Un héroe que solo quería ser un bárbaro
Lo hemos mencionado en varias ocasiones recientemente: Vault Comics está ganándose un hueco interesante en el panorama USA. No es que la editorial de los hermanos Wassel pueda ponerse al nivel de pesos pesados del mercado independiente como Image, Dark Horse o BOOM!, pero desde luego que está sabiendo jugar sus cartas y llamar nuestra atención. Poco a poco les hemos visto atraer a talentos como Cullen Bunn, Mark Russell o Christopher Cantwell, pero curiosamente, su mayor éxito de ventas hasta la fecha no ha tenido que ver con ninguna de esas figuras, sino con una serie llamada Barbaric.
Estrenada hace justo un año, Barbaric fue creada de la mano de Michael Moreci y Nathan Gooden, una pareja creativa con pocos trabajos de gran relevancia, pero un buen puñado de ellos a las espaldas. Moreci ha dedicado muchos guiones tanto a historias mainstream (Nightwing, Star Wars Adventures, The Flash) como al indie, siendo algunos de ellos en la propia Vault (The Plot, Wasted Space). Algo que comparte con Gooden, cuya carrera como artista ha circulado por la misma editorial (algo lógico, teniendo en cuenta que ocupa un puesto directivo en ella), habiendo dejado su firma en títulos como Vampire: The Masquerade, Powerless o la reciente The Rush). Completan el equipo Addison Duke en el color y Jim Campbell en la rotulación para meternos en un mundo de fantasía épica con una buena pizquita de socarronería.
Barbaric nos cuenta la historia de Owen el Bárbaro, un guerrero legendario y despiadado cuyos días de aventura y desparrame salvaje se ven interrumpidos por la aparición de tres poderosas brujas que lo dejan marcado por una maldición. Una que lo obliga a ayudar a todo aquel que se lo solicite y a matar únicamente a aquellos cuyos actos de maldad los hagan merecedores de tal castigo. Desde entonces, Owen cumple a regañadientes con una vida de héroe, acompañado por un hacha parlante sedienta de sangre de indeseables y con una pizca de mala leche.
Así arranca la historia de Owen, con un primer volumen titulado Pecados Mortales que nos ha traído a España Hidra, editorial que hace un par de años nos puso la miel en los labios con la publicación de algunos de los primeros títulos de Vault (incluyendo esa maravilla que fue Costas Salvajes), pero cuyo ritmo errático terminó por hacernos pensar que había perdido el interés. Sin embargo, parece que su catálogo USA aún da señales de vida, y con este volumen esperamos que recuperen cierto nivel de actividad. Especialmente, claro, porque no nos gustaría que nos dejaran tirados con esta colección a medias, porque lo que Moreci y Gooden pretenden hacer con Barbaric es, según sus palabras, «una colección de aventuras cortas interconectadas, al estilo de Hellboy«. La pregunta es: ¿puede aspirar a tanto con lo que aquí nos presenta?
La respuesta es un quizás, al menos por parte del que escribe. Con este primer volumen, los autores nos adentran en su universo presentándonos a su protagonista y enredándolo en una aventura autoconclusiva que sirve como excusa para ponernos en contexto sus motivaciones, su pasado y sus secretos, además de introducir a una compañera de correrías. Y la calidad de ejecución en cada aspecto varía bastante. En lo que respecta a introducir al personaje principal, Moreci y Gooden logran generar mucho interés por ese Owen salvaje, malhablado y sangriento, obligado a comportarse como un héroe en contra de su voluntad. Los códigos más clásicos del género se entremezclan con una socarronería y un lenguaje afilado más cotidiano de lo esperado en una historia de este tipo, para dejarnos una primera grapa fresca y prometedora que convence muchísimo. La sidekick funciona, pero sobre todo, la dinámica de dúo cómico entre Owen y su hacha viviente es uno de los puntos más disfrutable de la obra.
Sin embargo, es en el desarrollo de esa primera aventura donde el guion de Moreci hace aguas. Frente a ese primer capítulo que despierta el interés, los dos siguientes se limitan a recorrer una aventura genérica, con un villano que hace el papel de pelele sin personalidad que solo sirve para recibir espadazos y una resolución acelerada y poco impactante. El resultado final es agridulce: un concepto y un protagonista gamberros y atractivos, pero un desarrollo parco en originalidad y complejidad. En una serie regular quizás sería motivo suficiente para no continuarla, pero sabiendo que el objetivo de la cabecera es narrar pequeñas historias cortas, al menos a mí personalmente se me quedan las ganas suficientes como para darle otra oportunidad para ver si su guionista es capaz de sacarle más jugo al personaje.
En el apartado artístico sí que podemos decir que el trabajo realizado por Nathan Gooden goza de mucha calidad. El dibujante y director artístico de Vault realiza un trabajo potente con un trazo algo desmadejado pero poderoso, con un estilo que podría recordar (manteniendo las distancias) al de Sean Murphy. Sin buscar un gran detallismo, Gooden maneja las escenas con pulso firme y se lo pasa en grande regodeándose en el salvajismo de las escenas de acción, donde las splash-pages toman el control para transmitir al máximo el frenesí de la batalla por encima de los planos concretos. Gran acierto también el de Addison Duke en el color, que se aleja de la precisión tonal y opta por jugar con los colores según la escena, realzando el ambiente de fantasía épica de la obra. La única pega que le sacaría es que la decisión de colorear el hacha con un estilo diferente, con una especia de pixelado digital, no me parece que termine de funcionar, pero es un detalle menor dentro de un trabajo excelente.
Con respecto a la edición, cabe destacar que si bien Hidra nos tiene un poco decepcionados con su cadencia de publicaciones independientes (¿qué fue de Podía volar?), no se le puede poner muchos peros a su trabajo de edición. La editorial nos trae un tomo en cartoné robusto, de lomo curvo y gramaje altísimo, con una buena cantidad de material extra y un acabado óptimo. Además, he disfrutado mucho de la traducción de Raúl Sastre, que se arriesga a buscar expresiones informales y naturales que creo que funcionan muy bien en su contraste con el universo de fantasía de la obra.
Barbaric: Pecados Mortales se presenta como un arranque que da una de cal y una de arena. Su tono socarrón, su mastuerzo protagonista y su magnífico dibujo ponen los pros, mientras que la insípida primera aventura narrada pone los contras. Sin embargo, teniendo en cuenta el objetivo de construir un universo a base de pequeñas historias, cabe otorgarle un voto de confianza a los autores y esperar a ver cómo se desarrolla su proyecto más allá de este episodio piloto descafeinado. El potencial de base está ahí, ahora solo tienen que explotarlo.
Lo mejor
• El primer número de presentación.
• El arte de Nathan Gooden y Addison Duke.
• El personaje protagonista y su toque de humor.
Lo peor
• La escasez de interés en la primera aventura del personaje.
Guion - 6.9
Dibujo - 8.3
Interés - 7.2
7.5
Con posibilidades
La nueva serie de Vault nos deja con una primera aventura algo descafeinada, pero una presentación bastante potente de un personaje al que confiamos en que le den mejores historias en los siguientes números.