INTRODUCCIÓN
En el Magazine DC de este mismo mes de noviembre, en los comentarios, el debate que se puso en marcha alrededor de los números unitarios fue muy interesante y desde la redacción recogimos el guante para montar una entrada en la que poder dedicarle espacio a este tipo de obras seleccionadas por parte de los integrantes del área de DC. Por supuesto es una de las muchas listas que todos podemos tener, pero el debate está abierto de nuevo para añadir más a los que aquí comentamos, para entre todos poder descubrir otros números o historias cortas que tengan un valor especial. Y sin más dilación nos adentramos en algunas de esas historias que son historia del noveno arte, de DC en particular, y que también son relevantes para nosotros como lectores. Porque aquí todo vale.
ENRIQUE DOBLAS ELIGIÓ Animal Man #5 Y Batman Annual (vol 3) #2
El Evangelio del Coyote es un chute de fantasía, de metatextualidad. Fue un disparo al corazón del superhéroe para demostrar que todo era posible. Es una pasada.
En una colección de un héroe prototípico, tras un primer arco más convencional con supervillano al uso (aunque ya con giros reivindicativos), Grant Morrison se desmelena. El protagonista deja de ser importante para la historia que quiere contar.
El cerebro escocés quiere hacer un homenaje a las series de dibujos animados que marcaron su infancia. Pero como no es suficiente, lo mezcla con un camionero gay al que se le tuerce la vida, un pequeño alegato al vegetarianismo y con un superhéroe que sólo pasaba por allí.
Chaz Truog y Doug Hazlewood tampoco se quedan cortos. Los críticos del dibujante deberían analizar aquí sus registros, su narrativa, pero especialmente las expresiones faciales y posturas corporales de sus personajes. Mientras que el entintado sabe hacerse límpido o sucio cuando la realidad domina la escena. Todo se fusiona para ofrecer una bella y trágica historia y hacernos sentir más cerca los sentimientos de los personajes implicados.
Y esa portada, por favor. Brian Bolland iba haciendo suyo cada número de la colección y aún le quedaban muchas que se nos quedarían marcadas para siempre, pero sin duda esta es una de las más icónicas y preciosistas.
Para los despistados, un trasunto del coyote de Looney Tunes se rebela ante un universo de continua violencia y se le condena a vivir en el mundo “real”. En éste tampoco puede morir, pero los sufrimientos son aún más descarnados.
Un camionero que recoge a una joven con sueños y atropellan a la criatura. La muerte de su pareja, de su madre, de su trabajo y hasta de la inocente chica que le acompañó, le hace pensar a este pobre hombre que el engendro es el diablo encarnado.
Mientras trata de eliminarlo, un superhéroe que huye de un enfrentamiento familiar se cruza por su camino y trata sin éxito de ayudar al coyote. El camionero le da un tiro de gracia y ambos mueren. Este universo también es imaginario ¿no lo son todos?
El número recibió una merecida nominación a los Eisner, aunque se fue de vacío. El número se nos marcó a fuego a los que simplemente seguíamos las historias de Animal Man, el hombre con poderes animales.
He de admitir que no todos hemos escrito sobre los números que habíamos elegido. Y que mientras releía este anual de Tom King se me acumulaban los peros, las pocas ganas y las excusas. He de decir que me callé la boca cuando las lágrimas saltaron de mis ojos.
He de admitir que el guionista ofrece los tropos habituales y abusa del Batman sabelotodo, de la Catwoman aún más invencible. Y que Alfred es retratado a base de los cínicos tópicos al uso. He de decir que nadie, nunca, ha puesto más cariño en esta extraña relación a tres bandas.
He de admitir que adoro a Lee Weeks y a Michael Lark, sobre todo si se entintan a sí mismos. Y que su estilo es especialmente apropiado para las historias más íntimas y menos espectaculares. He de decir que es asombroso como se funden para ofrecer una sola historia contada de manera magistral.
He de admitir que cuando saltamos al futuro me sentí perdido y buscaba un anclaje en la continuidad, en los universos manidos. Y que durante ese ejercicio de auto-cordura friki estuve a punto de no apreciar la sutileza del mensaje. He de decir que es una de las mejores historias del canon del murciélago.
He de admitir que soy más feliz desde que me tocó releerme este número de mi restrictiva biblioteca (el espacio, amigos). Y que en principio me sorprendió ver que de hecho lo conservaba en ella. He de decir que lo volví a guardar orgulloso, con esa satisfacción que sólo entienden los coleccionistas y los amantes del medio.
