Los Vengadores han sido y son una parte muy importante de la historia de muchos de los aquí presentes, tanto lectores como redactores. En algún momento, casi la gran mayoría de los que nos estáis leyendo habéis seguido con fervor etapas de Los Héroes más Poderosos.
Un grupo formado por héroes, dioses, androides, antiguos villanos, soldados, espías, monstruos, mutantes y un largo etcétera, han salvado innumerables veces el Universo Marvel. Muchos de los que estáis aquí reunidos tendréis en vuestro recuerdo etapas muy diversas que llegaron a vuestros corazones y que consideráis ser, la o las mejores de Los Vengadores.
Se trata de una cuestión de gustos, de sensaciones, de predilección y afinidad. No hay una máxima que nos dicte que una etapa concreta es la mejor sin duda alguna. ¿Por qué digo esto? Sencillamente por que lo que sentimos cada lector es tan diferente, tan genuino, que incluso podemos dar por bueno que el paso de Rob Liefeld sea la etapa favorita de alguien.
Sin embargo, lo que permanece inalterable, lo que, si es una verdad absoluta, es que todos los que aquí estamos presentes al grito de “¡Vengadores reuníos!” sentimos esa pasión por un grupo de héroes que se unió, circunstancialmente, hace sesenta años y que hasta la fecha siguen siendo los más poderosos para sus seguidores.
Lamentablemente, sesenta años dan para mucho, y desde luego muchos de nosotros hemos sufrido lo indecible con etapas que es mejor olvidar, aunque sea respetable que otras personas hablen maravillas de lo que otros aborrecemos. Sin embargo, ese sentimiento de afinidad nunca desaparece del todo cuando por ejemplo se anuncian nuevas etapas, buscando lo que en un determinado momento echamos en falta con algún guionista.
¿Qué decir a estas alturas de Los Vengadores que no sepamos ya?
Posiblemente cuando leáis el articulo penséis que falta alguna etapa memorable o, que para vosotros, fue muy importante. Lo sabemos, y somos conscientes de que seguramente faltan menciones como la etapa de Geoff Johns, Mark Waid, Jason Aaron, John Byrne, Al Ewing, Rick Remender entre otros.
Sin embargo, todos los que aquí estamos, sabemos perfectamente lo que es ser un Vengador, y ese aspecto es el que nos une. Por eso y solo por eso, es la hora de aunar ese grito que llega hasta los más profundo de nosotros.
INDICE
• Los Vengadores de Roy Thomas por Pablo Sánchez-López
• Los Vengadores Costa Oeste de Steve Englehart por Luis Javier Capote Pérez
• Los Poderosos Vengadores de Roger Stern por Juanjo Carrascón
• Los Vengadores de Bob Harras y Steve Epting por Miguel Ángel Crespo
• Los Vengadores de Kurt Busiek y George Pérez por Raúl López
• Los Vengadores de Brian Michael Bendis por Nacho Teso
• Los Vengadores de Jonathan Hickman por Raúl Gutiérrez
Los Vengadores de Roy Thomas por Pablo Sánchez-López
Esto de reflexionar sobre las grandes etapas de grupos, colecciones o personajes está, forzosamente, condicionado por la edad; con los cómics que leíste en tu infancia y adolescencia. En mi caso, los Vengadores de Roger Stern y John Buscema primero, y los de Bob Harras y Steve Epting después. Pero hete aquí que un día del lejano 1999 debuta la Línea Excelsior y por primera vez pude hincarle el diente a tantos y tantos cómics de los Héroes más Poderosos de la Tierra, descubrir historias tantas veces referenciadas, contemplar por primera vez batallas y traiciones.
Gracias a las Bibliotecas Marvel pude leer la que, defiendo aquí, es la etapa definitiva de los Vengadores, la piedra fundacional de lo que vendría a continuación durante décadas, el listón sobre el que el resto de autores deberían medirse: los Vengadores de Roy Thomas (y John Buscema). La etapa de Thomas en el título, la más larga en la historia hasta la llegada de Brian Michael Bendis, abarcó los números 34-104 entre 1966 y 1972. Nada mal para el aficionado que empezó imitando el estilo de Stan Lee y escribiendo historias de Millie la Modelo…
La etapa de Thomas tiene el ADN del grupo, es decir, el cambio. Como decía en el párrafo anterior, el guionista comienza haciendo una competente (pero nada imaginativa) imitación de Stan “The Man» Lee y, por su propia evolución como escritor pero en muchos casos por las imposiciones editoriales (el Thomas de 1966 no es el Thomas que se convertiría en Editor en Jefe de Marvel a comienzos de los 70), las cosas van a dar un giro rápidamente. Lo primero es cambiar cromos en el tablero de dibujo. En el #41 el muy limitado Don Heck deja paso a la leyenda John Buscema, en la primera de sus dos recordadas etapas en la serie.
Thomas va poco a poco librándose de la sombra de Lee y los guiones ganan en dinamismo y crítica social. Lo que empieza siendo una etapa en la que la trinidad vengadora -Iron Man, Capitán América y Thor- está ausente por mandato editorial y nos encontramos números en las que el equipo estará conformado únicamente por Ojo de Halcón, Hank Pym y la Avispa; terminará convirtiéndose en el núcleo espiritual de Marvel Comics.
La importancia de Thomas en la idea moderna de lo que son los Vengadores es impagable. Él es quien mete a Pantera Negra en el grupo (#52); quien crea a la némesis del grupo -con permiso de Kang el Conquistador-, Ultron (#54); quien, forzado de nuevo por Lee, se saca de la manga una nueva Visión, personaje llamado a simbolizar lo que representan los Vengadores (#57); quien hace evolucionar a Hank Pym en Chaqueta Amarilla (#59) y a Clint Barton en Goliat (#63); quien presenta al Escuadrón Siniestro primero (#70) y al Escuadrón Supremo después (#85); quien se atreve a juntar a la Visión y la Bruja Escarlata… y muchas muchas más cosas. Por cierto, entre medias y aprovechando que es guionista de ambas cabeceras, tendrá tiempo para desarrollar el primer cross-over entre dos colecciones Marvel en La Patrulla X #45 y Vengadores #53. Roy Thomas y los Vengadores, una relación que da para su propio post.
