Grant Morrison deja DC Comics para pasar a centrar su atención en proyectos más personales de creación propia tanto en el noveno arte, el cine y la televisión. Así lo anunciaba hace ya unos meses que con la llegada del último número de la segunda temporada de la serie El Green Lantern y la publicación del tercer tomo de Wonder Woman: Tierra Uno, se cerraba un ciclo en DC desde que diera el salto a USA a finales de los años 80.
En Zona Negativa queremos dedicarle el mes de marzo a Morrison y para ello vamos a ir publicando una serie de artículos y reseñas de obras que no han sido analizadas previamente en la web, no solo en lo referente al noveno arte, sino también en trabajos suyos adaptados a la televisión, así como un podcast especial con un Top 10 de obras. Comenzaremos este camino proponiendo una mal llamada guía de lectura, de entre sus 43 trabajos, de algunas de sus obras a la hora de poder conocer a une autore que no deja indiferente a nadie. Se trata de un listado más de muchos, ni mejor ni peor, dejando al final espacio para la encuesta con la que poder determinar que obras son las más valoradas por todos vosotros. Recibe amor y odio a partes iguales y este es el mes Morrison en Zona Negativa como humilde homenaje a une autore especial.
Y sin más preámbulos os dejamos con algunos de sus trabajos para conocer mejor a Morrison, sin ningún orden especifico, sin buscar ser una selección de lo mejor, simplemente son algunas obras con las que poder iniciar un primer acercamiento a la producción de Morrison.
Animal Man fue creado en 1965 por Dave Word y Carmine Infantino para aparecer en las páginas de la serie Strange Adventures. Su origen, como otros muchos de aquella época, mezcla lo mejor de la ciencia ficción, extraterrestres, con la fantasía de exponerse a extrañas radiaciones con la que obtener los increíbles poderes de tomar prestadas habilidades características de los animales. Un personaje que nunca destacó, siendo condenado a un papel de secundario, uno de esos héroes que se mueven detrás del telón sin que los focos del escenario reparen en ellos. Y, sin embargo, si fue capaz de quedarse muy presente en la memoria de Grant Morrison, en su Inglaterra natal. Tanto fue así que el destino acabaría por unirlos de tal forma que el apellido Morrison bien podría ser un sinónimo de Baker (el apellido de Animal Man).
Para Morrison siempre estuvo muy claro el tratamiento que debía hacer del personaje. Un héroe con la capacidad de mimetizar aspectos de los animales, por fuerza debía ser todo un activista a favor de los derechos de estos. Aquel enfoque atrajo a la atención mediática de finales de los años ochenta, lo que sin duda permitió que Morrison emprendiera todo un ejercicio de narración metalingüística (sin dejar de lado el entretenimiento más esencial), en el que se atrevió a romper la cuarta pared (aunque no fue pionero en este punto, si supo sacarle un enorme partido) invitando a los lectores y a los personajes a un viaje existencial que incluía viajes en el tiempo y una mirada aguda al universo que nos rodea.
Una obra especial, distinta, cautivadora, inmersa en el Universo DC, no en vano Buddy Baker formaba parte aquellos días de la Liga de la Justicia de Europa, que supo sacar a Animal Man al escenario y colocarlo bajo los focos más brillantes de los aficionados. Un trabajo mayúsculo, accesible, que cojea en la parte visual con dibujantes poco carismáticos, Chaz Troug y Paris Cullins, (con la excepción de Tom Grummett) que dejan todo el protagonismo a Morrison, sin desmerecer ser capaces de plasmar las extravagantes ideas de un escritore que empezaba a llamar la atención en el Estados Unidos.
Morrison tomó las riendas de la serie en 1989 y se mantuvo a bordo hasta 1993, momento en el que ya no tenía nada más que aportar al grupo. Su llegada a la colección fue en el número 19, con la serie en estado catatónico, tras los acontecimientos de Invasión, con la anterior encarnación de La Patrulla Condenada muerta o maltrecha, con el grupo disuelto y sin muchas posibilidades de volver a reunirse de nuevo.
