INTRODUCCIÓN
Octubre llega, y el Magazine DC también, y los calores no parecen remitir, algo que tristemente cada vez parece ser más la dinámica de este mundo que estamos empeñados en destruir de forma sistemática. Y hablando de constantes, lo que también lo son es las novedades DC que caen como las hojas de los árboles en una de las estaciones favoritas de muchos.
Por ello este mes nos centramos en las novedades estrella, la JSA, que regresa con flamante nueva serie, con guiones de un viejo conocido del grupo, Geoff Johns. Un guionista que conoce a la perfección a estos personajes, queridos por buena cantidad de lectores de DC, que a buen seguro se lanzaran de lleno a disfrutar de las nuevas aventuras de Alan Scott, Gay Garrick y compañía.
Y como la JSA es protagonista, también lo va a ser en Clásicos DC con un grupo que no era sino la manifestación del legado de primer grupo de superhéroes de la historia. Conocidos como Infinity Inc. los descendientes de muchos de los grandes héroes y heroínas de la JSA, hacen frente a amenazas de todo tipo mientras intentan estar a la altura de sus padres y padrinos.
Y hablaremos de Batman, porque no hay mes que no haya motivo para ello, ¿verdad?
Superman llega con su nueva flamante colección escrita por Joshua Willamson, tendremos dinosaurios justicieros, la finalización del trabajo de Priest en Black Adam y hablaremos de un libro que es una lectura obligada para todos aquellos que deseen conocer más y mejor la historia del noveno arte en los Estados Unidos.
Y sin más dilación os dejamos con un Magazine DC lo mejor del mes intentando expandir la información de estas obras más allá de la propia historia que nos cuentan.
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Nuestro autor del mes es Mikel Janín (Pamplona, 1974). Se trata de un autor con una formación exquisita ya que es licenciado en Arquitectura lo que le da un bagaje especial a la hora de diseñar espacios y situar los personajes en ellos. Y no es un tópico.
Compatibiliza su profesión con breves colaboraciones como aficionado, principalmente ilustraciones de temas tolkianos.
A partir de 2009 decidió apostar 100% por su vocación, los cómics.
Inicialmente colaboró en obras como El año que fuimos campeones del mundo (tebeo sobre el campeonato del mundo de fútbol que ganó España en 2010) o Les Aventures d’Antonin Phylifandre.
Posteriormente debuta en DC Comics. Su primera colaboración es con un especial de la Liga de la Justicia y luego con especiales como Titanes: Flashpoint.
El desempeño del pamplonica le llevó en 2011 a firmar en exclusiva con la editorial de Superman.
Como es lógico, a partir de entonces se multiplican las colaboraciones con DC y muestra sus cualidades en colecciones como JLA 80 Page Giant, Flashpoint: Deadman & the Flying Graysons o DC Justice League Dark.
Al ser el dibujante titular de la Liga Oscura, Janín tuvo la oportunidad de rediseñar a Deadman o Zatanna. Tuvo la oportunidad de colaborar con guionistas estelares de talla mundial como Peter Milligan, Jeff Lemire o J. M. DeMatteis.
En 2013 formó parte del equipo de autores que participó en el evento del verano, la Guerra de la Trinidad.
Continuó colaborando en diferentes títulos como Detective Comics o Batman y Robín Eternal.
Su primer gran momento, la oportunidad de destacar la propició la serie Grayson son guiones de la próxima superestrella, Tom King y Tim Seeley. Grayson fue un gran éxito. La aproximación al autor como una especie de 007 superheróico. El humor y la acción de la colección fueron algunas de sus señas de identidad.
Posteriormente Mikel Janin tuvo la oportunidad de trabajar con el primer superhéroe, Superman en el arco de Los últimos días de Superman.
El paso de King a guionista titular de Batman implicó que Janin fuera uno de los autores habituales de la serie, encontrándose con el guionista estelar y ilustrando una de las fases más aclamadas del murciélago como la guerra del Joker y el Acertijo o la legendaria boda entre Batman y Catwoman.
Actualmente, el autor se encuentra dibujando la miniserie de la JSA de otro de los grandes guionistas de este siglo, Geoff Johns.
Janín se caracteriza por un estilo armonioso, claro y bello. Dibuja las figuras de forma suavizada potenciándolas con un uso elegante y adecuado de los grises mediante aguadas o técnicas que las simulan. Las figuras son voluminosas, de aroma clásico. Janín es original en la narrativa y en la estructura de página, pero equilibrado entre el impacto y la eficiencia de la narración.
Su formación le capacita para ser uno de los mejores y más precisos dibujantes de fondos, uno de los talones de aquiles de muchos autores. sus escenarios son perfectos académicamente y dotan de realismo las escenas lo que le permiten dosificar el detalle en la figura humana en beneficio de la expresividad.
Alan Scott fue el primer personaje de DC Comics en portar el nombre de Linterna Verde (Green Lantern) y su creación se remonta al lejano año de 1940, gracias a Martin Nodell, para las páginas de All American Comics #16. 83 años hace que Nodell le dio forma inspirado al ver a un encargado del metro de Nueva York agitar un farolillo rojo advirtiendo de peligro para luego pasar al verde al restaurarse la normalidad de la situación. Andaba buscando el ofrecer a los lectores un personaje que tuviera poderes especiales con cierto tono sobrenatural. Y es que el primer Green Lantern de la historia tenía un anillo de poder, pero sus capacidades no estaban vinculadas a una batería de poder en el lejano planeta de Oa, como se definirá décadas más tarde, en la figura de Hal Jordan. El anillo de Scott era algo más místico y los detalles de su concepción también hay que ir a buscarlos en la figura de Bill Finger, que se encargó de los guiones de sus historias. Historias que pronto alcanzaron tal popularidad que llegó a tener serie propia en 1941, tras su integración en la Sociedad de la Justicia, en All Star Comics #03 el año de antes.
Su origen bebe de fuentes diversas, como el propio Nodell se encargó en contar en numerosas ocasiones. Algo de Aladino, algo del trabajador del metro de Nueva York, algo de mitología nórdica (en concreto el tema del Anillo de los Nibelungos), incluso de la mitología jasídica (movimiento del judaísmo ortodoxo), al que dio forma con Bill Finger narrando de la siguiente forma su génesis.
La llama mística verde llegó a la Tierra hace miles de años. Profetizó que actuaría tres veces, una para dar vida, otra para dar muerte y una tercera para dar poder. Y fue esa tercera vez, encerrada en un farolillo, cuando la llama se manifestó al ingeniero ferroviario, Alan Scott, en el momento en el que el tren en el que viajaba sufría un accidente, para otorgarle la capacidad de canalizar su energía a través de un anillo y obtener magníficos poderes. Sus poderes van desde el vuelo, la proyección de rayos de energía, protección de todo tipo de proyectiles, salvo aquellos que sean de madera. Un anillo, que a diferencia del que luego se podría ver en manos de Hal Jordan, no es capaz de generar constructos como tales.
La historia del personaje va unida a la de la JSA y por tanto aquí poco más se puede añadir que no se vaya a narrar un poco más adelante, pero si es relevante decir que tuvo dos matrimonios, el primero con la heroína bipolar, Rosa y Espina, con la que tuvo dos hijos, Jade y Obsidian, para más adelante contraer unas segundas nupcias con una reformada villana, Arlequín. Ya en 2012, se estableció que era gay, algo que perdura hasta el momento.
Otro acontecimiento relevante es que, tras Crisis, se modificó su fuente de poder para establecer que la energía verde era en realidad el místico Corazón Estelar, responsable de que Scott no envejeciera, y vinculándolo más de cerca a los Guardianes del Universo. Fue cuando el Corazón Estelar se manifestó en el interior de Scott cuando este cambio su uniforme y asumió la identidad de Centinela, siendo el responsable de la refundación de una nueva JSA. Y de ahí a estar al frente de las nuevas encarnaciones, sin faltar a la esta última que de nuevo vuelve a estar manos de Geoff Johns, que tan buen trabajo hizo tras lo realizado por James Robinson y David S. Goyer.
ENCUESTA GREEN LANTERN
Y ha llegado la hora de la verdad…
LA LIGA JURÁSICA
Llega por fin a nuestro mercado la versión más WTF de la liga en años: la jurásica. Sorprende que en un mercado cada vez más escaso y que va dando muestras de estarse encogiendo (según parece ni siquiera es capaz de absorber el maga que se publica) se haya tomado la decisión de publicar este enloquecida (por conceptos) miniserie, mientras que otras obras de calidad se queden en el cajón de los “pendientes”.
La intensidad de la crisis, los nubarrones negros en el horizonte y las hojas de cálculo provocan que el mercado parezca un Dragon Khan de ideas y probaturas.
Debido al (bajo) volumen de ventas, la grapa se está reduciendo. Las elecciones del editor a la hora de publicar son cada vez más racionales y menos arriesgadas. Nadie se quiere pillar los dedos.
¿Qué ofrece, entonces, la Liga de la Justicia Jurásica?
Pues pura diversión y sobre todo una clara orientación a un público juvenil y desacomplejado.