Pero, ay amigos, Thomas no solo se conformó con esto sino que nos regaló la primera gran saga, la mejor saga, el momento definitorio, la historia oral que se escuchaba en librerías especializadas antes de las reediciones, el momento que los más veteranos se enorgullecían de haber leído. Estoy hablando, claro, de la Guerra Kree-Skrull. Sin pretender hacer de menos a grandísimas historias como la Saga de Korvak o el Asalto a la mansión, la Guerra Kree-Skrull es cuando ya nadie podía ignorar lo obvio: que los Vengadores eran el corazón de Marvel, el sol sobre el que el resto de personajes de este maravilloso universo de ficción orbitaban. No les hacía falta ser los más vendidos ni los más aclamados por la crítica. Los Vengadores eran el concepto, la idea, la serie que justificaba todo el aparato creativo erigido por Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko.
La Guerra Kree-Skrull lo tiene todo. Tiene épica, el sabor pulp de un buen cómic de aventuras, el tono de una space-opera arrebatadora, un ritmo excelente y unos dibujos que, en el caso de Neal Adams, han pasado por derecho propio a la iconografía del medio. Hay además un intenso comentario político en el que Thomas ataca a la Comisión de Actividades Anti-americanas del infausto congresista Joseph McCarthy, además de criticar simbólicamente la guerra de Vietnam. Los Vengadores ya no eran una colección menor. Iron Man, Thor y el Capitán América volvían a ser parte del rooster, añadiéndose al plantel de personajes y tramas creados por Thomas.
Como nota personal, considero que la Guerra Kree-Skrull, con todas la diferencias y la separación temporal y el contexto y más cosas, sería un análogo y precursor, nada menos que de Crisis de Identidad, la famosa miniserie de Brad Meltzer y Rags Morales que conmocionó al Universo DC. Me explico. En ambos casos, tenemos cómics que juegan con la continuidad para darle un giro “oscuro”, más pesimista en el caso de los Vengadores. La tierra ya no es el “centro” del Universo sino un peón en el inmenso tablero cósmico, los Vengadores son representados como sospechosos ante la opinión pública, el grupo sufre una crisis de confianza. En el guión de Thomas hay relecturas más que retconeos especialmente en la figura de Rick Jones, hay anticipaciones a tiempos más tenebrosos por venir con ese Hank abofeteando a Janet. Hay reflexiones sobre la moralidad y un acertado comentario metatextual en el que la imaginación de un lector de cómics es quien le salva la papeleta a los héroes (una idea que aplaudiría cierto barbudo de Northampton, creo yo).
Todo lo que vino después de la Guerra Kree-Skrull, incluso la celebración del #100, se siente un anticlímax. Thomas, agotado y ya como Editor en Jefe, abandonaría la serie poco después. Volvería en los años 80, acompañado por su mujer y en esta ocasión en Los Vengadores Costa Oeste. Son los Vengadores de Thomas, pero también de John Buscema, de Gene Colan, de Sal Buscema, de Neal Adams, de Barry Windsor-Smith. Historia del medio.
Los Vengadores Costa Oeste de Steve Englehart por Luis Javier Capote Pérez
A la hora de escoger una etapa específica dentro de la larga historia de la franquicia vengadora, me resulta muy difícil decantarme por alguna, dentro de las que me gustaron. Con independencia de su calidad, impacto o influencia, hay un encanto especial y una querencia particular por aquellas historias con las que uno se inició en la lectura de las aventuras de los héroes más poderosos de la Tierra marveliana. Así pues, a la hora de elegir, decidí echar mano de la división californiana y hablar sobre los primeros tres años de Los Vengadores Costa Oeste o, como decidió llamarles Forum, Los Nuevos Vengadores.
La división pacífica de los Vengadores fue creación de Roger Stern, en el marco de una etapa memorable en la serie principal. Junto a Bob Hall y Brett Breeding, el guionista elaboró una serie limitada que sentaba las bases de una cabecera de continuidad indefinida. Sin embargo, a la hora de abordar la continuación del concepto no se mantuvo a don Roger al frente de la nave -lo que, visto con perspectiva, resultó ser un error- sino que se traspasaron los bártulos a un equipo totalmente distinto, compuesto por Steve Englehart, Allen Milgrom y Joe Sinnott. El primero había firmado una etapa memorable en la serie principal; el segundo había sido el dibujante oficial en la misma y el tercero era el poderoso entintador que todo el mundo conocía.
Si tenemos en cuenta las expectativas del momento, hay que decir que la situación era un tanto singular: Steve Englehart había desarrollado un trabajo sumamente interesante con el caballero nocturno de la distinguida competencia y, en el momento de afrontar este nuevo desafío, se encontraba compaginando encargos entre Marvel y DC. Su nombre era, todavía, el de un guionista notable. Por su parte, Al Milgrom pasaba por ser uno de los dibujantes más denostados de la industria. Como escritor era aceptable; como editor, notable; como entintador, sobresaliente… mas a los lápices dejaba mucho que desear. Así pues, su marcha de la serie principal la parroquia lectora de la misma respiró, aunque luego comprobaran que no iba a ser tan fácil que abandonara la franquicia vengativa. Afortunadamente, la presencia del veterano Sinnott serviría para resolver una parte de los problemas gráficos que presentaban los dibujos de maese Allen. La posterior sustitución de don Joe por Mike Machlan afectaría negativamente, desde mi punto de vista, al resultado gráfico final y los momentos en los que el propio Milgrom pasaba el pincel por sus lápices tampoco ayudaban.
La serie arrancó fuerte, con un cruce con la maxi-serie protagonizada por la Visión y la Bruja Escarlata, también escrita por Englehart -y dibujada por un Richard Howell que pronto competiría con Milgrom a la hora de acumular críticas negativas por parte de la feligresía vengadora-. El guionista manejaba, en ese momento, a unos cuantos de los miembros más relevantes del equipo, junto a otros cuyo paso por éste no había sido particularmente memorable. Para los primeros, Englehart tiró de su conocimiento de la franquicia en tanto que, para los segundos, procuró darles cierto desarrollo. Como quiera que el grupo solamente tenía cinco integrantes, el primer hilo argumental a medio plazo fue la búsqueda de un sexto miembro -siguiendo la limitación (por ese entonces derogada) de que seis era el número máximo de miembros en activo para la alineación. Varios serán los candidatos y el hecho de pasearse por la colección les convertirá en vengadores más o menos informales. Será el caso de la Cosa o de Ave de Fuego. Sin embargo, la primera incorporación duradera sería la de un antiguo miembro, Henry Pym. El personaje había colgado los leotardos, en la conclusión de la primera aventura firmada por Roger Stern en la serie principal y aquí viene como un civil que quiere hacer algo útil. Un Ojo de Halcón obsesionado por dar la talla como líder y por completar el grupo, hará lo posible por convencer a su antiguo camarada de que vuelva al servicio activo, pero pronto cederá a la propuesta de convertirse en parte del equipo de apoyo a los Vengadores Costa Oeste. Aquí tenemos una de las piezas que compondrán el rompecabezas que, durante tres años y medio, Englehart y Milgrom armarán y que, al fin y a la postre, conformarán el santo y seña de una colección que, gracias a estos autores, logró hacerse con una imagen propia y autónomo respecto de la serie de la que es esqueje. Esto puede considerarse la parte de arena de esta etapa. Ahora vamos con la de cal y se podrá comprobar que la argamasa resultante está bastante descompensada.
