un adulto Danny Torrance desde una perspectiva muy alejada a la utilizada en el anterior episodio del díptico, pero manteniendo, contra todo pronóstico, la esencia primigenia de El Resplandor que sigue atesorada dentro de esta tardía continuación.
Tres tramas que discurrirán paralelas, desde los 80 hasta inicios de la presente década, antes de converger en una sola conforman Doctor Sueño. La primera se centra en Danny Torrance después de vencer su alcoholismo y trabajando en la localidad de Frazier, New Hampshire, como celador de un Hospital de Cuidados Paliativos en el que ayuda a enfermos terminales a morir ayudado por los poderes que le confiere el Resplandor y ganándose así el apodo de Doctor Sueño. La segunda sigue los pasos de Abra Stone, una niña con el mismo don que Danny dando muestras desde su mismo nacimiento de cuán poderoso es en ella para asombro de su familia. La tercera toma como epicentro a Rosie the Hat y los miembros del «Nudo Verdadero», un grupo de personas también poseedores del Resplandor que se dedican a matar, principalmente a niños, que al igual que ellos lo poseen para consumirlo como una especie de vapor una vez han torturado y asesinado a la víctima.
Lo primero a tener en cuenta a la hora de leer y desentrañar una novela como Doctor Sueño es que el Stephen King que la confiere queda muy lejos ya de aquel que facturó El Resplandor em 1977. No lo decimos sólo por los más de treinta años que separan un trabajo del otro, sino porque desde los 90, y siempre que no tengamos en cuenta algunas excepciones, King decidió dar un quiebro a su carrera adentrándose en la fantasía, la ciencia ficción o el drama sobrenatural en detrimento del terror más ortodoxo que le dio su merecida fama como maestro del género. Doctor Sueño compacta algún que otro pasaje que nos recuerda al King más propio del horror, pero en conjunto es un thriller psicológico apuntado por el drama con más puntos, estructurales y narrativos, en común con los últimos trabajos del autor de Nueva Inglaterra que con la misma El Resplandor a la que da continuación.
Sin pertenecer al grupo de sus novelas más destacadas la lectura de una pieza como Doctor Sueño ofrece continuamente muestras de la versatilidad y facilidad con la que Stephen King enlaza ideas argumentales fluyendo con una naturalidad pasmosa aunque se asienten dentro de un contexto totalmente irreal que si fuera abordado por un narrador con menos talento desembocaría en un rotundo fracaso. Por suerte el autor de Christine o La Zona Muerta apela a su enorme capacidad para describir minuciosamente los microcosmos en los que se moverán sus criaturas mientras estas son perfiladas psicológicamente con una delectación meticulosa llegando a hacernos empatizar, no sólo con los protagonistas del relato, sino también con los villanos del mismo. Somos conscientes de lo salvajes que son los actos de Rosie la Chister, Papá Cuerbo, Abuelo Flick y demás componentes del Nudo Verdadero, pero son tan soberbiamente diseccionados por King que en ocasiones anhelamos la posibilidad de su victoria.
King muestra su reconocida maestría para construir pasajes en los que la tensión y la sensación de amenaza ejecutan un ferreo in crescendo de cara a un lector no siempre preparado para las situaciones más extremas. Esta atmósfera asfixiante en la que la realidad se confunde con el universo onírico de los personajes tocados por el Resplandor no debería extrañarnos en el contexto de la novela. En cambio es en la vertiente dramática donde más sobresale el escritor y lo hace de manera tan sobresaliente que llega a producir algunos de los momentos más emotivos y profundos de toda su carrera. Nos referimos, como es lógico, a las páginas dedicadas a la manera de operar por parte de Danny Torrance cuando ayuda a los moribundos a adentrarse en sus últimos momentos de vida. La idea de que el Doctor Sueño pueda rememorar los pasajes más importantes de la existencia de sus pacientes justo antes de que estos puedan exhalar su última hálito evidencian al mejor King al que podemos reconocer en las defunciones de dichos roles secundarios.
Doctor Sueño funciona en su mezcolanza de géneros, es construida sobre las señas de identidad autorales más reconocibles de Stephen King y de paso nos regala, como previamente hemos anotado, algunos de los mejores capítulos adscritos a su vertiente más propia del género dramático. Como continuación o epílogo de El Resplandor funciona magníficamente aunque quede lejos de la calidad expuesta en aquella ya lejana novela con la que un profesor de inglés reconvertido en escritor primerizo comenzó a dar muestras de su enorme potencial narrativo su lectura merece la pena. Ye hemos mencionado cómo fue Mike Flanagan la elección por parte de Warner Bros para, no sólo llevar a imagen real la novela de King, sino también construir con ella una arriesgada continuación de la adaptación cinematográfica dirigida por Stanley Kubrick en 1980. Del resultado con respecto a la versión cinematográfica del libro que nos ocupa os hablaremos dentro de poco en una entrada dedicada a ella y en la que seguiremos ahondando en el díptico literario construido por el marido de Tabitha King o el padre de Joe Hill y que todavía no sabemos si ha llegado a su final.