Cla$$war, de Rob Williams, Trevor Hairsine y Travel Foreman

Reseñamos Cla$$war, el innovador cómic de superhéroes que se adelantó a series como The Ultimates y Supreme Power.

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Edición original: Cla$$war 1-6 (Com.X Comics, 2002 – 2004)
Reedición: Image Comics / Com.X Comics
Guion: Rob Williams
Dibujo: Trevor Hairsine y Travel Foreman
Color: Len O’Grady
Rotulación: Eddie Deighton
Formato: Rústica. 184 páginas. $16,99

Los superhéroes de Noam Chomsky

«Todo aquello en lo que creía… Voy a destruirlo.»

Publicada originalmente entre 2002 y 2004, Cla$$war fue la carta de presentación de Rob Williams, un periodista y guionista de videoclips, y el dibujante Travel Foreman, además del regreso de Trevor Hairsine, un dibujante de 2000AD que se había retirado del cómic al poco de haber empezado su carrera. A pesar de estar editada por Com.X, una pequeña editorial independiente británica, la serie tuvo un impacto notable en el mercado americano. Rob Williams pudo convertirse en guionista de cómics a tiempo completo, escribiendo desde entonces para todas las editoriales americanas, y Travel Foreman recibió una oferta de Marvel, convirtiéndose en presencia habitual de los cómics de superhéroes. Más suerte tuvo incluso Trevor Hairsine: al poco de publicarse Cla$$war, Joe Quesada le ofreció dibujar la serie del Capitán América, trabajo con el que empezó un ascenso meteórico en Marvel.

¿Cómo pudieron autores británicos con tan poca experiencia llamar la atención de todas las grandes editoriales? Muy sencillo: ofreciendo la clase de cómic de superhéroes que el público quería leer en 2002, pero ninguna editorial era capaz de producir en cantidades suficientes.

En 1999, The Authority cambió el género de los superhéroes para siempre. La famosa serie de Warren Ellis y Bryan Hitch tenía una espectacularidad cinematográfica nunca antes vista y unos héroes cínicos e indignados que desafiaban el statu quo político de la era. Uno podía imaginarse a los superhéroes de The Authority matando a George W. Bush en nombre del progreso y la paz mundial, que es justo la historia que contaron Mark Millar y Frank Quitely, los sucesores de Ellis y Hitch. Visto el éxito de The Authority entre los lectores, DC, la editora de la serie, y Marvel trataron de adaptar la formula de la serie a sus cómics de superhéroes tradicionales. Pero Cla$$war se adelantó a casi todos sus esfuerzos. Se adelantó incluso unos tres meses a The Ultimates.

Leída en 2023, Cla$$war impresiona ante todo por la claridad con la que Williams y Hairsine, quien dibujo los primeros tres números de la serie, vieron la dirección que estaba tomando el cómic de superhéroes tras The Authority. Curiosamente, el guionista siempre ha afirmado que esa serie nunca fue una inspiración. Más bien lo fueron los libros de Noam Chomsky, la música de Public Enemy y los cómics de superhéroes que Alan Moore escribió para el mercado británico, en concreto Miracleman y Capitán Britania. Estas influencias son bien visibles, sobre todo la visión de la geopolítica articulada por Chomsky en sus libros. Si el famoso lingüista reconvertido en comentarista político escribiera un cómic de superhéroes, su argumento sería prácticamente el mismo que el de Cla$$war.

La serie nos propone un mundo alternativo en el que los Estados Unidos de América mantienen su hegemonía militar gracias a su grupo de superhéroes Enola Gay (Williams no es dado a sutilezas), en activo desde la Guerra del Golfo (cabe preguntarse si J.M. Straczinsky leyó esta serie antes de escribir Supreme Power). Estos superhéroes son individuos que a cambio de superpoderes y la fama mundial que conlleva ser un superhéroe, se dedican a realizar toda clase de actividades ilícitas en Oriente Medio y Latinoamérica, garantizando la supremacía de América y el orden neoliberal impuesto tras el fin de la Guerra Fría. Genocidios, asesinatos, tráfico de drogas… Lo que haga falta. El presidente George W. Bush no es más que un títere de los intereses económicos que se benefician del orden neoliberal y los votantes no lo saben porque los medios de comunicación fabrican a diario una falsa realidad. Pero el Americano, uno de los superhéroes de Enola Gay, resulta ser un auténtico patriota americano. Al darse cuenta de la verdadera naturaleza de su gobierno, emprende la huida con un solo objetivo: exponer la verdad y desmantelar el corrupto orden mundial.