La etapa Englehart-Milgrom, que abarca el primer tercio de la historia de la colección, demuestra que los autores tienen un buen control del pasado marveliano y que, además, quieren hacer uso del él. La presencia de Hank Pym abre la puerta a la visita de Ultrón -en sus encarnaciones undécima y duodécima-; la activa membresía del Hombre Maravilla justifica el encuentro con el Segador. La incorporación de Tigra incluye un elemento de corte mágico que sirve de puente para hacer una visita al Pueblo Gato. El hecho de que Pájaro Burlón, esposa de Clint, haya decidido compartir con él la empresa de montar la división californiana, da pie a SHIELD y Nick Furia pasen a saludar. Los ejemplos son muchos, pero todo ello aparecerá convenientemente sazonado por una gran cantidad de líos sentimentales y problemas personales, que darán a la serie un componente culebronesco que quedará para el recuerdo: relaciones paternofiliales, relaciones de pareja, relaciones no consentidas… y, curiosamente, se volvería sobre todas y cada una de ellas posteriormente. Para bien o para mal, los autores hicieron unas aportaciones a los personajes con los que trabajaron que han resultado ser duraderas.
Otro de los aspectos por los que se recuerda esta etapa de la serie son los momentos hilarantes que, de forma intencionada o no, fueron apareciendo a lo largo de la misma. El ridículo traje de Daimon Hellstrom, el juego de máscaras de Escorpio o el paseo de un Ojo de Halcón rodeado por un zodiaco robótico son tres ejemplos que dieron a la colección un toque divertido, pese a que no fuera especialmente buscado. En honor a la verdad, algunas de las aventuras tienen un tono entre oscuro y siniestro, el cual se pierde al no estar reflejado en el apartado gráfico.
Otro de los detalles que llama la atención de esta etapa es el hecho de que Englehart jugara con la incorporación de héroes úrbanos a la alineación. Así, estuvo a punto de convertirse en el guionista regular de la colección de Daredevil tras la marcha de Frank Miller. Entre sus planes estaban las propuestas de reunir a Matt con la Viuda Negra, enviarle a San Francisco y unirle a los Vengadores Costa Oeste. Nada de esto se concretó y el cuernecitos -que ya había estado a punto de ser de la banda en el pasado- tendría que esperar a Brian Michael Bendis para poder conseguir el carnet de miembro. En cambio, sí consiguió hacerse con el Caballero Luna, dando una justificación retrocontinuista a los cambios que el avatar de Khonshu había tenido en el breve segundo volumen de su colección y, de paso, eliminando buena parte de los caracteres que hacían interesante al personaje.
Vista con la perspectiva del tiempo, hay que decir que la serie, pese a sus múltiples defectos, es percibida con cariño por buena parte de la afición vengadora. Es esa antología del despropósito que tiene algo de placer culpable porque evoca unas historias un tanto disparatadas. Hay, también, un esfuerzo por presentar a unos personajes que sean reconocibles y por aprovechar el bagaje precedente (cosa que no se puede decir de etapas más recientes, donde la cantidad de cabeceras de la franquicia no se vio acompañada por un aumento de la calidad). Sin embargo, en lo que a sus autores se refiere hay que decir que su labor conjunta en este título no contribuyó precisamente a mejorar su prestigio. En el caso de Milgrom, vino a reafirmar la opinión que de su trabajo tenían sus críticos, que no eran pocos. Por lo que respecta a Englehart, que pasaba por una época particularmente prolífica tanto en Marvel como DC, no sería desacertado decir que perdió buena parte del prestigio que había cosechado en otro tiempo. Poco a poco iría perdiendo las series que escribía y quedaría relegado a proyectos puntuales -como Celestial Quest- o a aventuras de corto recorrido -como la de Malibú Comics-.
Por lo que respecta a su publicación en España, hay que decir la serie recibió notables palos, quizá no tanto por sus propios méritos como por el hecho de tener como complemento a unos Nuevos Defensores que fueron tanto o más denostados que los Nuevos Vengadores. Sin embargo, sus ventas lograron superar a las de la serie de la que traía causa, en un tiempo en el que la calidad, tanto gráfica como literaria, era superior en esta última. Cosas de la vida.
Los Poderosos Vengadores de Roger Stern por Juanjo Carrascón
Curiosamente, la larga etapa de los Vengadores de Roger Stern no comenzó en las páginas de Los Héroes más Poderosos de la Tierra. Tenemos que acudir a las páginas de The Amazing Spider-Man Annual vol.1 #16 para poder atisbar lo que sería el germen de su aclamada etapa. En este anual, Roger Stern nos presentó a Monica Rambeau, un personaje que se convertiría por méritos propios en pilar de su etapa asumiendo ni más ni menos que el papel de Capitán Marvel.
De manera oficiosa Roger Stern comienza su larga etapa vengadora en Avengers vol.1 #227, para los de más edad, Los Vengadores vol.1 nº 38 (Forum), allá por el año 1983. En ese número Mónica es bienvenida a las filas de Los Héroes más Poderosos de la Tierra. El que suscribe tenía 4 años de edad, lo cual supone que lógicamente no leyó ese número a fecha de publicación.
El primer año de Roger Stern en el título presenta un capítulo muy importante en la vida de Hank Pym, un miembro fundador del equipo que había sufrido una crisis nerviosa y un divorcio bastante conflictivo, por decirlo de una manera suave. La trama de Hank Pym iniciada por Shooter llegaría a su conclusión. perdonándose a sí mismo, por sus compañeros y por su ex esposa, para, a continuación, abandonar el grupo. También en ese primer año el guionista trajo de vuelta a Starfox que permitió a Los Vengadores estrechar lazos con los Eternos. Roger Stern plantó las semillas que germinaron con el nacimiento de Los Vengadores Costa Oeste, en una aventura en la Zona Negativa junto con Los Cuatro Fantásticos. En dicho capítulo La Visión quedaría gravemente herida, lo que a su vez establecería los eventos de Visión Absoluta que, supondría un cambio en el status de un personaje entrañable para gran parte de los ya por entonces veteranos lectores.
