Cuando el abracadabra no es suficiente
«El día que muera, tu imagen quiero guardar y… del deseo de la vida entrar en la eternidad, y me alzaré»
No hay universo de ficción superheroico que se precie que no cuente con una buena cantidad de personajes relacionados con las artes místicas y la magia. Lo esotérico, lo que se esconde entre las sombras de la realidad, lo imposible, resulta escandalosamente atractivo para cualquier guionista y dibujante, dadas las infinitas posibilidades que se abren a la hora de contar historias. No en vano algunos de los personajes más importantes del género nacieron en sus primeros compases, cundo la industria aún no era algo palpable, estando relacionados con este tipo de artes.
Si hacemos foco en el Universo DC, podemos encontrar personajes tan primigenios como el Dr. Occult, creado por Jerry Siegel y Joe Shuster en el ya lejano 1935 en el New Fan Comics #06. Uno de los primeros, por no decir el primero de la editorial en estar relacionado con lo sobrenatural, siendo un investigador y hechicero de lo oculto. Pero en el Universo DC hay más, muchos más, desde villanos como Mordru, Felix Faust a otros que transitan al filo como Ragman, Klarion, Etrigan y heroínas como Zatanna, Madame Xanadu, Morgana, Amatsita, incluso Raven podría entrar en esta categoría, pasando por Mister E, así como John Constantine, el Espectro y el Fantasma Errante, el mago Shazam, incluso, permitirme meterlo en este listado, el mago Extraño, nacido de los fuegos de Millenium (y aunque muriera, pudimos volver a verlo en acción en la miniserie de Midnighter y Apollo), así como Arion y Circe… pero si hubiera que buscar entre el largo listado de personajes mágicos de DC, hay que hacer foco en uno por encima de todos los demás, el supremo maestro, el Dr. Fate, Nabu, uno de los Señores del Orden que mantiene una eterna batalla contras los Señores del Caos.
El personaje, de larga vida editorial, vio la luz en More Fun Comics #55, de mayo de 1940, de la mano de Howard Sherman y Gardner Fox y a lo largo de sus 84 años de existencia ha tenido hasta un total de 8 encarnaciones distintas, porque si algo hay que dejar claro es que el casco de Nabu es quien confiere los poderes a un huésped biológico, como anfitrión, para que ejerza de agente de los Señores del Orden en nuestra realidad física.
Nabu está basado de manera muy libre en una deidad babilónica, el patrón de los escribas, cuyo nombre podría trascribirse como “el que fue llamado”, pero sobre esto hay mucho debate al respeto por la divergencia de su etimología, por lo que lo dejamos aquí y nos quedamos con lo que nos importa, la denominación que mejor se ajusta a lo que narrar comics se refiere y que tiene al casco como fuente de poder.
El primero de los anfitriones, y uno de los más conocidos por los aficionados, es Kent Nelson, un arqueólogo que descubrió la tumba de Nabu y por ende fue el primero en ser elegido para portar el casco de poder. Un poder que lo llevó a ser miembro fundador de la Sociedad de la Justicia.
Su destino, permitirme el chiste, cambió cuando en 1985 se comenzó a publicar Crisis en Tierras Infinitas. Por cierto, que estamos de aniversario este mismo mes pues hace 39 años que se puso a la venta el primer número de esta miniserie que vino a poner del revés el Universo DC. Muchos de los personajes de la editorial fueron redefinidos y el Dr. Fate no iba a ser menos.
Tanto Kent Nelson, como su mujer Inza Cramer, estuvieron al margen de los efectos del tiempo permaneciendo jóvenes. Sin Embargo, el siglo XX formaba parte del Kali Yuga, la denominada cuarta y última era del hombre, precediendo a la inevitable era dominada por los Señores del Caos. La batalla estaba servida y, por tanto, debido a las enormes fuerzas desatadas, el cuerpo de Kent Nelson comenzó a envejecer. Debido a esto y a la cabezonería de Nabu de no dejar de hacer frente a los Señores del Caos, optó por elegir un nuevo huésped para albergar su poder. El elegido fue un niño de diez años (al que hizo crecer de forma acelerada), Eric Strauss, que vivía con su madrastra, Linda.
Hasta aquí nada nuevo bajo el sol, un simple cambio de portador, pero en realidad la idea evolucionó de una forma inesperada para los lectores que se encontraron con una nueva caracterización del personaje muy alejada de lo visto hasta el momento. Y eso se desarrolló en su propia serie regular de 1988, escrita por J.M. DeMatteis y dibujada por Shawn McManus y de la que va la retro reseña de este mes de enero con el que abrimos la temporada este año.