En manos de la mayoría de guionistas de superhéroes, esta premisa sería una excusa para una orgía de peleas en las que la Casa Blanca y la sede de las Naciones Unidas terminan saltando por los aires. Para Williams, que no tenía ganas de copiar a The Authority o cualquier otro cómic americano, lo interesante era mezclar el género superheroíco con el thriller político, una mezcla de géneros que pocas veces vemos. El curioso resultado de esta mezcla es un guion que cuanto más se intenta diferenciar de los cómics de superhéroes de 2001, más refleja el cómic de superhéroes de la década de los 2000.

Los superhéroes como arma del ejercito americano, operaciones clandestinas, espionaje y geopolítica, conflictos internacionales, la corrupción del orden neoliberal, George W. Bush retratado como un villano patético… Como decía, es impresionante cómo se adelantó Williams conceptualmente a tantos guionistas profesionales del cómic de superhéroe americano. Y también hay ideas en su guion que aún hoy no se ven a menudo. No me consta ningún otro cómic de superhéroes en el que su protagonista se mantenga en la sombra en casi toda la serie, usando sus poderes discretamente para obtener pruebas de las fechorías del gobierno o incriminar a sus excompañeros. Ni un cómic con un villano tan curioso como ese agente de seguridad que es más de lo que parece.

El dibujo de Hairsine también fue rompedor al estrenarse la serie en enero de 2002. A diferencia de su compañero guionista, él sí que se dejó influir por The Authority. Hoy nos hemos acostumbrado a los cómics de superhéroes influenciados por el realismo cinematográfico de esa serie, pero en 2002 había muy pocos dibujantes que supieran dibujar superhéroes siguiendo el ejemplo de Bryan Hitch. Y en Cla$$war Hairsine se mostró como uno de esos pocos. Páginas como la secuencia inicial del primer número debieron ser impactantes por aquel entonces.

¿Estamos, pues, ante una obra de culto injustamente olvidada? Mucho me temo que no. Pese todos sus aciertos narrativos y visuales, Cla$$war no deja ser un cómic de autores con muy, muy poca o nada de experiencia. Williams comete el mismo error que muchos otros guionistas en su primera obra: no le pone frenos a su ambición. Hay demasiadas ideas, demasiados conceptos y demasiados personajes compitiendo por la atención del guion, que salta caóticamente de un lugar a otro y de un personaje a otro. Y como dice el refrán, quien mucho abarca poco aprieta. Cla$$war no alcanza su potencial ni como historia de superhéroes, ni como thriller de geopolítica o una mezcla de ambos. Sólo la subtrama de George W. Bush recibe atención y mimo constantes a lo largo de los seis números de la serie original, motivo por el que resulta lo mejor de ésta.

La falta de experiencia de Williams también se hace evidente en las pésimas transiciones de viñetas y páginas, en los diálogos que fluyen con torpeza de viñeta a viñeta, en textos de larga extensión que se agolpan en un bocadillo en vez de distribuirse en varios, en la propia puesta en escena de cada viñeta. No hay otra forma de decirlo: el escritor aún no había aprendido el arte de escribir guiones de cómics. Impresiona que sus guiones de Cla$$swar fuesen los primeros guiones que escribió, pero no por ello son menos deficientes desde un punto de vista técnico. En 2002 sería más fácil ignorar esto dado lo innovador y estimulante de sus ideas en comparación con la competencia; veintiún años después, acostumbrados a las historias de superhéroes actuando bajo el amparo del gobierno americano y/o derrocando naciones estado, es más difícil ignorarlo.