Tras un segundo año en el que incluso nuestros héroes se enfrentarían contra la hechicera Morgana Le Fey, sería 1985 el año en que la etapa vengadora y carrera profesional de Roger Stern comenzó a tomar forma. La alineación de Los Vengadores tuvo realmente que incluir en su denominación “Los Más Poderosos” puesto que incluía pesos pesados como Starfox, Capitana Marvel II, Capitán América, Caballero Negro, Hércules y la Avispa. Fueron en estas páginas cuando finalmente llegó el reconocimiento a Janet Van Dyne como vengadora, al ser elegida Presidenta de Los Vengadores y líder del equipo. Años memorables entre romances no correspondidos por Dane Whiteman y divertidas situaciones intentando lidiar con la personalidad de un difícil Hércules, convirtieron a La Avispa en esa mujer fuerte que todos queríamos ver.
La labor de Roger Stern fue más importante de lo que pensamos y dejó un rico legado de ideas y personajes que a la postre han sido relevantes en la historia del Universo Marvel. El guionista nos presentó, ya con lápices de una sublime John Buscema, una nueva amenaza con el nombre de Nébula, un personaje vinculado al Titán Loco que ha ido evolucionando con el paso de los años y no es fácilmente reconocible en estas páginas, a simple vista.
El tercer año tras un enfrentamiento con El Todopoderoso terminó con el reclutamiento de nada menos que el Príncipe Namor en las filas de Los Vengadores. Desde sus lazos con el Capitán América en la Segunda Guerra Mundial hasta su rivalidad amistosa con Hércules, el peculiar héroe aportó una dinámica maravillosa a esta alineación y encajó con los Héroes más Poderosos de la Tierra perfectamente.
Roger Stern y su socio John Buscema se batieron en duelo ante un terrible enemigo, ni más ni menos que la “patata caliente” de la resurrección de Jean Grey. En una historia de 3 partes que comienza con un sorprendente descubrimiento en el fondo del mar en las páginas de Avengers vol.1 #263, continuando en las páginas de Fantastic Four vol.1 #286. En un encaje de bolillos que gustaría más o menos a los lectores de la época, teníamos de vuelta a Jean culminando su regreso con la reunificación de los X-Men originales en las páginas de Factor-X #1. Posteriormente, tras quedar atrapados en medio de una guerra entre Kang e Immortus en una de las mejores sagas de esta etapa, llegamos a al punto de referencia, no solo de esta gran carrera, sino en los cómics de superhéroes, Bajo Asedio.
En el transcurso de esta historia verdaderamente épica de Los Vengadores, el barón Helmut Zemo orquesta un plan para derrotar al enemigo de su padre, Heinrich Zemo, el Capitán América. Zemo se propone hacer lo que Loki, Kang y ni siquiera Ultron han hecho antes: derrotar a los Vengadores. ¿Cómo planea este cerebro criminal lograr lo imposible? Divide y conquistaras. En un relato marvillosamente dibujado por Buscema Los Maestros del Mal golpearon a Hércules casi hasta matarlo, encarcelaron a la Capitana Marvel, capturaron al Capitán América y al Caballero Negro, y tomaron la Mansión de los Vengadores. Un final épico de esta saga dejo a los lectores con la boca abierta en uno de los momentos más épicos en la colección.
Finalmente, Roger Stern culminó su larga etapa con Asalto al Olimpo en una saga hecha a medida para John Buscema, como gran parte de los números que dibujó, enfrentando a Zeus y los dioses del Olimpo con Los Vengadores.
Roger Stern dejó una huella imborrable en la mitología de Los Héroes más Poderosos con la presentación de Monica Rambeau, la fantástica dinámica entre personajes, especialmente entre Namor, Hércules, Avispa y Caballero Negro, y sagas imborrables en nuestros recuerdos como Bajo Asedio, Visión Absoluta y La Dinastía de Kang. Para mi es la etapa que define al grupo por lo que es: poder, épica, compañerismo y unos personajes que me llegaron al corazón. Es de las pocas etapas que he releído y eso hoy en día no es lo habitual. Para el recuerdo un Hércules y un Caballero Negro que nunca olvidaré, junto con la que para mí es y será la autentica Capitana Marvel, Mónica Rambeau.
Los Vengadores de Bob Harras y Steve Epting por Miguel Ángel Crespo
Quizá cueste creerlo hoy en día, pero hubo una época en la que la colección de los Vengadores vendía tan mal que llegó a desaparecer por completo de los kioscos y librerías españoles. En efecto, la editorial Forum, responsable por aquel entonces de los títulos marvelitas, llegó a cancelar la cabecera de los Héroes Más Poderosos de la Tierra poco antes de que se celebrase su 30º aniversario. Era la época de Bob Harras y Steve Epting a principios de la infame década de los noventa o, como se conoce popularmente, “la época de las chaquetas marrones”. Gran parte de aquella etapa permaneció inédita hasta que Forum la publicó en dos tomos de su colección Grandes Sagas Marvel titulados Venganza mortal y Venganza final, al elevado precio de 1.495 pesetas cada uno. Se completó así el doloroso hueco dejado por la cancelación del primer volumen y el comienzo del segundo algunos años después, permitiendo que los lectores de la época descubriéramos la calidad que escondían aquellas historias de los Vengadores de las chaquetas marrones.
En ellas, la trama sobre venganzas y universos alternativos quedaba en segundo plano ante la creciente intensidad del triángulo amoroso compuesto por el Caballero Negro, Sersi y Crystal; un triángulo que se convertiría en cuadrilátero con el regreso de Mercurio, esposo de Crystal y padre de su hija, que hasta entonces había estado más vinculado a las colecciones del entorno mutante. El antagonista de la trama era un villano llamado Proctor, el líder de un grupo conocido como los Recolectores que se nutría de los Vengadores supervivientes de realidades alternativas que habían acabado en desastre. Lo curioso es que Proctor bien podría considerarse el quinto vértice de esta tensa red de relaciones amorosas dado su profundo rencor hacia Sersi, objeto de su venganza a causa de un amor despechado convertido en odio. Esta era, por tanto, una historia propia de una telenovela en la que las batallas superheroicas no importaban tanto como los dramas internos de los personajes.