Estamos ante una serie que se rediseña a sí misma desde los cimientos, asentando lo que ya funcionaba, al tiempo que se expande hacía nuevos horizontes para esos personajes que son capaces de sustentar todo el peso de la serie sobre sus hombros. Morrison sabe atrapar con su estilo seco y contundente, abusando de su verborrea grandilocuente, dejando que su prosa se enzarce sobre sí misma como el alambre de espino, lo que puede llegar a agarrotar al lector en algunas ocasiones.
Un viaje iniciático no solo para Morrison, sino también para el encargado de dar forma física a las ideas del guionista. Richard Case es el encargado de afrontar el reto de romper también con lo establecido y rediseñar la imagen de la Patrulla a los nuevos tiempos y a las nuevas situaciones que Morrison plantea. Case nos obsequia con un dibujo seco, anguloso, lejos de los excesos figurativos, donde gracias a una narrativa que adquiere un carácter más experimental, Morrison da forma a esta obra. Su estética sólida y monolítica casa a la perfección con cada párrafo de la prosa de Morrison, logrando una simbiosis pocas veces vista. Un texto bien construido y un dibujo feista que se dan la mano para conformar un todo donde lo uno no puede ser concebido sin lo otro.
Una obra capaz de remover algo dentro del lector al tiempo que lo atrapa con una irremediable atracción por ese mundo distorsionado que tan solo acabamos de empezar a vislumbrar. Un mundo donde La Patrulla Condenada está ahí como un faro, una luz capaz de guiarnos en medio del caos, mientras ellos mismos sobreviven a su propio caos interno. Una historia de hombres y mujeres capaces de mirar directamente a los ojos de la locura y sobrevivir a sus efectos. Una serie que merece la pena leer y releer una y otra vez de forma que podamos escapar un poco de la locura real que nos rodea en nuestro día a día.
La gente no suele entender por qué se considera a Grant Morrison un guionista provocador, porque no es simplemente que le guste usar ideas que otros no se atreven a tocar, es que además le gusta nadar contracorriente. Este Asilo Arkham surgió del escenario dejado por Frank Miller y su aproximación a Batman vista en El regreso del Caballero Oscuro y Año uno, una racional, medida y sólida caracterización del personaje como nunca se había visto. Tal fue la impresión causada que durante años los autores posteriores trataron de seguir en esa línea en la medida en que eran capaces. En cambio, Morrison no. Morrison sabe cómo retorcerse dentro de una historia, tomar el personaje, desnudarlo, despojarlo de su propia iconicidad y escupirlo de lleno a la locura que implica el planteamiento de una obra en la que Batman está al servicio de la trama con un motín fuera de control en el interior de Arkham.
Es el famoso psiquiátrico y su fundador los que sostienen de verdad la historia tan básica, tan elemental, que atrapa sin poder oponer resistencia alguna. Un recorrido directo y casi obsceno por la extensa galería de villanos de Batman de memorable factura en su inicio y desenlace.
Un trabajo al que muchos tildan de sobrevalorado (que gozó de un éxito inusitado debido a lo propicio de su publicación en plena batmania), que busca desesperadamente encontrar su propio hueco y alejarse de la sombra de realismo que se pudo leer en el Caballero Oscuro de Miller y regalar al lector una experiencia mucho más onírica gracias, sin duda, a la parte visual de la obra que se despliega con la fuerza de un torrente de color, sombras y explosión pictórica. El trabajo de Dave McKean, deslumbra y enloquece a partes iguales, al trasladar la locura como solo su arte es capaz de plasmarla. McKean logra plasmar las ideas más perversas de Morrison de tal manera que la historia se llega a tornar y lee como una historia de terror al más viejo estilo. La experiencia de la que el lector puede disfrutar en este aspecto del cómic es algo que las palabras difícilmente pueden legar a describir. Un trabajo que desagrada y se aplaude a la vez y que despierta vivos debates al ser capaz de polarizar a los aficionados de manera muy potente. Y si algo despierta tales pasiones, es que algo debe tener en su concepción como para que hoy siga siendo tan recordada.
