Un día en la vida de un barrio de extrarradio.
«Son más que todo retratos. Me parece que enseña muchas cosas sobre la gente…»
Aunque en Francia
Téhem nació en los suburbios de Paris en 1969, aunque a la edad de cinco años su familia se trasladó a la Isla de Reunión, una isla situada al sur de África, cerca de Madagascar, que es uno de los territorios de Ultramar de Francia, herencia de su pasado colonial. Allí transcurrió su infancia hasta que a los quince años volvió a la capital de Francia para seguir con sus estudios artísticos. Unos estudios que le sirvieron para trabajar como profesor allí, aunque posteriormente volvería a Reunión para ejercer allí como profesor. Además de su trabajo como docente desarrolla una carrera como historietista colaborando con revistas locales como Le Cri du Margouillat, entre 1996 y 2001 publica su serie Tiburce, aunque su popularidad está restringida al ámbito de la isla. Sus primeras obras publicadas por editoriales grandes que le permiten introducirse en el mercado francés son Malika Secouss, una serie de nueve álbumes en la que retrato la vida de los jóvenes en los suburbios, y Lovely Planet. También realizo la serie Zap Collège por la que fue galardonado con el Alph-Art al mejor álbum juvenil de 9 a 12 años en el festival de Angoulême en 2003. En los últimos años ha publicado dos álbumes Chroniques du Léopard y Piments zoizos en los que explora algunos sucesos históricos bastante relevantes acaecidos en la Isla de Reunión durante el siglo XX.
Barrio western es una historia protagonizada por animales antropomorfos que transcurre en un barrio del extrarradio de St. Dennis, la capital de la Isla Reunión durante un día de septiembre de 1976. Nos cuenta la historia de varios personajes que se cruzan en el negocio de Sergio Ha-Fok, un fotógrafo aficionado que retrata a los habitantes de su barrio a la menor ocasión, un local donde se vende un poco de todo y se sirven bebidas. Allí coinciden Teobaldo y Gerardo, dos niños del barrio que acaban de hacer una travesura que se les ha ido de las manos en sus clases de catecismo, Turpin, un jardinero borrachín que tiene que cumplir un encargo de los más peculiar, y Ángelo y Celina, una joven pareja en busca de la forma de irse a Paris para tener un futuro mejor. En los capítulos posteriores veremos que les ha sucedido antes del llegar al local, en una serie de pequeñas historias interconectadas que adquieren sentido según vamos conociendo todas las piezas que componen el rompecabezas perfectamente planificado que ha creado Téhem, hasta que todas las historias convergen en el desenlace de la obra.
La obra sigue un esquema que nos hace ver algunas partes de la historia desde varios puntos de vista y solo podemos ver el cuadro completo cuando acabamos la obra, un recurso bastante manido popularizado en los últimos años por algunas de las primeras películas de Quentin Tarantino, pero que funciona muy bien cuando el argumento y la historia están muy bien hilvanados como sucede en esta ocasión. Aunque la principal diferencia con las películas de Tarantino es que el día que nos cuenta esta obra, pese a lo azaroso que resulta para sus protagonistas, parece del todo cotidiano cómo si fuera un día más en el barrio. Un realismo que impregna toda la obra pesar de estar protagonizada por animales antropomórficos. La elección de qué animal es cada personaje no es para nada casual, ya que, en muchos casos, responde a su personalidad o a las acciones que cada uno lleva a cabo.
Aunque no es una historia biográfica el autor francés toma como referencia sus años de juventud para mostrarnos cómo era la vida en la isla los años setenta. Pese a que estamos ante una historia ligera, trepidante y llena de humor, plagada de persecuciones, robos y peleas que se lee muy fácil, pero si hacemos una lectura entrelíneas podemos ver las dificultades que sufrían los habitantes de la zona en unos tiempos marcados por el crimen, las drogas, las desigualdades sociales y económicas, el desempleo, el racismo, la represión religiosa o la corrupción, un contexto que era, y lo sigue siendo, bastante universal en las zonas de extrarradio de las capitales.
Téhem hace un trabajo fantástico a la hora de dotar tanto de expresividad como de movimiento a los todos los personajes, no solo a los principales, que aparecen en la obra. La decisión de usar animales antropomórficos como personajes sirve para dotar a la historia de un aire de irrealidad que la dota de una distancia que permite tratar la obra con humor, cuando lo que en realidad nos cuenta es bastante dramático. El francés hace un buen uso del blanco, negro y los grises para enseñarnos como era el barrio, que pese al estilo caricaturesco resulta un escenario muy realista.
Nuevo Nueve hace una buena edición con un buen diseño y acabado, aunque en esta ocasión han optado por publicar la obra con la traducción que hizo la editorial argentina Loca rabia en 2018 que da un encanto especial a la forma de hablar de los personajes. Ojalá se animen con su dos últimos álbumes que también transcurren en la isla ya que el cómic es un excelente medio para descubrir la vida cotidiana y la historia de otros lugares.
Barrio Western nos propone una historia trepidante donde las vidas de los protagonistas se entrelazan mientras tienen un día de los más movido, pero se trata de una obra con varias capas de lectura que también nos ofrece una foto fija de cómo era la vida en un barrio del extrarradio en la Isla de Reunión en la década de los años setenta.
Lo mejor
• Lo bien construido que está la historia.
• El retrato del barrio.
• La caracterización de cada personaje.
Lo peor
• El esquema que sigue la obra no es muy original.
Guión - 7.5
Dibujo - 8
Interés - 7.5
7.7
Trepidante.
Un cómic que se aleja de lo que nos suele llevar del mercado francófono para ofrecernos una historia tan divertida como llena de ritmo y que deja espacio para dar una mirada crítica de la época.