Hablamos con Alfonso Zapico

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«Yo me sentía comprometido a ser el intermediario de esos recuerdos a través de una novela.»

Domingo a la mañana en el Salón de cómic de Getxo, las fuerzas empiezan a escasear, pero es un momento importante porque tenemos la suerte de poder entrevistar a Alfonso Zapico. Uno de los autores clave para entender el auge de la novela gráfica en nuestro país. Faltan unas semanas para que aparezca el tercer volumen de La balada del Norte, así que dedicamos la entrevista a repasar hablar de ella y de su anterior obra Los puentes de Moscú. La pena es que se nos quedan algunas preguntas en el tintero por la falta de tiempo, pero seguro que habrá una próxima oportunidad de hablar con él.

Entrevista a Alfonso Zapico.

Zona Negativa (ZN): ¿Cuál es la importancia para tu carrera tu estancia en la Maison des Auteurs en Angouleme?

Alfonso Zapico (AZ): Es la base de toda mi carrera, el proyecto de Dublinés sobre Joyce lo preparé y lo pensé para presentarme a la beca de la resistencia de la Maison des Auteur. Yo había publicado el libro de La guerra del profesor Bertenev en Francia que fue lo primero que publiqué. Luego hice Café Budapest que fue lo primero que publiqué en Astiberri, mientras yo vivía en Blimea, un pueblo minero de Asturias. Así que la residencia fue muy importante para mí porque fue la excusa que yo tenía para salir de Asturias. Yo en Asturias tampoco conocía a muchos dibujantes de cómic, ni estaba en ninguna red ni tenía ningún amigo ni conocido en el mundillo. Allí en Angouleme está muy bien el sitio porque hay como una interconexión enorme. Es una ciudad muy pequeñita en la que se crea un microcosmos de dibujantes de cómic y autores que vienen de un montón de países diferentes que están haciendo proyectos muy diferentes. No solo son proyectos de cómic, también hay ilustración, animación, videojuegos… Para mí fue muy inspirador, aprendí un montón allí y es algo que se nota en Dublinés. Luego el libro funciono bien y tuve mucha suerte. Yo creo que en el libro se nota muy bien todo lo que aprendí de toda esta gente. Pase de estar dibujando solo en casa con internet a dibujar con una red de autores.

ZN: Es una profesión muy solitaria.

AZ: Totalmente. En Francia funciona mucho lo de los talleres. En Angouleme funciona mucho lo de los talleres colectivos. Son como una oficina de ecoworking de dibujantes. No todos hacen lo mismo, ya que hay gente que hace ilustración, animación o cómic, pero enriquece y ayuda mucho. Y yo aprendí mucho.

ZN: L`Association surge de un taller de ese tipo.

AZ: De hecho, surgen antes de internet. En Angouleme yo aprendí que se podía salir también de esa soledad de estudio de casa con solo el ordenador como ventana al mundo y aprender cosas de los demás.

ZN: Aunque tu obra siempre se desarrolla en el pasado, los temas que tratas están de plena actualidad, ¿tus historias surgen de la actualidad o es algo fortuito?

AZ: Algunas sí y otras no, Café Budapest surge de una cosa muy actual, como es la guerra abierta que hay todavía entre palestinos y judíos. De esa curiosidad de saber más yo vuelvo atrás y cuento que paso a finales de la segunda guerra mundial en los años cuarenta para ver cómo empezó todo. Otros menos porque Dublinés viene simplemente de la curiosidad que sentía por el autor, de cómo abandono su país e hizo un viaje que en realidad era una novela que el escribía en cada país y ciudad en la que vivía. Esta obra es más atemporal, aunque se habla de cosas que están a la orden del día como la gran guerra, pero también de esos conflictos que tiene él como autor que cree que no es capaz de hacer tal obra. Sus conflictos personales, sus conflictos sentimentales están a la orden del día. En La balada de Norte es verdad que contar la revolución de 1934 aparentemente no tiene que ver con la actualidad, pero sí que lo hice porque la actualidad lo que marca es que ese mundo desaparece. El mundo de los movimientos obreros, las minas de carbón, Asturias… todo esto se muere y desaparece. Pensé que era buena idea volver atrás. Y lo que sí descubrí es que cuando estaba dibujando estas páginas del octubre asturiano de 1934 había cosas que eran muy actuales. Porque es verdad, que la sensación de que en este tiempo que vivimos ahora Europa vuelve a repetirse un poco lo sucedido en los años treinta. Yo me acuerdo que dibujaba a Compays en la Generalitat declarando un poco la independencia en Cataluña, dibujaba como se descomponía el gobierno en España, como surgían las divergencias en los movimientos de izquierda y de derecha. Todo esto da la sensación de que es la misma película que nos vuelva a poner con los mismos diálogos y en Francia pasa un poco lo mismo que también vuelve a los años treinta. Las historias del pasado no son compartimentos estancos, sino que se conectan mucho con la actualidad.