Morrison ha regalado a DC muchas buenas ideas a lo largo de su carrera. Ideas que han sido aprovechadas e ideas que se han quedado en la cuneta. Ideas que si han sido aplicadas de forma parcial e ideas que directamente han quedado en un limbo narrativo del que hoy en día siguen suspendidas. Si tuviéramos que hablar de esta serie lo primero es aclarar es sus orígenes. Morrison ha explicado con bastante detalle los orígenes de esta obra, así que yo no me extenderé demasiado, baste decir que nació con la idea de explicar historias con personajes en desuso que funcionasen como análogos de los Vengadores (tendríamos al Guardián/Capitán América, Mister Miracle/Thor, Demon/Hulk, Zatanna/Bruja Escarlata…), creando un trasfondo a ser aprovechado por otros guionistas, revitalizando conceptos de cara a nuestros días, y según fue avanzando pergeñó formas de conectar todas las historias entre sí, conformando una sola historia con diferentes facetas y dejando la analogía marveliana fuera de la ecuación.
No resulta muy difícil ver que estamos ante un intento claro de aportar una nueva propuesta, unos conceptos, sobre los que construir un sinfín de nuevas y apasionantes historias. Si lo vemos hoy con todo lo que ha llovido desde que se publicara esta obra al completo, podemos darnos cuenta de que todo este trabajo ha quedado prácticamente en el olvido. Prácticamente.
Se trata de siete miniseries de cuatro números, cada una con un protagonista diferente. Sus argumentos corren en paralelo, se cruzan, se solapan, sin que sus protagonistas se lleguen a encontrar, y todos juegan un papel esencial en la guerra contra los Sheeda. ¿De qué trata esto? La raza Sheeda, una mezcla entre hadas y vikingos nos invade, y solamente los esfuerzos combinados de los míticos Siete Soldados de la Victoria tienen alguna posibilidad de derrotarlos.
Originalmente se publicaron alternando números de una y otra serie, para poder apreciar mejor la continuidad de la historia global. Pero hay que señalar que los dos primeros números de cada una de ellas componen la presentación de cada personaje, con una historia más o menos completa, dejando los capítulos con más peso para la segunda mitad. En la actual edición de ECC se reparten en cuatro tomos que siguen el mismo orden de publicación que en USA (en una edición anterior se agruparon las miniseries en tomo independientes).
Con cada uno de los Soldados Morrison emplea un género de aventuras diferente, y cada dibujante aporta su estilo personal a la mezcla dando el tono adecuado en cada caso. En próximas reseñas nos extenderemos más en la mitología que poco a poco se va desvelando en estas páginas. La complejidad de este cómic reside en su estructura, pero más a la hora de escribirla que de leerla. Con un ojo mínimamente atento veremos sus conexiones, y su doble lectura, tan manifiestamente del estilo de Morrison.
Un trabajo cuajado de grandes dibujantes (Cameron Stewart, Frazer Irving, J.H. Williams III, Mick Gray, Ryan Sook, Simone Bianchi) que acompañan a Morrison en este paseo por héroes y heroínas sin apenas equipaje, como los describe Morrison, con los que poder jugar y ponerlos en cualquier situación por extravagante que pueda resultar. Un despliegue de fuegos artificiales que puede asustar o apasionar. Una lectura incierta, pero no por ello menos emocionante.
Tras el relanzamiento del Universo DC, Morrison aún tenía cosas que contarnos de Batman y su particular acercamiento a la figura del murciélago. Concretamente de ese nuevo concepto que había empezado a desarrollar en la serie Batman Inc. Y que ahora se disponía a terminar para deleite de unos y sufrimiento de otros.
Lo que Morrison hizo con Batman es aplaudido y defenestrado por igual por los aficionados, pues su propuesta resulta abrumadora al romper con lo que para muchos son algunos de los aspectos canónicos del personaje. Pero no estaríamos ante un trabajo de Morrison si no se rompieran ciertas reglas y su trabajo con Batman es una fiel muestra de ello. Sin embargo, en Batman Inc. lo primero que uno puede apreciar cuando se acerca a este cómic es que está leyendo el juguete de Morrison. En esta serie no vamos a tener a un Batman convencional, detective, centrado en su cruzada contra los bajos fondos de Gotham. Aquí tenemos a un Batman internacional, gestionando activos por todo el mundo con el que seguir hostigando al crimen. Por lo tanto, uno puede llevarse una decepción si de primeras llega a la serie desconociendo el planteamiento de ésta. Lo segundo que se rompe es como Morrison desgrana la historia. Siguiendo esa empinada rampa que es empezar abajo e ir subiendo la intensidad de la situación, le guioniste es capaz de ascender lentamente jugando con los tiempos de ésta. Va disgregando cada dato que nos da de forma que nos cueste darle forma al conjunto. Sabes lo que estás leyendo, pero no se es consciente de todo lo que has leído hasta que llegas al final.
