Píldoras Nacionales 44: Entrevista a Colo

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HOY… DOS JOYAS
La 1ª joya de la semana

3537Frank Cappa (Edición integral), Manfred Sommer; Ediciones Glénat; 360 págs., color, 24 €.

Desde que descubrí a Frank Cappa y a su autor Manfred Sommer en las páginas de la revista Cimoc, hará más de 20 años, siempre tuve claro que personaje y creador constituían al unísono una de las cimas de nuestra Historieta. La caladura humana que traspiraba su doblete de relatos interrelacionados Welcome y Goodbay era de tal intensidad que, a mi entender, poco más cabía decir en el Noveno Arte sobre la imposibilidad de volver tras nuestros pasos intentando recuperar la cuna en la que nos criamos.

Sin embargo, debo reconocerlo, el resto de historietas de Manfred Sommer que rapiñaba de retapado en retapado me desorientaban un tanto. Carecían de la intensidad narrativa de series que le eran más o menos contemporáneas como Hombre de Antonio Segura y José Ortíz o Kraken de Jordi Bernet y -de nuevo- Antonio Segura. Afortunadamente, como siempre, el tiempo lo acaba poniendo todo en su lugar y este integral dedicado a Frank Cappa me ha permitido comprobar que la significación de Manfred Sommer como historietista nunca dejó de resultar patente en todos y cada uno de sus trabajos. Porque Sommer abogaba por una narrativa ordenada antes que efectista, pero su impronta gráfica era tan depurada y su hondura personal tan cultivada que sus cómics se han convertido, a día de hoy, en testimonio de una manera de contemplar el mundo -en toda su diversidad- y la existencia -con toda su carga de contradicción- que reivindican la notoriedad del arte como revelador reflejo de nuestra realidad más constitutiva.

Leyendo las aventuras de este corresponsal, saltando de guerra en guerra, de África a Nicaragua, de Vietnam a la selva amazónica, uno se percata rápidamente de que su autor fue una persona trabajada, madurada, que supo hurgar con honestidad en las heridas de su tiempo, en las miserias propias de lo humano, y ofrecer ante ellas un posicionamiento que oscilaba entre la integridad y el compromiso apenas esperanzado, siempre fundamentado en aquella autenticidad más nuestra que desvela el intercambio de ternuras y cariño.

Hará unos años que Sommer nos dejó; este excelente integral editado con cariño por Hernán Migoya con la ayuda de Alfredo Sommer Geniés, hijo del autor y también él dibujante de cómics, nos recuerda que la suya fue una de las pérdidas más acusadas de la historieta española. Por ese grafismo suyo que, integrando estilos tan dispares como los de Hugo Pratt y Jesús Blasco, conseguía dotar de carne, hueso y entraña a sus personajes, manejando color y pincel como si de conjuros se tratase capaces de abrirnos ventanas a lugares recónditos y exóticos de nuestro planeta. Pero también y sobre todo, por ayudarnos a mirar hacia dentro… al mirar hacia fuera.

La 2ª joya de la semana

3537De perros y de huesos, Colo; Planeta DeAgostini; 192 págs., color, 19’95 €.

¿Qué nos define mejor? ¿Lo que hacemos? ¿Cómo lo hacemos? ¿Por qué lo hacemos? ¿Podemos obrar en base a unos presupuestos éticamente incorrectos pero de forma moral? ¿Unos fines benéficos hacen más digeribles unos medios inhumanos?

Con un dibujo de texturas cinematográficas, desprendiendo a una vez movimiento y solera, esta obra ganadora del Segundo Concurso de Còmics Planeta DeAgostini reflexiona de forma intensa sobre el arte, la lealtad, la decencia y la inocencia, a través de un relato de serie negra absolutamente emocionante y cautivador.

¿Y qué huesos persiguen estos perros?

Hampones de una extraña integridad a los que la edad obliga a pasar el testigo a una nueva generación de criminales sin norte ni escrúpulo, en el madrileño barrio de Lavapies.

Inocentes desgraciados que se cruzan en su camino, ajenos a la magnitud de la situación que transitan.

Un Turco viejete tristón, carismático, orgulloso contra todo pronóstico, que defiende sus principios, detesta los prejuicios, no tolera ser cuestionado… un asesino profesional.

Pero, como le gritarán a otro personaje, existimos para la vida y matar nos condena. Ningún precio, ningún logro, hace que valga la pena. Sin embargo, cuando esa conciencia que nos hace libres nos aboca sin duda al vacío, ¿cuáles son las seguridades que se nos ofrecen y nos apresan? ¿Y hasta dónde podemos caer por ellas? ¿Por qué motivos? ¿Y hasta qué punto somos capaces de evitarlo? Preguntas y elecciones, constantes, y el dibujo retrata espacios abiertos por donde el lector puede demorarse, tomarse el tiempo de sopesar la decisión de los respectivos personajes, disentir de ella… o asentir con ellos.

Graciosamente, irónicamente, un teniente de policia estrábico y despota parece ser el único capaz de visualizar los dos caminos que cualquier dilema ético nos presenta y mantener su integridad a pesar de todo… aunque su justicia sea inmisericorde mientras que la opción de los verdugos esté plagada de remordimientos. ¡Ay, pero incluso los estrábicos tienen su talón de Aquiles!

