Los mitos de Cthulhu

La representación abstracta, vanguardista y radical de la mitología del escritor norteamericano H. P. Lovecraft permite a Norberto Buscaglia y, especialmente, a Alberto Breccia, abrir una senda artística por donde transitarán innumerables artistas y seguidores. Los mitos de Cthulhu fue una obra poco apreciada en su momento que ahora goza de la reputación que se merece.

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Edición original: Les mythes de Cthulhu (Rackham Editions. Marzo, 2018)
Edición nacional/ España: Los mitos de Cthulhu. Astiberri. Noviembre, 2019
Guion: Howard Phillips Lovecraft, Norberto Buscaglia, Alberto Breccia
Dibujo: Alberto Breccia
Formato: Cartoné, 128 páginas
Precio: 20€

Ahora reposan pero un día, cuando despierten completamente, resurgirán para exigir el tributo que el Gran Cthulhu anhela”.
H.P. Lovecraft

Hay una escena que se repite inexorablemente en cada historia de las nueve que componen el álbum Los mitos de Cthulhu de Norberto Buscaglia y Alberto Breccia. Vislumbramos la silueta perfectamente definida de un personaje solitario, empequeñecida en un paisaje agreste, hostil y enfrentándose a una amenaza desconocida, sin forma, abstracta… Es un momento lleno de tensión, donde las puertas de lo innombrable están a punto de abrirse y llevarse consigo la poca noción de cordura que poseen aún los atormentados personajes creados por el escritor norteamericano Howard Phillips Lovecraft.

En estas secuencias lo desconocido, lo terrorífico, lo inexplicable aparece descrito mediante unos borrones informes, representado por unos trazos alucinados, dibujado, incluso, por unas amenazadoras manchas negras, densas, densísimas que nos permiten imaginar aquello que no se puede medir, que no se puede tocar, que no se puede abarcar; el miedo.

Acertadamente, es un hermoso montaje de dos de estas escenas lo que compone la portada de este álbum, titulado Los mitos de Cthulhu, que recopila las nueve historias que en la década de los setenta estrenaron de una manera intermitente Norberto Buscaglia y Alberto Breccia y que los de la editorial Astiberri han vuelto a publicar hace pocas semanas, en una edición corregida y restaurada que ha contado con las páginas originales del maestro de Montevideo. Incluye relatos adaptados de algunas narraciones cortas que H.P. Lovecraft publicó en las décadas de los veinte y treinta del siglo pasado en varias revistas populares, especialmente en Weird Tales, y que luego se recogieron en diversas novelas antológicas de sus cuentos.
Las historias escogidas son:

El ceremonial. Revista Il Mago (1973)
La cosa en el umbral. Álbum Il piacere della paura (1973)
La sombra sobre Innsmouth. Revista Il Mago (1973)
La ciudad sin nombre. Revista Il Mago (1974)
El horror de Dunwich. Revista Il Mago (1974)
La llamada de Cthulhu. Revista Il Mago (1975)
El color que cayó del cielo. Álbum Los mitos de Cthulhu (1975)
El morador de las tinieblas. Álbum Los mitos de Cthulhu (1975)
El que susurraba en las tinieblas. Revista El Péndulo (1979)

En todas estas historias se sigue un esquema similar, muy característico del escritor de Providence. Un protagonista, siempre masculino, nos narra un episodio espeluznante de su vida del que ha sido testigo o actor principal. Este suceso se va revelando a nuestro narrador de forma lenta pero inevitable y le lleva a tomar conciencia de la existencia de un universo maligno, oculto a la mirada general de la gente corriente y que amenaza con subvertir el orden establecido. Este peligro está formado generalmente por seres inquietantes, monstruosos, indescriptibles, venidos de otras dimensiones y que necesitan de aliados humanos para completar sus planes. Este descubrimiento llevará irremisiblemente al protagonista de cada historia al borde de la locura y a la marginación social. En un último intento desesperado para evitar la catástrofe, nuestro narrador nos explica su odisea, para que estemos alerta, para que tomemos conciencia del abominable peligro que nos acecha…

La repetición del esquema no afecta la eficacia del relato puesto que el foco está puesto en la atmósfera decadente y llena de angustia que Lovecraft imprime a sus cuentos. El lenguaje es primordial y para ello el autor opta por insinuar, por sugerir más que mostrar, un efecto que potencia el resultado y que permite al lector rellenar con su imaginación los ángulos muertos que ha dejado en su relato y que generalmente son más inquietantes que cualquier descripción, por muy detallada y precisa que sea.
Para la adaptación al lenguaje del cómic, los autores han decidido respetar gran parte de la prosa lovecraftiana y montar un esquema literario donde el arte de Breccia pueda rendir a toda su potencia. En ocasiones el texto parece ahogar la página, pero raramente nos encontramos con párrafos innecesarios, superfluos. Son la base adecuada donde el autor de Montevideo puede construir su monumental obra.