Chris Burnman (con ayudas de Andres Guinaldo y Frazer Irving) acompaña a Morrison en esta obra aportando el punto justo de oscuridad malsana que la propuesta requiere para lograr mover al lector de su zona de confort. Su estilo denso, con un regusto evidente a Frank Quitely, satisface plenamente a la atmosfera que en todo momento se desea transmitir con este trabajo. Sin embargo este trabajo va mucho más allá en el aspecto gráfico con el talento de dibujantes tan solventes como Cameron Stewart, Chris Burnham, David Finch, Scott Clark, Yanick Paquette que ilustran todo este despliegue global de las actividades de Batman.
Una historia profunda contada con enorme talento, que se juega el todo por el todo al ir creciendo en intensidad de forma progresiva.
Con Morrison nada es simple, sencillo o fácil. Si bien una primera lectura de esta obra puede llevarnos a pensar que Morrison la ha escrito en piloto automático, una segunda lectura permite descubrir que ante la sencillez de ideas hay un trasfondo que rompe con lo establecido. Morrison entiende que Wonder Woman es el personaje más humano de DC y es sobre esto en lo que centra su atención. Morrison busca provocar al lector anclado en tiempos pasados mostrando con todo lujo de detalles la forma de ser de unas Amazonas que han sido capaces de construir la sociedad perfecta sin la necesidad de los hombres. Esa polaridad tan extrema resta algo de fundamento a la historia de origen, porque aquí es lo que tenemos, un origen contado de forma diferente, pero origen, a fin de cuentas. Las amazonas están muy sexualizadas, algo que siempre ha estado ahí, pero que Morrison no teme mostrar en un cómic de primera línea, remarcando esa condición como algo positivo, digno y sano que las refuerza como sociedad sin que ello implique problema alguno. Una sociedad matriarcal apartada durante milenios del resto, donde mujeres inmortales conviven de forma pacífica desarrollando sus propias fuentes de divertimento tanto físico, mental y espiritual.
Un trabajo que deslumbra en lo visual gracias al enorme trabajo que despliega Yanick Paquette, siendo capaz de plasmar con una belleza y una elegancia tan grande no solo Thesmyscira, sino a todas y cada una de las amazonas, que llega a abrumar por completo los sentidos. Su dibujo es tan limpio y su trazo tan orgánico que todo parece fluir con tanta sencillez que uno se deja atrapar por las imágenes. Paquette capta a la perfección la esencia de las amazonas dotándolas de un regio aspecto físico que impone, pero sin hacerles perder en ningún momento esa elegante feminidad que las hace tan especiales.
El primer tomo se publicó 2016 y este mes, el USA, llega su conclusión. Es de esperar que llegue pronto a nuestras tierras y podemos admirar en su totalidad el trabajo del tándem Morrison / Paquette en todo su esplendor.
La franquicia de los anillos en DC ha estado controlada por dos claras figuras durante los últimos años: Geoff Johns y Robert Venditti (con el permiso de Dave Gibbons y Peter Tomasi que hicieron un gran trabajo en Green Lantern Corps). Sin embargo, han sido Johns y Venditti los que más números han escrito dedicados a expandir el concepto de la fuerza de pacificación de Oa. Green Lantern necesitaba de un cambio, de algo radical algo que se la alejara de lo que durante años se había estado leyendo para moverse por nuevos senderos que apartaran ya ese espectro emocional y mirar a las estrellas donde todavía hay muchas historias que poder contar.
Morrison no estaba interesado en escribir la serie, pero durante las conversaciones al respecto el mismo supo encontrar la inspiración para poder hacerlo y dar con el punto de vista adecuado. Se iba acabar la fuerza pacificadora y se iba a cambiar a un enfoque más policial.
Si en DC buscaban dar a la serie la oportunidad de ser un punto de entrada para nuevos aficionados, el objetivo, gracias a Morrison y a Sharp, se puede decir que se logra con creces. El aterrizaje en su propuesta es tan natural que uno no tiene la sensación de haber roto con todo lo anterior, sino que de repente se está dentro de la historia y se quiere saber más y más de ese enorme nuevo universo que Morrison está descubriendo para los lectores mes a mes.