ZN: Es que tenemos un problema de memoria histórica. Por ejemplo, la revolución del 34 que cuentas en La balada del Norte no la conocía casi nadie fuera de Asturias.

AZ: Es verdad. Por ejemplo, yo soy profesor en Francia y veo que los alumnos franceses saben más de la Guerra Civil española que los alumnos españoles. Es verdad que cuando yo estaba en COU yo creo que lleve a Alfonso XIII o igual mi eso y ya está se acabó la historia de España. Y ellos sí que conocen quien es Franco y como fue la Guerra Civil, pero curiosamente no saben nada de la guerra de la independencia de Argelia. Cada país tiene sus propios muertos que mete en un armario y ya está.

ZN: Pero eso es un problema ya que al final acabamos repitiendo los mismos errores.

AZ: Sí, ese es el problema de la memoria por eso hay que ejercitarla continuamente y hay que hacer obras que cuenten esas historias. Esa es la importancia de la memoria histórica que está ahora tan en auge en España y tiene mucho interés.

ZN: ¿Cómo ha sido recibido La balada del Norte en la zona minera?

AZ: Muy bien, porque en Asturias que es una región muy pequeñita con un pasado industrial de movimientos obrero y acción política muy importante, ahora está muy deprimida, desolada completamente con un montón de jóvenes en para. Tenemos las dos últimas generaciones se van de allí y no vuelven. Y la obra es, de alguna forma, un chute de autoestima. Al final estamos narrando una tragedia, en la zona minera la revuelta del 34 se recordaba con un tono épico. En cambio, vas a la capital Oviedo y es todo lo contrario, se recordaba como la devastación total de la capital por aquellos salvajes que venían de las cuencas mineras. Entre esos dos extremos está el equilibrio de buscar la memoria. Aquella gente aglutinada por los movimientos obreros fue capaz de unirse en momentos de desunión profunda. Fueron capaces de intentar cosas, tenían una ilusión, una rabia por poder decidir y cambiar su futuro. Todo esto es importante para ellos saberlo y que la gente lo cuente y que además llegue a otros sitios, porque es verdad que La balada del Norte llega a sitios fuera de Asturias. De hecho, se van a publicar ahora los dos primeros libros en Francia. Esto da un cierto sentido a esa identidad de clase y a esa identidad de los movimientos obreros que justo ahora mueren con ellos. Por lo menos piensan “nos morimos, pero algo queda”. Queda la memoria, claro.

ZN: Al ser tú de esa zona, ¿sientes más responsabilidad al contar la historia?

AZ: Sí. Cuando empecé pensé que sería más fácil hacer este libro que Dublinés porque ni soy irlandés, ni conozco tan bien Dublín, ni conozco bien la historia del país. Esa obra la contaba como un espectador desde fuera y en cambio La balada del Norte como lo conozco desde dentro, ya que conozco los paisajes, los lugares, los personajes, pues será más fácil. Y ha sido al revés, ha sido más difícil justo por eso que dices. Había como una especie de compromiso, una conexión directa con lo que retrataba y yo tenía que ser fiel a la realidad de lo que contaba y de los personajes y la gente que hablaba conmigo porque lo que tiene este libro que es interesante es que tiene muchos diálogos y anécdotas reales que me han contado. Yo me sentía comprometido a ser el intermediario de esos recuerdos a través de una novela. No deja de ser una novela, por eso digo que no es un documental, no es una obra estrictamente real. Es como las novelas rusas del s.XIX que aparecen en el libro. La historia casi es una excusa para darte toda esta información real.

