El arte que trajo y atrajo a la humanidad
«La locura está siempre a tu lado. Y se encuentra en la vida de todas las personas»
Romántico debe ser una palabra tan incomprendida como quienes reciben este apelativo. Nos evoca el amor y la calidez de ese sentimiento entre una pareja que se busca, hasta que miramos los artistas más representativos de este movimiento cultural y vemos que este amor era mucho más abstracto y que cálido precisamente no era. Solo tenemos que ver las pinturas de Goya, leer la melancolía de Rosalía de Castro o escuchar el piano de Enrique Granados para que se nos erice la piel con las miserias que arrastra el ser humano y que lo hacen tan real. Y esto solo mencionando a los artistas patrios.
De este corte también era el pintor francés al que se le hace tributo en este manga, alguien que no terminó siendo jinete porque no era capaz de domar su alma artística y necesitaba imperiosamente reflejar al ser humano en una época de cambio como la que vivió.
Hacer un resumen de la obra es resumir la vida del artista prácticamente. Jean-Louis André Théodore Géricault nació en el seno de una familia adinerada. De bellas facciones contestatario, galán y carismático, era un amante de los caballos por su musculatura que refleja un vigor irrefrenable y demostró rápidamente unas dotes para la pintura que lo colocaron en la cumbre. No tan prolífica fue su relación con su familia y maestros, pues con su padre siempre tuvo desavenencias por no dedicarse a un negocio lucrativo y vivir derrochando de su herencia materna, y con los otros rehusaba sus enseñanzas para, o bien dibujar caballos, o bien ir por libre. Sumado a esto hay que contar que tuvo una relación amorosa con su tía de la que nació un niño sin que se reconociera a Géricault como su padre hasta después del fallecimiento del pintor.
El manga nos transporta pegados a las huellas de Géricault, viendo cómo se retuerce por las penas y la insatisfacción de ser un pintor tan inconformista como ambicioso. La empatía y la admiración que despierta es algo que no se logra leyendo sobre el pintor o estudiando su obra. Como él ansiaba representar a la humanidad, este tomo da precisamente eso mismo a quien estuvo detrás de las pinceladas de cuadros magnificentes como La Balsa de la Medusa y otros lienzos que no lo alcanzan en tamaño pero sí en significado. Un pintor que no apartó la mirada ante minorías tanto por su etnia, color de piel, condición social ni si estaban vivos y enteros o desmembrados y muertos.
Quizás el dibujo de la obra se quede algo corto para lo que se puede demandar en una biografía de un pintor, sobre todo en cuanto a fondos y representación de la escena. Quizás estemos mal acostumbrados con obras históricas como Innocent de SAKAMOTO Shinichi. Aunque esto en parte es por centrar el foco en los personajes y no tanto en las obras, y con un trazo fino y delicado que recuerda a Blue Period por parecer que estamos ojeando el cuaderno del autor y su caracterización de los personajes. La expresividad de todos ellos marcan de forma perfecta los anhelos y preocupaciones de todos los implicados, con las alegrías y angustias que se suceden siendo el centro de la composición casi siempre Géricault como no podía ser de otra forma. A través de la representación de los personajes vemos el entorno cambiante sin necesidad de unos diálogos o unos cuadros de texto que vayan enmarcando el momento histórico. Solo unas pocas portadas de periódico para reforzar la tensión política y militar de la época, sumadas a la consternación del artista ante la incomprensión de su obra, donde antes el público ve reflejadas sus ideas políticas que la propia humanidad que en la pintura y en ellos hay.
Aunque no haya estudiado historia del arte reconozco la labor informativa que ha tenido Nakara-sensei en esta obra, recopilada por primera vez en un solo tomo y siendo publicada. Cuenta con una bibliografía y un pequeño resumen y comentario de NISHIJIMA Ami. Aunque haya estado en el Louvre y no me haya detenido tanto a contemplar sus obras allí expuestas como con la Victoria alada de Samotracia, ahora puedo comprender más el peso de cada pincelada y el trasfondo tan pesado que arrastran los artistas. No hay técnica si no hay trabajo constante, no es solo representar sino volcar el interior. Creo que Géricault transmite con mucha fuerza la intención del autor, tanto de la mangaka que le hace este homenaje a una obra que encandiló; como el autor de una época gris como las crines de un lipizzano que nos ha legado su forma única de ver, sentir y vivir.
Lo mejor
• La narración detallada y dotada de una gran sensibilidad nos acerca a la vida de un autor de gran calado como fue Géricault.
Lo peor
• Al dibujo le pediría un poco más, sobre todo en los fondos por ser una obra de temática histórica y artística.
Guión - 8.5
Dibujo - 7.2
Interés - 9.2
8.3
Vívido
Una obra para los ávidos de arte e historia del mismo, con una carga humana que se sale de los marcos aunque el lienzo ocupe más de 260 páginas y 32 años de un artista que cabalgaba una época de cambio.