Los veteranos sabemos que no encontraremos Watchmen ahí y a pesar de los nombres de los créditos (Daniel Warren Johnson, principalmente) nuestras expectativas son renuentes.
La idea de publicar esta serie no es por la calidad, si no por el interés, la curiosidad y el encaje con el público objetivo, más infantil en este caso. Un público al que los ojos le hagan chiribitas al ver la versión dinosauria de Flash, Batman, Superman y Wonder Woman. Un público que sueñe en las figuritas que puedan salir de estos conceptos locos, bizarros y puramente palomiteros.
Como hemos, dicho DWJ es el guionista y eso nos garantiza velocidad, acción y Rock (sobre todo Rock) and Roll. No esperemos profundidad psicológica, ni dramas de origen intrauterino. Esto va de mezclar ingredientes de sabor fuerte e ingerir el resultado dando grandes bocados.
Al dibujo, Juan Gedeón, nos ofrece una versión cercana a la del propio Daniel Warren Johnson, aunque muy eficaz y potente. Las páginas tiemblan por la intensidad de los duelos, por la grandiosidad de los personajes y la imposibilidad de los conceptos.
Lo dicho, acción, entretenimiento sin complejos y a pescar público joven a granel.
Suerte.
BLACK ADAM #02
Llegó el momento de releer el primer volumen de Black Adam. Christopher Priest nos planteó los puntos principales de una serie de tramas minuciosas, detalladas, intensas y atomizadas. Cada frase tenía un significado, nada era casual.
Diferentes niveles de lectura, diferentes líneas argumentales, diferentes tonos.
Llegó el momento de escribir la gran obra de Black Adam. El cómic que le de profundidad, realismo y madurez a sus incipientes tramas geopolíticas y a su recién estrenado legado.
Priest nos ofrece un cómic adulto para paladares exigentes. Podríamos pensar que Priest no tiene paciencia con el lector, que le da igual que sufra o le cueste. Pero esto no es cierto (creemos) el guionista respeta a la persona que se encuentra al otro lado de la página. Le trata como un adulto, como una persona madura, le habla en serio, sobre conceptos elaborados y exigentes, densos, intensos.
Esta miniserie salió en Estados Unidos cuando se estrenó la película de Black Adam. La idea era completar la constelación de productos y publicaciones del personaje. Desarrollar a un personaje secundario pero cuya dureza y personalidad anclada en hace veinte siglos, le da muchas posibilidades en el presente.
Priest no ofrece un trabajo donde se dedique a un mero cumplimiento contractual. El guionista exhibe sus conceptos, ideas y truquitos narrativos para goce de las personas que disfrutaron de su trabajo en Deathstroke.
Rafa Sandoval le da una imagen homogénea. El desempeño del dibujante granadino encaja como un guante con Priest. Además de su capacidad de dibujar cualquier cosa, está su capacidad narrativa para aclarar y hacer más digestiva la densidad de Priest. La acción estalla y la historia fluye. Sandoval es un dibujante ideal para el cómic de superhéroe, llevando su estilo que aúna tradición y modernidad a un nivel top. Eficaz y talentoso, el dibujante andaluz no comete fallos y contiene sus capacidades para someterse a las necesidades de la historia.
En este tomo tenemos también a Eddy Burrows. El brasileño ofrece un trabajo correcto pero que palidece con el de Sandova.
Lo dicho, tenemos el cierre de una colección que no es para todos los públicos. Se trata de un cómic exigente para entómologos, lectores a los que les gusta romperse la cabeza con tramas y subtramas y amantes de la continuidad DC.
SUPERMAN #01
Superman estrena nueva serie y lo hace dejando atrás la grapa (con récord absoluto de numeración en nuestro país en este formato) para saltar al tomo, aprovechando la llegada de su nuevo equipo creativo. Un equipo creativo que está compuesto por Joshua Williamson y Jamal Campbell, que optan por una vuelta a lo básico tras el trabajo de Philip Kennedy Johnson, que optó por la épica espacial para narrar una epopeya cósmica con Superman lidiando con una rebelión en Mundo Guerra.
No es la primera vez que se recurre a este tipo de jugadas tras largas etapas, pero una vuelta a lo básico que fue especialmente relevante fue la acontecida tras Crisis, cuando Byrne se hizo cargo del personaje y se encargó de eliminar el lastre que impedía ya escribir a Superman de manera decente.
Sus poderes rozaban lo divino y la lista era tan larga como fuera necesario para solventar la historia. Este Superman monolítico, sin apenas grietas emocionales, que se movía de manera rígida entre los secundarios de sus series, cambio de golpe en manos de Byrne para perder poderes, ser más humano, más terrenal, con debilidades físicas derivadas de la kryptonita y de la magia, mientras que emocionalmente era más vulnerable. Ya no era un Superman perfecto, era un ser humano, un forastero en tierra extraña, que sabía que debía hacer lo correcto en todo momento, sin importar las consecuencias.
Los cambios no siempre son malos, sino muchas veces necesarios.
Williamson apuesta por regresar a ese entorno más mundano y reconocible que es Metrópolis y entrar de lleno en una dinámica más terrenal. El disponer de un dibujante regular para cada entrega ayuda mucho y hace que las esperanzas en esta nueva etapa sean grandes. El trabajo de Johnson, por extensión y desarrollo, ha sido refrescante, pero también algo extenuante, por lo alejado que ha estado el personaje de un entorno con el que los lectores pudieran sentirse más identificados.
En 1989 estalló la segunda batmanía.
La película de Tim Burton, Batman, se estrenó y la euforia por el hombre murciélago se desató con fuerza incontrolable. En DC Comics, aprovechando el tirón que propició el éxito que experimentaba el personaje en el séptimo arte, se centró en trasladar dicho éxito al noveno y se produjo algo que no había sucedido desde 1940, lanzando al mercado una tercera serie regular con Batman como protagonista. Conocida con el título en inglés de Legends of the Dark Knight (en España fue publicada inicialmente por Zinco con el título de Leyendas de Batman) y situada en el momento temporal definido por Año Uno, con la peculiaridad adicional de constar de arcos argumentales cerrados de entre tres y cinco números realizados por equipos creativos distintos. La libertad creativa fue grande y hubo espacio para contar grandes historias gracias al trabajo de autores tan relevantes como Grant Morrison y Klaus Jackson (Gothic), Doug Moench y Paul Gulacy (Presa), Matt Wagner (Rostros), James Robinson y Tim Sale (Blades) y la que nos atañe, escrita por Dennis O´Neil e ilustrada por Trevor Von Eeden (con tintas de José Luis García- Lopez), titulada Veneno, así como la que inauguró la colección, con O´Neil también la frente, con dibujos de Ed Hannigan, titulada Chaman.
Chamán fue una saga de cinco números publicada entre noviembre de 1989 y marzo de 1990, con la Batmania aún fresca. O´Neil logró con esta historia un relato acertado de un héroe primerizo. Este Batman a veces roza lo ingenuo y patoso. Tiene grandes habilidades detectivescas que le ayudan a llevar el caso, pero aún tiene problemas para lidiar con los criminales en el cuerpo a cuerpo y lo de “ingenuo” va en tanto que se olvida de mantener la promesa que le hizo al chamán de no contar la historia del murciélago y mete la pata al contársela a un investigador que abusa de los nativos al estilo traerles los «vicios del mundo civilizado» (alcohol y drogas), destruyendo para siempre la paz del poblado. Una especie de Año Uno que cambiaba a Batman de entorno, trasladando la acción de Gotham a las montañas nevadas, con la que poder profundizar más en aspectos mucho más psicológicos del personaje, apartando la parte más heroica del mismo de la ecuación. Chamán es toda una declaración de intenciones de lo que vendría a ser Legends of the Dark Knight en sus primeros años y como O´Neil conseguiría crear una serie que revisaría el mito de Batman, que permitiría ganar nuevos lectores para la franquicia y que incluso serviría de modelo para la competencia.
Pero si se pregunta a los aficionados por esta serie y que nombren una de las historias que más recuerdan, curiosamente la primera que suele aparecer en la conversación es la otra que también escribió O´Neil, Veneno, y es que hay sólidos motivos para ello. O´Neil mostró a un Batman muy humano, con limitaciones físicas, obsesivo, dispuesto a cruzar líneas con tal de poder ir más lejos en su cruzada, capaz de mostrar una voluntad de acero y una disciplina moral, física y mental a toda prueba. Cinco números que plasmaban la aplastante figura de Batman como un ser humano capaz de lo mejor y de lo peor, dispuesto a enfrentarse a los más grandes peligros con el único propósito de no traicionarse a sí mismo. Ver al héroe flaquear, doblegarse, caer en la adicción, es algo que se clava en la cabeza como un clavo al rojo vivo.