ZN: ¿Fue fácil el proceso de documentación, ya que imagino que las fuentes fiables escasearían por la censura de la dictadura?

AZ: Ha sido complicado porque hay algunos libros sobre octubre del 34, pero sí que es verdad que por un lado estaba la propaganda que hizo la Republica en aquella época, editaron panfletos con fotografías, se inventaron versiones de cosas que no pasaron, había mucha exageración. Y por otra parte desde el exilio llegaron libros de comunistas, socialistas y anarquistas dando sus propias versiones donde tampoco se ceñiia a la realidad, lo que hacían era culpar a otros del fracaso del octubre asturiano. La culpa fue de los comunistas porque no sé qué…de los anarquistas… Yo lo que hice, como es una novela, es inventarme a los personajes, aunque están basado en personajes e historias reales. El entorno también es inventado. Y lo que hago es jugar con lo que me cuenta la gente que incluso lo vivió y te cuenta lo que recuerda. Yo no sé si lo que esa gente recuerda se ciñe estrictamente a la realidad o no, pero yo utilizo esos recuerdos para construir la historia. Esa es la argumentación más interesante que se puede utilizar al hacer un libro.

ZN: En tu obra mezclas personajes reales y de ficción, ¿Cuáles son más interesantes?

AZ: En el tercer libro aparecen Ochoa, Franco o Yagüe que luego son conocidos por la Guerra Civil y los mezclo con mis personajes anónimos de ficción. Lo interesante es que los personajes de ficción no son inventados ya que están construidos con partes de realidad. El lector igual no será capaz de distinguir lo que es real de lo que yo me invento, pero para mí lo que es importante es que cuando se lea la historia se la crea y que diga aquí hay un parte real. Es una simulación de una época y de un lugar que no existe ya.

ZN: En un principio se anunció como una historia en dos libros y al final van a ser cuatro ¿el cambio es debido a que la historia creció o por potenciar alguna parte?

AZ: Al principio iba a ser un solo libro. Mi idea era mucho más humilde al principio, pero luego los personajes, todo lo que pasaba… cuando yo aborde la historia tampoco yo conocía todo lo que he ido descubriendo y metiendo en los libros. Hay muchos personajes y detalles que han aparecido por el camino a los que yo no quise renunciar. Así que como no quería renunciar a contar sus historias que tener que ir engordando el libro. Al final lo hemos dejado en cuatro libros. Pero a pesar de lo incomodo de tener que leer todo esto como serializado y tener que esperar como dos años más hasta que me dé tiempo a hacer la conclusión creo que la historia gana ya que me permite más matices, añadir versiones, voces, personajes y al final el retrato coral es más rico y real.

ZN: Recuerda mucho a las grandes novelas rusas.

AZ: Sí porque además de tener muchos personajes hay un trasfondo histórico que es real, la revuelta del 34, también están la historias de cada uno de esos personajes.

ZN: Interrumpes la producción de este tercer número de La Balada del Norte para realizar Los puentes de Moscú, ¿Creías que de publicarlo más tarde perdería vigencia?

AZ: No sé si perdería vigencia, pero era el momento ideal porque el libro viene del encuentro en Irún entre Edu Madina y Fermín Muguruza. Como tenía el encuentro fresco el libro había que hacer lo ahora, ellos estaban muy receptivos y el material tenía mucho interés. Ya que he hecho estos dibujos en casa de Fermín y estábamos en un momento muy propicio con búsquedas de conexiones, de construir puentes. Así que me puse con el libro a piñón, de hecho, lo dibujé muy rápido ya que era en blanco y negro, sin color ni detalles. Es casi como un cuaderno de viajes. Yo creo que era el momento justo para el libro, igual si lo sacamos ahora no tendría el mismo sentido o si lo sacamos dentro de un año o dos.

