Huérfano, inmigrante, chatarrero, millonario, colaboracionista, miembro de la resistencia. Un criminal para unos, un héroe para otros. Joseph Joanovici fue todo eso y mucho más. Su historia es la de un hombre ambiguo. Un judío en la Francia ocupada de la Segunda Guerra Mundial, que hizo su fortuna a costa de los nazis. ¿O tal vez no?
Joseph Joanovici es un judío rumano analfabeto emigrado con su familia a Francia tras las purgas zaristas durante el pogrom de 1905. En el país vecino fue acogido por el tío de su mujer que le ofreció trabajo en su chatarrería por su habilidad a la hora de reconocer metales. Con el tiempo se hizo con el control del negocio y acabo transformándolo en un imperio. Para ello, no dudo en actuar fuera de la ley pactando con mafiosos o comerciando con los alemanes, a pesar de las prohibiciones de hacerlo establecidas en el pacto de Versalles. Al estallar la Segunda Guerra Mundial decide permanecer en París colaborando con los nazis gracias a los contactos que había establecido, aunque haciendo todo lo posible por ayudar a su trabajadores y amigos. Cuando ve que la guerra parece decantarse a favor de los aliados comienza un doble juego colaborando y financiando a la Resistencia, mientras trata de borrar las huellas de su antigua colaboración con los nazis sin importar el precio. Tras la liberación de Paris, y condecorado como héroe de guerra, su poder e influencia ha aumentado. Sin embargo, un juez de Melún investiga de manera obsesiva durante varias décadas la ejecución por traidor de un miembro de la Resistencia en la que estuvo implicado.
Érase una vez en Francia nos relata la vida de Joanovici, aunque no pretende ser una biografía, ya que mezcla realidad con ficción, puesto que hay muchas partes de su vida que no están documentadas. Sin embargo, Nury y Vallée consiguen hilvanar un relato fascinante llenado los huecos de manera creíble y, sobre todo, nos permiten ver cómo era la vida en una de las épocas más oscuras de la historia reciente de Francia como fue el régimen de Vichy. Una época de la que el país vecino no se siente orgulloso, pero que en esta obra tratan de mostrar de la manera más aséptica posible, sin cometer el error de juzgar lo que ocurrió.
Podríamos clasificar la historia como género negro más cercana a las películas de gánsteres que hemos mencionado antes. Como en ellas nos cuenta la vida de Joanovici gracias al uso de distintos flash-backs que nos permiten conocer como conoció a su mujer Eva y sus primeros días en Francia, pero el grueso de la historia se desarrolla entre los años de la ocupación nazi, los posteriores a la liberación cuando comienzan a investigarle y los años sesenta cuando es un anciano en sus últimos días. La historia salta constantemente entre las tres épocas. Pero no es algo que resulte confuso ya que siempre está claro la época en la que se desarrolla la trama.
Todos los personajes que aparecen en la historia están muy bien construidos, pero Joanovici es el eje central. Aunque otros personajes como su hermano, su mujer, su amante, sus aliados en el bando nazi y sus amigos policías son interesantes, su figura es la que dota a la obra de interés. Joanovici, como Michael o Vitto Corleone, solo quiere proporcionar paz y una buena vida a su familia, pero sus acciones para conseguir ese objetivo son más que cuestionables, sobre todo a la hora de tratar de tapar su pasado como colaborador de los nazis. Esta ambigüedad moral y su ambición por medrar pase lo que pase sin importarle traicionar a quién sea o a sus propias creencias lo convierten en un personaje memorable. Un hombre obligado a moverse entre las zonas grises en una época en la que solo parecía haber blancos y negros que obligaban a dejar de lado los sentimientos. Su figura nos hace cuestionarnos sobre que hubiéramos hecho en su lugar. Es muy difícil e injusto tratar de juzgar desde nuestro lugar, algo que, por suerte, tampoco hacen los autores. Su antagonista en la serie es el juez Legentil, cuya obsesión por desenmascarar sus crímenes, iguala a la de Joanovici. Ambos terminar por cometer los mismos errores traicionándose a sí mismos y acaban perdiendo todo lo que les importa.
Vallée hace un gran trabajo en la serie, aunque inferior a que realiza en Katanga, que es hasta la fecha su mejor trabajo. Como hemos visto en todos sus trabajos usa un estilo que mezcla el realismo con la caricatura, en la mejor tradición del Uderzo de serie como Tanguy y Laverdure. Algo que hace que sus personajes sean muy expresivos y fácilmente reconocibles. La composición de página es muy tradicional como es habitual en las obras de BD más comerciales, así que es muy legible y clara. Aunque hay veces que prescinde de los fondos se puede ver el enorme trabajo de documentación que ha realizado para que la obra refleje la época. Y de igual manera que la narrativa es sencilla lo mismo sucede con el color, obra de Delf, que únicamente tiene un uso descriptivo. El resultado es una obra con un estilo muy clásico y accesible, muy de acuerdo con el tipo de historia.