La interpretación gráfica de estos cuentos a cargo de Alberto Breccia es asombrosa. El artista divide su página en un esquema de tres tiras con dos o tres viñetas cada una, pero es una plantilla que suele romper en los momentos esenciales de la narración.
El estilo es único e inimitable. El pincel se erige en el centro de su trabajo artístico, con este instrumento ejecuta trazos rotundos y secos que definen el decorado y la atmósfera de la secuencia. Para los personajes utiliza normalmente la plumilla y los perfila con más detalle, de una manera más naturalista para darle el centro de la acción, dentro de un universo inabarcable, caótico y amenazador. El paisaje puede ser extremadamente denso, para trazarlo utiliza el grabado, el collage y otras técnicas que mezcla de manera magistral y así poder construir formas apenas reconocibles, pero llenas de intención. Para la descripción de los seres monstruosos, Breccia emplea todo tipo de recursos técnicos y artísticos con los que plasma una serie de formas bizarras que escapan a cualquier manera humana de entender la materia. Expresionismo y abstracción se unen para engendrar entes que no pueden ser descritos, ni tan siquiera imaginados.
Además, las nueve historias no presentan un estilo uniforme sino que el arte de Breccia va evolucionando desde un realismo vanguardista a un expresionismo furibundo, desde un entintado lleno de matices y de grises hasta un blanco y negro radical, desde un enfoque donde el ser humano está en el centro del caos, en inferioridad pero bien definido, a una plasmación de la figura humana grotesca, casi caricaturesca, a merced de las poderosas fuerzas que lo arrastran a la perdición.

Howard Phillips Lovecraft fue un escritor norteamericano que nació en Providence, estado de Rhode Island, en 1890 y murió en 1937. Provenía de una familia burguesa en decadencia y su padre murió cuando tan solo contaba con ocho años.
Era un estudiante brillante y escribió su primer relato a los quince años. Debido a los prejuicios de clase de su madre su formación fue básicamente autodidacta, aunque la compaginó con breves estancias en la escuela primaria y secundaria. Su abuelo materno fue la figura clave que le guio en su educación literaria y científica.
Era ateo, racista y amante de la literatura policíaca, pero sus primeros pasos se encaminaron hacia la poesía hasta que en 1913 empezó a descubrir la literatura gótica y en especial la figura de Edgar Allan Poe que le influenció poderosamente.
Durante una época vivió recluido en su casa hasta que hacia 1917 empezó a escribir poemas, artículos y varios cuentos entre los que Dagón (1919) fue su primera historia publicada en la revista Weird Tales.
La muerte de su madre, que lo sobreprotegía, le obligó a salir de su reclusión y a aceptar encargos literarios para sobrevivir. Empezó a frecuentar un círculo de escritores afines que formaban artistas como Clark Ashton Smith, Robert E. Howard, August Derleth, Robert Bloch y otros, con los que mantenía una intensa relación epistolar.
En 1924 se casó con la comerciante y escritora aficionada Sonia H. Greene, siete años mayor que él y con la que se mudó a Brooklyn. Sin embargo, los problemas económicos y la disparidad de caracteres les obligó primero a separarse y luego a divorciarse.
En 1927 volvió a Providence donde realiza la mayoría de su trabajo literario.
Algunas de sus obras fundamentales son: La llamada de Cthulhu (1926), El color que cayó del cielo (1927), El horror de Dunwich (1928), El caso de Charles Dexter Ward (1928), La sombra sobre Innsmouth (1931), entre otras.
H.P. Lovecraft murió de cáncer intestinal en 1937, sumido prácticamente en la pobreza.

Norberto Buscaglia es poeta, guionista y profesor de literatura nacido en Buenos Aires, capital de Argentina, en 1945. En la primera parte de la década de los setenta del siglo pasado obtiene el título de profesor de Letras, especializándose en latín y literatura latina. En 1973 empieza a trabajar con su suegro, Alberto Breccia, en la adaptación al cómic de varios cuentos del escritor H.P. Lovecraft que se publicaron en revistas de Italia y Argentina bajo el nombre genérico de Los mitos de Cthulhu.

También adaptó textos de otros autores como J. L. Borges, J. Cortázar, J. Ray o W. Shakespeare) y ha creado varios guiones originales, como Argelia, 1959 o Contranatura.

