El misterio imposible del hijo de Gotham
Batman. 1001 números de Detective Cómics. Más de ochenta años de aventuras, drama, comedia, sobreexplotación y recursos. El superhéroe definitivo, aquel que ha guiado el camino, fuera este correcto o equivocado, de la editorial DC Comics. El cruzado de la capa, el hijo de Thomas y Martha Wayne, la figura que arrastra consigo el pensamiento, imaginación y dedicación de centenares de autores de épocas muy distintas. Una celebración a la altura, por tanto, era necesaria.
El especial resulta brillante por momentos, acertando donde yerran precisamente muchos tomos de estas características. Se da equilibrio a las aventuras unitarias y aquellas que anticipan el futuro editorial del personaje, desde la propia posición en el conjunto. Se comienza con las historias más interesantes, dando profundidad inmediata al resto. En primer lugar, Peter Tomasi y Brad Walker (con el color sensacional de Nathan Fairbairn) dan acomodo a un relato de supervivencia, acompasado de un estudio sobre el personaje y su psicología. Tomasi, autor de la infravalorada última etapa a cargo de Detective comics, incide desde el monólogo interno en la voz de Batman, en aquellas características que le identifican y distinguen del resto de compañeros de la Liga de la Justicia, con Brad Walker (colaborador habitual) retratando a la perfección la amplia galería de villanos del murciélago. Toda una presentación a la altura y anticipo de lo que vendrá.
A continuación, Brian Michael Bendis y David Márquez (el actual equipo a cargo de la colección del grupo principal de DC Comics) nos ofrecen una investigación protagonizada de la Batfamilia. El autor de Cleveland se siente cómodo dirigiendo una obra de puro género policiaco, sin desprenderse de muchos de los tics y manías que le identifican como escritor, para alegría y tristeza de muchos lectores (como la reiteración en el diálogo y el humor básico en situaciones comunes superheroicas). Por su parte, el dibujo resulta fascinante, a la altura de la carrera del ilustrador, con el color de Alejandro Sanches captando el tono del relato, la combinación del elemento dramático y cómico. A su vez, los autores de la obra maestra Sex criminals, Chip Zdarsky y Matt Fraction aportan su visión acerca de la relación homicida a través del tiempo entre el héroe de Gotham y el Joker en Many Happy Returns, con un macguffin tan sencillo como efectivo: un regalo de cumpleaños. Es este uno de los momentos cumbres del número, especialmente por el soberbio oficio del autor de Daredevil a cargo de los lápices, alcanzando un punto de horror muy especial que funciona con el guion de la aventura.
Rookie, de Greg Rucka y Eduardo Risso, ha sido recientemente nominada a los Premios Eisner. Es el relato menos super heroico de todos, bajando a las calles de la ciudad y ofreciendo una historia protagonizada por una policía del defenestrado Cuerpo de Gotham. Muchos de los conceptos de la celebérrima Gotham Central están presentes. La corrupción sistémica, desde las esferas de poder hasta los curritos y novatos. En apenas una docena de páginas vemos todo un desarrollo acerca de la inabarcable lucha contra el mal que reside en aquellos que han de representar al bien y ciudadanía, así como acerca de la dificultad por corregir una situación muy complicada.
Inmediatamente después, James Tynion IV (responsable principal del personaje en la actualidad) da soporte para que Iván Plasencia (color) y Riley Rossmo (dibujo) den rienda suelta a su arte. El suyo es uno controvertido, no del gusto de todos. En esta ocasión, principalmente por la puesta en escena y la situación de detalles, resulta todo un acierto. En su historia, por su parte, Kelly Sue DeConnick ofrece un argumento simple de, fundamentalmente, Bruce Wayne. Resulta atractivo por lo afilado de sus intervenciones y la crítica a la clase alta gothamita que se deriva de la misma. John Romita Jr., sin la responsabilidad que entraña dibujar un número completo, se ve menos encorsetado, con un trabajo interesante que recuerda a sus esencias, con esa lluvia que lo envuelve todo.
Para finalizar con el eslabón superior, tenemos Detective #26, de Grant Morrison y Chris Burnham. Es uno de los hallazgos principales, por contar precisamente con un enfoque distinto, alejándose de Batman en un comienzo y elaborando la aventura vital del héroe que le precedió. A su vez, Morrison insufla de referencias el guion, siendo un homenaje a su época y a un modo distinto de entender los tebeos y los héroes.
Los puntos flacos resultan ser, en primer lugar, la historia de Marv Wolfman y Emanuela Luppachino, a pesar de contar con otras dos estrellas, Bill Sienkiewicz (tinta) y Jordie Bellaire (color). A su vez, tampoco atinan en su presentación lo relativo a Generations (con Dan Jurgens), sin duda la peor de todo el especial. El resto, fundamentalmente, la de Mariko Tamaki y Dan Mora, se corresponden con historias de menos calado e importancia, pero con contenido y propia identidad. No ofrecen nada relevante, pero se leen con agrado y atención.
En conclusión, tenemos un especial notable, por encima de la mayoría de proyectos de esta envergadura. Los relatos principales resultan efectivos, sin que se trate de una reiteración de la misma idea, permitiendo exportar las distintas visiones y cualidades de un personaje único.
Felicidades, Bats.
Lo mejor
• Las historias destacadas.
Lo peor
• La correspondiente a Generations.