#ZNSeries – WandaVision. Episodio 7 – Cae la cuarta pared

ModernVision, por Jordi T. Pardo

Esta semana la realidad de WandaVision se traslada al presente con una ficción que gira la mirada hacía el falso documental y las posibilidades de la cuarta explorada en los últimos años por series como The Office y Modern Family. Es una aviso de que el espectáculo está llegando a su final y que los dos últimos episodios que nos quedan por delante el conflicto estallará en varios frentes. La depresión de Wanda avecina -nunca mejor dicho- el fracaso de su autoengaño; algo que -a priori- solo puede acabar de dos maneras: con el personaje de Elizabeh Olsen enfrentado al mundo o redimiéndose de sus propios pecados. También podrían ser ambas al mismo tiempo, pero está claro que la clave es nuestra querida Agnes que como muchos aficionados habían sabido ver episodios atrás escondía la identidad de Agatha Harkness. Estaba claro que era una personaje misterio que tenía una autonomía de la que carecían el resto de residentes de Westview. Nos faltaba saber qué papel real estaba jugando en este drama. ¿Bruja o hada madrina? Puede que todavía no lo sepamos.

Fuera de ello es interesante recalcar como Wanda y Visión se han ido distanciando desde el inicio de la serie tanto afectivamente, como espacialmente, a tenor de los últimos episodios. Porque si la incógnita sobre el futuro de Wanda es bastante difícil de resolver -mérito de esta producción que ha sabido ir jugando sus cartas de forma certera en el tiempo- no lo es menos la situación de Visión. Este episodio nos genera dudas sobre su no-muerte, sobre todo por el otro ejemplo de muerto ilustre que pulula por la serie: Pietro. Este es el protagonista de la escena postcréditos de este episodio, una escena ambigua que tampoco nos deja claro el papel real que el personaje de Evan Peters está jugando en la producción. Pero la visión de Wanda en el episodio anterior en la que se le apareció Pietro muerto tal como le había sucedido con Visión anteriormente, nos invita a pensar que la procedencia de ambos personajes es la misma.

En este sentido, Marvel Studios nos puede estar troleando con la insinuación de introducir a los X-Men en la ecuación. A priori, nuevamente, aquí se nos ocurren tres posibilidades con la información que tenemos. La primera, que Pietro y Visión simplemente estén muertos y, por tanto, su existencia actual en forma de «constructos mágicos» tenga los días contados. La segunda posibilidad está más abierta a posibilidades, es la que relaciona esto con el multiverso, las realidades paralelas y toda esa mandanga. Si ese es el caso, y si aceptamos que Pietro procede de otra realidad alternativa, podríamos deducir que la situación de Visión no es muy diferente a la del hermano de Wanda. ¿Podría ser esta -al menos en parte, pues tenemos por ahí un cuerpo robado- una Visión de otra realidad? De una manera u otra, la semana que viene podríamos tener la respuesta a esta cuestión pues -en apariencia- se avecina speech de Agnes. La tercera tiene nombre propio y sobran explicaciones: Mephisto.

Por cierto, una vez más la producción es un gustazo en términos de metatextualidad y la manera en la que Agnes revela su verdadera identidad a los espectadores es una pequeña joya para enmarcar. Esa falsa cabecera que en realidad es un ejercicio de retrocontinuidad como muchas veces hemos visto aplicar en los cómics. No hay que olvidar que la Bruja Escarlata puede que sea uno de los personajes más propensos y al mismo tiempo perjudicados por esta cuestión en las viñetas. Definitivamente, la cuarta pared ha caído -como nos avanza el título del episodio- pero aún quedan bastante cuestiones por atar. Por lo demás, este episodio baja un poco el ritmo, y aunque tienen momentos muy potentes, como Mònica y su primer coqueteo con sus poderes y el ya comentado cliffhanger final con Agnes, se siente como una transición al clímax final con los personajes cada uno a su rollo… ¿desunidos sería la palabra?