Alberto Breccia nació en Montevideo, capital de Uruguay, en 1919 y murió en Buenos Aires en 1993. Cuando contaba con tres años su familia se trasladó a vivir a la Argentina, concretamente a Buenos Aires donde Alberto desarrolló su carrera.
Trabajó en en la industria alimentaria y de noche dibujaba con el propósito de convertirse en artista.
Su primer trabajo lo obtuvo a principios de los cuarenta en la revista Tit-Bits de la Editorial Láinez, Una influencia inicial fue la del artista norteamericano Burne Hogarth. Algunas obras que realizó para varias revistas de esta editorial fueron Kid del Rio Grande, El Vengador y Mariquita Terremoto.
En 1946 le encargaron substituir al dibujante Augusto Cortinas en la serie Vito Nervio que se publicaba en la revista Patoruzito, con guiones de Leonardo Wadel. Siguió realizando trabajos más o menos discretos hasta que en 1958 crea junto al guionista Héctor Germán Oesterheld la serie Sherlock Time que se publicó en la revista Hora Cero Extra y que marcó el punto de inflexión en la carrera de Breccia para encaminarla hacia un estilo más personal, más ambicioso y más experimental.

A principios de los sesenta, Alberto Breccia empieza a colaborar con las agencias británica Fleetway, para la que realiza diversos relatos bélicos, y para la española Bardon Art. En 1962 realiza junto a Oesterheld la serie Mort Cinder publicada en la revista Misterix y que se convertirá en su primera obra maestra, un trabajo apasionante realizado en un momento de grave crisis personal debido a la enfermedad de su primera mujer. Tras la muerte de su esposa deja temporalmente el ejercicio de la profesión para colaborar en la Escuela Panamericana de Arte de la que llegará a ser director hasta 1971. Regresa al cómic en 1968 con una obra que realiza conjuntamente con su hijo Enrique; La vida del Che con guion de H.G. Oesterheld. Retoma el gran clásico del cómic argentino de 1957, titulado El Eternauta y realizado por Oesterheld y Solano López, para darle su particular enfoque, sin embargo problemas editoriales le obligan a finalizar su versión de manera abrupta.
En 1973 adapta – con la ayuda de su yerno Norberto Buscaglia – varios relatos de H.P. Lovecraft que publicarán de manera intermitente en revistas italianas y argentinas, la primera edición en álbum de esta serie, con el título de Los mitos de Cthulhu, corre a cargo de la firma argentina Ediciones Periferia en 1975.
Realiza adaptaciones de relatos de terror de Edgar Allan Poe y Héctor Quiroga y con el guionista Carlos Trillo produce la maravillosa serie de género negro Un tal Daneri (1974-1978), Nadie (1977), Viajero de gris, también conocida como Los ojos y la mente (1978-1980) y Buscavidas (1981). Sus últimos grandes trabajos son Perramus (1983), una serie con guion de Juan Sasturain y finalmente Informe sobre ciegos (1991) donde adapta un fragmento de la novela de Ernesto Sábato titulada Sobre héroes y tumbas.
Alberto Breccia muere en Buenos Aires en noviembre de 1993.

La edición a cargo de Astiberri es ejemplar y sigue fielmente la realizada anteriormente por la editorial española Sins entido en 2003. Es en cartoné, papel mate y grueso, está bien impresa, bien rotulada y el tamaño es el adecuado. Tiene un breve apéndice firmado por Latino Imparato que está ilustrado por un par de bocetos de la serie realizados en su momento por el genio de Montevideo. El precio es razonable.

Los mitos de Cthulhu es una obra revolucionaria que rompió los límites de los relatos de terror que se realizaban en la historieta durante la década de los setenta. La elección por parte de sus autores de la obra de un escritor casi desconocido para la época como era Howard Phillips Lovecraft y la realización gráfica llena de experimentos formales a cargo de Alberto Breccia, le confieren a esta serie un aire de ruptura radical que acabará costándole el olvido durante varios años. Ahora, sin embargo, podemos apreciar todo su valor artístico y la enorme influencia que ejerció en artistas posteriores de todo el mundo.
Si no dispone de esta obra, la excelente edición de Astiberri le permitirá disfrutar de uno de los momentos más intensos, inspirados y originales de la historia del cómic de terror mundial. Fascinante…

Salut!

Edición original: Les mythes de Cthulhu (Rackham Editions. Marzo, 2018) Edición nacional/ España: Los mitos de Cthulhu. Astiberri. Noviembre, 2019 Guion: Howard Phillips Lovecraft, Norberto Buscaglia, Alberto Breccia Dibujo: Alberto Breccia Formato: Cartoné, 128 páginas Precio: 20€ “Ahora reposan pero un día, cuando despierten completamente, resurgirán para exigir el tributo…
Guion - 8
Dibujo - 10
Interés - 9.5

9.2

Radical

Un clásico del terror que ha marcado el camino a artistas de varias generaciones

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Nippur
Nippur
Lector
12 diciembre, 2019 16:28

No me imagino un mejor dibujante para estas obras. Lovecraft trabajaba excelentemente el clima en sus cuentos, así como Breccia maneja magistralmente la atmósfera en sus dibujos, trabajando con distintas texturas y técnicas. En cuanto a la abundancia del texto, en lo personal, no creo que sea un problema ya que me crié leyendo a Robin Wood, quien me enseñó que la prosa bien escrita puede enriquecer y embellecer al trabajo conjunto con el dibujante.