Dado que esta semana solo había un estreno en el catálogo de las editoriales independiente, me he tomado la libertad de incluir dos estrenos del mes pasado que me parecieron interesantes. Qué acertada elección fueron. Esta semana estoy satisfecho con la series incluidas en la sección.
20XX #1, de Lauren Keely y Jonathan Luna
Antes que nada, me parece necesario mencionar que
Suelo decir que la originalidad de las series de Image Comics es, cuando menos, cuestionable. Desde una perspective cínica, la editorial fundada por genios del cómic como Rob Liefeld y Whilce Portaccio podría describirse como Marvel Comics pero sin los superhéroes ni contratos de trabajo éticamente reprobables. La mayoría de sus series de bien podrían pertenecer a Marvel en cuanto a argumento y estilo. Muchas veces, solo nos cuentan lo que los autores habrían contado en Marvel y tal como lo habrían contado ahí. Sin embargo, hay una diferencia entre Image y Marvel. Una diferencia fundamental. En Image los autores pueden contar su historia sin interferencia editorial alguna. Todo depende de su habilidad y pasión.
Este es el mejor trabajo de Luna como dibujante. No tanto por la evolución de su trazo, que poco ha cambiado desde su debut hace ya muchos años, como por prescindir del color. Se libra de ese feo coloreado digital, más propio de una página web de dibujos amateur que de un profesional del cómic, que le acompañaba en sus cómics previos. En blanco y negro su trazo adquiere muchas más elegancia y atractivo, da páginas dignas de enmarcar y se nos permite apreciar mejor su narrativa.
En resumen, 20XX puede añadirse a la lista de series a seguir de Image. Estamos ante otra serie de la editorial que suple su falta de originalidad con mucho esmero y pasión por contar una historia entretenida. Como debería ser en las editoriales de superhéroes, donde desgraciadamente una serie de este estilo hubiera sido víctima de irrealista plazos de entrega, crossovers, cambios de última hora porque un personaje secundario también aparecerá en otra serie y un largo sinfín de exigencias editoriales.
Hardcore Reloaded #1, de Brandon Thomas y Francis Portela
Segunda temporada de Hardcore, la serie basada en una idea de Robert Kirkman y Marc Silvestri. La factoría Skybound se ha decantado por el modelo de Thief of Thieves, es decir, cambiar de autores en cada volumen. Andy Diggle y Alessandro Vitti dejan paso a
Me gustó mucho el primer volumen de la serie. En mis impresiones de su primer número, que podéis leer aquí elogiaba el frenesí y la contundencia de sus escenas de acción, que junto a una historia de espías puesta a su servicio hacían de él uno estreno prometeder. Los siguientes números estuvieron a la altura de las expectativas. El guion de Diggle subía la tensión progresavimente, inventandose situaciones tan delirantes como divertidas, cada una más que la anterior, con las que Vitti daba lo mejor de sí mismo como dibujante de cómics de acción. Su etapa concluía en un intenso tiroteo lleno de explosiones y el destino del mundo en juego. «¿Podrían Thomas y Portela superar eso?«, pensé al anunciarse el nuevo volumen.
Leído el primer número de
Tras lo acontecido en el anterior volumen, la tecnología que da nombre a la serie ha sido filtrada al público. Esa tecnología permite a una persona controlar a otra durante un breve periodo de tiempo, por lo que es altamente peligrosa en las manos equivocados. Solo el protagonista de la serie puede impedir que el caso se adueñe del planeta, pero para ello tendrá que aliarse con uno de los malos de la anterior serie.
Esa premisa le sirve a Thomas para escribir un cómic más violento y frenético que los anteriores, lo que parecía imposible. Olvidaros de una historia profunda, pues él sabe que lo se espera de él es diversión sin pretensiones de grandeza. Y la da a raudales con un protagonista temerario y un villano pomposo y grandilocuente en una historia de espías y soldados que recorren el mundo entero, enfrentándose a situaciones que dificlmente podrían ser más espectaculares. Situaciones que el guion hace incluso más molonas con unos dialogos que alternan la típica jerga de un thriller de acción militar con bonitos insultos y humor negro.