Siendo sinceros, podríamos decir que la etapa de Harras y Epting no destacaba por la inteligencia de sus argumentos ni por la brillantez de sus diálogos sino por el cuidado tratamiento de los personajes, gracias a unas caracterizaciones bien definidas que facilitaban que los lectores conectasen con ellos y con sus inquietudes románticas. El romance era aquí el motor fundamental que impulsaba el desarrollo de los protagonistas y también la motivación última del villano, en un continuo tira y afloja de emociones que culminaba en una explosiva catarsis final coincidiendo con la celebración del 30º aniversario (a la altura del número 375 USA).
Hoy en día son personajes de escasa relevancia, por lo que cuesta un poco hacerse a la idea de que durante la época de las chaquetas marrones el Caballero Negro, Sersi y Crystal fueron el auténtico núcleo de los Vengadores. Por aquel entonces los tres personajes ya tenían una larga trayectoria como secundarios tanto dentro como fuera del entorno del grupo y, por tanto, cargaban con un bagaje que podía resultar muy enriquecedor. Dane Withman, el Caballero Negro, había lidiado con su oscuro legado familiar y con la maldición de la Espada de Ébano, abrazando una faceta más relacionada con la ciencia y pasando a empuñar un sable de luz al más puro estilo Star Wars. Por su parte, Sersi había demostrado en diversas ocasiones que era el miembro más voluble y caprichoso de los Eternos, la raza oculta de semidioses creados por los Celestiales milenios atrás. Su inmortalidad, unida a su curiosidad por el mundo humano y a su ansia por experimentar los placeres que este podía ofrecerle habían hecho de Sersi un personaje en el que costaba confiar y al que resultaba sencillo temer, ya que era sin duda el miembro más poderoso del equipo. Finalmente, Crystal bien podía actuar como un nexo entre el equipo y el resto del Universo Marvel, dados sus vínculos con los Inhumanos, con los Cuatro Fantásticos e incluso con los mutantes (a través de su esposo, Mercurio, que entonces era miembro de Factor-X). Los tres personajes tenían también una característica en común: en cierta medida, tanto el Caballero Negro como Sersi y Crystal trataban de dejar atrás una parte de su pasado. Sin embargo, su pasado siempre acababa acudiendo de nuevo a su encuentro: el Caballero Negro se reencontraba con la Espada de Ébano al final de la saga de Proctor, los demás Eternos desconfiaban una vez más de los actos de Sersi (llegando a declarar que su mente había sucumbido a la locura) y la hija de Crystal era secuestrada por los Acólitos de Magneto, el abuelo de la criatura, obligando a la inhumana a reunirse de nuevo con Mercurio tras su ruptura. Todo muy propio del tono telenovelesco de la colección, por cierto.
Las viñetas más memorables de estos tebeos tienen poco que ver con grandes batallas y mucho con sutiles momentos de silencio en los que se intuyen las emociones que están a punto de estallar en el interior de los personajes. Se trata de viñetas como esa en la que una angustiada Crystal observaba al Caballero Negro y a Sersi cogidos de la mano o esa otra en la que la joven inhumana le confesaba con toda sinceridad a su esposo sus verdaderos sentimientos hacia Dane. No obstante, toda esta teatralidad no era simple ni gratuita. Los autores eran conscientes de que las emociones son complejas y que muchas veces se caracterizan por la ambigüedad. A veces incluso hay relaciones que se definen por la coexistencia de emociones contrarias. Toda esa riqueza interior no hacía más que aumentar el interés del lector por el devenir de los acontecimientos. Personajes bien caracterizados y una buena dosis de drama, ¿qué más se puede pedir? Pues argumentos variados capaces de explotar la enorme riqueza del Universo Marvel.
Además de la saga de Proctor y sus Recolectores, la etapa de las chaquetas marrones ofreció unas cuantas historias muy agradables, recuperando rostros conocidos y presentando a algún que otro personaje nuevo. En un momento nos encontrábamos a los Vengadores luchando contra los Recolectores y al siguiente los veíamos tratando de salvar Polemachus, el mundo de su antiguo aliado Arkón. Poco más tarde debían enfrentarse a un grupo de renegados procedentes de las ruinas del Imperio Kree que pretendían vengarse por lo sucedido durante la Operación: Tormenta Galáctica, para luego cruzarse con la Patrulla-X cuando la hija de Crystal y Mercurio era secuestrada por los seguidores de Magneto. Y por si lo anterior parecía poco aún les quedaba tiempo para visitar la Lemuria gobernada por los Desviantes.
En cuanto a los nuevos personajes, esta etapa introdujo al segundo Espadachín y a Magdalena, dos miembros de los Recolectores que abandonarían a Proctor para ejercer el papel de secundarios en la serie durante una breve temporada. También a Grito de Muerte, una joven e impulsiva Shi’ar que llegó para avisar a los Vengadores del inminente ataque Kree y luego pasaría a engrosar las filas del grupo como su miembro más novato. Puede que ninguno de ellos fuese especialmente memorable, pero en su momento se agradeció el intento de ofrecer sangre nueva.
Más relevantes aún fueron los cambios experimentados por un personaje tan relevante como la Visión, que se vio obligado a trasladar su consciencia al cuerpo de su contrapartida malvada de una realidad paralela. El sintezoide, que un tiempo antes había sido desmantelado y reconstruido en un nuevo cuerpo carente de emociones, recuperó así tanto sus colores originales como su capacidad para experimentar emociones humanas. De esta forma, la Visión se encontró redescubriendo su faceta emocional y viéndose continuamente confundido por ello, haciendo un fabuloso guiño a sus orígenes.
A Bob Harras se le recuerda por muchos motivos y la mayoría de ellos no son muy positivos, pero hay que reconocer que hizo un trabajo muy competente con sus Vengadores de las chaquetas marrones. Además, teniendo en cuenta el momento en el que se publicaron estos tebeos tiene aún más mérito haber conseguido ofrecer ese regusto tan clásico. Claro que en ese sentido contó con la inestimable ayuda del entintador Tom Palmer, que en esa misma época superó el centenar de entregas de la cabecera entintadas por él. Pocos autores han tenido un mayor impacto en la estética del grupo que Palmer, que entintó a artistas tan distintos como John Buscema o Steve Epting sin renunciar a su propia personalidad. De hecho, su estilo era tan potente que siempre lograba sobresalir por encima del de sus colegas: independientemente del dibujante, los Vengadores entintados por él eran muy reconocibles.
