El enigma Pertierra, de Javier Olivares y Fernando Marías

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Portada El enigma Pertierra, de Javier Olivares y Fernando Marías

Edición original: El enigma Pertierra (Astiberri, 2023)
Autores: Fernando Marías y Javier Olivares
Diseño: Javier Olivares y Alba Diethelm
Maquetación: Alba Diethelm
Corrección:: Soraya Pollo
Edición: Javier Zalbidegoitia
Formato: Cartoné. 152 páginas. 30€

Desmontando a Pertierra.

Para que cualquier obra de ficción funcione bien se tiene que establecer una confianza entre sus creadores y quienes se acerque a su propuesta de forma que estos últimos acepten participar en el juego que los autores les proponen. Cuando esta premisa se cumple se produce una magia especial en la que la obra nos sirve de guía por un camino en el que la realidad y la ficción se comienzan a fusionar de manera que durante el tiempo en el que nos zambullimos en esa narración sentimos que es una realidad casi palpable. Un acuerdo tácito que suele acabar cuando llegamos al final de la obra, pero hay veces que la propuesta de los autores es mucho más ambiciosa y el juego se extiende fuera de esos límites y de alguna manera consigue que la ficción pase a ser una realidad. Eso es lo que han conseguido el escritor bilbaíno Fernando Marías, tristemente fallecido el año pasado, y el ilustrador e historietista Javier Olivares (Madrid, 1964) con la creación del ilustrador ficticio Joaquín Pertierra que nació en las páginas de la novela juvenil El silencio se mueve editada por SM en 2010. Un recurso que no es novedoso y que hemos visto en diversos medios como por ejemplo en el cómic de Seth en La vida es buena si no te rindes (Salamandra Graphic), aunque con Pertierra los autores fueron bastante más lejos con el juego entre realidad y ficción.

La novela trataba sobre un desconocido ilustrador español que estaba profundamente marcado por un asesinato que vivió durante la Guerra Civil y que lo atormento durante toda su existencia que transcurrió en España, ya que, tras finalizar la contienda, en lugar de marchar al exilio permaneció en el país, aunque trabajando sobre todo para editoriales extranjeras, por lo que su obra era totalmente desconocida. Concebida como parte de un producto transmedia, una parte vital para comprender la novela era un cómic presuntamente autobiográfico de 32 páginas creado por Pertierra que aparecería dentro del libro ya que revelaba bastante partes del pasado del personaje. El encargado de dibujarlo fue Olivares que se entusiasmó por el proyecto y participo de manera activa en un blog en el que se jugaba con la idea de que estábamos ante un ilustrador real para lo que el madrileño realizo una enorme cantidad de ilustraciones de todo tipo firmadas como Pertierra. Una tarea con la que siguió tiempo después de que el proyecto transmedia se cancelara. Todo ese material gráfico formado por bocetos, cubiertas de novelas famosas, portadas de revistas y discos, carteles, etc. fue apareciendo en el blog y en otros sitios nos lo encontramos junto con el cómic original y uno más corto creada por la ocasión en El enigma Pertierra. Se trata de un libro bellísimo que acaba de publicar en una espectacular edición Astiberri que sirve tanto para conocer de la mano de sus autores el proceso de creación y la génesis del proyecto como de sincero homenaje al gran Fernando Marías, presente en todo el libro gracias a los textos firmados por él y Olivares además de en los de Inmaculada Corcho y Emilio Gil.

Con El enigma Pertierra no nos encontramos ante un cómic al uso, pero tampoco es un libro de arte. Es algo más complejo de definir y catalogar puesto que en sus páginas nos encontramos con una completa monografía artística de Joaquín Pertierra, un ilustrador ficticio, pero gracias a los textos de Olivares vamos comprendiendo como su figura se fue, de alguna manera, apropiando de sus lápices creando obras que se convierten en un hibrido entre el talento y estilo de ambos que durante más de una década ha seguido latente regalándonos una enorme cantidad de material. Un experimento creativo de alto nivel que nos permite reflexionar sobre la íntima relación entre la realidad y la ficción, algo que sobre todo vemos en las partes de prosa y en los textos que acompañan a las imágenes, que también nos sirven para conocer el proceso creativo que siguió Olivares y las diferentes técnicas que vemos en las ilustraciones, que se convierten en una prueba fehaciente del enorme conocimiento de la ilustración de las épocas en las que trabajo Pertierra que tiene el autor de cómics como Las Meninas (Astiberri), La Cólera (Astiberri) o Warburg and Beach (Salamandra Graphic), además de un talento para el dibujo y una versatilidad que lleva años desplegando tanto en esos cómics como en sus trabajos como ilustrador.

En los dos cómics que forman parte del libro, El silencio se mueve y Pertierra en Paris, nos encontramos con el Olivares historietista, aunque al tratarse de dos obras separadas en el tiempo por más de diez años vemos un estilo algo diferente. En la primera el guion de Marías nos presente a Pertierra relatándole su vida a su hijo desde su infancia hasta que él entro en su vida, de manera que vemos como cambio España en esos años pasado de ser una democracia progresista hasta convertirse en una dictadura ultraconservadora. Un viaje por la historia de nuestro país al que los autores saben dotar de un toque melancólico que refleja la pena que acompañaba al ilustrador provocada por esa sensación de perdida que muchos españoles sufrieron tras el triunfo del franquismo haciendo hincapié en aquellos que como Pertierra optaron por no exiliarse por diferentes razones, pero tuvieron que vivir con la tristeza de haber perdido la guerra y el estigma de no ser parte del nuevo régimen de forma que se quedaban en una especia de limbo donde en cualquier momento les podía alcanzar la brutalidad del sistema. Un cómic notable en el que el estilo del dibujante madrileño va mutando en función de las necesidades de la narración y que trata de reflejar el de la época en la que transcurre. Este cómic cuenta con algunas secuencias extraordinarias como en la que Julio retrata su periplo tras la guerra o la maravillosa anteúltima página en la que Olivares nos vuelta a dejar claro su pericia como narrador visual. En Pertierra en Paris tenemos una historia de cuatro páginas en la que el ilustrador relata su encuentro en la capital de Francia con el cineasta Jean-Pierre Melville. Una historia en la que brilla el fantástico juego de luces que vemos en las escenas que transcurren en el club de Jazz. Dos cómics de una gran calidad que forman parte indivisible de esa figura fascinante que es Pertierra y que, paradójicamente, comprendemos muchos mejor a través de los textos que acompañan las ilustraciones que de estos cómics en los que nos cuenta su propia y fascinante historia.

El enigma Pertierra es una obra de una complejidad absorbente que trasciende las fronteras del cómic, la literatura y la ilustración para recordarnos que la ficción y la realidad, al igual que sucede con la verdad y la mentira, siempre transcurren en paralelo y solo hace falta un pequeño desvío para que se entremezclen y surja un personaje tan especial como Pertierra que se funde de manera indisoluble con el trabajo de Javier Olivares y el recordado Fernando Marías. Ojalá que esta no sea la última vez que veamos sus trabajos y que se vuelva a apoderar de las manos de Olivares para que dejen salir su talento de nuevo.

Lo mejor

• El despliega gráfico de Olivares que se nos muestra como un ilustrador e historietista de primera categoría, aunque es algo obvio para cualquiera que haga seguido su trayectoria.
• El delicioso juego entre ficción y realidad del proyecto.
• La exquisita edición.

Lo peor

• El enigma de no saber hasta dónde propia haber llegado un proyecto tan interesante como este en el que se daban encuentro dos talentazos únicos.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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