En esta obra de caricaturas tristes y destinos trágicos, donde la ética moral se funde con la ética del arte, unos diálogos trabajados al milímetro por un autor que tiene mucho qué contar levantan uno de los cómics que más me ha impresionado este año. Una lectura apta para todos los paladares que he recomendado ya a mis amigos de ZN y que también a gente como David Fernández o José Torralba ha parecido soberbia. Un tebeo de género ubicado en un entorno familiar, explicado con un oficio que atrapa, desborda y deslumbra al lector hasta dejarle boquiabierto. Colo nos ofrece una historia que se bebe en afanosos sorbos por su interesante retrato de personajes y situaciones… y, mientras, nos va llevando de asombro en asombro, obligándonos a admitir que en la vida, demasiadas veces, no hay solución buena ante ciertas encrucijadas.

Ya tiene mi voto para los Premios del futuro Saló del Cómic de Barcelona… ¡y os aseguro que no os lo podéis perder!

ZN ENTREVISTA A… COLO

Toni: ¿De dónde sale alguien tan “tapado” hasta ahora en el mundo del cómic como tú y que, de repente, irrumpe en él con tanta fuerza?

Colo: Bueno, supongo que los cómics tienen un aspecto muy vocacional para todos los que se dedican a ellos. Es un medio increíble pero esconde muchísimo trabajo y muchísimo esfuerzo debajo de las páginas que uno ve cuando abre un libro y empieza a leer. En ellos se aúnan disciplinas como el dibujo, la narración, el sentido del ritmo o el montaje, que no dan resultados inmediatos si uno empieza a hacer cómics. Hacer un cómic malo es algo dificilísimo, pero hacerlo bueno es casi imposible. Es necesario un enorme trabajo previo para empezar a ver cosas que funcionen mínimamente, así que ese componente vocacional me parece indispensable ya que, si no se tiene, uno termina por abandonar.

En mi caso esa vocación me sobrevino de chaval, leyendo Pesadillas de Azpiri, Den de Corben, cosas de Alfonso Font, de Rafa Negrete, de Carlos Giménez, de Breccia y de los maestros de mi niñez, así que dibujar cómics ha sido una constante desde que era un crío, pero dar el paso y llegar a publicar algo es otro cantar. Para ello, uno tiene que tener una historia que cumpla unos mínimos y encontrar un editor que crea en esa historia y esté dispuesto a arriesgar su dinero en sacar a la luz una obra. Eso es algo realmente muy difícil.

Creo que en ese punto, es donde la vocación se pone a prueba, se examina a sí misma y determina si uno va a continuar haciendo sus cómics o se va a dedicar a otra cosa. Así de sencillo y de brutal a la vez.

En mi caso, hace unos 20 años, la realidad me derrotó. No supe encontrar a ese editor, mis historias no eran lo suficientemente buenas para dar el salto, mi vocación fracasó estrepitosamente y entré en el mundo publicitario como ilustrador.

Lo increíble de todo este asunto, lo que descubrí con el tiempo, es que esa derrota no me alejó de los cómics sino todo lo contrario, me liberó. San Agustín anunció en su día que el sentido de las cosas se manifestaba cuando uno tocaba fondo, cuando perdías toda falsa esperanza, tal y como se leía en las puertas del infierno de Dante. Es una manera radical de verlo, claro, pero si uno llega al convencimiento de que nunca va a publicar, que no va a ver ni un duro jamás, que sus obras están avocadas a caer en el olvido y, pese a eso, continúa dibujando, su vocación se convierte en otra cosa diferente a lo que creía y empieza a brillar de un modo distinto. Ahí uno encuentra una conexión interna con lo que está haciendo, muy alejada del reconocimiento o del éxito. Ahí se manifiesta un sentido de lo que uno es y de lo que uno hace y ese es un vínculo que ya no se puede romper porque la recompensa que uno espera no es externa, no viene del mundo, sino del placer y el privilegio que supone hacer lo que a uno le gusta.

¿De donde salgo, me preguntas? Bien, soy yo. Je,je. Si hubiera salido antes sería otra cosa. Mis cómics serían otra cosa.

Ahora ando haciendo otra historia. Viendo la acogida que está teniendo De Perros y de Huesos tengo la sensación de que se me van a abrir bastantes puertas, pero de momento no me interesa comerme el mundo, lo que me interesa es que el mundo no me coma, así que pienso seguir funcionando sin prisas y como he hecho hasta ahora, rindiendo pleitesía a mi privilegio de hacer lo que creo.

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Toni: ¿Te gustó Batman: el Caballero Oscuro de Graham Nolan?

Colo: Pues no lo he leído, la verdad. Si te soy sincero no conozco a Graham Nolan. No soy muy aficionado a los superhéroes. Me gustan algunas historias que he leído principalmente por los autores que las hicieron, como el Arkham Asylum y Orquídea Negra de Mckean, La Broma Asesina y Watchmen de Alan Moore o El señor de la Noche de Frank Miller, pero no es un género del que esté muy pendiente o con el que esté familiarizado. Esas historias me gustaron por el intento de llevar ese medio más allá de lo que se esperaba de él.

Pero si me lo recomiendas, prometo leerlo.