GUSTAVO HIGUERO ELIGIÓ Doom Patrol (vol 2) #30 Y Justice League International #8
En febrero de 1989, en el número 19 del segundo volumen de la Patrulla Condenada, entonces ya en manos de Grant Morrison (con Richard Case al dibujo), vio la luz por primera vez el personaje de Crazy Jane. Morrison se inspiró en la figura de la escritora Truddi Chase, tras leer su biografía, en la que hablaba de su trastorno de identidad disociativo, para dar forma a este atípico personaje.
Antes de adéntranos, y nunca mejor dicho, y comentar el número 30 de la serie de la Patrulla Condenada, es interesante hacer un pequeño resumen del origen del personaje. Este hay que ir a buscarlo en el evento de DC de 1989, Invasión, cuando los Dominadores hicieron explotar su bomba metagen, afectado a Jane Morris, con TID y con 64 personalidades distintas identificadas (y perfectamente listadas a poco que se investigue por Internet), activando su gen latente, provocando que cada una de esas personalidades adquiriera poderes distintos. Su pasado, marcado por los abusos de su padre con 5 años, fueron el desencadenante de la disociación de identidad, creando nuevas personalidades con las que poder hacer frente a su rompecabezas emocional. Y es durante una estancia en una institución mental, cuando entró en contacto con Cliff Steel que la invitó formar parte de la Patrulla, lo que hace que los lazos de confianza con Robotman sean fundamentales para el desarrollo del personaje en la colección orquestada por Morrison.
Y es en este punto en el que arco argumental de Jane comienza a desarrollarse a fuego lento, número a número, mostrando distintas personalidades, algunas de ellas extremadamente poderosas y peligrosas, por lo que Jane se va retrayendo más y más en su mente. Y ese es el punto de partida del interesante y potente número 30 de la serie, en el que Morrison se marca un homenaje a la película Viaje Alucinante (1966), eliminado de la ecuación al submarino y llevando a Cliff a recorrer la mente de Jane, mostrada a los lectores como un metro con 64 estaciones. Así empieza la búsqueda y rescate de la personalidad de la Jane principal en un número antológico por como Morrison es capaz de moverse en el plano de lo irreal, mientras plasma la fractura de Jane y la define como personaje de manera clara y definitiva.
Se trata de un movimiento hábil, con el que poder poner frente al lector el trágico relato de la vida de Jane, con la metáfora visual del metro, con paradas que se mueven entre el terror más visceral y la angustia impositiva de ver a Jane sufrir con la batalla interior que se libra en su mente. Y es que el número 30 no solo es un excelente número auto conclusivo, sino también la puerta de entrada a lo que sería la explosión de Morrison en la serie, que hasta ese momento no se había deshecho de los cánones del género y que partir de este punto se adentra en terreno nuevo, demencial, barroco, astuto y certero, con el que construir la que es una de las etapas más recordadas del grupo.
Lo que Morrison logró hacer con Jane, en un solo número, fue algo que se graba a fuego en los recuerdos de cualquier lector. Su Jane nunca más fue igual y su crecimiento como personaje se asienta bajo este número de rescate a la vieja usanza, pero tamizado por la visión única de su guionista, que supo hacer grande a una Jane rota, con un pasado lleno de cristales cortantes, de traumas y demencialmente duro.
A mediados de los años 80 la oscuridad se cernió sobre los comics. Obras como el Regreso del Caballero Oscuro, Watchmen, Batman Año uno, eliminaron el color vistoso de la licra, por colores sin brillos, apagados, mutilando al género y elevándolo a un nuevo nivel. Los héroes empezaron a apretar los dientes, a vestir de formas más agresiva, sin saber lo que se estaba fraguando a principios de los años noventa, porque más oscuro parecía significar mejor.
En 1987, justo tras la publicación del evento del año de DC, Legends, se dio el pistoletazo de salida una nueva colección de la Liga de la Justicia, una que estaba destinada romper moldes y enfrentarse a esa oscuridad con un enfoque diametralmente opuesto. DC no tenía a mano a los grandes héroes de la editorial, cada uno metido de lleno en grandes relanzamientos, por lo que había que innovar. No tenían a Wonder Woman, ni a Superman, ni Flash, ni al bueno de Hal Jordan… pero al menos Batman si parecía estar disponible.
La nueva JLI estaba a punto de nacer. Se trataba de hacer algo nuevo de un viejo concepto inamovible y con Giffen a bordo, que se rodeó de DeMatteis para los diálogos y de un primerizo Maguire, se puso en marcha una serie en la que la premisa era el sentido del humor por encima de todo lo demás.
