Píldoras Nacionales 48: Entrevista a Juan Berrio

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ENSEGUIDA NOS VAMOS

Después de haber aprovechado este lapso de tiempo libre para serviros dos entregas de Va D BD, hoy pauso de nuevo mis ZN-colaboraciones con un Píldoras Nacionales. ¡Nos volvemos a leer en Navidades!

RESEÑAS

3537El ángel de la retirada, Sergeui Dounovetz y Paco Roca; Bang Ediciones; 64 págs., bicromía, 13 €.

El trazo amable de Paco Roca, uno de nuestros creadores más reputados y fiables, se pone al servicio de una historia también amable, sencilla y honesta, que progresa de forma armónica en una triple dirección sobre el trasfondo temático de la memoria histórica e identitaria. En la actualidad de la colonia española de Béziers, la más antigua de Francia, una joven francesa de familia murciana se ve acosada por unos intrigantes sueños en los que acompaña a un soldado del ejercito republicano en su paso hacia la Francia de los exiliados, al final de nuestra Guerra Civil. En el interín asistimos a las dudas de la adolescente sobre si sus fidelidades deben ser para la que ha sido su tierra de nacimiento y crianza o para aquella en la que se enraizan sus antepasados, contemplamos el día a día de la actual colonia de Béziers y se nos presentan breves instantáneas del éxodo que los derrotados tuvieron que emprender en 1939. Es en estas instantáneas donde nos hallamos ante un Paco Roca algo inusual, de líneas rotas y perfiles poco definidos, que transmiten de forma adecuada cierto tono entre fotográfico e histórico y una discreta impresión de fatalismo. Nunca en demasía puesto que, como decía al principio, es ésta una historia amable que no busca provocar ni agitar, antes bien parece pensada para constatar una amalgama cultural sobre la que los jovenes hispano-franceses deben tomar conciencia en opinión de su guionista. Posiblemente, esa misma intención y ese público de destino hacen que El ángel de la retirada sea una obra más testimonial que históricamente destacable o intelectualmente interpeladora, agradable de leer pero sin que llegue a dejar huella, de caracterización «simpática» como es propio en nuestro compatriota pero sin que el argumento dote de plena entidad a sus protagonistas. Hasta cierto punto, diríase que guarda no pocos paralelismos con Los viajes de Alexandre Ícaro: Hijos de la Alhambra, la obra menos meritoria de Paco Roca, un autor que de un tiempo a esta parte ha contribuido con unas propuestas de calidad superlativa a nuestra historieta. Tanto en El ángel de la retirada como en Hijos de la Alhambra las vicisitudes concretas y relativamente simples de unos pocos personajes se circunscriben dentro de un imaginario histórico particular y «resultón» por el que se pasa casi de puntillas, dejando un placentero sabor de boca, pero también la sensación de que todo aquello podía dar más de sí… aunque seguramente tampoco lo pretendía.


3537Lo peor de Vázquez, Manuel Vázquez; Ediciones Glénat; 568 págs., BN, 24 €.

Gracias al reciente estreno de la película El Gran Vázquez, los muchos admiradores de este autor están de enhorabuena puesto que, tanto desde Ediciones B como desde Glénat, son diversas las novedades relacionadas con el creador de Anacleto que ven de nuevo la luz entre nosotros… por no decir nada de las varias entregas del coleccionable de RBA dedicado a Bruguera que estuvieron copadas por este genio del humor español.