Toni: Lo tienes difícil; es una película. Y te aseguro que tiene muchas similitudes de fondo con lo que tú has hecho en De perros y de huesos. De todas formas, a raíz de tu respuesta, aparenta evidente que eres una persona un tanto alejada del mundanal ruido y de “aquello que se lleva”… porque me niego a creer que el cine no te interese dado la maña que te das como narrador visual.

Colo: Ah. Sisisisisi. Te refieres, entonces, a Christopher Nolan. Es que Graham Nolan hace cómics y por eso me despisté (sonrojo de Toni por la metedura de pata). Claro, El Caballero Oscuro. ¡¡Tremenda, tremenda, tremenda!! Adoro a ese tío. Le conocí en Memento y me resultó uno de esos directores que tiene un conocimiento increíble de su medio y una capacidad de hacer algo totalmente diferente a lo que uno ha visto. Esa misma sensibilidad, ese buen hacer, lo volví a percibir en Insomnio, con ese Pacino que no consigue dormir. Un mago, sí señor. Un completo mago en el sentido de tender trampas sutiles al espectador.

Creo que tiene algo muy parecido a George Roy Hill en El Golpe, que está planteada como un juego de cartas. La película está dividida en partes que se van anunciando. Los jugadores, El plan, El truco… Lo increíble es que en esas partes, uno piensa que se están refiriendo a lo que sucede con los personajes, que sí, pero también es una declaración de lo que el director está haciendo con el espectador. El tipo te dice parte por parte lo que va a hacer contigo, el engaño al que te va a someter, y uno no se da cuenta de ese detalle ni al terminar de ver la película. ¡Magistral! Te miente delante de tus propios ojos, te dice cómo lo está haciendo y terminas encantado y sin haberte enterado.

El Caballero Oscuro me parece una maravilla de principio a fin. ¡Heath Ledger, hombre! ¡Qué papel! La manera en la que trata el sentido del tacto de su personaje es algo único. Recomiendo ver esa película entera atendiendo a como toca ese tío las cosas y a los demás. Uno puede llegar a soportar escuchar lo que dice, pero no puedo ni imaginar que me tocara ese tipo. Maravilloso. El trabajo de un artista con mayúsculas.

Batman y el Joker mantienen entre ellos una relación similar a la que llevan José y El Turco, pero justo al contrario. Mientras que aquellos parecen reforzarse mutuamente y construirse el uno al otro pese a detestarse, estos tienden a asesinarse mutuamente, a destruir al otro, pero se caen bien, se gustan.

Me tomo como un piropo la comparación.
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Toni: Una gran diversidad de grises morales y de dilemas éticos conforman la espina dorsal de este thriller tuyo. Como creador, ¿qué fue antes? ¿La opción por construir un relato que retratase la criminalidad o la de presentar a unos personajes situados ante decisiones de doble filo?

Colo: La segunda. El eje de todas las historias que hago o que me interesan tiene que ver con los conflictos internos de sus protagonistas y del sistema de relaciones que se entablan entre ellos. Este es, para mí, el pilar fundamental de una buena historia y creo que siempre será la constante en los cómics que haga.

El hacer una historia sobre criminales se me ocurrió viendo American Gangsters de Ridley Scott y reflexionando sobre los arquetipos americanos asociados al género. Si uno dibuja una escena en alguna calle apartada de algún barrio de Nueva York, con un tipo con mala pinta sentado en un coche, con un café en un vaso de papel, con alcantarillas humeantes, con gafas de sol siendo de noche y con una iluminación chula y algunas gotas de lluvia cayendo por allí, uno ya está metido hasta las trancas en el género. No hace falta nada más para desear seguir leyendo y ver qué pasa. ¿Está vigilando a alguien? ¿Es un poli? ¿O un mafioso que se va a cepillar a un tío que salga de comprar Donuts de la tienducha de la esquina? ¡Es cojonudo! ¡Cojonudo! ¡Coño, yo quiero leer esa historia!

Luis Buñuel contaba en una ocasión que su película El Ángel Exterminador iba a titularse La Fiesta. Pensó que si él fuera caminando por la calle y viera dos cines, que en uno proyectaran El Ángel Exterminador y en el otro La Fiesta no dudaría en entrar a ver la que se titulaba El Ángel exterminador y que por eso decidió llamarla así.

Reflexioné sobre la posibilidad de lograr ese efecto, de hacer que la historia me enganchara, suprimiendo ese decorado tan sugestivo al que estamos acostumbrados. ¿Y si en lugar de un callejón neoyorkino pongo la calle Mesón de Paredes? ¿Y si en lugar de perritos calientes, los protas comen bocadillos de calamares?

Hacía muchos años que tenía en mente hacer algo con el barrio de Lavapies y me pareció que podía ser divertido intentarlo, así que me lié la manta a la cabeza, comencé y fíjate como ha terminado el experimento.

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Toni: No puedo evitar el “pasarte” las preguntas con las que empezaba la reseña: ¿Qué nos define mejor? ¿Lo que hacemos? ¿Cómo lo hacemos? ¿Por qué lo hacemos?

Colo: No sé. Tal vez las tres cosas. ¿Un equilibrio entre ellas?