Pero todo lo bueno se acaba y pronto Harras empezó a delegar responsabilidades en otros autores, poniendo fin a la época de las chaquetas marrones. Llegó entonces La Encrucijada, considerada de forma casi universal como una de las peores historias de los Vengadores jamás publicadas (hasta el punto de que Kurt Busiek tuvo que «arreglarla» durante su revisión de la historia del grupo en Siempre Vengadores). Después de eso vino Onslaught y justo a continuación esa aberración llamada Heroes Reborn, con los Héroes Más Poderosos de la Tierra en manos del inclasificable Rob Liefeld. Los Vengadores no recuperaron su grandeza perdida hasta el comienzo de la posterior etapa de Kurt Busiek y George Pérez, que trajo consigo una necesaria vuelta a los orígenes.
Saber que los años posteriores a la etapa de Bob Harras, Steve Epting y Tom Palmer fueron tan oscuros no hace más que aumentar el valor de este puñado de tebeos de los Vengadores de las chaquetas marrones. Siempre se dice que los noventa fueron una década nefasta para los cómics, pero los que estuvimos allí durante esos locos años sabemos que eso no es del todo cierto. Entre toda esa locura de cuerpos hipermusculados, dientes apretados y armas gigantescas se podían encontrar pequeñas joyas como esta. ¡Y pensar que casi nos quedamos sin ella cuando Forum canceló la colección!
Los Vengadores de Kurt Busiek y George Pérez por Raúl López
Qué complicado fue ser lector de Los Vengadores a mediados de los noventa, Terry Kavanagh por entonces era el ‘guionista’ de la serie, y fue quien le dio voz a historias tan peculiares como La encrucijada o Primer signo. Para el recuerdo (o pesadilla) quedará la bizarra idea de traer a un joven Tony Stark del pasado o convertir a Janet en un auténtico insecto – no preguntéis, simplemente buscad la imagen en Google (Avengers v1 #394 USA).
La serie estaba tan herida de muerte como la propia editorial así que tocaba cerrarla de una forma honrosa en sus cruces con el evento Onslaught haciéndose cargo de ellos Mark Waid quien estaba por entonces escribiendo una de las mejores etapas que se recuerdan del Capitán América. Y lo cierto es que no estaban nada mal estos números de Mark Waid, es más, ojalá hubiesen tenido continuidad si no fuese porque Marvel Comics tenía un plan ¿infalible? para recuperarse de la sangría en ventas, entregó sus títulos bandera a Jim Lee y Rob Liefeld. Los Vengadores y Capitán América tuvieron la mala suerte de que Liefeld se hiciera cargo de sus historias, ¿Qué podía salir mal de este plan?
El año que duró Heroes Reborn fue terrible, después de Kavanagh y Liefeld seguir comprando mes a mes Los Vengadores tuvo mucho mérito. Por suerte, en Marvel Comics pensaron que ya estaba bien de ideas de bombero torero, que igual era tan sencillo como dar a los lectores lo que pedían, historias respetuosas con el pasado, bien escritas, bien dibujadas, con un puntito de innovación pero sin la necesidad de convertir al Capitán América en agente de Hydra para dar un vacuo golpe de efecto.
Para este nuevo relanzamiento y siguiendo ese patrón optaron por uno de los mejores tandem creativos que ha tenido la serie, Kurt Busiek a los guiones y George Pérez al dibujo acompañado de un magnífico Al Vey a las tintas. Busiek venía de escribir Marvels, uno de los proyectos más interesantes de la editorial además de escribir la mejor serie mensual de Spiderman, Untold tales of Spiderman – buscadla que hay un omnibus de Panini Comics con toda la colección completa -. Recuperar a George Perez era apostar por caballo ganador, un autor espectacular, clásico y a la vez increíblemente detallado a la hora de abordar la página. La suerte estaba echada, y todo apuntaba a que esta vez sí, los Vengadores volverían a ser los héroes más poderosos de la tierra.
Leer el primer número fue un placer indescriptible, Kurt Busiek nos regaló justamente lo que estábamos buscando, nuestros héroes estaban ahí y se comportaban igual que los vengadores de los setenta o ochenta, es como si nunca se hubiesen ido, además, siguiendo la tradición de incorporar savia nueva a sus filas consiguió integrar a personajes como Justicia o Ave de fuego sin que tuviesen una voz discordante y mezclando a la perfección con otros más clásicos como Thor, Capitán América o Iron Man como en su día lo hicieron en su debut en las filas de Los Vengadores personajes como Mercurio, Bruja Escarlata o Ojo de Halcón.
Busiek y Pérez dieron vida a grandes epopeyas, la batalla ‘medieval’ con Morgana Lefay, recuperó el Escuadrón Supremo, los enfrentó a los Thunderbolts o uno de los mejores enfrentamientos que se recuerdan contra Ultrón o qué decir del durísimo enfrentamiento con Nefaria. Fueron una treintena de números repletos de magia en el que juntos enseñaron cuál era el camino que todo equipo creativo de Los Vengadores debía seguir para llegar al éxito.
Los Vengadores de Brian Michael Bendis por Nacho Teso
Los Nuevos Vengadores, Brian Michael Bendis y las series troncales sazonadas con eventos durante la Marvel Comics de la primera década del siglo XXI. La historia la conocemos ya, resumida en esa anécdota en las que Mark Millar y Brian Michael Bendis estaban cambiando el panorama de la editorial, ofrecieron ideas en un retiro creativo y a las editores los ojos se les transformaron en el símbolo del dólar al ver la reacción a “¿Por qué Spider-Man y Lobezno no están en los Vengadores?”. Es con eso que se resume, en gran parte, el propósito. Tocaba el renacimiento de los Héroes Más Poderosos de la Tierra, tocaba conseguir que se hablara de verdad de ellos y tocaba que vendieran. Si iban a ser los primeros espadas, era necesario un espíritu disruptor como el que esas nuevas voces proponían. Y como Millar ya se encargaba de Ultimates, Bendis se iba a encargar de Los Nuevos Vengadores. Aunque, para ello, primero tenía que venir Vengadores Desunidos.