Para ello se tenía que contar con una alineación de la Liga diferente, porque si no aquel experimento, que gozó de libertad creativa absoluta por parte de DC, no podría funcionar. Los diálogos eran fluidos, chispeantes, llenos de chistes, de coletillas recurrentes, de frases para la historia y todos ellos en boca de una Liga formada por un Green Lantern, Guy Gardner, Batman, el Detective Marciano, Blue Beetle, Booster Gold, Canario Negro, Mr. Miracle, Rocket Red 7, Dra. Luz, Dr. Fate (la salud es importante), el Capitán Atom y por un breve espacio de tiempo, el Capitán Marvel (demasiados galones para la Liga). Obviamente las cosas fueron evolucionando en el tiempo en lo que alienación se refiere y se jugó con dos divisiones de la Liga con las que se exploraron caminos también muy interesantes y divertidos.
En cada número se ponía en marcha una historia que funcionaba como una sitcom, narrando las desventuras de tan atípico grupo, mientras lograban vencer a los villanos de turno. Y hay un número, autocontenido, que se centra en una de las tareas más desagradables, la mudanza, del grupo a una nueva embajada, conjugando con energía e inteligencia un número brillante.
Toda gira alrededor de las pequeñas desgracias que acontecen en una mudanza, pero maximizadas al ser sus miembros quienes son. Se juega con los tópicos y la relación entre Booster y Ted se va asentado con fuerza, mientras se sigue desarrollando una trama concisa, directa, divertida, salvaje en su planteamiento, en la que cada personaje se define a sí mismo de manera clara y directa, o se convierte en una parodia, como le sucede a Batman, el contrapunto de todo ese humor, al que no se presta y parece ser el embajador de la oscuridad imperante.
Estamos frente a un número que se lee con una sonrisa en la boca de principio a fin, que se disfruta, que se vive, porque no importa lo que nos quieren contar, porque la historia es lo de menos, lo que de verdad importa es el corazón que hay en cada página, ese calor humano que irradia y ese aspecto tan mundano y cercano que logran trasmitir sus autores. Un número para atesorar, testigo de un momento muy concreto de la historia del cómic USA, yd ela porpia DC, y fiel reflejo de que evitar seguir los caminos establecidos puede ser muy muy buena idea.
ROMÁN DE MUELAS ELIGIÓ Hellblazer #27 Y Action Comics #554
Los noventa de DC fueron una época interesante, heterogénea, estimulante y muy creativa. Mientras Marvel requeteimplosiaba en su espiral de superventas, especulación y egos, la editorial de Superman vivía una de sus épocas de indefinición, de encrucijada, que tan buenos resultados le ha dado a lo largo de su historia. El valor de ese momento coge relevancia con los años. Hagamos un repaso de las obras que poblaban la sección DC de las librerías y quioscos: el Flash de Mark Waid, Animal Man, Patrulla Condenada, Los Invisibles, JLA de Grant Morrison, la Liga de la Justicia de Giffen y DeMatteis, etcétera.
Algunas representan los mejores momentos de sus personajes, sin duda.
En esos años destaca también el judío errante de Portchester (Neil Gaiman) que estaba escribiendo una página histórica en The Sandman, pasando olímpicamente de la continuidad y de los personajes principales de la editorial, para dedicarse a desarrollar conceptos del torrente de creatividad que brotó en la peluda cabeza de un tipo de Northampton (Alan Moore).
Hellblazer, otra veta del Barbas estaba abriéndose camino como colección independiente con un tono radicalmente británico y moderadamente punk. Por allí pasaron e iban a pasar la mayoría de los apóstoles del tito Alan. Era inevitable que su discípulo más destacado (vale, es opinable) escribiera sobre John Constantine.
Gaiman, maestro del regate corto, del relato contenido, de la idea pequeña pero potente que puede explotar para crear un millón de mundos, escribió un guion para un número de 24 páginas con la idea de que lo ilustrara su compañero de fatigas, su compinche, su camarada Dave McKean (donde está mejor que nunca).
El trabajo entre ambos tiene el arte de la contención, de la síntesis, una precisión diamantina un trabajo de orfebrería. Allí vemos a Constantine en toda su humanidad, en una historia que nos habla de miedo, muerte, redención, amor, compasión y piedad. Tiene el sentido de explicar mucho, grandes ideas y conceptos, con pequeños detalles.
Un vagabundo fantasma, un espíritu errante entre dos mundos, pide desde su encrucijada entre el más allá y el mundo de los vivos alguien que le comprenda, que le abrace, que le quiera. Los mortales aterrados por la aparición mueren resistiéndose a los brazos del engendro.
Constantine, deslenguado y aparentemente indiferente al terror, le da al fantasma lo que le pide con el consecuente desenlace.