Burn the witch, por Juan Luis Daza

Breaking the Fourth Wall se adentra en la década de los 2000 y utiliza el formato falso documental que tan famoso hicieron series cómicas como las longevas The Office (2005-2013) y Modern Family (2009-2020). Con Wanda hablando directamente a cámara, o lo que vendrían a ser sus entrevistadores, Jac Schaeffer y Matt Shakeman juguetean con los códigos de este tipo de productos usando la huída de Vision del hogar familiar como una de esas clásicas tramas en las que los problemas de pareja copan protagonismo un episodio sí y el otro también. En el proceso, y suponemos que después del uso desproporcionado de sus poderes para aumentar el tamaño de la zona del Hex localizado en Westivew, vemos al personaje de Elizabeth Olsen asistir a la descomposición gradual del microcosmos ficcional al que ha dado forma y que dentro de poco se resquebrajará definitivamente para disgusto del personaje principal.

La inclusión de Darcy Lewis en la zona controlada por Wanda tomando el rol de una escapista de circo, una pena haber desperidiciado la oportunidad de que interpretara a una sosias de su personaje en la sitcom 2 Broke Girls (2011-2017), sirve para interactuar con Vision dando pie así a situaciones disparatadas a modo de descarga cómica capaz de aligerar un poco el tono oscuro que a estas alturas está tomando la miniserie. Por otro lado Mónica Rambeau vuelve a entrar en el Hex, en una secuencia dinámica particularmente bien rodada por Matt Shakeman, y da las primeras muestras de sus poderes que se suman a la determinación propia de su perfil psicológico como secundaria deudora del de su madre en la ficción. El encontronazo compartido entre Rambeau y Wanda se suma a las ya abundantes señales que nos confirmaban a la Bruja Escarlata sólo como un peón controlado por alguien más desde las sombras que, desde el puto de vista de un servidor, no es esa villana que nos es revelada en el cierre del episodio.

Porque sí, este séptimo episodio confirma una de las teorías más extendidas por la red y es que el personaje de Agnes, pletórica Kathryn Hahn, resulta ser la identidad secreta de Agatha Harkness, la bruja nacida en las páginas de la colección señera de Los 4 Fantásticos, apunte este que nos puede dar alguna pista de quién o quiénes pudieran ser los componentes de ese cameo tan sorprendente que nos tienen preparado para el clímax final de la serie. Con respecto al descubrimiento de la identidad de Harkness a destacar la canción con la que se facilita la información al espectador, todo un delirio a lo The Munsters (1964-1966) con agradecidos apuntes de humor negro, como la mención al asesinato de Sparky, y casi todas las cartas puestas ya sobre la mesa. No todas porque un servidor sigue pensando que hay alguien más detrás de todo el entramado y cada vez estoy más convencido de que se trata de Mephisto. Un episodio divertido y de buen ritmo que, a pesar de todo, me ha resultado el menos redondo de la serie y del que, por otro lado, no hay que perderse la escena post créditos.

Las Brujas de Westview, por Samuel Secades

Llegamos ya al séptimo episodio de WandaVision en el que, una vez más, no podemos sino rendirnos ante el espectáculo de esta ruptura de la cuarta pared que nos proponen, homenajeando en esta ocasión al género del mockumentary visto en series como Modern Family (el referente más obvio) o The Office (aunque esa intro también nos lleva a recordar a los créditos de Happy Endings). En ese momento en el que el propio género de la sitcom rompió la cuarta pared, jugando con nuestro concepto de realidad donde los mismos personajes de las series eran grabados y entrevistados, es cuando WandaVision aprovecha para profundizar en la psique de Wanda llevándonos a una nueva etapa del duelo que tan bien está narrando la serie: la de la depresión; y es que si en pasados episodios ya hemos podido ver pasar al personaje interpretado por una fantástica Elizabeth Olsen por fases como la negación (esos felices años 50) o la ira (sus peleas con Vision o su violenta respuesta a la cruel broma de Pietro en el último capítulo), ahora es momento de sentar a Wanda frente a la cámara y ver cómo la apatía la lleva a aislarse de su ya de por sí aislada realidad, reconociendo incluso a sus propios hijos que ni sabe ni cree tener respuestas para lo que le pasa. Es también la primera vez que nos encontramos a Vision excluido del núcleo familiar y borrado del día a día de Wanda y los niños, como si su paradero o el rescate que intentó Wanda hace una semana hubieran dejado de importar.

