Georgia O’Keeffe, de María Herreros

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Edición original: Georgia O’Keeffe (Astiberri, 2021)
Autora: María Herreros
Traducción: Uriel López
Realización técnica: Estudio Fénix
Formato: Cartoné. 128 páginas. 15€

Georgia O’Keeffe a través de la mirada de María Herreros

«Pero Georgia era mucho más. Una persona real. Algo mucho más grande y sencillo que cualquier definición sobre las mujeres que había en su época.»

Georgia O’Keeffe de María Herreros es el cuarto cómic que sale de la colaboración entre la editorial Astiberri y el Museo Thyssen-Bornemisza tras Dos holandeses en Nápoles de Álvaro Ortiz, Museomaquia de Santiago García y David Sánchez y Balthus y el conde de Rola de Tyto Alba. Su aparición coincide con la inauguración de la primera retrospectiva en España sobre la pintora estadounidense organizada por el Museo conjuntamente con el Centre Pompidou y la Fondation Beyeler, con la colaboración del Georgia O’Keeffe Museum de Santa Fe que se puede visitar hasta el 8 de agosto. No obstante, hay que dejar claro que el trabajo de María Herreros no es un simple complemento a la exposición ya que tiene entidad y personalidad propia.

Georgia O’Keeffe (1887-1986) es una artista sin la que es imposible concebir el arte estadounidense del s.XX, puesto que se trata de una de las figuras claves para la aparición del arte moderno en el país. Conocida sobre todo por sus cuadros de flores gigantes, cráneos y huesos pulidos por el sol del desierto, los enormes edificios de la ciudad de Nueva York y los paisajes desérticos de Nuevo México donde pasos sus últimos años. Todo el conjunto de su obra forma un acertado y alegórico retrato de los EE.UU. de su tiempo. Pero es también es celebre por ser una mujer fuerte e independiente que nunca dejo que nadie dictara su destino y luchó incansablemente por y para su arte. Precisamente es en esta parte más personal donde María Herreros (Valencia, 1983) incide en la novela gráfica, ya que no estamos ante una biografía de carácter didáctico rebosante de datos sobre su vida y obra, aunque hay los suficientes para conocer los momentos que marcaron toda su trayectoria, ya que se centra mucho más en facetas más íntimas relacionadas con su forma de entender y afrontar la vida y el arte. Para construir la obra la valenciana toma como base e hilo conductor la enorme correspondencia entre ella y el fotógrafo Alfred Stieglitz, que fue quien dio a conocer su obra y con el que mantuvo una larga relación incluso después de que su matrimonio se rompiera, y también con su amiga Anita Pollitzer. De todas esas cartas que reflejan su enorme personalidad extrae gran parte de los textos de la obra. A lo largo de sus páginas vemos como la artista va encontrando su camino y creciendo en todos los aspectos entre alegrías, penas y crisis. Una vida que fue todo un viaje tanto interior como exterior que la llevo desde la nada cosmopolita Charlottesville donde nació y era profesora de arte hasta la placidez y el horizonte infinito de Nuevo México donde se instaló definitivamente en 1949 pasando por la populosa Nueva York.

Durante la obra podemos ver de primera mano como Georgia O’Keeffe tiene que lidiar con una sociedad machista y unas interpretaciones de su trabajo caducas que consideraban que hacía arte únicamente desde su género y sexualidad, unas interpretaciones sesgadas y rancias que no tenían nada que ver con lo que ella quería mostrar, ni con como ella percibía su obra. No quería que la prensa la etiquetara como una mujer artista, quería ser considerada artista y punto, una reclamación que la llevo a tratar de controlar minuciosamente la forma en la que se hablaba de ella y su arte. Esa fue solo una de las muchas barreras que tuvo que derribar a lo largo de su trayectoria para conseguir que su obra hablara por sí misma. Su búsqueda de la libertad y su lucha por romper con la vida doméstica a la que la sociedad de su época parecía abocarla la convirtió en una pionera del feminismo, ya que fue una luchadora incansable por la igualdad entre hombre y mujeres y siempre trato de hacer lo que necesitaba en cada momento, sin tener en cuenta lo que opinara el resto.

Aunque Georgia O’Keeffe es la protagonista absoluta de la obra, María Herreros también nos muestra los paisajes que la rodearon y fascinaron durante su vida creando un vínculo con el entorno muy similar al que tenían los cuadros de la pintora que era una gran amante de la naturaleza. Pero sin caer en la tentación de emplear el tan manido recurso de tratar de recrear sus cuadros, porque como ya hemos dicho la obra trata más de bucear en su forma de ser que es su obra.

María Herreros consigue trasladar al lenguaje del cómic las mismas sensaciones y misma atmósfera que experimentamos con los cuadros de la pintora estadounidense, además de regalarnos una representación de su figura fascinante y que refleja su forma de ser. Para lograrlo no tiene ningún reparo en deformar su figura, sus manos y su mirada para reflejarla de una manera más expresionista, casi caricaturesca, lo que supone todo un acierto, al igual que reflejar los cambios físicos que va sufriendo con el paso de los años. En la novela gráfica abundan los tonos tierra apagados y el color de la piel de la pintora, sutilmente reflejados gracias al buen trabajo con las acuarelas de la valenciana. De la misma manera que no estamos ante una biografía al uso, tampoco vemos una composición de página habitual, ya que la novela gráfica está conformada por ilustraciones de página completa a sangre, con viñetas de todo tipo de formas. Un resultado moderno y llamativo, pero sin perder de vista la legibilidad de la obra.

Como sucede con todas las colaboraciones entre Astiberri con el Museo Thyssen-Bornemisza, la edición es de gran calidad, diseño y con un precio ajustado al mercado. Esperemos que la colaboración tenga como fruto nuevas obras, y que sirva para que el cómic tenga cada vez más presencia en los museos.

Con Georgia O’Keeffe María Herreros firma su mejor cómic, una obra que nos acerca a la faceta más desconocida de la pintora y que despierta el interés del lector por su vida y obra.

“¿Y qué si me caigo? Prefiero caerme haciendo lo que me gusta.”

Lo mejor

• La novela gráfica consigue que cualquier lector tenga ganas de saber más de la pintora.
• Como María Herreros consigue retratar el imaginario personal de Georgia O’Keeffe sin perder su personalidad.
• Las composiciones de página que vemos a lo largo del cómic, arriesgadas y vanguardista, pero legibles y claras.

Lo peor

• Ojalá fuera más largo.

Edición original: Georgia O'Keeffe (Astiberri, 2021) Autora: María Herreros Traducción: Uriel López Realización técnica: Estudio Fénix Formato: Cartoné. 128 páginas. 15€ Georgia O’Keeffe a través de la mirada de María Herreros "Pero Georgia era mucho más. Una persona real. Algo mucho más grande y sencillo que cualquier definición sobre las…
Guión - 7.5
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5

8.2

Cómic y arte

Una biografía nada convencional sobre Georgia O’Keeffe, una pintora clave el arte estadounidense que siempre lucho por su libertad. Gracias al trabajo de María herreros podemos conocer su forma de ver la vida y el arte.

Vosotros puntuáis: 9.4 ( 1 votos)
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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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