Su clasicismo es su mejor baza y su peor enemigo, al hacer uso O´Neil de textos de apoyo especialmente líricos. Una poesía narrativa que se ve reforzada por la tentación de volver a caer en las garras de las pastillas que se ve dominada por el intelecto y el ingenio más característico del personaje. O´Neil no deseaba plasmar una historia donde haya un ganador y un vencido, sino que perseguía plasmar una historia trágica para todos los involucrados que, de alguna forma, se ven atrapados por la droga Veneno. El escritor se dejó llevar por los efectos dramáticos (sin valorar seriamente los tiempos que transcurren para plasmar gráficamente alguno de los cambios físicos de Bruce), para que la rabia, la locura, el dolor, la frustración y la perdición se reflejen de forma mucho más cruda que realista, sin dejar de explicar bien ciertos aspectos de los personajes que pueden chocar cuando se empieza la lectura.
Las drogas no son la solución. O´Neil lo tiene claro, porque es algo que ya trató con dureza descarnada en su mítico trabajo con Green Arrow y Green Lantern y es esta historia no va a ser menos. Además, es la historia de origen de la droga Veneno, la que años más tarde sería la que desencadenaría al villano Bane.
Son dos grandes historias de un Batman terrenal, de ese que ahora apenas se puede disfrutar, donde su humanidad es lo que le hace fuerte y especial y es por ello por lo que merece la pena revisitarla de manera regular. No es un trabajo para nostálgicos, es un trabajo para todos los que aman a Batman.
EFÉMERIDES Y CUMPLEAÑOS…
ROB LIEFELD (3 de octubre de 1964 – cumple 59 años)
Hoy cumple años uno de los artistas más conocidos de la industria y lo es no por sus dotes o su talento, sino por todo lo contrario, por ser capaz de haber labrado su nombre en granito en la década de los noventa gracias a varios trabajos que convencieron a toda una generación, para luego convertirse en un mal chiste del que ya nadie se ríe.
Su formación fue totalmente autodidacta y su primer trabajo hay que ir a buscarlo a DC, donde gracias al proyecto interno de búsqueda de talentos, pudo hacerse cargo del dibujo de la miniserie de Halcón y Paloma, en la que Karl y Barbara Kesel, revitalizaron el concepto ideado inicialmente por Steve Ditko.
Llegó a Marvel y deslumbró en la serie de Los Nuevos Mutantes (donde creó a Cable), hasta su reconversión a X-Force, con guiones de Louise Simonson. El éxito de aquel trabajo es inexplicable hoy en día, pero lo encumbró lo suficiente como para poder abandonar la editorial y formar Image con otros dibujantes super estrellas del momento, como Jim Lee, Todd McFarlane, Marc Silvestri… donde lanzó al mercado la serie regular Youngblood y múltiples clones derivados de esta.
Lo fascinante de la su historia es que acabaría regresando a Marvel, llamado por la editorial en sus horas más bajas, para hacerse cargo de la iniciativa Heroes Reborn, haciéndose cargo de los vengadores y del Capitán América.
Llegó a ser expulsado de Image por sus socios por sus controvertidas decisiones empresariales y fundó su propia editorial, Awesome, en 1997.
Ya en los años 2000 su trabajo paso a ser el de portadista en Marvel, algo que sigue siendo inexplicable, con colaboraciones en una miniserie de X-Force junto a Fabian Nicieza. Llegó a realizar una historia con Gail Simone para DC de los Titanes y ya en 2010 regresó para dibujar a Masacre, otro de los personajes que creó en Marvel en los años noventa. En la actualidad continúa realizando portadas y durante los Nuevos 52 se llegó a encargar de la serie de Halcón y Paloma, Hawkman y Deathstroke. Si hay un dibujante milagro, ese es Rob Liefeld.
MATT WAGNER (9 de octubre de 1961 – cumple 62 años)
Matt Wagner siempre estuvo dibujando desde su más tierna infancia. Se crio sin televisión, pero si rodeado de letras y dibujos, por lo que estudio bellas artes en Filadelfia, para en 1982 lanzar al mercado su creación más famosa, Grendel, dentro de la editorial Cómico.
En 1984, dentro de su inquietud creativa, puso en marcha una nueva serie, Mage, con tintes autobiográficos, que duró hasta 1986. Y fue en esa misma época cuando realizó su primer trabajo para DC Comics, Demon, una miniserie de cuatro entregas que se publicó en España por primera vez de la mano de Zinco dentro de una de sus series contenedor.
Con el cierre de Cómico, por su mala gestión empresarial, Wagner perdió los derechos de sus dos creaciones y no los recuperó hasta pasado un tiempo por vía judicial. Aquellos años los llenó publicando en Dark Horse la serie The Aeriealist, donde se propuso romper un tabú tras otro de los comics USA.
En 2007 anunció que no tenía mayor interés en volver a Grendel. Su trabajo ha sido variopinto desde entonces, con series de Terminator, Tarzan y para DC, Batman, Sandman Mistery Theatre, así como Wonder Woman, Madame Xanadu, y múltiples portadas de Green Arrow durante la etapa de Kevin Smith.
Ha ganado tres premios Eisner a lo largo de su carrera y es uno de los autores independientes más relevantes del panorama USA:
OTTO BINDER (falleció el 13 de octubre de 1974)
Hablar de Otto Binder es hablar del Capitán Marvel.
Nació un 26 de agosto de 1911, dentro del seno de la familia de inmigrantes austriacos y fue el menor de seis hermanos. Ya en 1932, en colaboración con sus hermanos, vendió su primera historia de ciencia ficción, The First Martian a la revista Amazing Stories, bajo el seudónimo de Eando Binder.
Al tener que lidiar con la Gran Depresión, y como el trabajo de escritor no le rentaba lo suficiente para poder vivir, se vio obligado a tener que trabajar en otros gremios, como el de la siderurgia, pero Otto nunca dejó de lado la escritura y continuó perseverando.
En 1939 llegó al mundo del cómic gracias su hermano Jack, que era dibujante y trabaja en Nueva York. Entró en el estudio de Harry A Chester, un cazatalentos de la época y fue al año siguiente cuando Otto Binder paso a engrosar las filas de la editorial Fawcett Comics escribiendo historias del Capitán Venture, Bulletman, pero no fue hasta 1941 cuando le llegó el gran encargo, hacerse cargo de la escritura del personaje más importante de la editorial, el Gran Queso Rojo, rival de Superman en el quiosco, el Capitán Marvel. Y vaya que si lo hizo. Estuvo escribiendo para el personaje entre 1941 y 1953, firmando un total de 986 historias de las 1743 que se publicaron en total. Durante ese tiempo cocreó a Mary Marvel y se encargó de realizar la serie regular protagonizado por ella y el Capitán Marvel Jr. Su talento también está detrás de otros de los grandes personajes del particular mundo del Capitán Marvel, como Mr. Mente, Tío Dudley, Mr. Tawky Tawky y Black Adam y los malvados hijos del Dr. Sivana.
Binder dejó Fawcett cuando la editorial se vio obligada cerrar tras los litigios con DC Comics en 1953. Trabajó para Timely Comics, la futura Marvel, donde cocreó al Capitán Wonder, los Young Allies y la superheroína Miss América. Firmó también historias del Capitán América, la Antorcha Humana, y Namor. Por lo visto al bueno Otto Binder le gustaba trabajar con los Capitanes.
También se pueden encontrar trabajos suyos en Quality Comics, donde cocreó a Kid Eternity, firmando historias del Tío Sam, Black Condor, Blackhwaks, que como todos sabemos acabaron en manos de DC con el tiempo.
PAUL LEVITZ (21 de octubre de 1956 – cumple 67 años)
Hacer una breve biografía de la figura de Paul Levitz es algo complejo, porque su figura forma parte no solo del denso entramado artístico del cómic USA, sino que, además, formó parte de la directiva de DC Comics durante varias décadas. Y es que su afición empezó pronto en un fanzine hoy en día mítico.
The Comic Reader empezó su andadura en el año 1961, pero lo hizo bajo el nombre de On the Drawing Board. Su fundador, Jerry Bails, focalizó todos sus esfuerzos en realizar una revista centrada en las noticias del cómic, algo hasta entonces inédito como elemento informativo, convirtiéndose rápidamente en una herramienta con la que los aficionados podían saber que estaba pasado y que se estaba publicando. Tras sus primeros números, sería en el octavo cuando cambiaría su nombre por el de The Comics Reader (1962), migrando su anterior denominación a las páginas interiores en la sección de noticias. Tal fue su impacto, pues no tardó en ser un pilar fundamental para muchos aficionados, que en el año 1963 ganó el premio Alley Award.
Levitz trabajó con verdadera pasión en TCR, tanto que llamó la atención de DC Comics durante una de sus investigaciones, y el editor Joe Orlando en 1972 le ofreció su primer trabajo dentro de la editorial gestionando el correo de los lectores para, muy pronto, pasar a ser asistente del propio Joe Orlando. Levitz aún debía completar sus estudios y cursó administración de empresas en la universidad de Nueva York, pero pasados tres años decidió centrarse en su carrera como escritor. Su carrera dentro de DC Comics como editor asistente de Orlando dio un salto en 1976 cuando se convirtió en editor del título, Adventure Comics, cuando aún no contaba con 20 años y a la que añadió Batman poco tiempo después.
