Alan Moore, autor de cómics

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Ya hace unos meses que la revista Time dio su lista de los 100 libros más interesantes desde 1923 hasta la actualidad. Y entre ellos había un cómic. Watchmen. De Alan Moore, Dave Gibbons y Daniel Higgins.

¿Por qué Watchmen? ¿Por qué Moore? ¿No hubieran podido mencionar al Sandman de Neil Gaiman, ganadora de un World Fantasy Award por su episodio El Sueño de Una Noche de Verano dibujado por Charles Vess? ¿O a Maus de Art Spiegleman, ganadora de un Pulitzer? ¿Por qué Watchmen? ¿Por qué Moore?

Más allá de lo conseguido de su argumento, de lo cuidado de su dibujo, me gustaría incidir en otra de las virtudes de esta historieta y de Alan Moore como autor de cómics. Watchmen es verdadero arte secuencial.

Watchmen rebusca en la verdad del medio de expresión que la sostiene. No se avergüenza de él. No lo usa como simple yuxtaposición de texto e imágenes, conformándose con la mínima expresión de sus recursos porque, en el fondo, “a mí me molaría más hacer una novela”. No. Moore no juega a eso. No se conforma con eso. Moore pisa firme en donde está y tiene en consideración las posibilidades específicas que el medio de expresión en cuestión le ofrece. Moore hace verdadero arte secuencial. Usa el diseño de página, la secuenciación de las viñetas, las posibilidades narrativas que texto y dibujo contienen juntos y por separado. Y con todo ello comunica. Expresa. Cuenta.

Algo único. Algo que, si lo hubiera querido contar en una novela, habría sido ya por fuerza diferente. Otra cosa. Otro discurso. Otro mensaje. Moore hace cómic. No novela con dibujos. Ni ilustración con cuatro letras.

Pongamos dos ejemplos. Uno de Watchmen y otro de Promethea.

Moore/DC  Moore/DC

En este primero, con dos páginas de simétrica estructura, captamos la omnisciencia temporal propia del Dr. Manhatan. Éste, en su divinidad, es consciente a cada momento de todos y cada uno de los instantes de su vida. Las barreras entre pasado, presente y futuro se diluyen para él. El todo de su vida está presente en cada uno de sus minutos.

No dudo de que habrá quien logré explicar tal cosa con menos palabras que yo pero, por bien que lo haga, no conseguirá superar la claridad con la que lo expresan esas dos páginas de idéntica composición, con un Dr. Manhatan en la misma ubicación y postura, diciendo lo mismo sobre un fondo distinto en cada una de ellas.

Moore/Wildstorm

En este segundo ejemplo, que me fue señalado en una conversación por el admirado Josep Rom, vemos como las dos Prometheas caminan por encima de una cinta de Moebius, un signo del infinito, a la vez que el diálogo reflexiona sobre ello y conecta en su principio y su final para dar lugar también a una conversación interminable.

Dos ejemplos, pues, que nos sirven para ver como Moore, a través de la secuencia, del texto y de la imagen, consigue generar simbolismos idóneos para expresar realidades intangibles. Simbolismos propios y nuevos que encuentran su posibilidad de existencia, de manera diría que necesaria, sólo mediante el lenguaje del cómic.

Por ello Moore, mediante el cómic, consigue logros que a otros medios narrativos le están vedados… y lo que consigue expresar con ellos le merece el reconocimiento de propios y extraños. Dejémonos de complejos y celebremos en todo su valor este lenguaje que nos apasiona . Es lo que hace Moore. O al menos es lo que hizo antes de quedar hechizado por otros tipos de magía.

Pd: Creo que semejante opinión puede encontrarse en Tim Marchman con respecto a Chris Ware según nos referían en Con C de Arte.

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