ZN: ¿Era importante dar voz a la izquierda abertzale que condena la violencia?

AZ: Yo creo que ha sido muy interesante por esto. Sobre todo, por ver como lo veía la gente fuera del País Vasco e incluso en Francia ya que acaba de salir. Allí, fuera del País Vasco francés, hay un desconocimiento casi absoluto y la gente no está muy pendiente de lo que pasaba, que era esto de ETA, estaba como pasado. La gente o no sabía nada o no le importaba o le daba igual. El lector que no sabía nada ha podido ubicar a los personajes, ponerles cara, saber el contexto, rebobinar y venir aquí. Lo interesante del libro es que no solo hablamos de Fermín y Edu, sino de dónde vienen, de su recorrido vital y familiar. Ha sido un ejercicio de ubicación de estos dos personajes que parecía destinado a no poder encontrarse nunca, pero se produce esta conversación y por eso merece la pena.

ZN: ¿Qué tal se ha recibido fuera en España?

AZ: En general, muy bien. Tanto por la gente que no conocía el tema como por la que tenían una opinión ya formada muy clara y cerrada de lo que era el conflicto y los persones. Ambos leen el libro y dicen pues si estos dos personajes que parecía que tenían este antagonismo tan inamovible son capaces de sentarse y tomar un café y de hablar de tantas cosas, algunas muy dolorosas y personales que les han marcado, yo como lector tengo el deber y la obligación de abrir la perspectiva y el horizonte e intentar escuchar. Más en los tiempos que corren que son tan convulsos. Parece que la época que nos toca vivir nos empuja a los extremos y no nos permite un encuentro en los espacios comunes, ya que cada vez se van reduciendo y la gente se va achicando hacia los extremos. Por eso la construcción de puentes era tan importante.

ZN: Yo creo que habría que llevárselo a unos cuantos políticos españoles y catalanes. ¿Tienes algún proyecto para después de finalizar el cuarto libro de La balada del Norte?

AZ: No, para después no tengo nada preparado porque como el cuarto todavía me llevara un par de años acabarlo. Todavía no sé lo que voy a hacer. Lo que es seguro es que no voy a parar, porque no me permito tampoco lo del bloqueo creativo, esto de quedarme parado sin saber que hacer. Me pasa al revés hay muchas cosas que quiero contar, aunque todavía no sé cuál. Pero antes de acabar el cuarto libro estaré empezando otra cosa nueva que seguramente no tenga nada que ver.

ZN: En Tu trayectoria además de las novelas gráficas está formada por tu trabajo en prensa y varios cómics para diferentes organismos (ONGs, FSA_PSOE, el Athletic de Bilbao, etc…) e incluso alguna participación realmente brillante en las 24 horas de Angouleme ¿Existe la posibilidad de que en un futuro estas obras aparezcan recopiladas en tomo?

AZ: No lo había pensado. Yo lo tengo todo guardado así que quién sabe si un día haremos un cajón de sastre con todo ese material. Es verdad que es un material que tampoco sé si encajaría muy bien en un libro. Porque imagínate una especie de diario dibujado de campaña con las historias que dibujaba con Álvaro Ortiz allí en Anguleme en las 24 horas o la historieta del Athletic de Bilbao que salió hace tres años. Son cosas muy diferentes porque he tocado palos muy diferentes, pero está bien ya que me ha permitido variar y hacer cosas diferentes desde perspectivas diferentes. Y no acomodarme en estilo.

ZN: Álvaro Ortiz y tú os habéis retratado mutuamente, ¿quién es más fiel a la realidad?

AZ: Bueno, Álvaro no es nada fiel cuando me dibuja a mí, ¡eh! (Risas) El siempre da una imagen de mí bastante… pero Álvaro es así. Es muy interesante porque la imagen que da de todo cuando dibuja es muy cinematográfica, luego no tiene nada que ver con la realidad, incluso de sí mismo. Porque a veces se retrata a sí mismo y cuenta cada cosa que a veces yo le llamo y le digo que como cuenta esto. Pero eso forma parte de su universo, que es muy cinematográfico. Por ejemplo, yo siempre cuento que mis libros vienen de la literatura y Álvaro tiene una influencia enorme del cine y cada historia que dibuja es una película y su vida se convierte en una película, incluso en los stories de Instagram, donde él es el actor principal, pero la realidad es diferente. Pero yo creo que soy más fiel cuando lo dibujo a él que cuando él me dibuja a mí.