Como era de esperar con un guion tan centrado en la acción, el resultado final depende ante todo del dibujante, a quien no envidio dadas las exigencias de ese guion. Y aquí Portela no decepciona. Creo que este uno de los mejores trabajos suyos que he leído hasta ahora. Convierte las escenas de acción del guion en un fantástico festival de hemoglobina en los que cada golpe y balazo se sienten como si fueran reales. Nos ofrece un caos espectacular donde es difícil distraerse con detalles irrelaventes; los lectores siempre seguimos la acción con facilidad, disfrutando de la violencia y desenfeno.
Tenía mis dudas, pero estaba equivocado. Thomas y Portela han sabido mejorar aquello que hizo del primer volumen de Hardcore un cómic a leer. Es por eso que recomiendo sin miedo la serie a quienes disfrutasen del anterior volumen. Skybound puede anotarse otra victoria, pues hay pocos thrillers de acción de Image Comics tan entretenidos como esta serie por ahora.
The Clock #1, de Matt Hawkins y Colleen Doran
El sello Top Cow de Image se especializa en cómics de acción, ciencia ficción o fantasía. Sus series más populares, aquellas creades por Marc Silvestri, el fundador del sello, son buena muestra de ello. También la inmensa mayoría de sus series de autor pertenecen a esos géneros. Era de esperar, por lo tanto, que la publicación de una serie como
La serie, escrita por el presidente de Top Cow,
Tenía mis dudas sobre la capacidad de Hawkins para acometer esta clase de historias, que como comentaba distan de lo habitual que él supervisa en su día a día. Afortunadamente, una vez concluida la lectura del primer número, puedo decir que el guionista sabe escribir thrillers competentes y ha hecho sus deberes busanco documentación para darle un tono realista a su propuesta. El primer número lo constituyen muchas conversaciones que consigue hacer entretenidas, recurriendo a un poco de acción en las primeras páginas y combinando habilmente detalles técnicos, dilemas políticos y momentos más personales en el transcurso de la historia. Al terminar el número, me convenció de la urgencia por erradicar la amenaza antes de que ella lo haga con la especie humana y de la existencia de posibles peligros en el camino sin aburrime en ningún momento. Y me hizo sentir interés por el protagonista de la historia, no mucho pero el suficiente.
Se le podría achacar al guion lo rutinario que es, ya que cualquier lector será capaz de predecir la extremadamenta obvia dirección que tomarán los siguientes números. Sin embargo, ¿acaso importa si consigue entreternos la lectura? Como los otros dos cómics reseñados esta semana, aquí tenemos una demostración de que una competente ejecución puede hacernos olvidar de cualquier ausencia de originalidad.
Respecto al dibujo de Colleen Doran, normalmente notable, no tengo claro qué valoración darle. Nos ofrece páginas muy logradas, de un estilo austero y realista que nos mete de lleno en los laboratorios y salas de conferencia por los que transita la historia. Me gustó sobre todo una escena ambientada en un cementerio sin cuyo dibujo perdería gran parte de su impacto. Mas, ay, en otras partes el trabajo de Doran se vuelve feo, muy feo. Despojado de cualquier elemento de fantasía o ciencia ficción, géneros que frecuenta habitualmente, su estilo de dibujo pierde mucho de su encanto y da la sensación de que le costó adaptarse a algunos de las escenas más mundanas del guion, como una reunión de políticos. Aunque puede que esa sensación también se deba al coloreado de
En resumen, recomendaría seguir The Clock a quien no le moleste las partes en las que el apartado visual flojea. Jamás ganará un premio, pero sospecho que hará pasar un buen rato a todos sus lectores.