Creo que lo que hacemos y cómo lo hacemos muestra hasta cierto punto lo que uno es y quita algunas capas del increíble misterio que significa cada uno de nosotros. Creo que por lo que hacemos y por cómo lo hacemos podemos vislumbrar nuestros ensueños presentes, lo que andamos barruntando en el momento, lo que nos ronda por el coco de manera soterrada.

Si me someto a esas dos preguntas, poniéndome frente al espejo y tomándome como objeto de estudio, ante la cuestión de lo que hago, veo que lo que hago son cómics y trabajos publicitarios, por poner un ejemplo. Eso dice de mí que soy dibujante. No gran cosa, pero ya se algo de mí.

Si me pregunto cómo hago esos cómics o ese trabajo obtengo otras respuestas que creo me aclaran algo más sobre quién soy. Los trabajos publicitarios los hago con una óptica profesional, intentando que el cliente quede satisfecho y así me aseguro las lentejas del día a día y los cómics los hago de manera apasionada y sin pensar en recompensas. Esto me dice de mí que no soy un pragmático absoluto ni un loco absoluto y que tengo ensueños que me atrevo a afrontar pese a no estar sujetos a las necesidades del mercado. Como los derviches, que giran con una mano arriba y la otra abajo, para estar en contacto a la vez con lo divino y con lo humano.

La tercera pregunta, el porqué, me da la sensación que escarba en capas más profundas de uno y que tiene un componente causal. ¿Por qué hago lo que hago? Porque de niño me quedé fascinado con el universo de los cómics y he invertido gran parte de mi vida en poder jugar con ese juguete maravilloso que encontré. Hago lo que hago para satisfacer al niño que fui y que, por alguna razón, no me parece un niño contento. Esto está muy bien y me va mostrando muchas mas cosas de quién soy.

La pregunta que creo completa el espectro es la que mira hacia el futuro y evidencia una intención en los actos. ¿Para qué hacemos las cosas? No el por qué sino el para qué.

Creo que aquí lo interesante no es tanto donde estamos o de donde venimos. Lo interesante es qué pretendemos con lo que hacemos.

En mi ejercicio frente al espejo, si me formulo esa cuarta pregunta, descubro que hago lo que hago para conocer paisajes del alma humana que desconozco, para ordenar en el papel, mediante mis personajes, las zonas desordenadas que tengo dentro, para comprender el mundo y a la gente, para divertirme, para maravillarme u horrorizarme y para encontrar un sentido a mi existencia.

¡Menudo ladrillo te acabo de colocar! También se puede decir que hago lo que hago porque soy muy friki.

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Toni: Cuesta creer que vayas improvisando tus guiones sobre la marcha cuando muchos de los diálogos de De perros y de huesos parecen, tanto por forma como por temáticas, medidos al milímetro. ¿Cómo es exactamente tu método de trabajo con respecto a este despliegue de temáticas y posicionamientos que vehiculan las conversaciones de tus personajes?

Colo: Con respecto a los diálogos funciono de una manera parecida a lo que sería una improvisación de Jazz. Hay una base previa y encima se van construyendo frases improvisadas que adornan esa base.

Antes de empezar un diálogo reflexiono sobre el asunto del que van a hablar los personajes y veo qué posicionamiento tendría cada uno con respecto a ese tema.

Me interesan los diálogos que tienen la capacidad de dar la vuelta a una realidad establecida que se da por válida de manera generalizada. Hacer juegos malabares con las ideas es algo que me encanta y haciéndolo, además, consigo aclararme algunas cosas por boca de mis personajes. Cuando veo por dónde va la cosa dejo de pensar en ello y empiezo directamente a dibujar la primera viñeta de esa escena, pongo su bocadillo correspondiente, a partir de ahí dejo que los personajes digan lo que les de la real gana y sigan su propio proceso hasta llegar a alguna conclusión.

La charla que mantienen El Turco y Carlitos en las primeras páginas es un ejemplo. Hay grupos de opinión que defienden que la homosexualidad es algo antinatural y tienen un abanico de teorías para corroborar su hipótesis. Todos hemos visto debates en los que se ha tratado el tema, pero lo que me parece curioso es que los argumentos que están en contra de esa hipótesis tratan de demostrar lo contrario, que no es antinatural. A mi me parece que la trampa de ese debate es la base desde la que se parte para afrontar en asunto, es decir, que se da por sentado que lo antinatural es malo y lo natural es bueno. Lo que intento, en ese diálogo, es precisamente desmontar esa trampa y abordar la raíz de ese tema. ¿Es lo antinatural algo malo? ¿Qué hay de natural, realmente, en las cosas que afectan al ser humano? Mi posicionamiento personal no tiene que coincidir con ninguno de los dos personajes que hablan en esa escena, pero escuchando sus opiniones aclaro bastante la mía.

Toni: Queda claro que, desde el principio, tus personajes tienen una gran autonomía y entiendo que, de hecho, eso es lo que te interesa de ellos y del acto creativo como espacio de autoconocimiento.

Colo: Eso es exactamente lo que me pasa.

Hay algo curioso.

La forma mental que tenemos los occidentales tiende a necesitar de puntos a los que agarrarse. Cuantos más, mejor. Ante la idea de la muerte, por ejemplo, solemos buscar cualquier salida que nos permita seguir existiendo de alguna manera y no caer en el vacío. Es parte de nuestro drama. Estamos incluso dispuestos a asumir la idea del infierno, si las cosas nos van mal, con tal de seguir existiendo. Estaré en el infierno, vale, es una putada, pero… estaré.

