CUERVOS # 1: EL CONTRATO
CUERVOS # 2: SICARIOS DE LA SANTA COCA
Guión: Richard Marazano
Dibujo: Michel Durand
Color: Richard Marazano
Glenat – COLECCION VINETAS NEGRAS
Tapa dura 48 páginas a colorPrecio: 12.00 €
«Medellín, Colombia. Cola es lo que inhalan los niños y coca es lo que venden los cárteles. La violencia es el dinero con el que se paga una vida mejor, a la que aspira Juan, un chaval de la calle, aunque ello suponga convertirse en el cuervo que arrancará los ojos a los que intentan protegerlo.»
A pesar de estar encuadrada dentro de la Colección Viñetas Negras, Cuervos es una historia que claramente trasciende las fronteras de los géneros para erigirse en obra única y personal por forma y contenido.
En lo que respecta a su premisa argumental rápidamente percibimos que Medellín es un escenario demasiado alejado de la realidad social occidental, demasiado especial, como para no aglutinar un peso en la trama que desborda lo que sería habitual en una simple historia de género. Medellín no es de nuestro mundo ni en ella imperan nuestras normas. Conocer a los personajes del relato implica también adentrarse en esa ciudad que nos es extraña. Si queremos llegar a entenderlos mínimamente, debemos también entender el entorno en el que se mueven. Y a medida que vamos pasando las páginas, esa interrelación entre los personajes y su circunstancia se nos revela trágica en su predeterminación. En esta obra coral cada uno desempeña, a veces a su pesar, sólo aquel papel que la ciudad le permite interpretar… hasta sus últimas consecuencias.
Seguramente sea ese el motivo de la empatía que el lector llega a establecer con su principal protagonista, Juan, a pesar de todas las atrocidades que le vemos cometer. Juan, ese niño de la calle. Esnifador de cola. Por el que unos y otros apuestan, buenos y malos, pero no todos en grado suficiente. Juan el despechado, Juan el traicionado, Juan que se convierte en niño asesino. Juan que crece, Juan que mata, Juan que dibuja, Juan que se enamora, Juan que vuelve a perderse cuando le parecía encontrarse, otra vez Juan que mata, ahora sin freno. Y a su alrededor todos los demás personajes, instrumentos al servicio de ese ente urbano, Medellín, que manipula el destino del niño adolescente y asesino que siempre aparta la mirada de quien le mira. Que sólo sabe contemplar, verdaderamente y a través de su lápiz, a los muertos. Medellín, donde el ansía de poder se hizo ley que aplasta cualquier otro anhelo.
Como decíamos Cuervos es, en cuanto a desarrollo argumental, compleja, impactante y rica. Atrapa y no suelta. Cautiva y golpea. Pero también en lo que respecta a desarrollo gráfico es ésta una obra especial. No sólo por el dinamismo, la fuerza y esa sencillez detallada de la que hacen gala los dibujos de Michel Durand recordando, en cierta medida, a los del mejor Trevor Von Eeden o un algo a los del argentino Oswal. Sino también por su composición de página y los planos de sus viñetas. Esas viñetas que se agolpan en cada página creando sensación de abarrotamiento y claustrofobia. Los frecuentes picados, siempre llevando al vértigo. Aquellos planos detalle donde tantas cosas quedan fuera de campo, miradas, rostros, gestos. Planos con el eje desplazado en los que cuesta hacerse una sensación de conjunto. Todo eso en ningún momento parece deberse a la ineptitud de Durand ni crea la impresión de confusión en el lector, al contrario, se adivina claramente buscado por el dibujante para expresar lo que la trama precisa y, también, cómo es vivir en Medellín, asfixia, engaño, peligro y desvarío.
Poco me cabe añadir, salvo insistir en el hecho de que este cómic, del cual Glenat acaba de publicar la tercera entrega de un total de cuatro, es una perla escogida que a nadie conviene dejar escapar.