Lo relevante de esta serie es que está concebida en dos temporadas, con una trama central para interconectarlas, en las que le autore ha ido de menos a más, en el sentido de arrancar como una serie distinta sobre Green Lantern, para desmelenarse con una propuesta mucho más arriesgada y profunda fuel al estilo de Morrison. Algo similar a lo que ocurrió a finales de los años ochenta en la serie de Animal Man.
Mención necesaria es la que hay que hacer del trabajo de Liam Sharp en el apartado gráfico. Y es necesario hacerlo porque el artista se desmelena plenamente y asume el reto marcado por Morrison a la hora de plasmar todo el enloquecido y energético universo que fluye de su mente a las viñetas. Su estilo de línea gruesa, detalle extremo, composiciones pictóricas muy densas y marcada composición narrativa, son capaces de cerrar el círculo y acompañar a une Morrison a pleno rendimiento. En Zona Negativa gozamos de su colaboración en una entrevista en a que explicada con detalle todo su trabajo en la serie.
En diciembre de 1942 –plena Edad de Oro– la cabecera Hit Comics publicada por Quality Comics vio en su número #25 cómo un chaval de nombre desconocido fallecía cuando un submarino alemán de la II Guerra Mundial hundía el bote de pesca de su abuelo con él a bordo. Sin embargo, por haber muerto setenta y cinco años antes de lo que estaba previsto en el plan cósmico, el muchacho no pasó a mejor vida, sino que fue devuelto al mundo con la misión de defender la justicia. A tal fin se le asignó un enigmático tutor, Mr. Keeper, la entidad que había causado el error– y se le concedieron dos poderes: la capacidad para conjurar a cualquier figura mitológica o histórica de buen fondo y la posibilidad de desaparecer y reaparecer a placer. Todo ello simplemente con pronunciar la palabra “Eternity”. El Chico de la Eternidad acababa de nacer de la pluma de Otto Binder y del lápiz de Sheldon Moldoff.
Una lectura áspera, donde las haya. Un trabajo de Morrison muy empinado, que casi nunca aparece en ningún listado rápido de obras de Morrison, que esconde grandes virtudes y dificultades a la hora de poder ser recomendaba.
Como es bien sabido en 1956 la editorial Quality vendió todo su fondo editorial y derechos a DC Comics, que ignoró a muchas de las creaciones que existían entre las páginas de las publicaciones de la editorial que se había rendido a seguir pleiteando con DC por culpa del Capitán Marvel. Un olvido que acabaría en la década de los años 70, cuando DC fue introduciendo a estos personajes de forma progresiva en su propio universo, por lo que el bueno de Eternity pasó a vivir en Tierra S, se le bautizó con el nombre de Christopher Freeman, dónde fue adoptado por la Familia Marvel y corrió intensas aventuras. El futuro editorial del personaje parecía asegurado, pero entonces llegaron las Crisis en Tierras Infinitas y todo volvió a cambiar radicalmente.
Este personaje fue lanzado de lleno contra Morrison, por la editora Karen Berger, que puso sobre la mesa de Morrison el reto de hacer una obra con un personaje aparentemente odiado por todos. Y le escritore hizo lo que mejor sabía hacer, no mirar el pasado, sino tomar al personaje y adaptarlo a los nuevos tiempos, a los años noventa, bajo la figura de un joven con tendencia a la vagancia, nihilista y sin objetivos claros en la vida. Algo de lo que hoy se arrepiente Morrison, lo que hace de este trabajo una rara avis entre sus trabajos, por representar algo que en su día parecía ser la mejor forma de hacerlo, cuando en realidad tal vez, para le autore, no fue la adecuada.
Kid Eternity es una obra llena de aristas, árida, dura, nada agradecida para el lector, que se fusiona sobre si misma con violencia extrema, dónde no es posible separar el apartado artístico y visual de Fegredo de la parte literaria de Morrison. Leer Kid Eternity no es algo placentero si se encara con el abrasivo ojo de la mente y no desde las entrañas. Kid Eternity se ha de dejar sentir dentro, en la parte blanda de nuestro cuerpo, dejando de lado el análisis mental de la misma, puesto que hacerlo de otra forma lleva irremediablemente a la desafección total y absoluta por la obra. Su prosa resulta viscosa como una lombriz moviéndose entre las neuronas. Intentar dar sentido a este trabajo resulta un ejercicio fútil, siendo mejor estrategia la de asumir su grandeza aún sin ser capaz de entenderla de forma plena y clara.