Los orientales, sin embargo, funcionan con la forma mental contraria. Buscan el vacío. El Tao se basa en el vacío y la meditación consiste en hacer el vacío. Para el oriental, el drama consiste en que una vez muerto uno se vuelve a reencarnar, vuelve a existir y… ¡Coño, otra vez! ¿Qué habré hecho mal? Incluso cuando el Buda llega al rescate, su promesa es romper esa rueda Karmica de la reencarnación.

Con los procesos creativos parecen funcionar esos mismos esquemas. Los occidentales necesitan un guión cerrado, unos protagonistas definidos, abocetar cada página y la idea de lanzarse al vacío les resulta incómoda. Y que conste que no lo digo como un reproche. La manera occidental de trabajar las historias me parece cojonuda y creo que da unos resultados espectaculares.

A mí, que no tengo una gran afinidad con las cosas orientales, me sucede lo contrario. Si tengo clara una historia, si se quién es cada protagonista, no me apetece nada dibujar esa historia. Prefiero empezar desde cero y ver lo que me voy encontrando por el camino.

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Toni: Y, en relación con eso, ¿qué surgió antes? ¿el diseño del Turco y sus ojos tristes o el juicio del artista yonqui sobre la profunda tristeza que habita en este asesino veterano?

Colo: El Turco surgió muchísimo antes.

Cuando comencé la historia sabía que habría un asesino que pintaría de blanco una pared para borrar la sangre de uno de sus asesinatos. Fue una visión que tuve, pero no sabía nada más del tema. No tenía ni idea de quién sería la victima ni de las circunstancias que llevarían a esa situación. Ni siquiera sabía el universo de personajes en el que se desarrollaría la historia ni que serían episodios de 20 páginas, no sabía nada, así que me limité a meter a ese asesino del cual ignoraba todo en un coche junto a otro tipo y dejé que empezaran a hablar.

El Turco salió por primera vez en la segunda viñeta de esa escena. No hubo boceto previo, solamente pensé en hacer un tipo con años que tuviera aspecto de parecer alguien indefenso y cansado. Como no hay un estudio del personaje, hay algunas páginas en las que la fisonomía del Turco cambia un poco hasta que se ajusta definitivamente.

Lo que me ha resultado increíble ha sido que al leer en papel la historia, descubrí que la segunda frase que dice el Turco en el cómic es “No tengo miedo”. El miedo es algo que muchas páginas después resultará ser un pilar importantísimo en la personalidad del personaje, pero cuando dibujé esa parte no recordaba esa primera frase, así que es como un vaticinio de lo que el personaje resultaría ser al final.

Toni: Por todo lo que nos estás contando, y a pesar de las vueltas previas que le das a las escenas, se diría que confías bastante en tu subconsciente a la hora de dejar que la historia avance.

Colo: Sí. Puede ser.

Creo que es algo parecido a lo que nos sucede cuando estamos viendo una película que no hemos visto antes. En algunos momentos creemos ver hacia donde van las cosas o qué va a pasar con alguno de los protagonistas. Es una especie de ejercicio adivinatorio, pero en mi caso, además de espectador que especula, soy el autor que confirma.

Es muy divertido.

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Toni: En este cómic llegas tan lejos que parece que lo has dado todo. ¿Quedan cosas que contar para otros proyectos?

Colo: Pues espero que sí. En realidad, De Perros y de Huesos no ha sido un proyecto complejo ni que haya exigido muchísima energía ni esfuerzo por mi parte. Muy al contrario, ha sido como un descanso después de dibujar una historia enorme que me costó mucho terminar. Me lo tomé como un divertimento fresquito con el que recuperarme de lo anterior. Lo que pasó es que sobre la marcha fui encontrando contenidos que me resultaron interesantes, como el encuentro de Rashid con su padre, el de El Turco con José o el de los dos amigos, El Gordo y El Turco. Pero salió todo con mucha armonía y sin dificultad. Fue fluido de principio a fin.

El único atasco fue durante la escena de El Turco y José, pero creo que eso fue fruto de que justo en ese momento Ricardo Esteban, entonces editor de Planeta, me comunicó que había ganado el premio. La noticia me desequilibró bastante y me hizo perder el centro de gravedad que suelo tener cuando hago mis historietas.

En ese momento sucedió, también, algo interesante. En foros de internet se comenzó una especie de linchamiento contra mí por unas páginas que tenía colgadas en mi viejo Fotolog. Algo que para algunas personas atentaba contra las bases del concurso, así que empezaron a aparecer comentarios que me tachaban de estafador y me ponían a caer de un burro, que acusaban a Planeta de haber concedido el premio a dedo y cosas por el estilo. Nadie preguntó si había hablado con los organizadores del premio para consultar si me podía presentar teniendo páginas colgadas en una web, nadie preguntó absolutamente nada. Se limitaron a encender las antorchas y a buscar mucha madera para montar una buena pira con el jurado y conmigo.

Yo, esas cosas, las llevo muy mal, las sufro mucho. Me faltó un pelo para renunciar al premio y seguir trabajando para ver qué pasaba con los protagonistas de la historia, pero ese mes Ricardo Esteban estaba de vacaciones así que decidí no molestarle y esperar para ver cómo se desarrollaban las cosas.

