Shakespeare de nuevo y por siempre
«¡Apáguense estrellas! ¡Que no alumbre vuestra luz mis negros deseos!»
William Shakespeare, el bardo de Avon, el que para muchos es, junto con Cervantes y Homero, el mayor escritor de todos los tiempos. No es fácil enfrentarse a él, sin embargo no hay por qué hacerlo, pues ha sido tantas veces imitado, homenajeado y adaptado, que no parece que se lo vaya a tomar mal por una vez más que se haga. La pregunta, como sucede siempre es ¿Era necesario? Bueno, en esencia nuca lo es, y sin embargo sus obras son tan profundas, vertebran tanto nuestra narrativa actual, que es imposible deshacerse de ellas, y por tanto, contarlas de nuevo es un recordatorio de lo que son; la base de nuestras historias. Hablemos un poco de quien nos ha vuelto a contar una historia, que por mucho que se cuente, nunca se gasta.
Vladimiro Merino nació en Buenos Aires en 1972. Es ilustrador profesional desde 1997. Se desempeña como ilustrador y storyboardista para diferentes productoras, agencias, estudios, editoriales y diversas publicaciones. Sus ilustraciones fueron publicadas en numerosos libros y revistas argentinas. Entre 2006 y 2007 trabajó como storyboardista en la producción de la miniserie animada Cityhunters de Milo Manara para Fox. En 2009 trabaja como animador junto a Lucas Nine y Carlos Nine en el corto animado Bu-Bu, que forma parte del largometraje Anima Buenos Aires. Esta es su primera novela gráfica, aunque ya en 2012 recibe el 1° Premio a la Producción Gráfica de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Macbeth, un pequeño Shakespeare con ritmo
Aquí se nos narra la historia de Macbeth, capitán de los ejércitos del rey de Escocia, Duncan. El guerrero será visitado por tres brujas que le contarán que en un futuro él será el rey, y su compañero Banquo será padre de reyes pero no rey. A partir de ahí comienza una historia trágica en la que Macbeth luchará contra los demonios que él mismo irá originando.
En cuanto a la obra, para quien no sepa ya de qué trata este clásico inmortal, le recomiendo encarecidamente que se acerque, sino a su texto original, a una de sus múltiples adaptaciones como la que traemos hoy. Esta obra no es tanto una revisión de Macbeth sino una adaptación bastante fiel. Dada su extensión, es una adaptación muy resumida, que en muchos casos no le da tiempo a profundizar lo necesario como para plantear los conflictos internos tanto del personaje de Macbeth como de Lady Macbeth en una escala similar a la que se muestra en el texto original. Sin embargo, hace un ejercicio de síntesis admirable, pues logra narrarnos toda la historia y dejar sobre la mesa los conflictos centrales de la obra bien expuestos.
Aquí el autor decide no entrar demasiado en la parte en la que Macbeth se comienza a volver loco, en la que comienza a ver a los fantasmas que le atormentan, nombrándolo solo un par de veces, así como no entra en el conflicto interno de Lady Macbeth, en concreto en el que se repite que debe lavarse unas manos que solo están sucias en su cabeza, y que tantas veces ha sido repetido de una u otra manera en las historias modernas. Prefiere dedicarle espacio a la narración de la historia en sí, en lo que sucede con la descendencia de Banquo y que a fin de cuentas es lo que hace que la trama avance.
Es cierto que si uno ha pasado antes por el original, esta obra se queda a medias, descafeinada, sin el atractivo del conflicto psicológico que es el gran reclamo del texto de Shakespeare. Es más una historia de caballerías con un leve acercamiento a la disputa interna de Macbeth. Es una narración entretenida y que se lee en un suspiro, en gran parte gracias a lo que para mí es la mayor virtud de esta obra: su narrativa visual.
Entramos en el apartado gráfico, y aquí Merino da el golpe en la mesa. El autor nos ofrece un trazo sucio, cortado, como golpeando la página, muy agresivo y nada comedido. No obstante, es un trazo que pese a parecer que está fuera de control, no lo está en ningún momento. Se le entrevé un control total sobre las figuras, que nacen nerviosas y nada estáticas de la página. Es un estilo que acompaña a la historia de forma excelente, ya que esta es la historia de alguien que vive nervioso, que vive atemorizado, que tiene una gran exaltación interna, y eso se traslada a la perfección en las páginas de este volumen.
Hay tres elementos que destacar en el dibujo, los cuales se asocian con el estilo que vertebra toda la obra. El primero serían los rostros, que al compas del trazo nervioso alcanzan una gran cantidad de matices, y por los que muchas veces se comprenden conflictos que aún están por presentarse. El segundo sería el movimiento dentro de las viñetas. Merino demuestra saber qué instante exacto de todo el movimiento ilustrar en cada momento, a veces el antes del golpe, otras el durante y en los momentos claves, el después. En tercer lugar encontramos el color. El autor hace uso de colores que tienen que ver más con la fantasía que con la realidad, pero funcionan muy bien como catalizadores externos de los conflictos. El color nos narra lo que el texto no logra por falta de espacio, y eso es a fin de cuentas hacer uso narrativo del elemento visual. Todo ello en su conjunto logra suplir el que no se haga mucho énfasis en la carga psicológica de la historia, que se deja vislumbrar en el dibujo.
Decir que al final de la obra, editada de forma muy competente por Tengu Ediciones, se nos introduce una página en la que se nos narra, solo con texto, la continuación de la historia, la que tienen que ver más con la realidad que con la obra de Shakespeare, del que también se nos habla, explicándonos brevemente la inspiración y su primera representación ante el rey James I.
En conclusión, esta es una obra que adapta de forma fiel pero resumida el texto de Shakespeare, en la que se pretende más un relato entretenido de caballerías que una sesuda reflexión sobre el destino, la culpa, la ambición y la lealtad, cuyo principal atractivo es su apartado visual.
Lo mejor
• El trabajo visual de Merino.
• Se termina en un suspiro, y su lectura se hace bastante entretenida
Lo peor
• Que sea tan resumida respecto a la original.
Guión - 7
Dibujo - 8
Interés - 7
7.3
Fluido
A fin de cuentas Macbeth de Merino es una obra para entretenerse, para acercarse a Shakespeare de forma cómoda, sin tener que entrar en sus textos. No logra su profundidad, y ni se le acerca, es cierto, pero si alguien estaba buscando al Macbeth original, que no se equivoque; solo hay un Shakespeare.