Los secretos nos protegen de la locura
Los cómics de Bloodborne han sido una serie muy interesante de seguir. No hablo, sin embargo, de un interés generado porque la trama me haya atrapado ni nada similar, sino más bien de una especie de curiosidad científica, de una especie de tintineo ilusionante que aparecía cada vez que iba a leer una nueva entrega. A pesar de que ningún tomo me haya gusta mucho, todos han ofrecido propuestas distintas para tratar de reflejar el marcado estilo lovecraftiano sobre el cual se cimenta el videojuego de From Software. Si algo es esta serie, por muchos peros que se le puedan poner, es valiente y distinta.
Publicado originalmente en 2019 por Titan Comics en el mercado norteamericano, este nuevo arco de Bloodborne es el último publicado hasta la fecha (y posiblemente el último de la serie, en general) y ahora ha llegado a España de la mano de Norma Editorial. En este cuarto tomo de Bloodborne, el mismo equipo creativo de los tres anteriores vuelve a hacer acto de presencia. De este modo, contaremos una vez más con guion de Aleš Kot, dibujo de Piotr Kowalski y color de Brad Simpson.
Hasta ahora, cada nuevo tomo de la serie presentaba una trama autoconclusiva bastante desligada de lo que se había narrado previamente. Aunque esta nueva entrega parte de la misma premisa, la independencia de su narrativa es menos completa debido a que intenta “conectar” vagamente lo visto en anteriores números.
La premisa, en un principio, resulta familiar. La historia se centra en un aventurero de Yharnam que busca la verdad que subyace bajo nuestra propia realidad. Durante su búsqueda, cada nueva revelación supondrá un paso más en su percepción aumentada de la auténtica realidad y, a su vez, un paso más hacia la perdición. La mezcla entre vigilia y sueño, entre lucidez y locura, estará servida en cada página.
El guion de Aleš Kot me ha sorprendido para bien en esta ocasión. Su obcecación por experimentar con el formato de la historia para tratar de reflejar la imposibilidad de comprensión que acarrea el horror cósmico se mantiene, pero quizá sea esta la vez con la que más acierto ha podido ejecutar sus ideas.
No estamos hablando de ninguna maravilla a nivel textual. La serie de Bloodborne se ha caracterizado desde su primer número por usar muy poco texto, y esta entrega no iba a ser la excepción, siendo así los cuadros de narración que reflejan los pensamientos del protagonista la única forma de interacción escrita entre el cómic y el lector. El propósito de esta decisión seguramente sea el de mantener un gran interrogante sobre todo lo que presenciemos porque, al final, solo podemos estar seguros de que los pensamientos que leemos están ocurriendo de verdad dentro de la ficción presentada. Todo lo demás, como el propio cómic insinúa, puede ser o no real. De este modo, tales pensamientos son vagos y reflejan una creciente incertidumbre.
En este sentido, Kot sigue la línea establecida en entregas previas sin salirse mucho de ahí. Su intención principal siempre ha sido la de evocar sensaciones propias del horror cósmico en un cómic (lo cual ya es de por sí todo un reto). Para ello recurre al contexto de Bloodborne porque es la licencia con la que está trabajando, pero se nota que su interés o capacidad para trastear con el críptico universo creado por Miyazaki es limitado. Es posible que, para muchos de los seguidores más acérrimos del videojuego, el guionista desaproveche la oportunidad de trabajar con una licencia de tanto potencial y esto sea un aspecto negativo a destacar. Desde mi perspectiva personal, como apasionado seguidor de la obra de Miyazaki que me considero, no me parece mal. Sí, podría haberse aprovechado la oportunidad para seguir ampliando un universo de enorme potencial, pero quizás eso iría contra los propios fundamentos de la narrativa de Miyazaki.
Una de las características más definitorias y alabadas de la saga Souls es su narrativa críptica y fragmentada. Tanto en esa saga como en Bloodborne, la historia no se expone directamente, sino que es el propio jugador quien, como el aventurero que protagoniza la historia de este tomo, debe encargarse de buscar e interpretar las muchas pero imprecisas pistas que aparecen conforme avanza en su cruzada. De tal planteamiento nacen comunidades gigantescas de jugadores que comparten sus hallazgos con el fin de ponerlos en común y construir una historia río coherente y satisfactoria, capaz de aclarar los misterios planteados y de descubrir más detalles sobre unos mundos tan interesantes.
Por estos motivos, cuando veo que, en una serie titulada Bloodborne, su guionista no se centra en expandir la licencia que tiene entre manos, sino que viene a “hablar de su libro”, a contar historias confusas, carentes de hilos conductores emocionales, de estructuras fáciles de seguir… no me parece mal. Puede que no agrade a muchos lectores, pero hacer algo diferente a eso podría suponer el no respetar las bases sobre las que se fundó la narrativa de Miyazaki y, por consiguiente, las bases mismas de Bloodborne.
Pasando al apartado gráfico, el dibujo de Piotr Kowalski me ha parecido sensacional. Si ya había sido uno de los aspectos más destacados de la serie durante todo su recorrido, en este último arco se desata del todo y nos ofrece una páginas dinámicas, espectaculares y expresivas, capaces de suplir toda la narración que el guion no aporta con palabras. Las composiciones de las páginas son sencillas pero muy eficaces, con pocas viñetas en general, a excepción de cuando se recurre a la cuadrícula de 3 por 3. Se juega mucho con los paralelismos entre viñetas y los cambios de realidades. Además, es capaz de aportar soluciones convincentes cuando se enfrenta a la titánica tarea de representar a “seres malignos e indecibles que nuestra mente no puede procesar”.
Lo mejor
• El dibujo de Piotr Kowalski.
• Las conexiones con los tomos anteriores.
• Los experimentos narrativos.
Lo peor
• Para muchos lectores, que la trama no siga un hilo narrativo claro.
• No aporta mucho a quien quiera saber más sobre el universo de Bloodborne.
• Narrativa demasiado descomprimida.
Guion - 6.5
Dibujo - 8
Interés - 5
6.5
Velada
La serie de Bloodborne concluye con un cuarto tomo que, aunque no sea el más redondo de todos, condensa a la perfección el espíritu con el que se creó.
El problema de hacer un cómic de Bloodborne es que es innecesario. No vas a ampliar el lore porque ya esta todo en el juego y no necesita ser ampliado. Lo mismo me vale para Dark Souls o Sekiro. Son obras maestras con una historia detrás impresionante y no necesitan ser complementados con nada: ni cómics ni libros.
Al que le gusten estos juegos yo le recomendaría comprar la guía oficial, que ahí viene todo: historia, personajes, bestiario….
Yo tengo las de Bloodborne, Sekiro y son una pasada, estoy intentando pillar por internet las de Dark Souls.