Sin embargo, es en 1977 cuando Levitz tuvo su primera toma de contacto con la Legión y oficialmente comenzó a escribir sus aventuras a partir del número 231, coincidiendo con el cambio de título de la serie a Superboy y la Legión de Superhéroes. Dos años son los que permanecería al frente de la serie, con algunas sustituciones esporádicas por parte de Gerry Conway, en las que consumaría el matrimonio entre Relámpago y Saturn Girl y escribiria una de las sagas más ambiciosas hasta el momento, la titulada Earthwar, dibujada por James Sherman y más tarde por Joe Staton, que afectó a los números 241 al 245, donde la guerra entre los Planetas Unidos y el imperio Khund asolaba el universo. Finalizado este arco, Levitz, abandonó la serie a finales de 1978, siendo sustituido por Gerry Conway, en lo que iba a ser simplemente un hasta luego y no una despedida definitiva.
Levitz regresó a la Legión en el año 1982 en su número 284 (aunque ya había escrito algunos números antes de la serie junto con Roy Thomas, de una trama muy compleja de la que poco o nada hay que recordar) en lo que sin duda iba a ser el preludio a una de las etapas más recordadas y queridas por todos los aficionados al grupo del siglo XX.
La Legión se relanzó de nuevo el 1984 y durante 63 números se mantuvo activa a los mandos de Levitz que la escribió de principio a fin. Entre el anterior volumen y el que empieza en el 84 no hay pausa alguna, pero son muy diferentes entre sí. Esta nueva serie regular ya no tiene a los lápices a Ketih Giffen, que solo está en el primer arco argumental, siendo sustituido por Steve Lightle, lo que ya rompe con ese aspecto visual tan característico que tuvo el anterior volumen y que tan bien le sentó a la serie.
Si centramos nuestra atención en sus años como editor jefe de DC y su presidencia, hay varios aspectos a comentar. La carrera de Levitz está intrínsecamente ligada a la Jenette Kahn y Dick Giordano, pues ellos son los encargados de revitalizar a DC en un proceso que empezó a manos de Kahn y que Levitz prosiguió con ayuda de ambos editores. Khan, Levitz y Girodano remueven los cimientos creativos de DC coordinando el relanzamiento de los principales personajes de la editorial tras los acontecimientos de Crisis en Tierras Infinitas. Este trío de ases fueron los responsables de que tras los nefastos años 70, DC Comics, resurgiera como un ave fénix y tuviera unos años ochenta absolutamente sobrecogedores en cuanto a calidad editorial.
Paul Levitz es mucho más que un guionista de comics. Es un estudioso del medio, un magnífico escritor, un conferenciante de renombre, un ejecutivo creativo, historia viva de DC Comics… que continúa su incansable trabajo con la misma pasión que aquel jovenzuelo que empezó a publicar un fanzine sobre comics en su instituto. Y podríamos seguir y seguir desgranando sus trabajos como guionista, pero también como editor jefe, con la entrada en juego de Karen Berger, la creación de Vertigo por parte de esta última, Milestone, etc. Pero nos quedamos aquí como un breve, rápido y sesgado relato de una de las figuras más relevantes del cómic USA.
ESTE MES ES EL 83 ANIVERSARIO DE… LA JSA
Ah, la gran Sociedad de la Justicia de América (JSA para los amigos), el primer supergrupo de la historia, el origen del universo ficcional compartido, del multiverso, baluarte del legado, la historia viva de DC… y la madre de todas las incongruencias de continuidad.
Porque la JSA se creó entre editoriales, las juntó, sufrió un abandono que se convirtió en universo paralelo, avanzó en elipsis anuales, se le hicieron dos retcon, tuvo hijos, se reconvirtió en pasado tras las crisis, se intentó adaptar, pero terminó sufriendo otro abandono semificticio, se la revivió para verla morir de nuevo, resurgió de sus cenizas creando más adeptos que nunca, volvió a ser olvidada y reconvertida a universo paralelo, y ahora vuelve de nuevo.
Me he quedado sin aliento y aún no he podido explicarlo todo, pero claro, ¿cómo lo hago? ¿Por la historia editorial? ¿Por la ficticia? Mejor por el principio…
Érase una vez dos editoriales hermanadas, Detective Comics Inc (de Harry Donenfeld y Jack S. Liebowitz, antigua National Publications del comandante Malcolm Wheeler-Nicholson) y All-American Publications (de M.C. Gaines), que decidieron sacar lo mejor de ambas en una idea revolucionaria (que se adjudicaría Sheldon Mayer, de Detective), juntar en un solo grupo todas las estrellas de las que disponían; Doctor Fate, Hour-Man, el Espectro, Sandman, Atom, Flash, Green Lantern y Hawkman (vale, y Ma Hunkel, el Tornado Rojo original).
Y así aparecen todos sentaditos en el mítico no, lo siguiente, All-Star Comics #3 (de All-American, en 1940). Guionizado, en su mayoría (pues más que interactuar, los héroes desarrollan aventuras por separado y se las cuentan en la famosa mesa de reuniones) por Gardner Fox y dibujado por Everett E. Hibbard, además de Sheldon Moldoff, Bernard Baily, Mayer, Howard Sherman y Ben Flinton. Quedémonos con que los héroes ya se conocen, ergo, la Sociedad ya estaba formada antes de esta historia.
Conste que las mayores estrellas de Detective, Superman y Batman, no entraron en el trato, aunque se comenta en la propia historia que son miembros honoríficos, pero no pudieron acudir a la reunión. De hecho, se crearía la regla ficticia de que cualquier héroe con serie propia no podía ser miembro en pleno derecho (salvo Wondy que se quedaría como secretaria. Ejem, los 40); por eso Flash tendría que dejar sitio a Johny Thunder o Linterna Verde tendría que dejar la silla.
Pero aquí la mandanga está en el trato entre editoriales, que le haría perder a la mitad de los héroes en la primavera de 1945, cuando Gaines se decidió publicar las aventuras del grupo por su cuenta, y volvería a su cauce cuando Donenfeld y Liebowitz se hicieran por fin con el premio gordo al juntarlas bajo el yugo de DC Cómics a finales del 45. Entre medias se les unirían Starman, el Doctor MediaNoche, Mr Terrific, Wildcat (mi favorito, ¿cual es el vuestro?) y Canario Negro.
Pero cuando las cosas parecían tranquilas (pese a que también se habían ido sumando clásicos enemigos que terminarían formando la Sociedad de la Injusticia del Mundo… y luego dicen de la Edad de Plata), la hecatombe. Tras la caza de brujas a los cómics provocada por, en otros muchos, el Dr Wertham, los superhéroes desaparecen del radar y All Star se dedica a publicar western a partir del número 58. Nuevo apunte para el recuerdo revisionista, ¿qué pasó con esta gente?
Las aguas vuelven a su cauce, llega la Edad de Plata y se crean nuevas versiones de la mayoría de nuestros héroes que vuelven a triunfar. Pero en el ya revisitado mil veces «Flash de dos Mundos» (1961) se trae de vuelta al Flash original, que resulta seguir vivo y coleando en lo que con el tiempo se va a llamar Tierra 2, comienza el multiverso. Esta nueva tierra se desarrolla en especiales en los que la moderna Liga de la Justicia interacciona con sus contrapartidas de la Edad de Oro y se aprovecha para meter cambios temporales al grupo a golpe de imaginación (entre los más espectaculares, el Batman de Tierra 2 se casó con Catwoman, tuvo una hija que se convertiría en la Cazadora y moriría para ser substituido por Robin).
El caso es que tienen un éxito tremendo entre el fandom, especialmente el viejuno (y entre ellos Roy Thomas), y terminan consiguiendo volver a su cabecera original en el 1976. Para el reestreno, por Gerry Conway y Ric Estrada, se les suman el mencionado Robin maduro, Star Spangled Kid y un nuevo personaje, Powergirl, la prima de Superman de Tierra 2. Con el subidón se realiza la primera revisita al pasado; como no hubo origen de la Sociedad (¿recordáis?), Paul Levitz y Joe Staton se lo inventan en el DC Special #29 (1977).
Nada menos que Hitler está implicado en ello, al hacerse con la Lanza del Destino. Roossevelt es informado por un agente, pero al no poder intervenir, manda a Batman, Flash y Green Lantern en secreto. Fracasan ante los ojos de Fate, que busca a Hourman y se lanzan a ayudarles. Pelea contra Valkirias mediante, Fate lanza nuevos aliados (Sandman, Hawkman, Atom y finalmente el Espectro) para enfrentarse a un ataque sorpresa del ejército alemán. A la desesperada, una bomba hacia Washington necesita de la colaboración de todos más Superman para ser finalmente detenida. Pero esta idea tan molona generaba un pequeño problema: si los héroes estaban en activo antes de la II Guerra Mundial, ¿por qué nunca estuvieron en el frente?
Lo que si se lanzaría a solucionar el mismo equipo sería la “desaparición” del grupo en los 50 con otro retconeo, uno de los más metatextuales y apropiados que se hayan visto, en el Adventure Comics #466 (1979). Según le cuenta la Cazadora a Powergirl, la culpa la tuvo otra caza de brujas, la del Comité de Actividades Antiamericanas, que al obligar a nuestros héroes a revelar su verdadera identidad para demostrar no eran comunistas ocultos, forzó la negativa y posterior desbandada del grupo al completo.