ZN: ¿Cómo separas el trabajo entre ilustración, prensa y cómic?

AZ: Cada vez lo hago como menos, pero es interesante ya que nunca he estado dedicado a tiempo completo a dibujar cómics. A pesar de que yo no me considero ilustrador porque ellos tienen la capacidad de con una imagen contar algo y yo soy más un historietista, yo necesito muchas páginas, muchas viñetas para contar cosas. Y la prensa está muy bien porque te exige inmediatez, sintetizar y tener la capacidad. Estos cartoons que hacen los ilustradores de prensa me cuestan. Yo creo que cada autor tiene que saber dónde encaja mejor, aunque todos tocamos muchos palos diferentes y yo hago ilustraciones si hacemos una exposición o el diario de campaña. Ya lo que hago es contar historias en diferentes momentos con diferentes agentes, pero donde verdad yo estoy cómodo y me reconozco a mí mismo como autor es en el cómic.

ZN: Exceptuando La guerra del profesor Bertenev el resto de tu obra la publicas directamente para el mercado nacional, ¿es un tema de comodidad?

AZ: Yo creo que sí, por un lado, es un tema de comodidad y por otro lado la confianza. Lo que un autor necesita de un editor es confianza porque cuando un autor confía en su editor se dedica solo a dibujar. Y eso es lo que yo encontré con Astiberri. Desde que publique Café Budapest con Astiberri se generó un clima de confianza que ha hecho que sigamos trabajando juntos. Mi primer libro lo publiqué en Francia y me di cuenta de que el mercado francés era una cosa muy abstracta, lejana y grande. De hecho, aunque los libros que yo hago, aunque se publiquen en Francia, Futuropolis ha publicado Dublinés, La balada del Norte y Los puentes de Moscú, yo no me considero un autor de ese mercado. Porque los libros que yo hago no encajan del todo en el mercado francés, sí que funcionan para cierta gente, pero el mercado francés como mercado editorial yo no encajo. Ni por estilo gráfico, ni por plazos. Yo tengo amigos en Angluleme que forma equipos de cuatro o cinco personas porque tienen que sacar un álbum en seis meses. Todo este sistema que es industrial, no encaja con lo que yo hago porque yo mientras un libro, hago otras cosas, a lo mejor paro unos meses, tardo una año y medio o dos años. Lo que hacemos los autores que hacemos ese tipo de libros se parece más al mundo literario, con escritores que saben que van a tardar tres o cuatro años para escribir una novela y cobran por porcentajes. Así que es un riesgo que corren en autor y editor en función de éxito del libro. Francia es más un mercado con un sistema y reglas que son cada vez más parecidas al mercado americano.

ZN: Para finalizar ¿qué cómics nos recomiendas que te haya gustado?

AZ: No es uno que me haya leído, pero es el que me voy a leer que el último de Ulli Lust (Cómo trate de ser una buena persona) que tengo muchas ganas de pillarlo porque me lo han recomendado muchísimo. Que habla de su vida sentimental. Tengo muchas ganas y ella está aquí en Getxo.

Solo nos queda dar las gracias a Alfonso, Astiberri y a la organización de Salón de Getxo por permitirnos hacer la entrevista.

Enlaces de interes.

Reseña de Dublinés de Luis Javier Capote Pérez.
Reseña de La Balada del Norte. Tomo 1 de Raúl Silvestre.
Reseña de La Balada del Norte. Tomo 2 de Raúl Silvestre.
Reseña de Los puentes de Moscú de Diego García Rouco.
Reseña de Cómo traté de ser una buena persona de Diego García Rouco.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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HASTUR
HASTUR
Lector
12 noviembre, 2019 22:30

Estupenda entrevista. Con ganas de releer la obra de Zapico.