Fin.
Un cómic que nos habla de la búsqueda de amor, del miedo al otro, de cómo nuestros prejuicios transforman a los demás en lo que tememos. Una historia de fantasmas, de seres imposibles que nos habla de personas reales.
Por cierto ¿Es un homenaje a otro guionista el aspecto del vagabundo fantasma? ¿Hay un subtexto meta ahí?
Las grandes obras, por pequeñas que sean en extensión, dan para debates eternos.
A veces lo que mejor define a las personas es su ausencia, el hueco que dejan, el vacío, su sombra. Esto también ocurre con las ideas y los conceptos. ¿No se dice que la maldad es la ausencia de bondad?
DC lleva ochenta y pico años obsesionada con definir y mantener viva la llama de su joya, de su mejor idea y de su mayor concepto: Superman.
No es que DC lleve ochenta años desnortada con Superman. Ha habido bastantes obras que han definido muy bien al personaje, en función del momento, sobre todo.
Brilla con luz propia este Action Comics 554, con guion de Marv Wolfman y dibujo del Kane bueno, Gil (espectaculares sus naves espaciales).
Allí nos explican cómo sería la Tierra sin Superman. (Tierra uno se entiende, porqué nosotros ya sabemos lo que es un planeta sin Kal-El).
La premisa sirve para delimitar la importancia del kryptoniano, de su incidencia en el mundo, de cómo inspira a la humanidad, de cómo nos hace mejores. Habla también y de forma indirecta de su importancia como icono cultural, por ello el homenaje no se queda en la idea del superhéroe. Wolfman y Kane también homenajean a los héroes de los héroes, en este caso a los creadores, a los padres de la criatura.
Olvidados y marginados, en batalla constante por sus derechos y su legado, Siegel y Shuster aparecen en el tebeo en un múltiple ejercicio meta sobre su importancia para la industria y la cultura popular del siglo XX en adelante. DC no puede evitar (¿les colaron Kane y Wolfman un gol?) publicar un cómic que indirectamente señala a la desvergüenza y abuso con la que trató a las dos personas que cambiaron la editorial (y el sector) de forma radical y para siempre. ¿Qué hubiera sido de una DC sin Superman?
Estamos hablando de un Superman más puro y conceptual, precrisis, un héroe olímpico, blanco, inmaculado e inspirador cuya importancia y aura pocas veces fue tan bien reflejada como en este tebeo. Pero también de un Superman que representa la esperanza, las aspiraciones de la humanidad, su espíritu de resistencia, la bondad, la justicia. Un icono, un símbolo.
Casi es inevitable caer en la frase tópica para completar el título de este cómic. “Si Superman no existiera… habría que inventarlo”.
CARLOS GULLÓN ELIGIÓ The Brave and the Bold #33 Y The Multiversity: Pax Americana
La historia comienza con Zatanna, despertada por un sueño misterioso y premonitorio. Su intuición la lleva a arrastrar a sus compañeras a una velada inolvidable llena de la magia que tanto le caracteriza. Gotham es la ciudad que esta noche se iluminará con Wonder Woman, Barbara y la hija de Giovanni Zatara.
Esta revelación onírica la empuja a llamar a Diana para darle una noche inolvidable a Barbara, antes de que sea demasiado tarde para volver a llenar la pista de baile quiere recordarle lo que es eso, darle una noche a la que volver para que siempre pueda recordar que ella ama la diversión y el baile, que siempre pueda vivir sabiendo que disfrutó de ello sin importar nada más.
Alan Moore ha sido un motor de cambio en la conceptualización del superhéroe, fue capaz a través de la desconstrucción del mito cambiar para siempre la anatomía del mismo. La Broma Asesina no es una de las obras que más represente los valores y el espíritu innovador del mago de Northampton pero, si trajo uno de los cambios más importantes en el canon de DC Cómics, la parálisis motora de Barbara Gordon.
Y de una historia tan complicada, oscura y que tantos matices se le han añadido en el futuro, J. Michael Straczynski la recoge en su estela para hablarnos de sororidad, amor, compasión y diversión. ¿Si tuvieseis la oportunidad de darle una despedida o un momento único e inolvidable a alguien que está apunto de perder su mundo no lo harían? ¿Serías capaz de de dejar el futuro intacto a pesar de que sepas que alguien a quien amas va a pasarle algo horrible?.
Hay pocos autores que sean capaces de narrarnos algo tan precioso de un evento tan traumático, de darle la vuelta y mostrar una historia complicada pero tan humana y esperanzadora. La forma de cotidianidad y de retratar algo tan mundano como el baile no hubiese sido igual sin Cliff Chiang, un dibujante que sabe narrar y mostrar tanto acciones como emociones de forma única, un minimalismo que es capaz de hablar más que ríos de tinta en palabras.