La bola de demolición fue absolutamente necesaria para establecer un nuevo terreno sobre el que sembrar y hablar sobre lo que significa la idea de los Vengadores. La muerte de iconos como la Visión u Ojo de Halcón dolió, pero es que debían doler. Dos de los héroes más importantes de la historia del súpergrupo ya no estaban, ¿qué significaba eso para el alma del equipo? ¿Cómo se sigue adelante con su legado? ¿Se puede siquiera? El desbandamiento y posterior reunión de un nuevo elenco de personajes se abordó bajo esta perspectiva. No es casualidad la búsqueda de significado por parte de personajes como Iron Man y el Capitán América cuando discuten la integración de Lobezno y la equiparan a la del propio Steve Rogers. No es casualidad la renovación con Spider-Man, Spider-Woman y Luke Cage, que responden a diferentes frentes respecto a Qué Es Ser Vengador. La figura de El Vigía supone el cuestionamiento de la propia historia, la división durante Civil War establece una pelea sobre la posición clásica de los héroes y su lugar en un mundo moderno. El Reinado Oscuro es el resultado de fallar a la hora de ser héroes, y la Edad Heroica no es sino un regreso a la grandeza tras haber comprendido que lo principal es ser héroes por encima de sus enfrentamientos. Cada paso, cada evento y cada número acaba respondiendo a preguntas sobre qué es ser un Vengador y qué es el alma del grupo, ofreciendo una exploración muy completa durante una década que no estuvo exenta ni de polémicas ni de problemas, pero que tenía un noble propósito que dio combustible no solo a la gran historia río de Marvel en los cómics, sino también a la caracterización en los cines.
Pero igual podríamos resumirlo todo mirando a La Era de Ultrón. Este último arco salió más tarde de lo debido y fuera de la serie principal, cuando Bendis se encargaba de otros sectores. Pero, ¿cuáles eran sus bases? Un mundo desolado y conquistado por Ultrón. La Visión y Clint con papeles esenciales en el centro de la historia. Y la trama una suerte de Desunidos inverso, en el que se empieza con todo derruido y se acaba reconstruyendo a base de esperanza e iconicidad y nunca rendirse ante la villanía. Un buen resumen del viaje de ida y vuelta hablando sobre los Vengadores que fueron las series de Brian Michael Bendis.
Los Vengadores de Jonathan Hickman por Raúl Gutiérrez
¡Y hete aquí que los Héroes Más Poderosos de la Tierra unieron fuerzas para enfrentarse a aquellas amenazas tan grandes que ninguno de ellos, individualmente, podía enfrentar! Ah no, que de eso ya han hablado mis compañeros. Aunque… ¿No se estructura así en esencia cualquier etapa de Los Vengadores? La respuesta es un rotundo sí, que en el caso de Jonathan Hickman se lleva a sus últimas y más grandilocuentes consecuencias.
El autor del Este del Oeste y de Los Asesinatos del Lunes Negro, amante de los croquis, los gráficos y los esquemas que explican los aspectos más intrincados de su obra, heredados de sus inicios como publicista y diseñador gráfico, se tomó al pie de la letra aquello de «Héroes Más Poderosos de la Tierra» y de «Amenazas más grandes que la vida» a la hora de estructurar a sus Vengadores.
Sin embargo, antes de ahondar en los elementos de esta etapa, tenemos que hacer una breve parada en la labor del autor en Los Cuatro Fantásticos. Y es que, en el año 2009 el autor fue designado como guionista de la primera familia, comenzando por una mini serie unida al Reinado Oscuro de Norman Osborn y que, dada su buena salud en ventas, continuó con una etapa regular en la que se asentaron muchos de los grandes conceptos sobre los que Hickman haría orbitar a sus Vengadores.
De este modo, y desde el principio, Hickman enfrentaría a Reed Richards con sus contrapartidas de otros universos, siendo el multiverso el campo de juego favorito de Hickman, al tiempo que hacía que Reed creara una máquina con la capacidad de «resolverlo todo», mientras que expandía el concepto de los Inhumanos y de la Atlántida de Namor y oponía al cuarteto fantástico contra la sempiterna y letal amenaza de Annihilus.
El cierre de su serie, tiene lugar durante un encuentro supuestamente casual en Wakanda entre Reed Richards y T’Challa que suponía el inicio, en el año 2013 de sus series vengadoras, las cuales orbitaban sobre la amenaza de las incursiones multiversales (amenaza que parece que veremos en cines más pronto que tarde).
Estas incursiones no eran si no un desagradable evento producido, supuestamente, por la expansión incontrolada del multiverso que hacían a un universo chocar contra otro, con el resultado de la eliminación de al menos, uno de los dos cosmos en liza. Para solventarlo, Hickman utilizaba a Los Iluminati, ese concepto tan criticado de Brian Michael Bendis que unía a las mentes más poderosas de la comunidad superheroica para resolver los problemas antes de que estos ocurrieran.
Sobre las incursiones y la secreta y en muchos casos, pérfida, labor de los Iluminati se estructuraba la serie Nuevos Vengadores, en un nuevo volumen que heredaba la denominación también acuñada por Bendis, y en la que Jonathan Hickman iba desarrollando muy poco a poco, a fuego lento, la gran estructura principal en torno a la que discurriría su etapa.
Por si esto fuero poco, Hickman también se encargaba de la serie Los Vengadores, más apegada al concepto original, en la que sus protagonistas, lejos de subterfugios y reuniones secretas, se enfrentaban a grandes amenazas. Éstas, distaban mucho de consistir en un mal día de Hulk, o en una treta de Loki. Y es que, en su etapa, Hickman introducía a Los Constructores, una antiquísima raza alienígena que utilizaba las civilizaciones ajenas como si de piezas de lego se tratasen, habiendo puesto sus ojos en la Tierra para su próxima invasión.
A ello, había que sumar el enfrentamiento en el evento Infinito contra Thanos, quien buscaba destruir cada mundo que albergara a alguno de los innumerables vástagos que había engendrado durante los años.
Pero todo ello palidecía ante la amenaza de Los Todopoderosos, que se referían al concepto original ideado en las Guerras Secretas primigenias de Jim Shooter de 1985 como una suerte de hermano pequeño e inofensivo de una raza de dioses multiversales que podían transformar la realidad entera con tan solo una mirada.
Hickman comprendía que para afrontar este tipo de amenazas de corte cósmico y metafísico, no bastaba con contar con un solo grupo de Vengadores, si no que tenía que utilizar a la casi totalidad de héroes del Universo Marvel en equipos rotatorios que a su vez, pudieran unirse como una imparable fuerza de choque para el caso de que la amenaza se saliera de todo tipo de gráfico.
Para ello, ideaba el concepto de «Máquina de Vengadores» un constructo de Tony Stark que analizaba cada amenanza y buscaba el grupo perfecto para abordarla en función de los perfiles disponibles. Puro análisis de metadatos llevado al cómic de superhéroes.
La lectura de las dos series de Hickman, Nuevos Vengadores y Vengadores debe de hacerse intercalada, puesto que ambas series se interconectan a cada paso, siendo muy útil saber qué miembros de los Iluminati en Nuevos Vengadores están dentro de algunos de los grupo de respuesta planetaria en Vengadores, para así conocer las verdaderas intenciones de cada personaje.