Pese a este revival, la mala fortuna llega de nuevo al grupo en forma de Implosion; All Star es una de las series canceladas. Mientras eso sucede, el mayor fan del grupo se va de Marvel enfadado, ante la negativa de Shooter de permitir editores/escritores. Levitz no pierde un segundo en contratar al gran Thomas y, tras darle varias cabeceras que no son de su agrado, le deja revivir a la JSA en un experimento personal, el All-Star Squadron (1981, junto con Rich Buckler y Jerry Ordway). Atención a sus palabras: “Prefiero All-Star Squadron por encima de todo-de Conan, de Los Vengadores, por encima de todo en lo que haya trabajado nunca”.
Y la verdad es que era una idea mágica para un entomólogo comiquero como él. Explotar la idea de los superhéroes de la Edad de Oro en plena Guerra Mundial. Eso si, tras inventarse un campo de fuerza mágico que vuelve malvados a todos los que poseen poderes propios o heredados en los territorios del eje, impidiendo así la entrada de entes como Superman o el Espectro y terminar la guerra en un plis. Pero en todo caso la retaguardia daría para muchísimo.
Además de la JSA, revisita caracteres olvidados desde los 40 tanto de DC, como Johnny Quick, Liberty Belle y Robotman, como de Quality (adquirida en los 50) como Plastic Man, o Fawcett, o de creación propia… y muchos más. Además de mezclar universos ficticios, entrelaza hechos y personajes reales de la época con acierto en un tapiz de retrocontinuidad digno de filigrana (y bastante insufrible de leer, todo sea dicho). La idea le duró hasta 6 años y le dio para una miniserie, America vs. The Justice Society, y dos spin-offs, Young All-Stars e Infinity Inc., donde desarrolla el legado de la JSA y de la que hablaremos en breve.
Pero en medio se coló el evento por antonomasia, las Crisis en Tierras Infinitas (1985). Para una serie en la que las distintas tierras se mezclan sin cesar intentando no afectar los hechos actuales supuso todo un bombazo. Obviamente reticente al principio, Thomas claudica y pasa a la ofensiva enterrando a Wolfman con ideas y posibles soluciones ante la inevitable masacre multiversal. Sin embargo, la gran mayoría de ellas le son negadas o, peor aún, directamente ignoradas.
Sin aburriros demasiado (ya entraremos en detalle al hablar de Infinity), los cambios principales son que la Sociedad operó en el pasado, no en una tierra paralela, sin Batman, Robin ni Superman (algo se haría para solucionar lo de Wonder Woman). Todo esto, con la serie abierta, le supuso no pocos dolores de cabeza a Thomas, empeñado en atarlo todo. Y además, había que explicar porque la JSA no había seguido en activo hasta la llegada de los modernos superhombres. O siendo más claros, había que borrar a la Sociedad del mapa.
Al menos aquí, sí que dejaron al guionista aportar un final más que digno en el especial The Last Days of the Justice Society (1986). Junto con su mujer Dann Thomas y los delicados lápices de Mike Gustovich crean una entretenidísima historia que vuelve a implicar a Hitler y la famosa Lanza del Destino. En un desesperado intento por ganar una guerra que se le escapa de las manos, el dictador desata el Ragnarok, que sólo puede ser detenido en una eterna lucha de dioses. La JSA (salvo Power Girl, Star-Spangled Kid, el Espectro y Fate) se intercambiará con los dioses nórdicos para mantener la tierra a salvo en un emotivo sacrificio de batalla sin fin.
También se permitiría a Thomas la reinterpretación del origen del grupo post Crisis, quitando la figura de Batman y Superman y otros detalles incoherentes en el Secret Origins #31 (1988), junto con Michael Bair. En todo caso, el idilio del veterano guionista con DC había acabado y la JSA volvía a dormir el sueño de los justos.
Si hay algún grupo que resurja como un fénix, son ellos. En 1991 llega nada menos que la primera serie titulada Justice Society of America. Sin hacer ruido, Len Strazewski y Rick Burchett sitúan la serie en el pasado y, sin embargo, el éxito es inusitado. La respuesta del público es recompensada con un segundo volumen… ¡en la actualidad! Para ello, primero había que sacar al grupo del Ragnarok eterno. De eso se encarga Waverider, bueno, en realidad John Ostrander y Luke McDonnell en Armageddon: Inferno (1992), cuyo título define desgraciadamente su calidad.
En todo caso, la nueva serie (1992-1993) de Strazewski, ahora acompañado por Mike Parobeck, fue bienvenida y entretenida, con muchos superhéroes del momento invitados e incluso capaz de presentar nuevos, como Jesse Quick. Parece que las cosas vuelven a marchar… excepto para Mike Carlin. Según Strazewski, el todopoderoso editor de las series de Superman se empeña en que una serie dedicada a unos ancianos no tiene futuro y lastra a DC, y mueve los hilos para que sea cancelada en su número 10.
No contento con ello, en Hora Zero (1994), editada por él y orquestada por su protegido Dan Jurgens, la mitad de los miembros mueren mientras otros son envejecidos exageradamente (o realísticamente, dada su longevidad editorial). Este golpe de gracia los dejó fuera de circulación durante 5 largos años.
Pero antes de fin de siglo se masca un nuevo renacimiento que, ahora sí, los llevaría a sus más altas cotas de gloria. James Robinson, que ya había dado su particular homenaje al grupo con la magnífica La Edad de Oro, y David S. Goyer se marcan un revival con una aventura que recorre toda la historia de la JSA a través de una serie de números unitarios que hacen un guiño a las cabeceras de la época que los vieron nacer (All-Star Comics, National Comics, Smash Comics, Star-Spangled Comics…).
Pero lo mejor estaba por llegar, la serie JSA (al estilo de la exitosa JLA) debuta en agosto de 1999 de la mano de ambos guionistas y los lápices de Stephen Sadowski. Plagada de nuevas caras que marcan un claro salto generacional (Atom Smasher, Canario Negro hija, el nuevo Hourman, Sand, Starman hijo y Star-Spangled Kid) pero con los antiguos miembros supervivientes al frente (Green Lantern, Flash, Wildcat y la Reina Hipólita en el papel de Wonder Woman), cristaliza el corazón de la Sociedad de la Justicia, que no es otro que la familia.
Al equipo pronto se uniría Geoff Johns, que haría la serie suya y nos regalaría una etapa para el recuerdo. El título llegaría hasta nada menos que 87 números (2006), además de un anual, dos Secret Files un especial de Nuestros Mundos en Guerra y muchos spin-offs (entre mis preferidos, el de Hawkman). Es la serie por la que muchos de nosotros aprenderíamos a amar al grupo y fortalecería su legado ya para siempre.
De hecho, esta vez la crisis de turno, Crisis Infinita, sólo serviría para darle un nuevo volumen. Ahora titulado Sociedad de la Justicia de América (2007), añadiría nuevos miembros bajo los mandos del propio Johns y los dibujos del elegante Dave Eaglesman. Si bien esta última etapa podría pecar de demasiado radical en algunas ideas, no hizo sino reforzar la capacidad del grupo para adaptarse a cualquier tiempo.
Tanto, que tras Flashpoint (2011) el cambio fue, si cabe, demasiado radical. De la mano de nuevo de Robinson, ayudado por Nicola Scott, lo que se reinventa es la perdida Tierra 2 (2012). Aunque hubo muchas ideas interesantes en esa serie, significaba que, en la tierra principal, nuestros héroes nunca tuvieron lugar, lo cual era algo bajona.
Sin embargo, corren nuevos tiempos en la editorial y, tras el famoso Rebirth (2016), se van dejando pistas hasta que Johns, junto con Gary Frank, decide darnos un último regalo en la forma del Reloj del Juicio Final (2017). Aclarado el papel del Dr. Manhattan como alterador de la realidad curiosón, sus tejemanejes son evitados y renace la Sociedad de la Justicia de América.
Desde entonces la hemos visto dando bandazos en la Liga de la Justicia, en Hawkman y en Dark Nights: Death Metal, hasta que por fin parece que volverán con serie propia gracias, como no, a Johns y nuestro impresionante Mikel Janín ¿Cuánto durará está vez? Conociendo al grupo, da igual, ¡siempre volverán!
CUANDO LOS TEBEOS ERAN PELIGROSOS
Cualquier persona conectada a los eventos del siglo XX, a la historia más reciente, conoce lo que fue el Macartismo. Su justificación furibundamente anticomunista, las ansias del senador McCarthy para “trepar” en la carrera política, la caza de brujas, la censura, el odio, el desprecio, las vidas destrozadas.
El cine fue el gran arte del siglo pasado. Su repercusión fue global. La cacería de comunistas en Hollywood se ha visto reflejada en películas, libros o documentales. Es interesante como lo explica Kirk Douglas en el libro sobre cómo se hizo Espartaco, o las películas Trumbo o La Tapadera por poner algunos de los ejemplos. Las biografías de actores y directores de la edad dorada están plagadas de referencias a ese momento. Todos tuvieron que posicionarse.
