El hotel al final del camino
Algo que siempre he admirado de los artistas es la pulsión creativa. Esa fuerza que, independientemente de lo alto que han llegado, de los compromisos contractuales y los éxitos cosechados, los empuja a sentarse de nuevo y crear. Como si su imaginación fuera un caballo desbocado al que solo se le puede mantener tranquilo dejándole salir a campo abierto a galopar hasta desfogarse. El arte como causa y consecuencia a la vez. Como reseñista (que es la forma más baja de creación que existe) siempre me siento atraído por ese tipo de obras, e independientemente de su resultado final, siempre me despiertan un profundo respeto.
Jeff Lemire es un autor con el que experimento eso en muchas ocasiones. Y es que es difícil que alguien en el mundo del cómic no conozca al artista canadiense, uno de los nombres más prolíficos de la escena estadounidense, que se ha paseado por todas las editoriales que uno se pueda imaginar. Lemire ha creado para Marvel, para DC y para Valiant, ha trabajado con innumerables artistas y entre medias ha tenido incluso tiempo para construir su propio universo superheroico con Black Hammer. Pero el Lemire más puro, el que verdaderamente saca oro de las viñetas, para mí siempre ha sido el que escribe y dibuja. El Lemire de Royal City, Essex County o El Soldador Submarino. El Lemire rural, el introspectivo. En definitiva, el Lemire de Cazarranas.
Frogcatchers (su título original) es el nombre de la novela gráfica de la que vamos hablar hoy, un pequeño trabajo publicado en 2019 por Gallery 13 que no logró atraer excesiva atención entre el maremágnum de proyectos en el que se movía el autor por aquella época. Pero como él mismo ha declarado en entrevistas, “seguir dibujando es mi manera de mantenerme cuerdo”. Y así, entre fogonazos de creatividad y deadlines, nace esta obra que Astiberri ha tenido a bien rescatar este año para seguir completando su excelente catálogo de trabajos del canadiense.
La historia comienza en una habitación de hotel. Un hombre, confundido, despierta sin saber cómo ha llegado hasta allí. Lleva en su mano la llave de una misteriosa habitación marcada con el cadáver de una rana, pero la única persona que encuentra, un niño, le advierte que no debe cruzarla si quiere escapar del Rey de las Ranas. Juntos tratan de salir del lugar y llegar más allá de donde sea que estén, mientras el confuso hombre va tomando conciencia de hacia dónde se dirige.
Empieza a resultar repetitivo y perezoso repetir la misma frase en todas sus obras, pero sí: Cazarranas es puro Lemire. Es difícil no insistir en ello con un artista con tanta personalidad cuando trabaja como autor completo. La obra de Jeff Lemire tiene ese deje de melancolía, de intimismo y de penumbra siempre presente, y este trabajo no es una excepción. Cazarranas es una obra más emocional que argumental, en el sentido de que lo que su autor explora con ella no busca tanto narrarnos una historia al uso como dejar volar sus reflexiones y sus miedos. Un trabajo en sintonía con otros como Essex County o El Soldador Submarino.
El propio Lemire cuenta que en este tipo de obras suele trabajar sin guion, simplemente dejándose llevar por sus dibujos hasta que llegan a algún sitio, y es algo que se puede percibir al leerlo. Cazarranas es una obra onírica en la que todo el peso recae sobre las sensaciones que transmiten sus imágenes, muchas de ellas sin la compañía de texto. Lemire deja volar su lápiz y saca hacia fuera una especie de crisis de mediana edad que se traduce en una fábula sobre la muerte y el arrepentimiento que no pierde el tiempo en explicarte nada porque solo quiere dejarse sentir. Hablamos de un cómic fugaz, de poca complejidad pero gran emotividad, que se lee en un suspiro pero logra tocar las fibras sensibles del lector.
El punto más diferencial de Cazarranas es sin duda su arte, y es que hablamos de una obra que parece creada en un arrebato creativo, sin echar la vista atrás. El creador de Sweet Tooth siempre ha tenido un estilo de dibujo tosco y desmadejado, pero en esta ocasión lo lleva hasta otro nivel, dejándonos la práctica totalidad del cómic a lápiz, con unas páginas que parecen sacados del cuaderno de bocetos, y un sombreado descuidado mediante acuarela gris.
Y sin embargo funciona. Porque es precisamente esa decisión artística la que hace que el relato fluya tan en consonancia con el tono onírico que plantea. Lemire nos atrapa en un sueño, y solo las contadas apariciones de color y entintado nos devuelven al mundo real. Y funciona, claro, porque a pesar de su apariencia, claramente no estamos ante un trabajo hecho en una tarde de pasión. Solo hay que ver la narrativa de Lemire, cómo juega con las transiciones entre escenas y cómo maneja el tempo y las dimensiones de cada viñeta. Detrás de sus rostros cuadrados, el canadiense vuelve a demostrar que conoce el medio como la palma de su mano y que sabe exprimir al máximo las bondades del noveno arte.
En mi opinión, hablamos de una labor artística excelente, pero como siempre, cabe señalar que probablemente sea a la vez su mayor handicap a la hora de atraer a nuevos lectores. Esto no es algo nuevo: Lemire siempre se ha distinguido por tener un estilo de dibujo tosco, de líneas desmadejadas y rostros feotes, que puede hacer torcer el gesto al lector, y más aún en una obra como esta que lleva esa personalidad al límite. Pero como siempre digo, esto es Lemire. Su identidad gráfica es casi ya la marca personal de la melancolía, y sus historias no se pueden entender sin ella.
Cazarranas es una de esas obras que, entre encargos y grandes proyectos con otros artistas, nos permiten volver a disfrutar del Jeff Lemire original, el que es más dibujante que guionista, el que se deja llevar para volcar sus emociones en historias que logran removernos algo por dentro. No será su obra más recordada, pero sí una de las que mejor lo definen como autor.
Lo mejor
• Su habilidad para sumergirnos en un sueño inquietante.
• Lemire nos sorprende llevando al límite un estilo aboceteado donde menos es más…
Lo peor
• …pero que a buen seguro echará para atrás a algunos lectores.
Guion - 8.5
Dibujo - 8.2
Interés - 7.5
8.1
Emotiva
El Lemire de Cazarranas es el Lemire íntimo y personal, el Lemire que más nos gusta.