Esa sensación horrible de estar siendo linchado, de ver como alguien se intenta cargar la obra de uno, con razón o sin ella, la aproveché para la escena de la pintura blanca del Turco. La cara de Suso al bajar a la sala donde está su mural es un reflejo de la mía cada vez que entraba en los foros, así que creo que supe canalizar esas tensiones al papel y eso me tranquilizó mucho.

Cada proyecto que hago es diferente a los anteriores, pero algunas cosas me las planteo igual en todos. Intento, por ejemplo, recrear un universo determinado y luego ir lo más lejos que puedo en cada uno de ellos, ir profundizando en los personajes para ver hasta donde puedo llegar sin que pierda sentido, hasta donde los puedo conocer y hasta donde me llevan.

Sí que quedan cosas por contar, sí. Todo el mundo es un universo enorme. La vida de cualquiera puede servir para hacer una historia increíble si la cuentas desde el lugar adecuado y con los personajes de un cómic pasa lo mismo, solo hay que ir descubriendo quiénes son esos personajes.

Toni: A día de hoy, cuando parece que te sonríe cierto éxito, ¿la animosidad de los linchadores ha aumentado o ha disminuido?

Colo: Bueno. Hasta ahora todo el mundo ha sido muy generoso con la historia y conmigo, así que parece haber disminuido, la verdad.
Me da mucha alegría que sea así por que no me pongo a hacer cómics para sacar lo peor del ser humano.
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Toni: El grafismo que usas en este cómic es muy funcional y diría que más bien emparentado con cierto tipo de BD. ¿Es tu habitual estilo de dibujo o lo elegiste en base a la historia que querías contar?

Colo: No, no es mi estilo habitual, sólo lo he utilizado en esta historia. Busqué un tipo de dibujo que saliera con facilidad y que fuese expresivo, ya que pretendía descansar de mi anterior historia. Creo que por eso resulta funcional.

En realidad no sé si tengo un estilo. Cada nueva historia me pide un tratamiento diferente, así que suelo buscar algo que me permita sentirme cómodo al hacerlo, para que sobre la marcha no me aburra o me aplaste.

En la historia que estoy haciendo ahora estoy tratando de cuidar más el dibujo, de pensar más las viñetas ya que hasta ahora no le he prestado demasiada atención a ese terreno y me he concentrado principalmente en la narración. Estoy intentando rendir homenaje a los dibujantes que siempre he admirado. Hay algo de Juan Giménez, de Sienkiewicz y sobre todo de Altuna, pero salvando las distancias con los maestros, por supuesto.

Toni: ¿Qué quieres decir con lo de pensar más las viñetas contraponiéndolo a concentrarse en la narración?

Colo: En los cómics que tengo hechos, el dibujo sólo ha sido un vehículo que me ha permitido narrar una historia, pero no lo he cuidado demasiado. Me interesaba más la historia en si o cómo estuviese narrada que el aspecto que tuviera.

No soy un gran dibujante, al que las cosas le salgan fluidas. Mi trabajo en el campo de la publicidad me obliga a que los dibujos que me encargan estén lo mejor posible y en el menor tiempo posible. Eso es algo que me requiere un esfuerzo, de modo que en los cómics no he puesto demasiada energía en el dibujo, para desconectar de la presión que significa que un plano esté de tal o cual manera. He utilizado el dibujo como un medio, no como un fin, vamos, pero de lo que estaba pendiente era de lo que sucedía en la escena que estuviera haciendo.

Los trabajos publicitarios suelen ser encargos que tienes que hacer de hoy para mañana, así que te acabas acostumbrando a dar por válidos dibujos que, si hubieras tenido tiempo, hubieras repetido o hecho de otra manera.

En el proyecto que estoy haciendo pretendo reconciliarme con el dibujo y, dentro de las limitaciones de uno, hacer las cosas un poco más cuidadas que hasta ahora.
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Toni: Me llama mucho la atención ese de rallado suave que superpones a la mayoría de las imágenes del cómic. ¿Fue para conferir a tus viñetas una textura cinematográfica?

Colo: No, no lo fue. Me apasiona Dave Mckean y Tha también me gusta muchísimo. Los dos utilizan mucho ese rallado vertical, así que lo incorporé a la historia. Me da la sensación de que transmite una cierta espiritualidad, por acción de forma. No es que la historia sea muy espiritual, la verdad, pero ese tratamiento me parece muy bonito.

El punto cinematográfico que la historia pueda tener está incorporado en la narración, en la planificación de las escenas. He pensado muchísimo en directores como los hermanos Coen haciendo De Perros y de Huesos. También hay algo de Brian de Palma y de Tarantino, claro, pero creo que los Coen han sido la principal fuente de la que he mamado.

Algunas personas me han comentado que al leer el cómic han tenido esa sensación de estar viendo una película, pero creo que es por la forma de narrar la historia. Me encanta el cine y la manera de hacer de algunos directores así que trato que mis historias tengan ese punto cinematográfico. En la que estoy haciendo ahora cuento con gente que me está asesorando en temas médicos, científicos, psicológicos y con un grupo de músicos que van a tener una relación muy directa con el proyecto, así que decidí arrancar la primera escena igual que una película, en la que mientras transcurre la acción, van apareciendo los créditos con los nombres de los actores. El resultado me gusta mucho por la sensación que me produce de haber entrado en un cine y estar viendo el principio de una película.