En el apartado narrativo, no deja de sorprender cómo los episodios de WandaVision tienen la extraordinaria capacidad de ir de menos a más; en esta ocasión, comenzando con el improbable dúo de Vision y Darcy, una subtrama que, a pesar de tener una función meramente explicativa de un personaje a otro, termina funcionando sobre todo por el enorme trabajo que está realizando Paul Bettany en su reconstrucción del sintezoide (y para el que esperemos que haya esperanzas de reconstrucción más allá del Hex, porque vaya personaje se estaría perdiendo el MCU -ojalá, y esta es una teoría fan personal, el Capi que viaja entre realidades devolviendo las Gemas del Infinito hiciera un hueco en su agenda para devolver a la frente de Vision la Gema de la Mente y traernos de vuelta a Vis-); el status quo de la existencia de Vision es una de las grandes incógnitas que nos queda por resolver, y esperemos que en sus dos últimos episodios le den un final (o un principio) a la altura del desempeño de Bettany, pero que también sea consistente con el viaje de Wanda por las susodichas etapas del duelo: una tarea más que difícil la que tienen por delante Jac Schaeffer y Matt Shakman.

Pero lo que de verdad ejemplifica a la perfección esta semana todo lo que están haciendo bien en WandaVision es la esperada revelación de Agnes como Agatha Harkness en el infartante final del episodio en esa inquietante casa de la peculiar vecina que bien podía haber salido de la mente de Stephen King. No sólo por el buen hacer de esa auténtica revelación de la serie que es la reivindicable y camaleónica Kathryn Hahn, sino por ser algo que estaba en boca de todos los fans desde que se supo el nombre de su personaje y aún así ha sido desvelado de una manera divertidísima, dándole una hilarante canción propia a Agatha Harkness y sus brujerías varias durante la serie pero sin quitarle un ápice de gravedad a su revelación, en un episodio que además ha sabido jugar con el protagonismo de una Monica Rambeau preparada para formar parte de la lista de superheroínas del MCU (con esa sensacional escena atravesando el Hex); en definitiva, esta semana hemos tenido tres tramas equilibradas, una gran revelación, un nuevo cliffhanger y hasta escena a mitad de créditos, sin olvidarnos de un nuevo anuncio esta vez de antidepresivos, algo extraño para el espectador español pero que es mucho más común en países como Estados Unidos (y curiosamente esta semana el tema era objeto de un hilo en twitter a raíz de un comentario de Duncan Jones con espeluznantes ejemplos de anuncios reales -y si no habéis visto el corto sobre el tema de Adult Swim, Unedited Footage of a Bear, ya estáis tardando-); el anuncio es, además, todo un guiño a Nexus y la puerta de entrada a derribar esa cuarta pared multidimensional del MCU y poder anclarte, como dice su publicidad, a tu realidad o a la realidad que tú elijas, enlazando también metafóricamente con el estado mental del personaje de Wanda. Lo dicho, toda una gesta lo que está haciendo esta serie capítulo a capítulo. A dos semanas de su final, yo ya he entrado de lleno en la fase de la negación: no quiero que esto se acabe.

Agatha Rival de la Wanda, por Sergio Fernández

Una semana después del capítulo ambientado en Halloween, tras el potente final que permitía hacer mil y una conjeturas, llegamos al tercer y último arco que estará compuesto por los tres últimos episodios. Lo cierto es que, más allá de la revelación final y algún que otro momento puntual, es probable que Cae la cuarta pared no haya estado al mismo nivel que el resto de la serie. Tras hacernos reír, teorizar e, incluso, emocionarnos con la inclusión de viejos conocidos (Evan Peters) de la franquicia mutante por excelencia, tocaba empatizar con Wanda al 100 % y qué mejor forma que tocando fondo.