Es algo conocido.
Menos conocido es el “macartismo” que sufrieron los cómics. Diferente y parecido a la vez. Los cómics en los Estados Unidos de la postguerra eran un entretenimiento para niños. Pasaron por debajo del radar de senadores y políticos con ansias de encontrar un protagonismo rentable.
Sin embargo, ocurrió algo (quizás) peor. El psiquiatra Frederick Wertham pasaría a la historia por escribir el libro “La seducción del inocente” donde explicaba de forma detallada y presuntamente científica y racional, como los cómics eran los causantes de la delincuencia juvenil, la obsesión por el sexo y la psicopatía.
Lo más terrorífico (y por eso decimos que quizás fuera peor) es que el Dr. Wertham tenía la mejor de las intenciones al escribir el libro. El Dr era conocido por ser un destacado antirracista, sin embargo sus prejuicios le llevaron a escribir un libro lleno de datos erróneos y análisis patilleros que impactaron de una forma brutal y descarnada en un sector que estaba en una cúspide creativa.
La alarma se extendió como la pólvora y los padres asustados exigieron que se tomaran medidas contra esos cómics que pudrían las mentes de los chavales.
En la Plaga de los Cómics se nos detalla cómo se desarrolló el libro, su contenido, el impacto que eclosionó en el subjetivísimo Comics Code, en cómo éste solo buscaba eliminar a EC, la editorial más exitosa (vendía millones, literalmente arrasaba el mercado) y en cómo se aplicó de forma totalmente interesada.
La arbitrariedad de las medidas, la censura, el miedo y la extorsión estranguló a un mercado y a un sector que tardó décadas en recuperarse y que perdió un futuro que seguramente conoceremos cuando podamos viajar a dimensiones paralelas y veamos que pasó en un universo en el que nadie hizo caso al Dr. Wertham.
La Plaga de los Cómics narra estos hechos, sus consecuencias, con detalles, con actas de comisiones, con testimonios, con anécdotas muy concretas, con el miedo y el temor de los profesionales.
Está redactado de forma adictiva y precisa. El libro se devora y la emoción de la lectura contrasta con la indignación que provoca la injustica y la desesperación de las personas que se enfrentaban a una sociedad retrograda, asustada y podrida de odio fanático.
Gracias a este libro asistiremos al desarrollo de un comportamiento extorsionador y prácticamente fascista. Para que nos demos cuenta de cómo “era” la cultura de la cancelación cuando la mojigatería y el pánico anticomunista dominaban la vida en Estados Unidos. También podemos conocer las bizarrísimas normas del Comics Code. Una serie de pautas creadas exclusivamente para aniquilar a EC, la editorial que dominaba el mercado por calidad y por dar a los lectores cómics intensos.
Porque este es otro aspecto de la creación del Código y de la caza de brujas comiquera: el uso interesado y avaricioso de editoriales y empresarios mediocres que no tenían otra manera de eliminar a la competencia, de humillar a sus profesionales y artistas. Esta actuación causó un enorme desgarro en el mercado, en los cómics y los marcó a fuego durante décadas, infantilizándolos de manera penosa, tratando al público como si fueran imbéciles.
Eso sí, los padres pudieron dormir mucho más tranquilos en esos agujeros del terror real y terrenal que son los grandes suburbios americanos.
INFINITY INC.
Hoy, en clásicos básicos, y continuando la temática del Magazine, nos paramos en la colección que definió el legado, Infinity Inc. (1984-1988). La serie de los hijos, hijas y ahijados de la Sociedad de la Justicia de América y afines.
Aunque seamos sinceros, vale que definen más que nadie ese concepto tan falsamente deseado de los universos ficcionales superheroicos, pero tampoco es que lo hicieran tras decenas de años tras sus espaldas. Me explico, ¡Roy Thomas se los sacó a todos de la manga! Poco se comenta que todos y cada uno de los nuevos integrantes se los inventó el matrimonio Thomas en menos de un año.
Pero ¿de quién hablamos? Pues de Fury, la hija de Wonder Woman de (la por entonces aún existente) Tierra 2 y su marido Steve Trevor, residentes en Isla Paraiso; Silver Scarab, el hijo de los Hawkman y Hawkgirl originales; y el ahijado de los mismos (hijo de un humano y una mujer pájaro), Northwind; Los hijos del primer Green Lantern con su “enemiga” Espina, Jade y Obsidian; Nuklon, el ahijado del Atom genuino y nieto del villano Cyclotron; y Brainwave Jr., hijo del villano de mismo nombre.
Cierto que hay un jefe preexistente, Star-Spangled Kid, y también se les unieron al principio la Cazadora (hija del Batman y la Catwoman de Tierra 2) y Powergirl (prima de Superman en dicho universo), pero todos los del párrafo anterior, el core del grupo, se crearon para la ocasión. Con algo de antelación Fury (Wonder Woman #300, febrero de 1983) y Brainwave (All-Star Squadron #24 de agosto del 83), mientras que el resto nacieron en All-Star Squadron #25 (septiembre del mismo año), donde se presentó al grupo.
Su primera aparición cronológicamente hablando, que corresponde a su formación como grupo, llegaría más tarde. En el primer número de su propia serie, de la que os queremos hablar, Infinity Inc. #1, en marzo de 1984 ¿Cómo puede darse semejante incongruencia? Porque Thomas, perro viejo, se marca un viaje temporal para presentar al grupo en All-Star, que se ubicaba en el pasado de dicho universo ficticio.
De hecho, nada menos que los primeros 10 números de la serie, sin duda los mejores, están dedicados a esa trama de viajes temporales provocados por uno de los enemigos más clásicos de la SJA, el Ultra-Humanita. Cierto que los dibujos de mi querido Jerry Ordway contribuyen a la mítica de esa primera saga, pero no se puede negar que entre la rebeldía de la nueva generación y el buen uso de los tempos y los enfrentamientos es un do de pecho de los Thomas.
No lo digo yo solo, los amantes del grupo han manifestado en anteriores ocasiones como le conquistaron aquellos primeros números publicados por Zinco y que no hemos vuelto a catar en edición posterior ninguna. Una pena porque, aunque la saga es algo enrevesada y goza de no poca fantaciencia exagerada, es un disfrute para los que gustan de un estilo superheroico algo más clásico de calidad. Y lo dicho, el dibujo de Ordway, tan limpio y narrativamente cristalino, le sienta como un guante.
Tras la conclusión de la aventura, una vez demostrada la valía de los Infinitors, hay un par de números de descanso (por la poca chicha de la trama, aunque atención que se presenta a una tal Yolanda Montez, de profesión reportera) con dibujos provisionales de Don Newton. Efectivamente, desaparece Ordway para dejar paso a un jovencísimo nuevo talento, un tal Todd McFarlane.
Con el canadiense, futura estrella del medio, comienza el despiporre de los Thomas. Principalmente por la presentación continua de nuevos personajes, tanto villanos como héroes. Parece como si en esta primera decena hubieran aguantado las ganas y por fin pudieran desahogarse. Así empezamos por Chroma (por cierto, probablemente primer personaje explícitamente andrógino del cómic) y la nueva Arlequín.
Pero lo bueno llega a partir del número 16, con la presentación Mr. Huesos, líder de los villanos Hélix (vale, y de Trouble, la mascota canguro de Fury). Los malos harán su puesta de gala al número siguiente con Arak, Baby Boom, Kritter, Penny Dreadful y Tao Jones. Frutos de un experimento del Dr. Love (en serio), que nos dará más alegrías en el futuro, pondrán a nuestros héroes en más de un aprieto. Entre el tono semijocoso que eligen los Thomas y el mareo de un McFarlane que ya nació experimentando, la serie desbarra un poco, pero la innegable novedad la mantiene en la carretera.
Y entonces llegan las Crisis.
Se acaba Tierra 2 y algunos de nuestros miembros se quedan huérfanos. El caso más grave es el de Lyta Trevor, Fury, pues ahora Wonder Woman es un personaje tan joven y actual como ella. Los padrastros de Northwind y padres de Hector Hall, el Escarabajo de Plata, sufrirán varios retconeos pero, en principio, ahí seguirán. Al igual que el de Obsidian y Jade, cuya paternidad quedaría claramente rebelada en el primer especial del grupo (diciembre del 85). Helena Wayne deja directamente de existir (como su pareja Dick Grayson de Tierra 2, de hecho son finiquitados en plenas Crisis) y Powergirl… comenzaría su largo periplo de reinvención.
En todo caso, Thomas aún se siente influyente y capea las Crisis con cierto estilo. Wolfman acepta varios consejos e incluso usa Obsidian para la trama principal del evento. Mientras, cruce con la Liga de la Justicia de Detroit y lucha contra el caos temporal mediante, siguen las creaciones; con la Dra. Elisabeth Chapel y Rick Tyler, nuevos Dr. Midnight y Hourman respectivamente, y otra nueva villana, Mekanique. Pero las que más molan son Carcharo y sus ayudantes Rema y Mora. Atención que el tiburón humano también es una creación de Love como su prima… ¡Yolanda Montez!