Los ochenta nos trajeron la lucha dicotómica en el cómic superheroico entre los arquetipos de valores superiores clásicos a una complejidad más realista. Y a favor de lo clásico tenemos que la esperanza, el amor, la compasión, la amistad, la sororidad son aspectos de la realidad humana, son aspectos y valores que nos hacen ser quienes somos más allá de nuestros defectos y maldad. Los superhéroes quieren ser la esperanza y lograr un mundo mejor por muy complicado que sea esto, Wonder Woman en este número nos da esa lección.
Cuando DC Cómics intento fusionar los personajes que había adquirido de Charlton Cómics en el Universo DC, ya sabéis, The Question, Blue Beetle, Capitán Átomo, Peacemaker y compañía; acabó sugiriendo que lo que sería Watchmen fuese el punto de entrada, al final acabó haciendo de sus protagonistas un trasunto de los personajes antes mencionados del que ya se ha hablado mucho. Multiversity: Pax Americana recoge la idea de lo que no fue Watchmen, mantiene los personajes originales de Charlton Cómics. En vez de usar la nostalgia o darle una colleja a Alan Moore, sabe recoger elementos propios de la misma y abrazar la identidad de los personajes originales, no tan pasados de rosca y contarnos una historia cíclica y profunda.
Frank Quitely es seguramente el dibujante que más entiende a nuestra estrella de rock, aunque cada número de Multiversity tuviese un dibujante distinto, es obvio porqué elegir en Pax Americana a su compañero predilecto. La capacidad de composición, definición y espaciado en el tiempo que logra el dibujo es sorprendente hasta para estar hablando del tándem que tenemos, ser capaz de mostrarnos este caleidoscopio temporal y que sea comprensible es ya un logro mayor, pero que a la vez sea reminiscente del dibujo de Dave Gibbons no tiene ningún sentido.
La estructura no lineal de la narrativa es como un laberinto de espejos. Saltamos atrás y adelante en el tiempo, siguiendo los pasos de Capitán Átomo mientras desentraña los hilos del destino. Las páginas se pliegan sobre sí mismas, creando una amalgama de significados y misterio. Si Moore se alejaba de estos personajes clásicos para poder escribir una nueva historia, marcando un nuevo tipo de narrativa más oscura y compleja, Morrison aúna una historia compleja y homenajea las historias clásicas, respetando su legado, demostrando como ha evolucionado el medio gracias a estos cambios. Como no hace falta alejarse del trabajo histórico y las creaciones del resto de autores para contarnos una historia nueva, compleja y que sería imposible de establecer en tan solo una grapa si no conociésemos el contexto de quienes son los personajes y sin que Watchmen allanara el camino.
La magia del cómic tiene muchas visiones, pero ambos magos han transformado para siempre el medio, pues su conocimiento del mismo es único. Como si de espejos cóncavos y convexos estuviésemos reflejando las historias de Charlton, Pax Americana es una crítica social y política al cómic como medio en un esperpento multiversal que solo Morrison podría concebir.
ALEX JIMÉNEZ ELIGIÓ Watchmen #4 Y Sandman (vol 2) #13
“Look at that freak it’s against God”
Vale Watchmen otra vez, ¿pero que hace especial el capítulo 4? Bueno, el capítulo comienza con el Dr. Manhattan ante la inmensidad y la solitud del Marte. Y es que recordemos que en un mundo de megalómanos disfrazados jugando a ser héroes, el doctor es el único que realmente tiene superpoderes. No solo eso, el azul es capaz de hacer cualquier cosa, tal vez la representación de Dios.
El capítulo es una narración interna en la que Dr.Manhattan recuerda todos los momentos vividos como si se trataran de un presente continuo, pero desde un sentimiento de lejanía. Nos narra como Jon aprendiz a relojero se ve forzado a convertirse en físico nuclear, quien debido a eso moriría, Jon, para renacer más tarde como el vigilante azul. A lo largo de la narración nos damos cuenta como el hombre poco a poco deja de ser Jon y pasa a ser Dr. Manhattan.
Con su renacer el de azul es capaz de entender y de jugar con la materia como un niño con sus juguetes, se vuelve ulterior a lo humano. Ahora, al ir perdiendo esa humanidad va perdiendo el entendimiento con los que le rodean.