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Toni: Dada la funcionalidad de tu dibujo, ¿qué papel le adjudicas al apartado gráfico de los tebeos?

Colo: Pues me parece muy importante, la verdad, pero creo que es un asunto muy subjetivo. No tengo absolutamente ningún parametro para decir por qué me gusta un tipo de dibujo más que otro. Creo que es un tema de sensibilidades. Hay dibujantes cojonudos, con un dominio espectacular del oficio que no me llegan y otros, sin embargo, mucho mas limitados o torpones que me parecen alucinantes.

Si el dibujo de una historia me gusta, no necesito esforzarme demasiado para leerla, gasto menos energía al hacerlo y la lectura me parece más sencilla que si el dibujo no me termina de gustar.

Con Watchmen, por poner un ejemplo, me sucedió algo interesante. Cuando salió, todo el mundo me decía que tenía que leerlo, que era increible. Dave Gibbons es un dibujante verdaderamente espectacular y el trabajo que hizo es un referente completo para todo el mundo, pero por un tema de sensibilidades a mí no me resulta afin, así que recuerdo que caí en varias ocasiones por tiendas de cómics con la firme intención de comprarlo, lo ojeé y salí de las tiendas sin él.
Con el tiempo lo compré y lo leí, claro. Y es totalmente alucinante de principio a fin. Lo único que sucedió es que al no apasionarme el dibujo por ese tema de sensibilidades que te decía, tuve que vencer las resistencias que sentí para meterme en la historia. Como lector, tuve que currarmelo más.

El dibujo, el guión, la narrativa. Es un tema de equilibrio y de sensibilidades.

Toni: Por lo que dices, y habiendo leído hace tiempo que Gibbons explicaba esforzarse enconadamente en cada ilustración para conseguir la línea perfecta, ¿te van más las líneas fluidas, sueltas, que no los grafismos contenidos y comedidos?

Toni: Sí, creo que sí.

Los dibujantes que tienen soltura en el acabado final de sus dibujos me encantan.

Hugo Pratt, Kent Williams, Dave Mckean o Bill Sienkiewicz me apasionan. Esa gente parece que dibuja como si les diera igual el resultado, sin tensión alguna, sin miedo. Cuando me encuentro con tiparracos así, con esa energía en el trazo, con esa seguridad, me siento hipnotizado.

¿QUÉ PASA CON EL CONCURSO?

A día de hoy nadie ha respondido a la pregunta que formulamos para sortear los tres lotes de las postales que editó con motivo del Salón del Cómic de Barcelona 2010 el buen amigo José Antonio Serrano, responsable de la estupenda Guía del cómic.

No vamos a daros la solución a la pregunta, pero variaremos la estrategia y lo que haremos será sortear esos tres lotes entre la gente que deje comentarios en la presente entrega de Píldoras Nacionales a lo largo de esta semana, hasta el miércoles próximo. Los compadres de ZN no cuentan 😉

Recordemos que cada lote contiene once postales de ilustraciones casi todas realizadas expresamente para este coleccionable por los siguientes autores: Pepo Pérez, Santiago García, Luis Bustos, Javier Olivares, Bernardo Vergara, Manuel Bartual, David López, Aleix Saló, Guillem Dols, Víctor Santos, Pau y Javier Peinado.

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PATER
15 julio, 2010 12:07

me habéis puesto «De perros y de huesos» muy atractivo ¡demasiado! xD …toca volver a hacer cábalas con los céntimos que voy recogiendo de la calle…
 

guolberin
guolberin
Lector
15 julio, 2010 12:20

Y a mí con ambos comics, vaya por dios

guolberin
guolberin
Lector
15 julio, 2010 12:22

Por cierto, que voy a quedar de cazurro, pero siempre pensé que Manfred Sommer era extranjero, ya me vale. Y claro, no sabía que Alfredo Geniés era su hijo, que será el de Alex Magnum, como firmaba con el segundo apellido…

Ocioso
Ocioso
Lector
15 julio, 2010 12:55

Siento decir que la edición del integral de Frank Cappa me parece nefasta. Llevaba muchos años esperando un recopilatorio en condiciones y me encuentro con una publicación de un tamaño ridículamente pequeño.
Es comprensible la dificultad de reunir en un solo tomo historias publicadas en formatos muy diferentes, pero lo que no se puede hacer es tomar como referencia el mas pequeño y reducir todos los demás hasta que el texto de los bocadillos se vuelva ilegible. Y quien dice texto dice dibujos, que esos sí se leen, pero da penita verlos.
¡El cabreo que me llevé cuando lo vi en la tienda! Puñetera moda de intentar colarlo todo como novela gráfica.

