Punk is (really) dead
No sé si todos estaréis de acuerdo, pero se agradecen las series cortitas. Sí, es cierto que si algo es bueno, mejor que dure todo lo posible (hola, Luffy), pero uno no se puede olvidar de que esta noble afición de comprar cómics es, más que nunca, horrorosamente cara. Así que, cuando uno se acerca a la tienda a hacerse con el botín del mes, no puede evitar sentir cierto alivio al empezar una colección pequeña, que no supone una hipoteca de 15 años. Porque hay veces que con unos pocos números hay suficiente para hacer grandes historias.
Un alivio así es el que hemos podido experimentar con Home Sick Pilots, la serie de Image Comics que Moztros ha traído a nuestras tierras este año. La historia desarrollada por Dan Watters (Arkham City: The Order of the World) y Caspar Wijngaard (Doctora Aphra) nos dio una grata sorpresa según aterrizó el pasado mes de marzo, y tan solo cuatro meses después ya hemos podido disfrutar de su conclusión, con un tercer tomo que pone el broche a la fantasmal aventura de Amy y la siniestra casa James. Las sensaciones con sus dos anteriores volúmenes fueron muy positivas, y solo nos quedaba por ver si Watters y Wijngaard lograban entregarnos un cierre a la altura. Y la respuesta corta es que sí, lo han hecho.
El final del capítulo 10 nos dejó con la miel en los labios para cualquier amante de los mechas. Tras el reencuentro de los Home Sick Pilots al completo, el grupo de amigos regresa a la vieja casa James y se prepara para darse de hostias con el Bastardo Nuclear pilotado por la traumatizada y muy enfadada Meg. Un combate colosal y caótico, que siembra el caos allá por donde pasa y que marcará un punto de inflexión en el mundo al hacer testigo a todo el planeta de la existencia no solo de los fantasmas, sino de su potencial destructivo al utilizarse como combustible armamentístico. Un combate para el que el Bastardo Nuclear parece más preparado… pero para el que el viejo James tiene un último as bajo su manga.
Así se plantea el clímax de Home Sick Pilots, una recta final en la que Dan Watters parece tener del todo claro el camino por el que quería llevar la serie desde el primer momento, moviendo sutilmente una vez más el foco de la historia. Porque si el segundo volumen nos ponía a Meg en primer plano, en esta ocasión toca centrarse sobre todo en el verdadero protagonista de la obra: la casa James. La decrépita mansión gobernada por ese escalofriante espectro con cabeza en forma de herradura ha sido, al fin y al cabo, el atractivo principal de la serie, y Watters dedica este último arco para completar la búsqueda de los fantasmas de la casa y así, narrarnos en cierta medida el origen de su maldición.
Es de admirar el magnífico ritmo del volumen, porque toda la nueva información que Watters introduce en la historia para sus últimos números logra entrar con facilidad y claridad, sin sensación de aceleración ni de cierre apresurado. El tomo logra llevar un ritmo endiablado que aglutina no solo las grandes dosis de acción dignas del clímax, sino también las mencionadas explicaciones sobre el origen de la casa y de alguna nueva incorporación, algún detalle terrorífico y, sobre todo, un último número lleno de emotividad.
Ese final funciona además como reflexión final sobre el que parece haber sido el mensaje principal de la obra, más allá de los mechas y los fantasmas. Y es que resulta muy interesante ver que la obra termina hablándonos con bastante buen tino sobre las relaciones abusivas. Lo que comenzó como un aparente encuentro entre una joven perdida y una mansión encantada necesitada termina mostrándose como lo que siempre fue: una entidad tóxica que manipula y consume a todo el que consigue atrapar entre sus redes, aprovechándose de su fragilidad. El personaje de Amy termina siendo consciente de que ha ayudado a un villano, y lo asume sin ambages, porque lo más importante en una relación tóxica no es excusarnos, sino salir de ellas y no volver a dejarnos embaucar.
Vuelve a destacar con fuerza la colección de diseños de Caspar Wijngaard, que certifica con este último tomo un trabajo sobresaliente lleno de personalidad. El artista vuelve a jugar con algunas ideas escalofriantes en el episodio de la búsqueda del último fantasma a la vez que nos regala grandes escenas de acción entre mechas y exoesqueletos que más bien nos hacen sentirnos en medio de un cómic de los Power Rangers. Una personalidad que ha sido desde el principio el sello de calidad de la serie, con un trazo sólido y un silueteado en blanco que nos ha mantenido siempre en esa estética a medio camino entre el young adult y la ciencia-ficción, aupada por su maravilloso coloreado neón electrizante.
En definitiva, Home Sick Pilots concluye con tan buenas sensaciones como comenzó, cerrando su trama en tres tomos que nos han servido para disfrutar como enanos con una historia diferente, que ha sabido mezclar distintos géneros y conceptos gracias a dos autores cuyos nombres no vamos a olvidar a partir de ahora.
• Reseña del tomo 1
• Reseña del tomo 2
Lo mejor
• Watters logra condensar a la perfección acción, terror y emotividad en un último arco excelente.
• Wijngaard vuelve a dejar un trabajo lleno de personalidad.
• Sus tres tomos son perfectos para concluir la historia…
Lo peor
• … ¡pero la echaremos de menos!
Guion - 8.9
Dibujo - 8.7
Interés - 8.5
8.7
Sólida
Home Sick Pilots concluye con un trepidante tercer arco que confirma que estamos ante una de las series más refrescantes de la temporada.