De entre todas esas «novedades», hablamos hoy de Lo peor de Vázquez, un inmenso recopilatorio con algunas de las historietas postreras de este autor publicadas en su día en diversas revistas dirigidas al público adulto. Historietas, la mayoría de ellas, protagonizadas por el mismo Vázquez convertido en personaje polivalente -aunque siempre dentro de un papel muy concreto- a disposición de diversos registros narrativos. Así, se alternan en este tomo los packs de chistes alrededor de un tema común, tan típicos de revistas como El Jueves, con aventurillas de presentación-nudo-desenlace; las páginas donde el apartado gráfico es abordado con cierto esmero y las que hacen gala de un dibujo reducido a su dimensión más puramente narrativa; las ocurrencias discretamente elaboradas con las pajas rebosantes de espontaneidad. A mí entender, no es oro todo lo que reluce, y también en este tomo hay algunas historietas-sablazo. Sabido es -o al menos así lo cuentan los que le quisieron- que Vázquez era un tanto golfo, amigo del placer y poco amante de los compromisos, a menudo predispuesto a aprovecharse de algún que otro primo que se le pusiera a tiro. Leyendo este cómic, diríase que alguna vez el primo fue su editor y el sablazo lo constituía alguna de las historietas que Vázquez le presentaba: anécdotas que se repiten y se estiran, mínimas composiciones de página y dibujos de primera intención así lo sugieren. Pero siempre, siempre, siempre, se halla presente la expresividad potente y la ironía gamberra que salvan en última instancia cualquier propuesta de este hombre singular. No digamos lo que sucede si, además de expresividad e ironía, tenemos un mínimo de dedicación en las ilustraciones y una anécdota de relativa frescura que se nos cuenta: entonces el genio de Vázquez brilla con fuerza y uno, sonriente, le perdona lo que sea. Así me sucede a mí cuando leo sus encadenados de gags sobre una excusa argumental que los despliega con originalidad, cuando me enfrento a sus chistes más salvajemente irreverentes o cuando demuestra una envidiable facilidad para capturar lo paradójico de una situación cotidiana que de repente se vuelve graciosamente marciana. Es entonces cuando este clásico de nuestra historieta reivindica su absoluta maestría, aunque sea… en Lo peor de Vázquez. 😉

3537Dentro de nada, Juan Berrio; Astiberri Ediciones; 80 págs., BN, 15 €.

Descubrir a Juan Berrio supone descubrir a un creador singular cuyas propuestas son bella mezcolanza de aquello más auténtico presente en otros artistas de gran talento a los que -es probable- Berrio ni admire ni tenga en cuenta. Posiblemente, es sólo el espíritu de nuestro tiempo el que se condensa en su obra a la par que en la de otros destacados creadores… pero qué placer provoca el observar en los trabajos de este vallisoletano un grafismo estilizado y «chic» como el de Jordi Labanda, atender a una profundidad ligera como la de Joann Sfar y enternecerse con un romanticismo propio de Calo. Todo eso y más se atreve a presentarnos Juan Berrio en un ejercicio de estilo atractivo y fluido al servicio de unas historietas que bromean sobre aquello que nos caracteriza como simios con pretensiones. Es constante en él la asociación de ideas, el juego de palabras, como manifestación en nosotros de un defecto de fábrica que nos condena a la busqueda de sentidos. ¿Descubrimos o imaginamos? ¿azar o destino? Cuál discusión entre los John Locke y Jack Shepard de Pérdidos, Berrio no ceja en su muestreo de casualidades que podrían ser causalidades… o no. A tal fín, Berrio idea una anécdota relevante tras otra, para -llegados al final de cada una de ellas- reirse de esa esperanza constitutiva nuestra que nos hace vislumbrar trayectos donde sólo hay deriva. Pero nunca falta el corazón, nunca la belleza, nunca el humor… volviendo cálido ese momento en que el lector debe reconocer ante el autor que -tal vez sí- estemos viendo en la vida mucho más de lo que hay.

Así, la experiencia de acercarse a la obra de Juan Berrio es un tanto agridulce, un tanto meláncolica, aunque siempre devenga catalizadora de una sonrisa complice, algo lúcida, extrañamente reconfortante. Y eso, como quien no quiere la cosa, evidenciando que Berrio es un nombre a tener en cuenta si de humor inteligente se trata, si nos conviene relativizar afectos, si necesitamos quedar embelesados por la sensualidad de un trazo liviano y fresco.

ZN ENTREVISTA A… JUAN BERRIO

Toni Boix: A poco que uno se pasee por tu trayectoria artística, salta a la vista que eres una persona –y un artista- singular. ¿Qué es lo que te impulsa por derroteros poco transitados?

Juan Berrio: Yo lo vivo como un proceso totalmente natural: trabajo sobre lo que me interesa y lo que me entretiene, hablo de las cosas en las que me fijo cuando voy por la calle. Realmente no hay una intención de buscar un camino diferente, cuento mis historias con las herramientas a mi alcance: mis textos y mi grafismo. Los guiones surgen muchas veces de pequeñas observaciones, que alargo, proyecto, retuerzo, redondeo… A veces todo se pone en marcha formulando, casi sin darme cuenta, preguntas sencillas como ¿qué pasaría entonces si…?