En el capítulo 2 el Dr. recuerda el incidente con el Comediante, esta mata a una mujer ante la pasividad y solo ante la negativa verbal del Dr., a lo que el Comediante responde “Podrías haber hecho lo que quisieras, teletransportarme a Australia, pero no has movido un jodido dedo”. Y es que Manhattan, no se va a Marte por el acoso y derribo al que se había visto sometido, o por un sentimiento de rechazo generado por la opinión pública. Se va Marte porque ya no siente entendimiento con el ser humano, la solitud del planeta rojo es el reflejo de su mente.
Capítulos más tarde entenderemos que el Dr. Manhattan no es un mago que aparece cuando se lo propone, simplemente no aparece. Como dijo el Comediante, simplemente no se lo plantea.
Moore planta la semilla de la duda respecto al control del tiempo y es que Jon habla de sus recuerdos como un presente, como si los estuviera viviendo en ese mismo instante, pero jamás muestra la capacidad de moverse en el tiempo. Tal vez sea lo único de lo que no es capaz o tal vez no hay un porqué en el de azul. Lo único claro es que el relojero tiene un hijo.
Recordad que cuando miráis a las estrellas miráis al pasado.
“The reason people dye is because everyone does it”
Todo se ve definido por su antónimo, la paz existe porque hay guerra, la materia existe porque entendemos que es la nada, lo finito está contenido en lo infinito, y la vida tiene un sentido porque la muerte te sigue a dos pasos y uno a la derecha.
Muchas veces la motivación humana viene definida porque la vida, nuestra experiencia, tiene tiempo límite y nadie sabe cuál es. ¿Pero ahora lanzo una pregunta, que pasaría si mañana te dijeran que no puedes morir?
Neil Gaiman, autor que no necesita presentación, trató muchas cuestiones filosóficas y espirituales durante los números que protagonizó el señor del sueño. En este en concreto, Morfeo a modo de experimento motivado por la más simple curiosidad le concede la vida eterna a un lenguaraz que clamaba a viva voz que él no moriría, puesto que el no cree que deba morir. Y es que, según el borracho, solo mueren quienes creen que van a morir.
El pacto lo disfrutaría siempre y cuando cada cien años el, ahora, imperecedero y el eterno se reunieran en la taberna en la que cerraron el pacto. Cada cien años se reunirían y a modo de charla el humano le resumiría cuales han sido las vivencias del último siglo, quien había conocido, quien había perdido, sus logros, sus fracasos y sobre todo que daba igual si le iba mejor o peor él creía que seguía teniendo razones por seguir viviendo.
Lo importante no es el que se cuenta sino el cómo. Al hacer que la acción transcurra en una taberna Gaiman consigue transmitir varios efectos. El primero es el paso del tiempo, y es que, aunque los protagonistas del capítulo se ven, a grandes rasgos, iguales, el entorno cambia cada varias páginas. Por otro lado, al ser una conversación continua consigue dar peso a los diálogos, todo y que en unas veintipico paginas suceden 600 años, cada vez que los personajes dialogan el tiempo parece detenerse.
Aquí el inglés, lanza un órdago a la vida, defiende el hecho de vivir por vivir. El hombre en su quinta reunión afirma “Dudo que sea más sabio que hace 500 años”, y es que la vida es simplemente vida, los tiempos cambian y unas veces el mundo te sonríe, otras en cambio simplemente es el día, semana, mes o año equivocado.
Albert Camus, en El mito de Sísifo, defiende que la vida es un sinsentido que vale la pena, que nada tiene sentido por eso es necesario vivir, aunque erres continuamente. Tal vez, Gaiman se vio influenciado por el francés y nos quiso contar esa historia, donde daba igual lo que pasara el hombre siempre diría que tiene rezones por las que seguir viviendo.
¿Y vosotros, seguirías viviendo independientemente de la fortuna?
Que guachos son, como recogen el guante y lo magnifican al infinito…me hicieron ir a revolver las bolsitas para no ser menos. Bueno, en el hilo de la otra nota yo mencioné los números individuales que me parecían mas INFLUYENTES de los últimos 40 años para DC, más allá de que obvio son grandes favoritos (mencione el que pusieron de portada, La Lección de Anatomía, el que eligió Enrique, El Evangelio del Coyote, y Watchmen No.1. Para mi de estos 3 sale toooodo lo que me enamoró a mi del DC contemporáneo).
No se si son mis favoritos…porqué creo que estas mismas 3 colecciones tienen lo mejor más adelante:
-Toda American Gothic en la Cosa del Pantano (la mejor saga de la historia), pero mi favorito es el No 45 (No 8 de la colección de Zinco), el de los fantasmas muertos por el rifle Winchester. Toda la narrativa, la prosa, la variedad de espectros que solo puede ocurrírsele a Moore.
