Mi amigo Pierrot… et mon mari Berthier
– Es cierto que, de tanto repetir una palabra, nos cansamos de ella.
– Cierto. Si cada día te dijera «te quiero», dejarías de creértelo.
Los vampiros existen. Pero normalmente no te chupan la sangre, lo más habitual es que te consuman la energía, te quiten la alegría de vivir, te dejen hundido, exhausto y sin fuerzas.
Mi amigo Pierrot habla de esta gente, pero sin toda la parafernalia terrorífica y gótica que rodea a los descendientes e imitadores de Drácula, si no usando los códigos y la estética de los relatos fantásticos, de los cuentos de magia de toda la vida.
Jim Bishop (Seine-Saint-Denis, 1985) asombró a propios y extraños con una historia tan redonda como Una carta para Yodo, casi una ópera prima, publicada en Francia por Éditions Glénat y que aquí nos trajo La Cúpula a finales del año pasado. Fieles a su cita, este año nos traen está segunda obra que, siendo un excelente relato, no alcanza la excelencia de la anterior.
Todo está perfectamente planificado en el futuro de Cléa de Ignis. Se casará con Berthier, hijo del poderoso Conde del Agua, para ser condesa y satisfacer los deseos de su madre. Sin embargo, Cléa lo que desea es bailar, ser artista. Un encuentro fortuito con Pierrot, un artista ambulante, revolucionará su existencia y emprenderá una escapada hacia el bosque, lleno de magia y misterios. Por su parte, Berthier se siente obligado a rescatar a su prometida y se adentrará en el temido territorio de los magos y las brujas…
Julien Bicheux (nombre real de Bishop) subvierte la temática de los cuentos de hadas para ofrecernos una parábola sobre las relaciones tóxicas y las imposiciones sociales que nos tocan vivir a lo largo de nuestra vida. El artista parisino se centra en los mecanismos que usa una persona manipuladora para someter a su víctima. El cortejo, la fascinación, el supuesto regalo del empoderamiento pasan de repente al abandono, el reproche, la acusación de no estar preparado, de ser el/ella la culpable de la mala marcha de la relación… La otra persona entra en una espiral de culpa, de autoflagelación que convierte esta relación amorosa, de amistad o familiar en un infierno. El problema es que muchas veces la solución alternativa no es mucho mejor.
Jim Bishop sabe introducir todos estos elementos en un hermoso y terrible relato de aventuras, de magia y fantasía, siendo fiel a sus códigos, pero ampliando su temática desde dentro. Mi amigo Pierrot es una gran historia fantástica, centrada en un drama humano que, desgraciadamente, afecta a muchas personas.
Sin embargo, el conjunto de la obra carece – paradójicamente – de la magia de su obra anterior. Se trata de un relato atractivo e inspirado, pero quizás demasiado de tesis, sin el chispazo emotivo y genuino que Una carta para Yodo atesora en su interior. Quizás sea, también, una cuestión de expectativas demasiado altas…
En el apartado gráfico, Bishop consigue adaptarse al género escogido y nos ofrece un impresionante despliegue tanto artístico como narrativo.
El artista divide sus páginas de una forma bastante libre priorizando la estructura de tres tiras variables con dos o tres viñetas cada una, pero no desdeña otras composiciones más espectaculares ni las planchas con un solo cuadro. Su narrativa es ágil, clara y frenética, prácticamente no hay tiempos muertos, sabe dotar de ritmo todas sus escenas utilizando los mejores recursos del cómic occidental y del manga.
Bishop/Bicheux posee un grafismo híbrido que une los medios expresivos del cómic oriental, como son la teatralización, los subrayados corporales y faciales, las líneas cinéticas de movimiento con la puesta en escena más occidental con su propensión a los cambios de plano y a la descomposición narrativa.
La definición de los personajes es eficaz, cercana a los diseños del animé, más concretamente al estilo de Hayao Miyazaki. La ambientación es rica y llena de detalles que no entorpecen, sin embargo, la correcta lectura de la acción. La descripción de la naturaleza es hermosa y llena de matices.
El color es el gran aliciente de esta nueva obra de Julien Bicheux, alias Jim Bishop. Frente a la paleta de colores luminoses, eléctricos y frescos de su obra anterior, aquí nos propone unas tonalidades más pesadas, igualmente eléctricas y de un colorido exuberante. Prioriza los tonos más rotundos del violeta, el naranja, el ocre y el azul para contrastarlos violentamente con el rojo, el verde y el amarillo. Cada escena tiene su tonalidad y cada viñeta presenta una riqueza cromática que atrapa y embriaga para dirigir, además, nuestra mirada hacia lo esencial de la narración.
El álbum tiene las características técnicas y físicas habituales de las obras publicadas por la editorial La Cúpula. El libro es en cartoné, con solapas, tiene un tamaño adecuado, cuenta con un buen papel y está bien impreso. No incluye ningún extra escrito ni gráfico y el precio es algo elevado, aunque hay que tener en cuenta que es una obra de 268 páginas.
Mi amigo Pierrot es una obra necesaria, apasionante y hermosa. Con ella Jim Bishop no alcanza las cotas de intensidad de Una carta para Yodo, pero no lo necesita para erigirse en uno de las promesas más sólidas del cómic franco belga. Para ser uno de estos autores a seguir que convierten cada estreno de sus obras en un acontecimiento gozoso. Y que dure…
Salut!
Lo mejor
• Una historia necesaria y trascendente.
• La narrativa, ágil e hipnótica.
• Un uso del color excepcional.
Lo peor
• Le falta algo de la magia de su obra anterior.
Guion - 8
Dibujo - 8.5
Interés - 8
8.2
Amarga
Una obra fantástica, centrada en la magia y el amor, que aborda un problema universal y muy doloroso
No sé si darte las gracias por recordarme que tengo pendiente Una carta para Yodo o todo lo contrario por añadir este Mi amigo Pierrot a la lista xD