Toni Boix: Has sido tu propio editor en varias ocasiones, a pesar de que tenías la oportunidad de publicar algunos de tus trabajos con distintas editoriales. ¿Se debe eso a que en determinados momentos has necesitado que el continente de tus historietas estuviese en total consonancia con su contenido?

Juan Berrio: La experiencia de la autoedición puede ser fantástica o puede ser una pesadilla. Yo no se lo recomiendo a todo el mundo, ni en cualquier circunstancia. Para mí ha sido un buen camino para proyectos “raros”, para publicaciones de formatos atípicos que no se ajustan a ningún género, y que tienen, en general, una vocación minoritaria.

Y creo que es una elección que suelo adoptar no tanto por controlar, sino por no querer liar a otras personas o por lo menos, por no tener que darles explicaciones.

Toni Boix: Tanto en tu faceta de fotógrafo como en la de ilustrador, por lo general (Gran vía es una excepción clara) retratas tus escenarios como si de telones de fondo se tratase. ¿Por qué motivo?

Juan Berrio: El tipo de escenario en el que se mueven mis personajes suele ser urbano. Calles y parques de una ciudad que podría ser siempre la misma, y que puede que se parezca algo a Madrid, la ciudad en la que vivo (aunque “mi ciudad” es infinitamente más amable y más limpia). A veces estas calles son sólo el lugar que pisan o por el que se desplazan los personajes, pero a menudo éstos interactúan con farolas, papeleras, semáforos, los portales, los pasos de cebra y todo tipo de mobiliario urbano. Y, a veces, incluso, las propias calles han llegado a ser las auténticas protagonistas, como en Calles contadas.

En cuanto a las fotos, mis escenarios son indefinidos, dejan de ser el lugar que son por el proceso de captación de larga exposición y movimiento.

Toni Boix: ¿Qué proceso de depuración de estilo has seguido hasta dar con tu propio tratamiento gráfico y qué tipo de historias crees que le son propias atendiendo a su marcada adscripción a cánones más ilustrativos que narrativos? (Aquí me he pasao! Corta por lo sano)

Juan Berrio: Igual me equivoco pero tengo la sensación de que en mis muchos años de dibujante no he planeado una evolución en mi estilo. Creo que el único proceso de depuración es el propio paso del tiempo y la práctica diaria de mi oficio.

En general veo entre mis colegas jóvenes mucha preocupación con el estilo, parece que les urge encontrar el suyo propio. Mi recomendación es que no se preocupen, que ya llegará, sólo es cuestión de tiempo y práctica.
En mi caso, en mis comienzos, me obsesionaba que nada me pudiera influir, pretendía encerrarme en una burbuja, crear mis trabajos sin ver otros, sin ir a clase, ni ver exposiciones ni leer. Admitía influencias tangenciales como el cine y la música, pero sobre todo pretendía que todo saliera espontáneamente. Y sin embargo mi estilo estaba marcado por todos los tics de la época.

Ya hace muchos años que disfruto viendo, leyendo, escuchando… No cambiaría nada, porque me gusta el sitio al que he llegado, pero sí tengo la impresión de que elegí el camino más largo.

Toni Boix: Parte de tu trabajo parece sostenerse sobre la dimensión icónica de todo lo impreso, tanto de la palabra escrita como del dibujo, algo que sin duda no ha sido muy explotado por el cómic hasta la fecha. ¿Cómo caíste en ello y hasta qué punto te gustaría explorar ese hermanamiento entre grafía y grafismo?

Juan Berrio: Supongo que llevo a mis historias las cosas que me divierten y me gustan, sin premeditación. Eso me pasa con los juegos de palabras y los juegos visuales. Esa parte lúdica, combinada con la geometría, también aparece en mis estructuras cuando recurro de vez en cuando a historias circulares o a rondas de personajes, a tangencias o intersecciones, a triángulos o cuadrados…

Toni Boix: ¿Cómo te sientes en el ámbito de los cómics infantiles y qué referentes has tenido en mente cuando has trabajado en series como Lo que me gusta o La tirita?

Juan Berrio: Para mí es un terreno nuevo y apasionante. Sí me siento cómodo, ahora sí, hace unos años me daba respeto. En este momento preparo un álbum para la colección Mamut de Bang Ediciones que me está divirtiendo especialmente. En cuanto a los referentes, no parto de ninguno concreto, al menos conscientemente. Creo que, en realidad, el mundo infantil que dibujo en estas historietas no difiere sustancialmente del mundo adulto que dibujo habitualmente.