-Nro 19 de Animal Man de Morrison: pasa el tiempo y creo que estos 26 números se van convirtiendo en la colección más redonda de la historia, quizás un pelín por encima de toda la saga de SW de Moore (blasfemia!). Y es tan dificil elegir, como en la mencionada. Pero la lisergia (peyote!) desatada del 19 (como adelantaba Zinco en la publicidad: «¡Preparate para conocer el secreto del Universo!») creo que es el cenit del cenit.
-Para no repetir el No4 de Watchmen que menciona Alex, voy por otro obvio, el 6, el de Rorschach. Brutalidad y poesía, símbolo del Barbas.
Y saliendo de esas 3, coincido en que el No8 de JLI simboliza todo lo que es la serie, pero yo voy por otros 2 bien opuestos: el 34 (32 de DC/Perfil Argentina), el del casino en Kueykueykuey, esa tapa con la falsa Fuego, los dos atorrantes tomando sol, Max, Oberón y J´onn calientes…TODO. Y el otro para mi simboliza que Giffen y De Matteis podían dar más dramatismo a flor de piel en 1 número que todos los «serios»: el 40 (39 de Perfil), final de la tremenda saga de Déspero, para el distraído (el secreto estaba en un Anual…) Scott «moría», J´onn entregando su último don marciano para salvar a todos, el funeral…impresionante. La mejor dupla guionista de la historia.
Bueno, y como Enrique metió un Anual de canuto, yo meto La Broma Asesina. Critiquenlá lo que quieran, para mi serán por siempre las 48 páginas que resumen todo lo que el noveno arte puede dar.
Ah! y tremendas todas las otras elecciones, hay solo un par que no tengo (Action Comics 554, B&B 33, me los apunto). De la Patrulla de Morrison aunque no lo crean mis favoritos son esos primeros números que salieron en DC Premiere, lo siguiente está buenísimo pero Richard Case se va poniendo como muy, no se, anguloso, me gustaba el estilo inicial.
Fíjate q lo d Animal Man lo pensé mucho con el que mencionas (esa cara mirando al lector «puedo verte» me dejó como a los edaplatenses que vieran a Flash en plan «compra este cómic o moriré») y al final me decidí por el coyote pq es más autoconclusivo.
Lo de la Liga si que ha sido difícil, había también algunos en la LJE para el recuerdo… pero eso, es que entre Maguire, la situación tan pueril como una mudanza para los superhéroes, el inicio de la sinergia Blue & Gold… lo tiene todo.
LJE no6! El de la escuela de frances con la liga de la injusticia…
Inmunidad diplomática??
«¿Nunca me van a dejar de echar esto en cara, no?» «¡NO!!!»
Che habilitenme el comentario…
Ya está Kadok, no sé que pasó pq el comentario es casi un artículo, y maravilloso. Gracias!
Jejeje a uds!
Ahora me cebé, me siento un poco en falta con el lado superheroico, y cito 3 No1 que por obvios no dejan de ser per-fec-tos:
Superman El Hombre de Acero 1 (Byrne)
Wonder Woman 1 (Perez)
CETI 1 (Wolfman-Perez) con el plus Zinco de todos sus articulos…la apertura al UDC para mi y muchos.
Y para que el orejas no se ponga celoso, Batman 417, el 1 de las 10 noches de la Bestia…porque fue el.No1 aca en Argentina.
Y (no terminaba nunca el pibe) no me queria de olvidar de Hellblazer, el de Gaiman es de mis favoritos, junto con el final de Delano (50) con McKean. Pero mi favorito es el 25 el de Morrison. Esa época en que DC dejaba filtrar viñetas tremendamente terrorificas. Un maestro de la incomodidad.
Pues numeros únicos ya se ven pocos pero en realidad esos si que se te quedan por algo. Aparte de los ya mencionados que son varios se me vienen a la cabeza un par en particular, relacionados con el recientemente fallecido Keith Giffen: JLI 25, una historia donde vimos por primera vez actuar en solitario al verdadero duo dinamico de DC, en una historia que tenia tintes dramaticos. El uso de personajes mas bien comediantes aumentó el oscuridad de una historia sobre la soledad.
El otro numero unitario era el capitulo final de una saga, pero que perfectamente se podia leer como unitario: Y es como no, el enfrentamiento entre la Legion contra el Señor del Tiempo (obvio tenia que mencionar algo de la Legion) en una historia que no podia ser más EPICA. Era el numero 50 de la serie del 84, no recuerdo con que numero la publico Zinco, pero les prometo que eses capitulo me voló la cabeza.