Duncan Fegredo es el encargado de plasmar esta desquiciada historia, a la que no duda en romper narrativamente al mover de forma incesante la composición de la página, pasando del horizontal al vertical, al rasgado sensorial y pictórico con el que sacudir los cánones establecidos del lector aficionado al noveno arte.
Kid Eternity no es un trabajo que vaya a gustar a muchos, ni contente a otros. Se amará y odiara desde los puntos más extremos, puesto que su bruta propuesta tiene como efecto una exigencia enorme, monolítica, pulida obsidiana, a la que cuesta poder aferrarse por muchas referencias culturales que haya insertadas de forma elegante y para nada gratuitas. Kid Eternity es una obra maestra y al mismo tiempo un cómic de minorías.
Hay muchas obras en el currículo de Morrison. Obras para todos los gustos, para todo tipo de paladares. Obras sobrevaloradas, obras ignoradas injustamente, balas perdidas, recuerdos imborrables para toda una generación. El trabajo de Morrison remueve el alma, genera desafección, apasiona, se ama o se odia, se disfruta siempre, para bien o para mal, con trabajos tan dispares como Action Comics, Flash, JLA, dentro de lo que podría considerarse su producción más convencional, para descolgarse con incursiones mucho más locas como We3, mientras otras son imposibles, como Los Invisibles o incomprensibles pero fascinantes como Flex Mentallo y El Asco. Ha regalado obras con conceptos de enorme potencia argumental como Multiverso y New X-Men, sin perder nunca de vista trabajos más anclados en el homenaje con su toque especial, como All Star Superman… No hay obra mala, ni buena, es un conjunto de un todo de une autore magistral. Morrison siempre ha sido fiel a si misme y así es como esperamos que siga siendo a lo largo de lo que pueda quedarle de carrera profesional. Estar atentos ya que este mes le dedicaremos espacio a otras obras y a la propia vida de Morrison.
Estas son algunas de sus obras, pero el futuro queda abierto a lo que pueda traernos este autore capaz de escribir obras tan poderosas como Super Gods, de lectura obligada para todo aficionado al noveno arte. No nos vamos a quedar aquí y este mismo domingo tendremos más Morrison y hablaremos de más obras en un top 10 de sus trabajos que esperamos os resulte interesante. Hasta entonces os dejamos con la encuesta para ver cuáles son, para vosotros, los trabajos más interesantes de esta mente lisérgicamente brillante.
Y llega la hora de vuestras selecciones:
Todo su Batman tenia que ser una sola opcion para votar… ya que es un todo. Aun asi es muy dificil elegir entre tan buenos comics. He escogido los que mas me impactaron de joven y sus obras mas personales… y me dejo muchas
El segundo tomo de WW Tierra uno es mejor que el primero. Se le nota mas suelto sin ceñirse a contar la historia de origen y las presentaciones de personajes. El Steve Trevor negro para lo que sale sobra.
Curioso el resultado del Top. La Patrulla Condenada me parece su mejor trabajo de largo, junto a Animal Man y Los Invisibles aún muy por encima del resto. Luego creo que la JLA es el tebeo que nació para escribir (lástima del apartado artístico). De sus obras más personales me gusta mucho Seaguy, un tebeo que sólo entendí (y de forma muy nítida) la primera vez que lo leí.
Genio total y absoluto. El único que mira a los ojos (siempre con cierta reverencia) al mago barbudo
No es un top como tal, es una selección de obras que consideramos son más accesibles a la hora de tomar contacto con Morrison. Solo una lista más, ni mejor ni peor. El top como tal lo tendremos en la web en breve, diez obras que si son extraídas de toda su producción a través de las votaciones internas de la redacción.
Mil gracias por pasaros por aquí a comentar y atentos que el mes va a tener muchas y jugosas entradas al rededor de la figura de Morrison.
Y… ya está en marcha! Felicidades Gustavo, estupenda introducción con lo más granado de Morrison. Me has ganado con esta frase «Sabes lo que estás leyendo, pero no se es consciente de todo lo que has leído hasta que llegas al final». Creo que resume muchas obras suyas.