Toni Boix: Los juegos de palabras, las varias lecturas, los equívocos, las coincidencias y los significados múltiples pueblan tu bibliografía. ¿Son las asociaciones de ideas de factura original el último refugio del narrador acomodado y postmoderno?

Juan Berrio: No me siento especialmente acomodado ni postmoderno. Jugar con el lenguaje o señalar las distintas lecturas de las cosas no es para mí un recurso ni un refugio; creo que la realidad puede interpretarse desde distintas perspectivas, que en sí misma es rica y compleja en significados y asociaciones. Por otra parte, siempre me ha fascinado esa otra cara del destino que es el azar, las coincidencias siempre me han parecido algo mágico y misterioso.

Toni Boix: Siguiendo con eso, en Dentro de nada pareces constatar que la naturaleza inquisitiva del ser humano, su necesidad de buscar sentidos, es algo constitutivo en él. Pero, a la vez, diríase que concibes ese atributo como un defecto de fábrica, como una broma de mal gusto de nuestra racionalidad. ¿Qué le otorga sentido a tus días?

Juan Berrio: Me encanta cómo lo has explicado, creo que sí, que es así: una broma de mal gusto.

¿Que qué le otorga sentido a mis días? Supongo que muchas cosas, las que más pesan tienen que ver con el amor y la pareja, y además están todos esos proyectos que imagino y que están por hacer.

Toni Boix: ¿Te has sentido solo muchas veces?

Juan Berrio: No sé, supongo que como todo el mundo, pero afortunadamente no es un sentimiento reciente.

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Dario
7 octubre, 2010 12:25

El trabajo de Paco Roca me sigue pareciendo demasiado politcamente correcto, los personajes son esclavos de un guión que al mismo tiempo que pretende ser comprometido es tan formal que raya lo aséptico, dejando bastante esquemáticos a unos personajes cuyos dialogos suelen tener un contenido similar al de un cuadro de apoyo, descriptivo y a veces obvio. Me falto en Arrugas aprender algo sobre el Alzeheimer, del horror que representa tanto para familiares como para afectados, de como plantar cara o aprender a sobrellevarlo, y al final me quedé con un final precipitado despues de alguna aventurilla Spielberg y poco mas, nada a ver con la emotiva Pildoras Azules, por poner un ejemplo.
Puesto ya a caldo XD, decir que me aún asi me encanta la idea de que un artista español que no es tan hermético como los gafapastas y las dibujantas menstruales de siempre, ni trata temas tan superficiales como superheroes y similares, es decir, que el tio se lo curra a la hora de buscar ideas, pueda funcionar bien en el mercado español y ¡hasta vender!. Es algo digno de elogio, espero que en trabajos futuros me acabe llegando…

David Fernández
7 octubre, 2010 21:35

Lujazo de entrega, Toni, as usual. Muy interesante la entrevista. Por cierto, acabo de leer El ángel de la retirada, y creo que compartimos sensaciones: lectura agradable, pero demasiado ligera, se queda en resultona. De lo más reciente de Roca (sabes que desde El faro, hasta El juego lúgumbre o Arrugas, pasando por Senderos y muy especialmente Las calles de arena, me encantaron), me parece lo más flojo. Eso sí, espero con muchísimas ganas El invierno del dibujante, que tiene una pinta increíble.
Un abrazo, y hasta pronto! (eso espero, que se va a echar de menos esta sección)

jorgenexo
jorgenexo
8 octubre, 2010 9:27

Paco Roca es DIOS, malditos: es el autor del único tebeo, junto con el «Todo Paracuellos», que he conseguido que se leyera mi madre desde su superada (tras leer toda su obra) adicción a Ivá. Como con el de Giménez, rió, lloró, le encantó. Y yo, lo mismo. Las calles de arena ya no le gustó tanto como a mí, qué le vamos a hacer.
 Y, además, parece un tío de puta madre (o al menos da esa impresión en públco).
En fin, tócate los huevos que haya quien quería haber aprendido algo sobre el Alzheimer lleyendo Arrugas (ojo, que «algo», creo que sí se puede aprender, mucho, diría yo, sobre todo si no te ha tocado nadie cerca con el tema): macho, si quieres saber más sobre el Alzheimer, vete a http://www.fundacionalzheimeresp.org/.