Efectivamente es en las propias Crisis donde Yolanda se transforma finalmente en la nueva Wildcat. Aunque lo de este personaje lo tenía el guionista tan claro que en los primeros materiales promocionales ya aparecía un personaje gatuno muy parecido, aunque dorado, que se llamó La Garro (bravo por el spanish de Mr Thomas). Estos primeros dibujos son de Ordway, con lo que puede atribuírsele el diseño de la mayoría de los Infinitors.
Igualmente, durante este impasse, se asoman por la colección la nueva detective Jonni Thunder, el maloso Solomon Grundy y el antiguo asociado de Star-Spangled Kid, Patrick Dugan AKA Stripesy, que se convertirían en aliados ocasionales del equipo.
Pero todo lo malo se acaba (aunque nos queda el combate Carcharo vs Mr. Huesos que acaba con la muerte del primero y la pierna del segundo) y para rematar lo perdido durante el retconeo editorial, Thomas se marca un homenaje a su propio especial de despedida de la JSA (como os explicamos antes) en el número 30 de la colección (último que vimos en España y perdiendo alguno más de por el camino). LA JSA ya no está presente en el universo DC y sus hijos, obviamente, lloran su pérdida.
Thomas aún trataría de salvar los trastos en su All-Star Squadron intentando crear nuevos miembros para compensar todas las pérdidas, entre ellos una Fury del pasado, que se convierte en la nueva madre de nuestra Fury. Siguiendo con las modernizaciones, Star Spangled Kid pasa a llamarse Skyman. Y como no le quedan juguetes viejunos, el escritor se trae de vuelta a los Guardianes Mundiales. Aunque se le está acabando el fuelle con DC, el guionista todavía sería capaz de dejarnos una desgarradora historia para torturar al grupo.
Se trata de la saga de Silver Scarab, de la que se han ido plantando indicios pero que despega en el #34. En ese mismo número nos presenta a Injustice Unlimited, grupo que mezcla viejos enemigos como Fiddler, Shade y Wizard con, cómo no, nuevas creaciones como Artemis, Hazard e Icicle. Igualmente nueva es Hastor, la reencarnación de Hath-Set, el malo maloso de la trama.
Lo mejor del desarrollo es que se hace a fuego lento, mientras se suceden los invitados y creaciones mencionados, se repasan los orígenes de los componentes del grupo o de personajes como Grundy… o el acontecimiento menos esperado, que Mr. Huesos pasa a las filas del grupo, aunque sea por decisión judicial. Momento en el que, por cierto, McFarlane abandona la serie que le vio nacer. Tras un par de números se afianza un nuevo talento aunque sin tanta personalidad, Vince Argondezzi.
Se estrena con un subargumento dedicado a la nueva Thunderbolt, pero pronto vuelve el problema de Scarab, aparentemente muerto tras transformarse en un monstruo. Sólo Northwind parece comprender el peligro que conlleva y fuerza una dura confrontación que, ahora sí, termina con la amenaza a costa de la vida del excompañero. Justo después se intercalaría el crossover con los Titanes que abarca el New Teen Titans #38 y Infinity Inc. #45. Y a continuación otra interrupción en el #46-47, en este caso con el evento Millenium. La manhunter traidora resulta ser la nueva Arlequín y la misión del grupo encontrar al Hombre Florónico.
Tras estas batallitas, vuelve la telenovela. Resulta que Hall no estaba muerto, si no que vive en el mundo de los sueños como el nuevo Sandman (de verdad que si hubiéramos tenido WTF en esta época…). Ha estado visitando a la pobre Fury, compuesta (o embarazada) y sin novio, en secreto. El amor lo puede todo y deciden casarse para vivir juntos en el Sueño, junto con los ayudantes de Sandman, Bruto y Glob (¡Gaiman, calienta que sales!).
Los Thomas, quemadísimos, no se van a ir de rositas y se despiden con tres números (51-53) de traca, y dibujados por Michael Bair, llamados “Una muerte en la familia” (si, era la misma época, estaba de moda). El fallecido es el líder, Skyman, nada menos que a manos de un aparentemente reformado Mr. Huesos. En realidad, ha sido la malvada Arlequín, que ha usado a Grundy para forzar a Huesos a cometer el asesinato. Entre esto, la vuelta y muerte del Dr. Love y la destrucción final del cuartel general de Infinity por parte de Injustice Unlimited, se cierra el telón.
Yo no digo que la calidad de toda la serie sea sobresaliente, pero qué duda cabe que es un pedazo importante de la historia de DC que sigue en su gran mayoría inédita por nuestros lares. Quede, por supuesto, nuestra reivindicación de que merece publicación y que habría público para ello.
En todo caso, el grupo quedó bastante tocado y costó bastante rescatarlo, no tanto así los personajes. Algunos parecieron por allí y por allá, lo más destacado en JSA: Reinado Oscuro. Y el grupo tendría una segunda oportunidad, renovado al completo, durante 2007-2008. Desde los Nuevos 52 no se les ha visto el pelo como grupo y sólo algunos miembros como Jade, Obsidian o Nuklon (pero como Atom Smasher) permanecen en acción.
Lo dicho, el legado se cacarea, pero nunca se lleva a cabo definitivamente. Los héroes de la Edad de Plata mandan y este grupo, que era un concepto ya difícil de una Edad pocas veces recordada, se queda sin su lugar en la industria. Los clásicos perdidos.
(D):
La JSA e el grupo de superhéroes por excelencia del Universo DC. Y lo es porque fue el primero, el que rompió un paradigma en la industria y que hoy, 83 años más tarde continúa dando que hablar. Una JSA que llegó al mercado sin Superman, Batman o Robin entre sus filas, pero que se nutrió de un variopinto grupo de personajes de la editorial para hacer historia. Entre sus filas, Flash, Green Lantern, Atom, el Espectro, Hawkman, Hourman, Sandman o el Dr. Fate, hacían frente a las amenazas más peligrosas de un incipiente Universo DC compartido.
Fue una reunión de amigos. De personajes de, entonces, corta vida que buscaban calar en los lectores de ese creciente mundo de superhéroes que empezaba a copar las estanterías de los quioscos. Fue también un momento histórico, pues supuso la primera piedra para crear un universo compartido de personajes de distintos títulos de cómics. Y es aquí, en All Star Comics #3, cuando ocurrió por primera vez. Personajes creados por distintos autores se unían bajo un mismo título en diciembre de 1940, aunque haya quienes citen a otro guionista y otra editorial como creadora de un universo compartido dos décadas después.
Desaparecieron en los años 50, para regresar y volver a desaparecer, porque ese parece ser su si no, pero es esa clase de grupo que se resiste a desaparecer de lleno y siempre encuentra la manera y forma de regresar para deleite de muchos.
Esta nueva encarnación se ha hecho desear, porque en realidad se les pudo ver ya hace mucho tiempo en las páginas finales del arco argumental de Snyder a cargo de la Liga de la Justicia, pero los retrasos en el Reloj del Juicio Final unido a mil y un desajustes editoriales, relegaron su regreso hasta ahora que por fin llega a nuestro país, en formato tomo, la primera entrega que nos trae a una JSA que bebe del pasado y el presente de la mano de uno de los guionistas que mejor ha sabido interpretar el conceto que encarna este grupo.
Y es ahora cuando regresa y lo hace no solo con Johns, sino también con Mikel Janin a bordo, para imprimir un aspecto nuevo y renovado, sin perder un ápice de su clasicismo. Y es que la JSA es el motor del Universo DC, la piedra angular sobre la que se construyó todo lo demás, siendo pioneros, para bien y para mal, de muchas de los concetos que luego se irían asentando.
(D):
En este 2023 hemos estado de enhorabuena por la edición de la edición más completa (en tomo al menos) que jamás hayas tenido en España de uno de los cómics más importantes de la historia del medio: Los Nuevos Titanes de Marv Wolfman y George Perez. Hoy, sin embargo, planteo recordar unos cómics que pocas veces se recomiendan o reivindican. Estoy hablando de la inmediata continuación de los cómics incluidos en la recopilación que acaba de terminar ECC.
Recopilación que, de forma completamente absurda, no contiene el canto del cisne de Wolfman-Perez, la saga ¿Quién es Wonder Girl? (New Titans #50-54) y su epílogo (#55) en el que el personaje se convierte en Troia. Perez seguiría como co-argumentista y haciendo los bocetos hasta el #61 en un combo creativo conformado por el propio Perez, el dibujante Tom Grummett y Bob McLeod como entintador.
La etapa que hoy reivindico es la que siempre ha estado a la sombra de los clásicos números que todos conocemos, la continuación de la serie por el mismo Wolfman y Grummett a los lápices y Al Vey en los acabados que, más o menos, se mantuvo estable desde el #62 hasta el #100. Casi 40 números de acción a raudales, dramatismo y, sí, algún que otro exceso noventero. Los lectores me perdonarán los spoilers a cómics publicados hace más de 30 años y que difícilmente verán (o volverán) a ver la luz en España.