Si algo ha demostrado WandaVision es que sin tener que lucir músculo excesivo, ni constantes escenas de acción, está a la altura de sus hermanas cinematográficas. Aquello de los experimentos con gaseosa, queda lejos en el ideario de los Kevin Feige y compañía. Tienen presupuesto, sí, pero también se muestran emprendedores para que la rueda siga girando y la fórmula no de síntomas de agotamiento. En esta ocasión ha tocado avanzar un poco más en el tiempo y homenajear a esas sitcoms que funcionan como falso documental, siendo Modern Family adalid de todas ellas. Esta formula ha permitido a los distintos protagonistas, como si estuviesen en un confesionario, dirigirse directamente a la cámara con el fin de expresar sus sentimientos a los televidentes.

Así hemos descubierto que Wanda, siendo consciente de su irresponsabilidad, comienza a padecer una depresión. Toda esa fantasía, en la que creía era feliz, se desmorona. Wanda está tan afectada que el atrezo circunstancial sufre interferencias. Los constantes cambios en el tiempo se manifiestan en diversos objetos del hogar. Una vez más, chapeau por Elizabeth Olsen que lo mismo vale para un roto que para un descosido. La gran carga que lleva a cuestas, el peso de sus actos, se vislumbra en cada gesto de su rostro. Sospechábamos que debía haber alguien más controlando la función. La posible redención de Bruja Escarlata cada vez se iba complicando más teniendo en cuenta las consecuencias de su simulación. El as en la manga, el giro final que nadie vio venir, lo tenía escondido Agnes. La adorable vecina resulta que no lo va a ser tanto y bajo su sonrisa se esconde Agatha Harkness, villana que libra de culpa a la otrora Vengadora.

El spot publicitario es una clara interpretación de la situación que vive Wanda en este episodio. Para salir de una situación traumática, elige una realidad en la que puedas ser feliz. Pero, como el mismo anuncio advierte, entre los efectos adversos está un aumento de la depresión. Ahora sabemos que es Agatha quien está detrás de toda la pantomima de Westview, pero ¿hasta qué punto necesita a Wanda para llevarlo a cabo? ¿cuáles son sus propósitos?

Aunque haya aparecido tras los títulos de crédito, hemos echado de menos a Pietro y también un poco más de humor en el episodio de hoy. El tono triste y oscuro del final contrasta con el personaje de Darcy que siempre consigue sacarnos una sonrisa. Al igual que con las cadenas en el circo, poco ha tardado la colega de Jane Foster en liberarse del control mental que todo el mundo sufre en la burbuja, término tan habitual en estos tiempos de pandemia que nos ha tocado vivir. Vision, como Neo en Matrix, tiene la capacidad de liberar a las mentes esclavizadas. Darcy, por su parte, ayuda al sintezoide a rellenar los huecos de su fragmentada memoria.

Otro personaje al que no debemos perder la pista es a Monica Rambeau, quien está empezando a desarrollar poderes de tanto entrar y salir de los límites mágicos establecidos. Como no podía ser de otra forma, el empeño de Hayward por localizar a Vision tiene que ver con recuperarlo para poder utilizarlo como arma en SWORD. Será interesante ver como terminan convergiendo todas las partes en los dos últimos capítulos.

Hasta la revelación final, daba la impresión de que Wanda ponía obstáculos por doquier para no enfrentarse a la verdad. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Pero todo esto cambió cuando entramos por vez primera en la casa de Agnes/Agatha y comprobamos que algo turbio se cocía en su interior. El lúgubre sótano, que haría las delicias del mismísimo Doctor Extraño, ha sido el escenario elegido para informarnos del truco (bastante tramposo) que los creadores de la serie se traían entre manos. Entre brujas y hechiceros supremos anda el juego.