Fabien Nury es un guionista de cine, televisión y cómics francés nacido en 1976. Sus comienzos en el cómic están ligados a su colaboración con Xavier Dorison. Ambos están renovando el cómic de aventuras convirtiéndose en unos dignos herederos de figuras como Charlier o Van Hamme. En 2003 escriben de manera conjunta el guion de la serie W.E.S.T. (Norma) dibujada por Christian Rossi. Posteriormente firma en solitario los guiones de series como Yo soy Legión (Norma), Las crónicas de Legión (Yermo), Atar Gull (Dibbuks), Tyler Cross (Dibbuks), Silas Corey (Dibbuks), La muerte de Stalin (Norma), Muerte al Zar (Norma), además de sus dos series con Vallée, en las que colabora con alguno de los dibujantes más reconocidos de la BD. Entre su trabajo todavía inéditos en nuestro país destaca la serie Charlotte Impératrice con dibujo de Matthieu Bonhomme, que esperemos ver pronto en las librerías.
Sylvain Vallée es un dibujante francés nacido en 1972 conocido en nuestro país por sus dos colaboraciones con Nury. Sus primeros trabajos, Et vous trouvez ça drôle? y L’Écrin, permanecen inéditos en nuestro país y lo primero que aparece es la serie Gil Saint-André (Glénat) con guiones de Jean-Charles Kraehn. Posteriormente se publican los tres recopilatorios de la serie que nos ocupa y el séptimo número de XIII Mystery titulado Betty Barnowsky, en el que ilustra el guion de Joël Callède. Su último trabajo aparecido en nuestro país son los tres álbumes de la serie Katanga, su segunda colaboración con Nury.
Los tres tomos en los que Norma publicó la serie completa cuenta con una muy buena edición tanto en reproducción como en tamaño y diseño además de un precio ajustado para el estándar europeo. No cuentan con ningún tipo de extra salvo un pequeño texto explicativo sobre el personaje principal en el primer tomo.
Érase una vez en Francia es una de las mejores series que ha producido el mercado francobelga en los últimos años. Un relato de género negro con un personaje principal, tan ambiguo como fascinante, durante una de la época más negras de la historia mundial recorriendo las calles de una Francia poblada de gánsteres, nazis, espías, jueces y policías corruptos. Si has disfrutado con Érase una vez en América o la saga de El padrino, sin duda, disfrutarás con la obra de Nury y Vallée.
Intento sobrevivir, ¿sabes? Ir siempre por delante… No tener sentimientos o dilemas morales… No puedo ser débil, no puedo pararme…
Gansters a la francesa
Guión - 9
Dibujo - 8
Interés - 9.5
8.8
Nury y Vallée firman una soberbia historia sobre una de las figuras más polémicas de la Francia de la ocupación.
Cuando termine con Silas Corey y Tyler Cross será la siguiente de Nury por la que voy a apostar.
Gracias por la reseña.
Si te han gustado esas dos seguro que te gusta esta.
La tengo pendiente pero pronto caerá ahora que parece que hay sequía de obras de la BD que me interesen es el momento perfecto.
Una de esas grandes obras de la BD que tengo todavía pendientes, algún día será el momento de ponerse con ella.
Y siento ser pesado porque lo he comentado alguna otra vez, pero lo de las faltas de ortografía en muchos de los artículos realmente hace daño a los ojos, precisamente en una web que habla sobre un medio escrito.
Quiero pensar que no es por desconocimiento sino por simple falta de interés y de revisión… Pero después uno ve que, en una reseña sobre una obra de gángsters/gánster, el redactor no sabe escribir correctamente la palabra, repitiéndola en varias ocasiones, y da que pensar cuanto menos.
Leches, que no cuesta tanto releer una sola vez lo que se escribe. Porque párrafos como el último son verdaderamente sangrantes, y un poco vergonzosos para un medio que se supone referencia sobre el medio del cómic (como digo, paradójicamente otro medio escrito).
Ahí cuento hasta 6 errores en unas pocas frases: tildes que faltan, letras confundidas, plurales mal conjugados… Como digo, únicamente en el último párrafo. Repito: quiero pensar que no es falta de interés, aunque lo parece. Y si no es así, se trata entonces de algo peor.
No sé, a mí como lector de esta página, me molesta ver este tipo de errores cada vez más frecuentemente, y que tengan lugar en una web donde precisamente el lenguaje y la literatura debería ser lo más importante, pues tiene tela. y posiblemente este artículo se lleve la palma en ese sentido. Ya lo he comentado alguna vez aunque veo que poco importa.
