Aun queda un largo camino por recorrer y el cielo está lleno de pájaros negros.
A diferencia de los dos primeros volúmenes de la trilogía que nos contaban los recuerdos de sus abuelos y padres, en este Jaime Martín nos relata la historia en primera persona, ya que se trata de sus recuerdos. Seguramente por eso se aprecia una cierta incomodidad, o quizás timidez, en el relato que no veíamos en los anteriores. Algo que tampoco vemos entre los grandes autores de obras autobiográficas que parecen orgullosos de mostrar sus vidas.
Este álbum comienza con una escena maravillosa en la que la familia del autor escucha como Arias Navarro da la noticia de la muerte del dictador fascista. La forma que tiene de mostrar la manera en que la reciben cada una de las tres generaciones es sublime. Vemos como se entremezclan el miedo de los abuelos a los últimos coletazos del régimen, la esperanza de los padres en futuro de libertad y la indiferencia de los niños que no entienden nada. Algo que, aunque el protagonismo recae sobre Jaime, vemos en otros momentos del álbum, que trata de mostrar el día a día durante la Transición en los barrios humildes de todas las generaciones. En esta ocasión no hay ninguna contienda militar que impregne a la historia de más dramatismo, ya que casi toda la historia sucede en Hospitalet, pero está impregnada de ese espíritu de barrio que se vivió en los extrarradios de las grandes urbes. El mismo que Jaime Martín había retratado en su serie Sangre de Barrio (Norma). Conociendo a su grupo de amigos es muy fácil ver de dónde surgió la inspiración para crear a los personajes principales de esta serie y de Los primos del parque (La Cúpula), otra de sus series más conocidas.
En Siempre tendremos 20 años, vemos todos los avances en términos de libertad, jalonados de problemas políticos y sociales, que ha afrontado España desde la Transición. Desde el proceso previo a la celebración de las primeras elecciones libres, hasta la crisis económica del 2008. Pasando por el miedo que recorrió el país con el Golpe de estado del 23F, la votación para la entrada en la OTAN o la crisis económica de los años ochenta, etcétera. También vemos como elementos ideológicos de la dictadura todavía seguían presentes en los centros educativos y en el ejército, elementos que, por desgracia, todavía están presentes. Jaime Martín hace mención especial a la mili, que robaba a los jóvenes un año de su vida en que sufría abusos físicos y verbales con el fin de enseñarles a ser soldados y poder matar a sus semejantes. Una obligación nefasta, que, por suerte, solo es un mal recuerdo. Además, vemos todos los problemas sociales que se vivieron en esos años como la plaga de la heroína, el paro, la precariedad laboral, la violencia y la delincuencia que eran el día a día de los barrios obreros.
En este difícil contexto se desarrolla la infancia y juventud de Jaime Martín, que, además de en su familia, encuentra refugio en su compañera (Isa), sus amigos (Jordi, Bodi, David y Muñeco), el rock y los cómics. De la misma manera que hace con sus familiares, la obra se convierte un sentido homenaje a su grupo de amigos y a su compañera. Los retrata con tanto amor y realismo que resulta imposible no quererlos, aunque no sean modélicos. Ni falta que les hace.
Además del repaso por la historia reciente de España, Siempre tendremos 20 años sirve también como repaso a la música rock en España. Sus páginas están plagadas de canciones de Los Ramones, ACDC, Motörhead o Judas Priest, entre muchos otros. Pero sobre todo es una crónica de la historia reciente del cómic español, gracias al repaso que Jaime Martín hace de su carrera. Desde su niñez cuando soñaba con ser pintor, el dibujo siempre fue su método de evasión de la realidad, de expresión y su vehículo para comunicarse. Desde muy pequeño contó con el total apoyo de sus padres para perseguir sus sueños. Su familia, en particular su madre, y algunos profesores le descubrieron a grandes de la pintura como Velázquez, Modigliani o Goya y sus primeros cómics. Un medio por el que se termina decantando por la posibilidad de contar historias, además del momento de efervescencia creativa que vivía en los años ochenta. Somos testigos de cómo van evolucionado sus lecturas desde los iniciales cómics superhéroes y clásicos de las tiras de prensa como El príncipe Valiente, hasta el brutal impacto que sufre al descubrir a Moebius y a los autores de El Víbora. Con todas esas referencias comienza a introducirse en la industria del cómic español. En su trayectoria juega un papel capital el inmenso Josep Maria Beà que le permitirá publicar sus primeros trabajos en las revistas de su editorial Intermagen. Posteriormente pasa a publicar en revistas infantiles del grupo Z, hasta que termina por formar parte de los autores de El Víbora, primero ilustrando guiones de Alfredo Pons, Onliyu y posteriormente propios, en los que trataba sobre todo su realidad cotidiana con historia de barrio. Allí sigue hasta que el cierre de la revista y la crisis del medio en España que le obligan a dar el salto al mercado francés de la editorial Dupuis. En este paseo por su trayectoria vemos todas las dudas e incertidumbres que siente, tanto a la hora de crear como por su futuro laboral, pero la pasión por contar historias termina por derrotarlas. Gracias a esa pasión podemos disfrutar de trabajos como este.
Gráficamente la obra está al gran nivel que Jaime Martín ofrece en todos sus trabajos. Su estilo está plenamente consolidado con sus fondos detallados que nos transportan a los lugares en los que transcurre la historia, lo que contrasta con los rostros de sus personajes que son caricaturescos, quizás excesivamente en las figuras negativas, lo que las hace demasiado fácil de identificar. Su dibujo está compuesto de unas líneas muy limpias y con un gran color que sirve para enfatizar lo que sucede en las viñetas. Narrativamente es un tebeo que se lee muy bien, quizás el lector acostumbrado a las novelas gráficas lo encuentre es muy clásico y no vea grandes alardes a la hora de componer las páginas, algo que, seguramente, sea debido a sus influencias clásicas y a las exigencias del mercado francófono.
Si al principio de la reseña destacábamos la escena inicial no podemos finalizarla sin decir que la última escena es tan triste y dolorosa que es imposible no leerla sin que broten las lágrimas. Un momento tan terrible, emocionante y bello como la vida.
La edición de Norma es de gran tamaño y buena reproducción, además contiene un dossier histórico que repasa los acontecimientos más relevantes que se produjeron en el mundo mientras transcurría la historia de Jaime, su familia y amigos. Ojalá que en breve ellos, o alguna otra editorial, reediten alguno de los trabajos que Jaime Martín realizó para España que llevan mucho tiempo agotados como La memoria oscura, Infierno o Invisible.
Siempre tendremos 20 años es un perfecto cierre a la trilogía, una prueba del enorme talento y honestidad que encontramos en la producción de Jaime Martín y que lo consagra como un autor imprescindible. Un trabajo vital para comprender el último siglo de la historia de este país y la situación actual. Una obra contada con pasión, crudeza y objetividad, pese a ser la visión personal del autor.
Siempre tendremos 20 años
Guión - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 10
9.2
Jaime Martín nos relata la crónica sentimental, social y política de una época de cambios entre tebeos y música rock. Una obra imprescindible para comprender la Transición.
Acabado de leer Jamas tendre 20 años, no puedo tener mas ganas de leer este. Gracias por la reseña