Larga vida a la Legión! Es q era un combate entre la ética y la venganza, entre la lógica y el sentimiento… numeraco, Ziggy, si señor
mola ver que si hemos de elegir algo de la Liga de la Justicia del malogrado Giffen (también denota nuestra edad) .
El número mudo de Tomasi y Gleason en Batman y Robin, si de lo que hablamos es de que te llegue a la patata.
El puto Damian es el mejor personaje superheroico que ha surgido en los últimos no sé cuantos años, y encima la relación que Morrison estableció entre él y Dick ha convertido al segundo, aunque fue a la larga y no inmediato, en el mejor superhéroe de DC.
No es poco!
Juntos de nuevo, por primera vez!!
Fua, os veo muy sesudos, no? Me encantan todas vuestras aportaciones, pero las veo más como una lección de literatura que como algo que vaya a permanecer en la memoria para siempre leyéndolo solo una vez.
Por dar un ejemplo a medio camino de ambas, diría Una Esperanza en el Infierno (la batalla con Choronzón) u Hombres de Fortuna de Sandman.
Prosa ejemplar, pero sobre todo, ideas indelebles. A mí siempre se me queda más lo segundo.
Podríamos haber hecho una entrada con 100 cómics (ojo a la idea) pero al tener que elegir y con el doble filtro que hicimos, era inevitable ir al perfil más cultureta, pero ya estamos pensando nuevas entradas sobre los mejores momentos de la continuidad/es pura y dura de DC.
Lo decía porque a mí se me hacen más inolvidables los momentos conmovedores que los formalmente perfectos, pero es que soy un moñas.
Y cuando ambos coinciden ya lo flipas.
Puedo aportar otro individual quizás no tan obvio, cuasiperfecto?
Superman (1987) #2 (14 de DC/Perfil): El Secreto Revelado! La cantidad de cosas relevantes que pasan entre Clark/Superman, Lex, Lana, Metallo, pa y ma Kent…si bien unía cosas que soltaba Byrne desde MOS #1, pasa de todo y cierra en estas 24 páginas. El número más importante de este período, para mi, y genial!
Suscribiría muchos (¿todos?) de los números que se han comentado aquí: «El evangelio del Coyote», «Hellblazer #27», «La lección de anatomía», «Pax americana»…
De «The Sandman», el #8, «El sonido de tus alas», me parece sublime, y cada vez que lo leo me arranca las lágrimas. Pero el #6, «24 horas», es brutal y siento debilidad por el #17, «Caliope», aunque si le doy un par de vueltas seguro que se me ocurre 1 o 10 más que destacar.
«La Cosa del Pantano» #14. «Pog», con su homenage a la fábulas infantiles, me parece un episodio bellísimo y tristísimo.
«Camelot 3000» #8, «Caballero Judas»; toda la serie tiene un arte sublime de Brian Bolland, pero este episodio, donde se revela el traidor de a Mesa Redonda y sus motivaciones, me dejó marcado en su dia.
Ahora que estoy releyendo (y disfrutando) los Nuevos Titanes de Wolfman y Pérez encuentro un montón de episodios destacables, pero el #27, la conclusión de «Runaways», me parece extraordinario el tratamiento tanto a nivel narrativo como gráfico que los autores hacen de las historias paralelas de los fugitivos.
Y ya no me he puesto a rebuscar en mi memoria algún episodio destacado de «Fábulas» pero seguro que encontraría 1 o 10…
Tú lo has dicho, ese 27 de los Titanes es brutal tanto en el guion como en lo narrativo… y me callo ya que alguien me acusa de copar los comentarios ;P
Magnífico repaso por la historia de DC a través de estos números unitarios.
Yo añadiría 3.
Los Nuevos Titanes. Un día en sus vidas y los números 5 y 7 de Question(Paisaje urbano y el del Lobo y el árbol con forma de interrogante que Vic Sage termina buscando porque alguien tenía que saber la verdad).
Un saludo.
Bufff, buena selección pero paisaje urbano me pone la piel de gallina, impresionante
Uno que para mi no tiene el reconocimiento que merece es Detective Comics 826: Masacre Sobre Ruedas, una joya protagonizada por Tim Drake y el Joker. Obra de Paul Dini en su genial etapa en Detective, lastima que lo dibuje Don Kramer porque con otro autor posiblemente sería un número mucho más recordado.
De acuerdo en todo
Un par de tebeos más: El último número de Blades, por James Robinson y Tim Sale publicado en Legends of the Dark Knight #34. Me encanta esa lección que aprende del Caballero.
El primer número de «Whatever happened to the man of tomorrow?», Superman Vol. 1 #423, me encanta como le sientan las tintas de George Pérez a Curt Swan.