José Torralba
15 julio, 2010 13:48

Pues doy fe: pedazo de cómic De perros y de huesos. Un placer inesperado que me ha recordado por su estructura y protagonismo coral ligeramente a las primeras películas de Ritchie pero en coraje, pelotas y tono (lejos estamos aquí del humor de Ritchie) a cosas como el The Hit de Stephen Frears y, en general, al cine británico de criminales urbanos, El largo viernes santo a la cabeza. Todo ello en Madrid y con unos diálogos de altura. Y la entrevista a Colo, totalmente sensacional… al diálogo se le suman las ganas del autor a la hora de hablar (y yo que lo disfruto) y su espíritu campechano cuando lo hace. De 10. ¡Un abrazo Toni! (y tirón de orejas por lo de Graham… cuando lo he leído he estado a punto de corregir ¡menos mal que he seguido leyendo antes de hacerlo!).

Pako
Pako
15 julio, 2010 14:12

Curioso… vengo de la tienda que justo me he comprado estas 2 obras y me las veo recomendadas aquí. Por cierto gran entrevista.

Ohcan
Ohcan
Lector
15 julio, 2010 15:22

Pues yo que había dejado pasar por alto «De perros y de huesos», y la entrevista me ha animado mucho a echarle un ojo en profunidad. Probablemente caiga, si.

David Fernández
15 julio, 2010 16:02

Fenomenal entrevista y una nueva recomendación de Toni que da en el blanco (¡mil gracias! ;)). El pasado sàbado tuve la oportunidad de asistir a la presentación de la obra en la FNAC de Callao (Madrid) y decir que resultó de lo más interesante, tanto en relación al proceso creativo de De perros y de huesos, como en cuanto a proyectos futuros y pasados, especialmente esa obra de 300 páginas que guarda en una carpeta… ¡Ojalá no tarde en ser rescatada por alguna editorial!

Fernando
Fernando
15 julio, 2010 16:23

A lo nuevo de Colo habrá que darle una oportunidad, y el Frank Cappa es una gozada. Es Corto Maltés empuñando una cámara! Y aunque la mayoría es una maravilla, es cierto que algunas historias no han envejecido muy bien, pero a Sommer se le perdona todo.

Pandoranachios
Lector
15 julio, 2010 17:10

Fran Cappa es impresionante y el autor ni os cuento. Tuve la suerte de conocerle hace unos años en un curso de verano en el Escorial sobre cómic y fue una de las mejores experiencias que he tenido con un autor. Manfred era un tipo cercano, amable y muy cariñoso. Nos dedicó todo el tiempo del mundo cuando le pillamos fuera de la charla suya y nos contó de todo acerca del cómic de aquellos años, de su obra..etc.
Creo que ya lo han dicho antes, el tiempo pone las cosas en su sitio.
Un saludo

JAVIE
JAVIE
Lector
15 julio, 2010 17:49

Me encanta de perros y hueso,me encanta lavapies,me encanta colo y me encantan las pildoras.
 
Me ha gustado especialmente una frase por parte del autor que define muy bien el trabajo diario con las paginas de comic,con esto me quedo:
 
 
 Hacer un cómic malo es algo dificilísimo, pero hacerlo bueno es casi imposible.

Sergio Robla
Autor
15 julio, 2010 18:00

Toni, que sepas que no me olvido. 😉

nachof010370
nachof010370
Lector
15 julio, 2010 19:27

Yo también dejé pasar De perros y huesos. Y eso que leí las primeras páginas, creo que en la página de Planeta, y me gustaron. Luego con tanta novedad del Saló no me decidí. Con tu ferviente recomendación, Toni, me lo voy a repensar y quizá vuelva a la tienda a comprarlo. En verano hay más sequía de títulos y puede ser un buen momento para adquirirlo.

En cuanto al Frank Cappa, coincido plenamente con Ocioso y sus quejas por la edición. Nos estamos quedando ciegos con este formato diminuto. Una verdadera pena semejante aberración.

Saludos.

dennel
dennel
Lector
15 julio, 2010 20:16

Ya me habéis picado con el de los perros, cabronías.
En cuanto a lo de Glenat, no puedo opinar sobre ese título en concreto, pero es que ver los integrales, no sólo en pequeño, sino también sin satinar, me ha hecho pasar de ellos. El tamaño muchas veces lo puedo perdonar, pero el satinado… que salen otros colores, joder, el tercer testamento en concreto pasa de majestuoso a mierdero.

demanio
demanio
Lector
18 julio, 2010 15:03

ostras, pues voy de cabeza a la compra de PERROS Y HUESOS
me encanta haber descubierto esta obra gracias a las pildoras nacionales

saludoos!

Daniel
Daniel
19 julio, 2010 16:02

Pues a participar

nachof010370
nachof010370
Lector
3 agosto, 2010 10:09

Al final me compré y devoré De perros y de huesos y he quedado muy satisfecho de la compra. Si no hubiera sido por esta reseña no creo que me hubiera decidido. Después de leer el cómic he leído con interés la entrevista y me ha parecido fabulosa, tanto en las preguntas y sobre todo en las respuestas. Da gusto que un autor dé tanto juego y tenga tantas ganas en responder y ampliar sobre lo preguntado.
Con respecto al autor y su obra, ¿hay algún sitio web donde ver algo de sus trabajos como ilustrador? Esa primera obra tan compleja que ha hecho antes que De perros, ¿hay algún viso de que se publique? ¿de qué va?
¿Qué se sabe del concurso de las postales?  No veo nada apuntado en este mensaje y no he visto ninguno posterior que hable sobre ello.