Por suerte, la edición que recientemente llevó a cabo Panini en nueve tomos de toda la etapa realiza en este sentido un trabajo magnífico, porque se encarga de ordenar los números de cada colección a la perfección, sin que el lector tenga que decidir cuando cambia de serie, porque la editorial ya lo hace por él, consiguiendo de este modo que veamos la etapa de Hickman como lo que es: Un todo interconectado que no puede leerse de forma aislada acudiendo a una sola de las colecciones que la componen.
Una vez que Hickman iba llegando al final de la historia que quería contar, tras casi cien números entre eventos y ambas series, la gran explosión de todo se narró en Secret Wars, evento del año 2015 que involucraba a todos los Universos Marvel y que Hickman llevó a cabo con gran maestría junto a Esad Ribic.
Si bien es cierto que este evento sí que puede leerse de forma aislada, no es menos cierto que se entiende mejor como gran fin de fiesta de la etapa vengadora de Hickman, puesto que cierra la misma y ata muchos de sus cabos sueltos.
En cuanto a los aspectos negativos, no podemos negar que Hickman es un autor que primero decide la estructura y trama de su guiones, y después piensa qué personajes podrían desempeñar mejor qué papeles. Ello hace que, en muchas ocasiones, los personajes Marvel que Hickman utiliza nos parezcan ajenos, de distintos que son a como habitualmente los conocemos.
De este modo, y por ejemplo, ese Reed Richards implacable que vendería a su propia madre por el bien del continuo espacio-temporal, por mucho que nos atraiga, no deja de ser un personaje muy alejado del Mr. Fantástico habitual que, a pesar de descuidar en muchas ocasiones a su familia por culpa de sus experimentos, al final del día resulta ser un buen padre y un amante esposo.
Lo mismo ocurre con un Pantera Negra que como monarca jamás ha ocultado tantos secretos a su pueblo o con un Iron Man que en muchas ocasiones deja en pañales al villano que conocimos en Civil War.
Sin embargo, todo ello resulta para mí permisible y perdonable cuando te embarcas en la lectura del casi centenar de números que compone esta magnífica etapa.
Disculpad el error, ya se han habilitado los comentarios para este post.
Fue una etapa muy entretenida. Parecía que podía pasar cualquier cosa y además hasta te creías que podía ser permanente (iluso). Lo que las me chirrio fue lo de los constructores otra raza supermega potente salida de la nada que eran el origen de todo y por suerte no se vuelven a mencionar.
Lo de las incursiones y las decisiones morales a las que tenían que enfrentarse fue lo mejor y sobre todo ese número contra una suerte de JLA que además eran los buenos y unos Vengadores que casi ejercían de malos.
Y un fin de fiesta muy chulo con uno de los mejores antagonistas del universo marcel.
Me encantan las etapas de Roger Stern y la de Kurt Busiek y valoro muchísimo la importancia histórica de la etapa de Roy Thomas,que fue además quien estableció las señas de identidad del grupo y de la serie.
Sin embargo he echado muchísimo de menos que hablarais de mi etapa favorita de la serie. La de los primeros números Forum con la Trilogía de Nefaria,la Saga de Korvac o Noches de Wundagore.Shooter,Michelinie,Pérez y Byrne. De los momentos más épicos de la serie.
También habría que mencionar la psicodelia de Englehart con buenos momentos como el cruce de Vengadores y Defensores o la Madonna Celestial, aunque el nivel medio de sus dibujantes no fuera muy alto(qué limitado me parece Bob Brown).
Tengo pendiente la etapa de Harras,nunca he tenido oportunidad de leerla.
Saludos.
Igualmente me quede echando de menos la etapa Shooter. Si Shooter, alabado sea su nombre, dirigiera ZN algún redactor habría hecho doblete pero salía en el articulo sí o sí.
Mi debilidad entre tanta cosa buena los de Stern, del que destacaría el paso adelante en el tratamiento de personajes femeninos. Como Claremont en la patrulla X les da voz y personalidad perfectamente definidas. La Avispa se convierte en uno de los líderes más icónicos de la historia del grupo al nivel de Capitán America o Iron Man (muy grande cuando pone las cosas claras a Hercules). Hulka siempre tan sensual y liberada como honesta con ella misma y los demás. Y por supuesto “su personaje”, Mónica donde da el do de pecho en el retrato humano de una mujer capaz llena de dudas, quizá con cierto síndrome del impostor.
Y asalto a la mansión es mi GOAT de historias de los Vengadores.
Harras sin llegar a las mejores épocas clásicas está entretenido. Dibujo y estética noventera, mucho culebrón (también intentando hacerlo a lo Claremont pero no llega) …pero tiene ritmo y se lee del tirón. Creo que tiene el acierto de poner a secundarios de siempre de protagonistas y ver a otros personajes en la primera fila tiene su aquel.
De Bendis y Hickman tengo más cosas malas que buenas que decir así que mejor callar.
Sin embargo he echado muchísimo de menos que hablarais de mi etapa favorita de la serie. La de los primeros números Forum con la Trilogía de Nefaria,la Saga de Korvac o Noches de Wundagore.Shooter,Michelinie,Pérez y Byrne. De los momentos más épicos de la serie.
Amen!.
Excelente artículo, felicitaciones!
Por mi parte del listado núnca me termino de convencer la etapa de Harras, me daba la sensación que le faltaba algo.
La etapa de Bendis me pareció muy mala salvo contados números y Hickman empezó muy bien pero se fue al diablo al poco tiempo, tenía el nombre de los Vengadores el título pero no eran ellos.
El resto me parecen grandes etapas, pero me asombra que no incluyan las etapas de Jim Shooter, Englehart, Byrne y la Johns que fueron muy buenas.
Si debo elegir, creo que me quedo con la Etapa Busiek/Perez, hermosa visualmente, de fácil y agradable lectura. Además, debo agregar el Por siempre Vengadores de Busiek y Pacheco, una delicia.
Y por último, debo decir que, de La Encrucijada, lo que SÍ me gusto es ese Iron Man malvado, lo siento, pero sólo cuando es el villano el personaje me parece mínimamente atractivo e interesante (listo, lo dije, peguen).
Estupendo artículo, qué recuerdos. Me falta la etapa de Shooter, con dibujos de Byrne y Pérez entre otros, que fue como empezó Forum y cuando yo descubrí al grupo. Sin duda alguna, cualquier tiempo pasado fue mejor…