Una interesante mirada al pasado
«From mall security
To every enemy
We’re on your property
Standing in V formation»
Era 2010 y My Chemical Romance sacaba un disco llamado Danger days: the true lives of the Fabulous Killjoys. Sus primeros singles, Na na na (na na na na na na na na na) y Sing, se lanzaban con dos videoclips que explicaban la temática del álbum. En un 2019 post-apocalíptico los Killjoys luchaban contra la corporación Better Living Industries (B.L.Ind), que tienen a la población esclavizada en un mundo alucinógeno a base de pastillas, al más puro estilo Un Mundo Feliz.
Era 2013 y su cantante, Gerard Way, se aliaba con Shaun Simon y Becky Cloonan para lanzar una serie limitada en Dark Horse titulada The true lives of the fabulous Killjoys: California, que venía a continuar la historia narrada en dicho álbum.
Era 2020 y los autores, esta vez con Leonardo Romero a los lápices, sacaban una nueva serie, The True Lives of the Fabulous Killjoys: National Anthem.
Era 2021 y Norma Editorial recopilaba la primera colección en un tomo de lujo. En Zona Negativa os hablaba de ella, en una reseña algo más larga de lo normal (que podéis leer aquí) con muchos más detalles sobre la historia de este álbum y de los Killjoys.
Es 2023 y estaba claro que Norma iba a publicar, en el mismo formato, esa National Anthem. Así que toca hablar un poco de ella, sobre qué es y si merece la pena.
Partamos de la base de que este tomo no es una continuación sino una precuela. The True Lives of the Fabulous Killjoys: National Anthem cuenta lo sucedido antes de California e incluso antes de la historia de los videoclips. Digamos que no es el principio de todo, aún podrían ir más atrás, pero sí es el punto de inflexión sobre el que se desarrollan los hechos que ya hemos visto y leído. Esto puede hacer que sea un buen punto de partida, es una historia autoconclusiva al fin y al cabo, y tiene la cualidad de ser mucho más directa y comprensible que lo anterior. Pero, como suele suceder en estos casos, quien tenga el bagaje del resto de productos lo va a disfrutar mucho más porque aquí se explica mucho de lo que parecía un mundo sin demasiado sentido.
Con unos diálogos mucho más directos y un nivel de detalle más centrado que en la anterior entrega, Gerard Way y Shaun Simon presentan una historia que no deja de ser la gran preocupación de hardcore norteamericano, a saber, el desprecio del estado y la sociedad hacia aquellos que ven el mundo con otros ojos. En especial hacia los jóvenes.
The True Lives of the Fabulous Killjoys: National Anthem oculta bajo una capa de ciencia-ficción paranoica la lucha adolescente contra el mundo predefinido. Pero no es una queja banal y momentanea, sino una forma de vida que puede perdurar de manera sostenible, con un concepto de comunidad poco aceptado en su país de origen pero que ha demostrado ser totalmente funcional. Teniendo además como clara demostración, valga la redundancia, la propia escena Hardcore construida en los ochenta, mientras el recorrido basado en el maistream y promocionado por las grandes empresas para las nuevas bandas ha caído, la escena Hardcore underground está más viva que nunca.
Con esto se puede decir que estamos ante un tomo mucho más explicativo que el anterior y mucho más directo, pero que sigue la línea de todas las historias de Gerard Way, tanto en comic como en discos.
Digamos que la sencillez es una de las grandes características de este tomo. Su historia es mucho más simple, detrás de todo ese maquillaje lisérgico y alucinógeno estamos ante un pequeño drama de acción, con algún giro argumental interesante, que da lugar a una historia llena de momentos entretenidos y que consigue funcionar muy bien. ¿Dónde gana realmente la historia? Pues en el trasfondo. En los detalles. Las pastillas, Padre y Madre representados como televisores de tubo, las pistolas de rayos manejadas por la ira y la tristeza… es precisamente la parte más irreal la que mejor representa la realidad. Son todo elementos que ya estaban en las anteriores partes, pero es verdad que aquí todo casa mejor. Quizás por esa simplicidad de la trama, quizás por ser mucho más explicativa o quizás incluso por una mayor madurez artística de los autores. Por supuesto que el dibujo también ayuda.
El anterior tomo estaba dibujado por Becky Cloonan, con mucho gusto y realizando un gran trabajo, pero aquí encontramos a un Leonardo Romero que consigue realzar la historia en todos los sentidos. Su narrativa es envidiable, sus líneas finas casan con el tono de la historia y clava los diseños, con algunos acertados cambios, al final estamos hablando del pasado. Pero hay que destacar, como no podía ser de otra manera, el gran trabajo de Jordie Bellaire al color, que acerca la estética a un tono pop, influencia también del álbum. La artista consigue darle una ambientación mucho mejor que en la del otro tomo, más fiel a la historia. En definitiva, Bellaire vuelve a triunfar potenciando las bondades del dibujo de Romero, que no son pocas, y aportando mucho a la narrativa del cómic.
Por otra parte, a la edición no se le puede poner grandes pegas. Al igual que la anterior estamos ante una tapa dura con sobrecubierta y buen papel que justifica el precio, solo que hay ciertas cosas traducidas que hacen que se pierdan las referencias a las canciones del disco, el caso más claro es de de «espantapájaros«, que se deberían haber dejado en su idioma original. Un mal menor en una historia tan consistente o más que la anterior.
Lo mejor
• Al igual que en las otras entregas, todo ese mundo que han creado los autores lleno de referencias a la realidad y a la escena.
• El apartado gráfico de Romero y Bellaire.
• La sencillez de una historia necesaria para entender muchas cosas.
Lo peor
• ¿Demasiado sencilla? Puede ser que si se quitan todos los adornos la historia que nos cuentan esté llena de tópicos.
Guión - 7.8
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5
8.3
Una buena precuela, explicativa, sencilla y muy entretenida.