El año que vivimos peligrosamente
«¿Sabes cómo llama mi gente a este último año? El largo Halloween».
Si hay una obra que se asocie de inmediato al dúo Sale-Loeb esa es El Largo Halloween. Un tebeo histórico, con un puesto de honor en toda lista de mejores acercamientos al personaje de Batman, con una atmosfera construida a través de referencias cinematográficas. La fuerza como narrador de Sale se ve sustentada en tradiciones comúnmente asociadas al cine estadounidense. Y que tendría una continuación el año pasado.
Más concretamente, a El Padrino (1972), de la que toman, sin ningún pudor, tanto aspectos formales como directamente diálogos y diseños de personajes. No solo de la magna obra de Francis Ford Coppola beben, sino que también se van a centrar en el cine negro de los cuarenta, principalmente.
Los personajes masculinos de Tim Sale casan con los de obras como Laura (1944), Perdición (1944), El Halcón Maltés (1941) o, por supuesto, El sueño eterno (1946), de Howard Hawks, adaptando el trabajo de Raymond Chandler. El propio título lleva una referencia implícita a este último novelista y otra obra suya, El largo adiós.
Como en el imaginario de Chandler, los personajes sueñan, malviven, fuman y matan en un entorno tóxico, de vida en blanco y negro, de la que nadie puede escapar.
En cuanto a las mujeres de Sale, estas tienen un papel más parco. Al igual que en el negro, se ven asociados con ciertos cánones algo desfasados, con cierta propensión por situarlas en un elemento concreto. En un mundo eminentemente masculino, se alzan a través de la ruptura de códigos hasta la corrupción moral.
Para esta ocasión, Batman persigue durante un año a un villano conocido como Festivo, debido a su gusto por perpetrar sus asesinatos en fechas señaladas. Sin pistas sobre su identidad, habrá de cruzarse con buena parte de sus villanos, mientras bajo la sombra se extienden y desarrollan los tejemanejes del imperio criminal Falcone.
Tim Sale reinventa el diseño de los personajes, con influencias que van desde el cartoon puro al predominante cine negro. Entre la vasta galería de personajes que desfilan por el tebeo, puede destacarse la apariencia del Joker.
Cercana a una caricatura, con una apariencia a todas luces risible en principio, así como poco aterradora, a base de repetir la misma sonrisa infinita, termina por ser amenazante. Los mil dientes del payaso se han convertido en una imagen icónica, mil veces repetida, capaz de conseguir emociones de muy distinto bagaje en el lector.
A pesar de que el tono elegido sea mayoritariamente oscuro, recluido, también se opta por otras escenas en las que podemos apreciar el trabajo del colorista, Gregory Wright. Fundamentalmente para el avión del Príncipe Payaso en un momento dado del tebeo, un número distinto al global, y que permite explotar otras ideas, como el aspecto cómico y desenfadado del héroe de Gotham, con el que Sale y Loeb estaban muy familiarizados, acercando esta visión al drama, con acierto.
La historia presenta muchas de las características como escritor del segundo. Su gusto por argumentos con participación coral, no reducidos a Batman y antagonista individual de turno, sino al mayor número posible de secundarios. A diferencia de lo que ocurre en Silencio, en la que cae en falta de coherencia interna a la hora de introducir villanos, en esta ocasión sí se consigue de un modo más armónico, hasta interesante, sirviendo cada uno para una festividad concreta y confundiéndose con la amenaza principal.
El verdadero talento de Loeb está en el modo en el conjuga sus aportaciones narrativas a través de los monólogos internos y diálogos con la fuerza rompedora de las imágenes de Sale, auténtico constructor de la acción y personalidad de los personajes.
Ambos estilos, de uno como escritor y del otro como dibujante, se complementan a la perfección, algo apreciable en una lectura comparada con cualquier otra obra de Loeb. Nadie entiende a este como Sale y tampoco nadie le entendía como artista como el primero.
Al final lo de menos es el desenlace y la respuesta a la identidad del enemigo a la sombra. Sobre esto, no puede dejarse por mencionar que la resolución cae en cierta trampa y es menos satisfactoria, pero para entonces esto, que debería ser a todas luces lo importante, ha sido absorbido por la atmosfera única y magistral de Sale.
La lectura de El Largo Halloween es una experiencia fascinante. Un cómic inspirador, con una influencia mayúscula y rastreable en la siguiente generación de autores, y que nos entrega un nuevo ambiente para Batman. El mismo de siempre adecentado por otros elementos de la cultura popular, que son manejados con firmeza por el equipo creativo.
Tim Sale nos dejó un trabajo que permite que su nombre jamás sea borrado de la historia de este medio que tanto amamos. Esta afición que nos hace regresar mes a mes a la tienda para encontrar lecturas que nos hagan sentir lo que otras como esta nos hacen con cada relectura.
Lo mejor
• El dibujo de Tim Sale, capaz de generar imágenes imperecederas en la memoria de todos.
• El resultado magistral que tiene conjugar el estilo del cine negro y El Padrino
Lo peor
• El final es tramposo. Pero queda opacado por la fuerza y personalidad del diseño y dibujo.
Sobresaliente
Guion y Dibujo - 9.5
Interés - 9.5
9.5
Una de las grandes cumbres de la historia del personaje.
Me da mucha pena esta pérdida.
Cuando DC volvió a editarse en España en 2001, la portada del Long Halloween #1 en la estantería de la tienda de cómics me atrajo como un si fuera una luz en la oscuridad.
Y con Spiderman Blue me di cuenta de que estaba enamorado de un personaje ficticio.
Grande Tim.
Y la página del Superman: Las Cuatro Estaciones, el monólogo interior de Pa Kent cuando va a abrazar a Clark cuando sabe que se va a ir de Smallville.
Jo.