Tras tener a Batman en barbecho en Zona Negativa, y tras la reseña de Detective Comics, volvemos a hacer espacio al Caballero Oscuro para hablar de un tomo recopilatorio en el que comparte protagonismo con uno de los héroes Pulp más relevantes, la incombustible Sombra, el mayor misterio del mundo se une al mejor detective del mundo en una miniserie que esconde un material que destaca por encima del crossover editorial oportunista.
Y es que antes de Batman y Superman había vida superheroica encubierta materializada en La Sombra (1931), Flash Gordon (1934) y El Hombre Enmascarado (1936), por citar a algunos de los precursores de lo que se estaba fraguando en la febril imaginación de jóvenes que estaban destinados a revolucionar un medio como nunca se había visto en USA.
La Sombra apareció por primera vez en un medio no escrito, la radio, en un serial titulado, The Detective Story Magazine Hour, donde gozó de un éxito arrollador, tal que se contrató al escritor Walter B. Gibson, para que se encargara de escribir, bajo el seudónimo de Maxwell Grant, una larga lista de novelas con las que explotar el éxito de tan popular personaje. La Sombra, un luchador contra el crimen de peculiar indumentaria acosaba al mal enfundando en una gabardina, con sombrero de ala ancha y una bufanda roja que le ocultaba la mitad del rostro. Para acabar por aderezar este aspecto, también empuñaba dos pistolas y poseía inquietantes poderes psíquicos que aprendió de unos monjes tibetanos.
Con semejante descripción no es de extrañar que solo fuera cuestión de tiempo que La Sombra acabara por cruzarse en el camino de Batman y viceversa, dado que este tomo recoge la segunda miniserie de ambos personajes. La primera se publicó en 2017 y se estableció que La Sombra había entrenado a Bruce Wayne durante sus primeros meses preparatorios para convertirse en Batman. Sin embargo, no es la primera vez que estos dos personajes se han visto las caras, como puede verse en la imagen de abajo.
Unir a dos iconos del noveno arte norteamericano es sin duda un ejercicio de valentía importante, más allá de la jugada editorial y empresarial que hay detrás de este tipo de obras. Y es valiente por como Joe Orlando afronta el reto con el mismo aplomo que en la primera miniserie, pero sin poder jugar de nuevo con el elemento sorpresa. La trama de esta segunda entrega es más lineal, más al uso, y se centra en recuperar el tono pulp y noir de una época pasada, pero sin caer en trampas añejas poco desarrolladas. No hay que engañarse, este tomo no sabe a viejo, no huele a antiguo, ni rezuma un tono clásico… este tomo es muy actual y potente en su propuesta, con lo que permite acercarse a tanto a lectores de hoy como de antaño.
Cargados de resentimiento el uno por el otro, Batman y La Sombra, han de hacer frente a una amenaza ancestral, oculta a la vista, que controla a su antojo el planeta y todo cuanto parece suceder a la humanidad. Un mal que crece como un cáncer y que va a obligar a colaborar a dos héroes que no quieren estar juntos, pero que el destino parece empeñado en obligarles a estarlo.
Joe Orlando se muestra inspirado en muchos puntos de la trama, jugando con todos los elementos que caracterizan la esencia pura, el núcleo, de ambos personajes protagonistas. No todo se juega en lo físico y aprovecha tal circunstancia para aportar otro tipo de acción que favorece a la trama en general. Una trama que no responde ni a una historia de Batman ni de La Sombra, sino a una simbiosis de ambas en la que se recuperan muchos conceptos del pasado de ambos héroes.
El relato es inminentemente optimista en forma y fondo y así se recorre en todo momento a sabiendas que se va de la mano de dos símbolos inmortales del noveno arte. Algo que queda muy patente para Batman en uno de los mejores momentos de la historia, cuando Damian tiene una más que interesante conversación con su padre. Un instante en el que la trama parece detenerse, cuando en realidad no deja de avanzar de forma vertiginosa, y profundiza en aspectos claves que definen a Batman como personaje.
Pero Orlando no deja que La Sombra no disfrute de su momento de gloria y también diseña una situación en la que pueda aparecer en todo su esplendor, sin tapujos, demostrando porque lleva noventa años negándose a desaparecer del acervo común. Y es que la Sombra hace toda una declaración de intenciones, un grito nada velado, sobre su propia condición y lo hace de tal forma que grita a la cara del lector su falta de ganas a rendirse, como si de una metáfora se tratara, a la hora de prevalecer contra todo tipo de amenazas.
Giovanni Timpano se encarga del dibujo y realiza un trabajo muy interesante de luces y sombras, aderezado con toques que tienden a la exageración visual, que sientan estupendamente al conjunto visual de la obra. Su fuerza no está tanto en las escenas de acción como en las conversacionales, al dotar a los personajes de un buen registro emocional a través de sus rostros. Su lenguaje corporal es importante y define a Batman y por supuesto a La Sombra, que queda perfectamente retratada gracias a los lápices de Timpano.
Un cómic que atrapa, que esconde momentos muy interesantes, capaz de atraer a aficionados de ambos personajes y que no se esconde bajo un manto de conformismo. Arriesga lo justo y necesario para moverse con soltura en una historia sencilla, que permite a Orlando orquestar varias escenas con las que enmascarar dicha sencillez y convencer al lector que se haya dejado seducir por la espectacular portada de Alex Ross.
Atractiva propuesta.
Guion - 7
Dibujo - 7
Interés - 8
7.3
Un cómic que une a dos de los personajes más icónicos del noveno arte y los enfrenta a una batalla que tal vez no puedan ganar. Un trabajo elegante que responde bien a los retos que plantea gracias ala sencillez de su historia y el buen trabajo de Orlando aplicando certeros momentos con los que lograr hacer brillar a sus estrellas.