A ver si en algún momento alguien toma nota porque me parece una cuestión bastante importante.
Se agradece vuestra labor divulgativa y vuestro contenidos, por supuesto. Esa es la razón de que siga leyéndoos (y no creo desde luego en polémicas como la recientemente acontecida en otro artículo que creo bastante absurda). Y con estos comentarios sólo pretendo ser constructivo.
Pero he de decir que, con cosas como está, que se perpetúan en el tiempo, a uno se le van quitando las ganas. Porque si es una web sobre cómic ni siquiera se cumplen las más básicas reglas ortográficas, pues apaga y vámonos.
Puede que tengas razón compañero, pero deberías predicar con el ejemplo y leer lo que has escrito antes de publicarlo.
En tal caso, agradecería que pudieras darme algún ejemplo de esos errores que has visto, compañero.
Y no digo que no se haya escapado alguno, a pesar de que sí lo he revisado (y editado de hecho, como puedes ver). Cosas de escribir con el móvil y el (des)corrector automático.
Aunque sucede que yo no escribo un artículo pensado para perdurar como referencia (lo cual no excusa el cometer no uno, ni dos fallos, como nos puede pasar a todos, sino una retahíla en unas pocas frases, una tras otra).
Edito: mea culpa, efectivamente se me había escapado una «s» de más. Juro que no volverá a suceder, me fustigaré por ello como merezco. De hecho, no lo corregiré como pública penitencia. Y ojalá todos hilásemos tan fino…
Hay un par de cosillas más pero me da pereza buscarlas, que ya me he leído una vez tu comentario. De todas maneras, ya que tus comentarios son bastante extensos, estaría bien que el tiempo que tardas en escribirlos los utilizaras para hablar de cómics. Que esta gente está creando contenido por amor al arte y ni tú ni yo sabemos los líos que tienen en casa o en el curro.
Es precisamente el poco tiempo libre la razón de haber escrito únicamente este comentario en mucho tiempo. Por eso, prefiero invertir el tiempo en leer las reseñas que en comentarlas, y de ahí que a veces sea un poco más complicado cuando uno se encuentra con esta retahíla de errores. Errores que están presentes en muchos otros artículos, pero obviamente los dejo pasar habitualmente porque ni estoy tan aburrido como para andar buscando cada tontería ni tan obsesionado como para hacer sangre de fallos que cualquiera puede cometer, y de hecho comete, sin ir más lejos mi comentario anterior. Pero estamos hablando de otra cosa que creo merecía comentarse.
Pues tiene guasa, sin ánimo de ofender, que comentes dichos errores y para ello cometas otros tan similares. Así a primera vista:
– 6° párrafo, una minúscula después de punto: «…tiene tela. y posiblemente…»
– 8° párrafo, «vuestro contenidos».
– 9° párrafo, «cosas como está».
Insisto en que no te lo digo a malas, pero me parecía un poco contradictorio.
Si me pusiera a sacar punta de todos los errores del artículo creo que no acabábamos hoy. Pero no se trata de eso, ni es mi intención, sino la de resaltar una obviedad, y es la falta de revisión de los artículos. Yo no los escribo, ni habitualmente tengo el tiempo para comentarlos, pero en este caso creo que tenía que hacerlo por la magnitud de los errores.
Por ello, creo que es bastante más interesante que pudiéramos hablar de la cuestión relevante en sí, que es la que es la que expongo, no de si el teclado predictivo me ha podido jugar más o menos malas pasadas, o de lo molesto que puede resultar revisar comentarios de una cierta longitud en un teléfono móvil.
Vamos, no creo que los artículos se escriban habitualmente en un móvil y con teclado predictivo. Pero si a ti lo más relevante te parece rebuscar este tipo de errores evidentemente cometidos por lo ya comentado, allá cada uno con su tiempo.
No sé qué decirte, la verdad. Me fustigaré de nuevo, mandaré a mi móvil a freír espárragos, y al teclado predictivo con él, y compraré una pantalla de 12» para que no se me escape ni una coma en un comentario cualquiera escrito desde cualquier parte. O mejor aún, escribiré mis comentarios a pluma y papel, y contrataré a alguien que me los transcriba.
Lo que, de nuevo, no tiene nada que ver con lo que aquí pretendía tratar, y que habéis desvirtuado inmediatamente cargando contra mí.
Pero como esto no se trata del cómo he escrito mis comentarios, ni de mí, sino de otra cosa, ahí queda mi comentario para quien quiera tomar nota, si cree que debe tomarla, y para que lo ignoren a quienes no les interese. Creo que no he dicho ninguna mentira, me he limitado a constatar algo que creo es una realidad que se podría mejorar. Sin más.
He estada a punto de comprar Rumble pero me he decidido por esta obra, espero no equivocarme ya que el envío es costoso.