Quiero aprovechar aquí para romper una lanza en favor de uno de los principales responsables de esta etapa, la muestra del extenso fondo de armario que siempre ha existido en DC de editores y editores adjuntos como esos profesionales en la sombra, pero siempre dispuestos a colaborar y ayudar a los autores a realizar su trabajo lo mejor posible. No es ningún secreto que Marv Wolfman, tras la marcha de Perez del título, se sumió en una crisis creativa brutal de la que (y esto es una opinión muy personal) nunca llegó a recuperarse. En el #56 se produce un cambio en el staff editorial de la serie. Barbara Kesel es sustituida como editora de la colección por el combo formado por el veterano Mike Carlin y el más joven Jonathan Peterson. Para Peterson, que entró en DC en 1986 para colaborar en La historia del Universo DC, Los Nuevos Titanes eran su primer trabajo de envergadura como editor en DC. Carlin haría de mentor durante unos meses hasta que Peterson se quedaría como único editor a partir del #68, a las puertas de la gran saga que quería cambiar para siempre la historia de los Titanes: La Cacería de los Titanes.
Tras la marcha de Perez, la alineación del grupo se había consolidado con los clásicos Ciborg, Raven, Starfire, Troia, Speedy y Jericho, con Nightwing haciendo de mentor del recién llegado Tim Drake, y siempre con la presencia de Deathstroke cada vez más como antihéroe. Con respecto a Slade Wilson, Wolfman se encontraba preparando su propia cabecera, que tendría un prólogo en el #70. Wolfman-Grummett presentan un par de sagas cortas en la que, por dos veces, tenemos a una Raven infectada/poseída (recurso que ya en 1990 estaba más que sobado pero que Wolfman exprimiría hasta el agotamiento) y después de un fill-in en dos partes a cargo del matrimonio Kesel y Steve Erwin (#68-69), llegamos a lo bueno.
A partir del #71, la colección de los Titanes se vería envuelta en una montaña rusa conformada por tres sagas que pondrían el estatus de la serie (y de muchos personajes) patas arriba: Del #71 al 84 tendremos La Cacería de los Titanes, del #88 al 92 le tocaría el turno a Caos Total y, finalmente, del #97 al 100, The Darkening. Y, efectivamente, los Titanes no volverían a ser los mismos.
La Cacería de los Titanes supone la deconstrucción del grupo siguiendo la estela de los “tiempos oscuros” que se avecinaban. Iniciada en noviembre de 1990, la Cacería es el cenit de la colaboración Wolfman-Peterson; una saga repleta de acción y sorpresas que apenas deja respiro al lector. Una historia creada para llamar la atención de los lectores, en la que vemos ecos de historias y personajes clásicos de la serie como El Contrato de Judas. El argumento: Wildebeest (villano de aspecto felino-monstruoso creado por Wolfman y Eduardo Barreto en el #36) ya no es un solitario, sino que hay todo un grupo de decenas de ellos e inician una caza de los miembros actuales y antiguos del grupo para matarlos o aprehenderlos. Con los Titanes originales capturados por los Wildebeest, un nuevo grupo de Titanes tomará el manto de sus predecesores: Pantha, víctima de los experimentos genéticos de los Wildebeest; Arella, la madre de Raven; Phantasm, misterioso ser que resultará tener una relación cómicamente pillada por los pelos con el joven Danny Chase (adolescente cargante con poderes telequinéticos presentado en 1987 en un Anual de la serie); y como “líder”, Deathstroke. Nightwing se revelará como un infiltrado en las filas de los Wildebeest y allí descubrirá que el líder de estos es nada más y nada menos que un Jericho poseído por Trigon. En el #84 y con el final de la saga, la torre de los Titanes ha sido destruida, la lista de fallecidos incluye a Jericho, Raven, Danny Chase, Águila Dorada y Arella. Ciborg es un vegetal dentro de una superarmadura, Aqualad está en coma. Las altas serían Pantha y Red Star, además del bebé Wildebeest que permitirá un par de números (sobre todo el #87) más “relajados” entre tanto drama.
Cuando aún no había terminado la Cacería, Peterson y Wolfman ya han sembrado las semillas de la siguiente gran saga. Aprovechando el cross-over Armageddon 2001, en el Anual #7 el guionista presenta un futuro controlado por un déspota superpoderoso, Lord Caos, al que únicamente hacen frente un grupo de Titanes liderado por un Nightwing más adulto sin llegar a ser un anciano ni mucho menos y que incluye en sus filas a una nueva versión de Terra. El equipo, sin Nightwing viajará el pasado para evitar el nacimiento de Lord Caos (hola, Terminator) que es, ni más ni menos, que el hijo nonato de Donna Troy.
Sin apenas tiempo de respirar, Caos Total se publica en 1992 como remedo de los cross-overs de la oficina mutante de Marvel, con episodios que enlazan entre sí tres colecciones distintas: Los Nuevos Titanes, Deathstroke y la debutante Team Titans (con Kevin Maguire al dibujo). Menos redonda que la cacería y con un clon de Lobo que da un poco de vergüenza ajena (Batallón), sigue siendo una historia palomitera con momentos muy disfrutables, especialmente el enfrentamiento entre una Donna convertida en semidiosa y la versión futura de su propio hijo. Como resultado, el equipo recupera a Aqualad pero pierde a Donna, quien renuncia a sus poderes para vivir una vida normal con su marido e hijo (spoiler: no durará mucho).
Justo después de Caos Total, Peterson abandona la serie (#93) con los siguientes meses ya planificados y tras un interludio de tres números a cargo de Louise Simonson y Phil Jimenez (#94-96), llegamos a The Darkening en la que Speedy se convierte en Arsenal, Gar trata de encontrar una cura para la parálisis de Ciborg y las tramas desembocan en la esperada boda de Dick Grayson y Koriand’r. En plena ceremonia aparece Raven, que no había muerto en el final de La Cacería, sino que había sucumbido finalmente a la influencia demoniaca de su padre, Trigon, y ahora se dedicaba a infectar a seres humanos con semillas demoniacas. Raven infecta a Kory que tiene que huir del planeta rompiendo para siempre una de las parejas más icónicas de la DC de finales de los 80 y principios de los 90.
El #100 es también el final de Grummett como dibujante de la serie y, ni en lo literario ni en lo gráfico, la colección logrará recuperarse. La conjunción que supuso el bloqueo de Wolfman, unos editores que no supieron/pudieron reorientarle como sí hizo Peterson, y los dibujos de Bill Jaaska y William Rosado dieron la puntilla a los Titanes. La cancelación llegó en 1995 en el #130 con una alineación casi irreconocible, de nuevo con Raven como inductora y un final agridulce como poco.
En España, Zinco publicó Los Nuevos Titanes hasta el final de Caos Total (#92). El resto permanece y, como decía al principio, permanecerá salvo sorpresa mayúscula, como inéditos en nuestro país. Los Titanes de Wolfman y Grummett fueron un más que digno heredero de la última etapa de Wolfman-Perez. Quizás sea uno de los últimos trabajos realmente consistentes de Wolfman (a pesar de que la calidad se veía que iba cuesta abajo) pero es que además contaba con un Grummett en el apogeo de su carrera, con un trazo más heredero de los 80 que de los 90 y que llevaría consigo a Superman, Robin y Superboy.
Siempre recordaré páginas memorables para mi yo adolescente como la explosión de la torre de los Titanes en el #76, las lágrimas de Kory en el #100, Deathstroke matando a Jericho en el #83 y sobre todo la última plancha de Caos Total con la promesa (vacía, pero promesa) de una vida feliz para Donna. Larga vida a los Titanes.
Y LA ENCUESTA FINAL…
Nos vemos en 30 días en un nuevo Magazine DC y disfrutar del mes de octubre mientras tanto.
De Leyendas para mi la mejor saga es Gothic de Morrison, lejos. Las dos de O’Neill empiezan bien pero se van al recontracarajo rapidamente (lo de Veneno directamente es tremendo). Eso si: las tapas de Shaman son de las mejores de la historia de Batman.
Buenisimo todo el raconto de la Sociedad. De Infinity lei un par de nros sueltos que enganche en surtidos de Zinco…y las canjee todas. Thomas siempre excelentes intenciones, pero un embole.
Y para prueba del incipiente McFarlane entre todas las portadas que pusieron hay…un solo par de pies!!!
La Sociedad de Johns (nueva) me parece una delicia para ver a Janin, pero el guion…no se. La primer saga es un desinfle total.
Y veo que evitaron sutilmente que corno quiere decir el mismo Johns de Doomsday Clock para acá…solo embarra más y más el poder comprenderlo.
Lo bueno de esa serie era que siempre había una que era especial y había una en la que Batman era, de alguna forma, tu Batman. Es lo que la hacía grande.
MIl gracias por tus palabras y por dedicarnos tu tiempo a leernos. 🙂
Una de las más aclamadas… para echar pestes de ella. El dibujo de Janín, en cambio, muy bien, eso sí.
Por cierto, Kyle Baker es otro artista maravilloso, pero que yo sepa no tiene un anillo de poder verde jaja.
Vaya lapsus el mío. Ciertamente el anillo es del bueno de Rayner. Ya está corregido. Gracias por el aviso.