Sucede lo mismo con el dibujo de Hairsine. Impresiona que éste fuera uno de sus primeros trabajos profesionales, pero aún no estaba preparado para dibujar las series de superhéroes más populares. En sus años en Marvel se le acusó de dibujar páginas muy abocetadas, como si se hubiera olvidado de darles un último repaso antes de entregarlas al editor, además de ser estático y anteponer el espectáculo a la narrativa. Todas estas críticas son válidas para su trabajo en esta serie. En vez de mitigar los errores del guion, su dibujo en muchas páginas hace incluso más difícil la lectura; se desenvuelve con torpeza dibujando conversaciones entre tres o más personajes, y la falta de detalles en su dibujo impide cosas tan básicas como reconocer a todos los personajes en una escena.

Al aceptar Hairsine la irresistible oferta que le hizo Marvel, el dibujo de la segunda mitad de Cla$$war quedó en manos de Travel Foreman, de quien me veo obligado a decir lo mismo que su predecesor: impresionante para ser uno de sus primeros cómics profesionales, pero insuficiente comparado con la competencia. Tiene páginas asombrosas y otras donde su ambición era demasiado superior a sus habilidades como narrador. Resulta también obvio que aún estaba definiendo el que sería su estilo de dibujo: sus personajes son grotescos y parecen contraerse dolorosamente (quizás por eso dibuja tan bien a cierto monstruo que aparece en los dos últimos episodios), mientras que la ausencia de fondos es aquí una desventaja más que una virtud, ya que, como con el dibujo de Hairsine, dificulta ubicar a cada personaje en las escenas más complejas.

Para que haya un poco de continuidad visual a pesar del cambio de dibujantes la serie mantuvo al mismo colorista y al mismo rotulista en todos los números. Len O’Grady hace un buen trabajo embelleciendo los lápices de los dibujantes, un mejor uso del coloreado digital que el que era habitual en series coetáneas. Pero parado sale el rotulista Eddie Deighton, que se vio en la tesitura de encajar en las viñetas textos de una extensión demasiado larga para un bocadillo. Siendo Deighton también el editor, ¿por qué no le aconsejó a Williams dividir sus textos en varios bocadillos, como suelen hacer todos los guionistas de cómics?

Cla$$war quedó en suspenso tras la publicación de su sexto número. Desde entonces, todos sus responsables han han mejorado inmensamente trabajando para editoriales como Marvel y Valiant, obligaciones que les impiden encontrar el tiempo para crear los seis números restantes de la serie. Aparte de la curiosidad histórica que supone, ningún motivo veo para recomendar los números disponibles en este tomo, probablemente todo el material de la serie que llegaremos a leer en nuestras vidas. Y siendo sincero, en lugar de una continuación preferiría ver a los autores abordar las mismas ideas en un cómic nuevo que no se vea lastrado por la falta de experiencia que tenían haca ya casi una década. Cla$$war se adelantó a The Ultimates, Supreme Power y un largo etcétera, pero tiene más valor hacer las cosas bien que pronto.

Lo mejor

• Un interesante vistazo al cómic de superhéroes a comienzos del siglo XXI.
• A pesar del paso de los años, la premisa sigue siendo apasionante
• Sorprende cómo se adelantaron Williams y Hairsine a tantos de sus coetáneos
• George W. Bush

Lo peor

• La gran falta de experiencia de sus autores
• La serie quedó inconclusa

Edición original: Cla$$war 1-6 (Com.X Comics, 2002 - 2004)Reedición: Image Comics / Com.X ComicsGuion: Rob WilliamsDibujo: Trevor Hairsine y Travel ForemanColor: Len O'GradyRotulación: Eddie DeightonFormato: Rústica. 184 páginas. $16,99 Los superhéroes de Noam Chomsky"Todo aquello en lo que creía... Voy a destruirlo." Publicada originalmente entre 2002 y 2004, Cla$$war fue…
Guion - 4
Dibujo - 4.5
Interés - 6.5

5

Curioso

Una interesante propuesta que más que por su calidad, destaca por el contexto en el que fue creada.

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