En cuanto a mi top, es simplemente doloroso tener que elegir. Me mojo; All-Star Superman, Patrulla Condenada, Animal man, X-Men, Batman y Robin (aunque opino como hammanu, debería votarse todo Batman)
¿El Batman Inc que aquí se recomienda se puede leer más o menos independientemente, sin necesidad de conocer el resto de la etapa de Morrison?
Es mejor leer todo lo de Batman de Morrison en su orden de publicacion para comprender mejor su saga de Batman ya que cada etapa deriva de la anterior
Confieso que siento debilidad por Frank Quitely, y creo que el tandem Morrison-Quitely es un de los mejores que uno puede encontrarse en el panorama comiquero actual. No hace falta confesar que he dado un voto a We3 (emotiva historia bellísimamente ilustrada por Quitely), Flex Mentallo (tan críptica como fasciante) y, como no, All Star Superman, épica reescritura de los 12 trabajos de Hercules treavesido como el hijo pródigo de Krypton (no en vano ambos comparten el mismo arquetipo del héroe solar).
He leído mucho de Morrison, no todo (asignaturas pendientes: El Asco, Zenith y Sebastian O principalmente), pero más alla de algunas de sus obras más celebradas y reconocibles (Anima Man y La Patrulla Condenada) yo destacaría 2 de sus trabajos a menudo más denostados, por oscuros, áridos y ásperos, tanto argumental como narrativa y estilisticamente: Arkham Asylum y Kid Eternity. Entiendo que haya gente que se aleje de estas propuestas, pero confieso que la primera vez que los leí ya me fascinaron, y lo han seguido haciendo en cada relectura.
Grant Morrison es uno de mis escritores favoritos sin ningún tipo de duda, pero si tengo que resaltar la obra que más me ha influido ha sido sin duda Animal Man. Aunque All Star Superman y New Xmen también son obras que me encantan. Pero Animal Man fue el cómic que hizo que volviese a consumir a menudo este noble hobby, así que le tengo especial cariño a esa joyaza.
Me encanta Morrison y me ponen entre la espada y la pared si solo puedo votar 5 de sus obras.
Yo he votado New X-Men, Animal Man, Doom Patrol, JLA (yo incluiría como dentro de su etapa Tierra 2 y JLA/Wildcats que si no recuerdo mal es suya) y All Star Superman.
Como ya han dicho, para mi Morrison le mira de tu a tu a los mejores de la historia del género, Moore incluido. Pocos autores (me atrevería a decir que ninguno) cuentan con obras de primer nivel en ¡5! décadas distintas (su Animal Man es de los 80 y su Green Lantern está siendo publicado en 2021), impresionante.
Que bueno al revisión que van a hacer, y buenas elecciones para arrancar. No tengo dudas en mis dos elecciones primarias, ya que forman parte del núcleo de obras que me hicieron engancharme con este arte para siempre: Animal Man (ayyy, la sensación cuando terminé de encontrar los 26 números de Zinco) y la Patrulla (los primeros números que salieron en DC Premiere sigue siendo de las cosas que me han volado más la cabeza jamás). De todo el resto casi que se podría elegir cualquier obra y no te equivocarías, aunque varias de la misma época es donde yo tengo mi corazón: Gothic, Arkham Asylum, Kid Eternity, los números de Hellblazer y las primeras cosas de Vértigo (Mata a tu Novio, el Misterio Religioso, Flex Mentallo). Con Los Invisibles, como imagino que el buscaba, tengo el cerebro partido (debería volver a leerlo alguna vez), nunca sabré si me gusta o no. Con su producción inmediatamente posterior (JLA, NXmen, All Star Superman, Crisis Final, Batman, etc.) sucede que tuve un graaan hiato de años de dejar los comics de lado, y cuando volví a ver que hacía el pelado me decepcioné un poco, lo veía o muy convencionales o muy irregulares. Con el tiempo aprendí a valorarlos como se merecen, y de los últimos años nos dio obras impresionantes (El Asco, Multiverso, Green Lantern). Tengo pocos pendientes (7 soldados, Sea Guy, WW, 4F). Hace poco leí Zenith, no se lo pierdan, toooooodo Morrison está ahí.