Hablemos un poco de lo que pasó una vez acabó l serie que nos atañe en USA. La muerte de Eric y Linda hizo que la presencia de Nabu acabara en otros portadores, como la propia esposa de Nelson, Inza Cramer, más tarde en un resucitado Hector Hall, hijo de Hawkman y Hawkgirl de la Golden Age y hasta en un mercenario de nombre Jared Stevens, que mancilló el aspecto de Fate como solo los años 90 eran capaces de hacer.
Sin embargo, hubo más portadores del manto de Fate, el sobrino nieto de Kent Nelson, Kent V. nelson y durante los Nuevos 52 hizo acto de presencia Khalid Ben-Hassin, para estar en posesión desde 2016 en manos de Khalid Nassour… pero todo esto queda para otra ocasión, porque ahora debemos centrarnos en la versión de Fate postcrisis y la obra que se editó en España en 1990 de la mano de Ediciones Zinco, empezando su andanza en la serie contenedor DC Premiere, para luego concederle una maxiserie de nueve entregas que, 34 años después, bien merece un espacio en el que se hable de lo que ofreció a los lectores de aquella época y permita a muchos descubrir su existencia.
John Marc DeMatteis comenzó su carrera de forma temprana en DC Comics escribiendo y dibujando historias de terror. La primera en ver la luz en 1978 fue publicada en Weird War Tales #70, con lo que contribuiría a la línea de terror de la editorial hasta que en 1980 se pasó a Marvel y comenzó a escribir los Defensores. Y fue durante esta década en Marvel cuando DeMatteis se forjó su prestigio como escritor solvente y de calidad. Su trabajo en esta editorial es de lo más variado, encargándose de una miniserie de Namor, una novela gráfica pintada por Jon J. Muth, titulada Moonshadow, una novela gráfica del Dr. Extraño y la que sería su historia más querida y respetada de todas, La última Cacería de Kraven (1987), dibujada por Mike Zeck para la serie de Spiderman.
De regreso a DC, y haciendo tándem con Giffen, se encarga del relanzamiento de la Liga de la Justicia, colección en la que permanecería durante cinco años hasta de nuevo regresar a Marvel y al personaje que lo encumbró, Spiderman. Su paso por la Casa de la Ideas fue igual de prolífico y variado, trabajando con Estela Plateada, Daredevil, Dr. Extraño y el Hombre Cosa, para recalar de nuevo en DC y trabajar intensamente en la línea Vertigo. Línea donde desarrollaría sus obras más personales, Mercy, Farewell, MoonShadow (secuela que realizó en Marvel para el sello Epic) y una obra autobiográfica que acabaría siendo recopilada en DC y publicada en el sello Paradox Press, Brooklyn Dreams. Y todo ello sin dejar de lado miniseries de fuerte calado como la dedicada al Detective Marciano y la serie que nos atañe, en la que DeMatteis dejó muy claro su gusto por lo esotérico, por el eterno balance entre el bien y el mal, aliñado con un fino y sutil humor, que se unía a su prosa poética y detallada para construir historias de enorme calado humano. El personaje no le era desconocido porque ya se encargó de realizar, junto a Giffen, una miniserie previa del mismo en 1987, precedida de otra miniserie en 1985 con Martin Pasko al guion y dibujo de Joe Staton y Keith Giffen, con portada de Simonson (que ya había dibujado al personaje en 1975, en 1st Issue Special #9) en su primera entrega.
Para ponernos en contexto en el cuarto número de DC Premiere, el incombustible Sergi Gras se marcaba un texto introductorio que ponía el día a los lectores para poder encarar la lectura de esos primeros números con garantías de disfrute eliminando cualquier sombra de incertidumbre argumental previa, pues ambas miniseries USA no llegaron nunca a editarse en nuestro país.
Los lectores patrios ya habían estado viendo a la nueva Dra. Fate (¿Qué había pasado?) rondando en la serie de la Liga de la Justicia Internacional y por tanto poder desentrañar más y mejor que había pasado con la nueva encarnación del Dr. Fate, propició la llegada de su serie a nuestras tierras.
Haciendo un resumen del resumen de Gras, cuando Eric fue capturado por el Dr. Benjamín (hay que ver cuántos doctores acaban relacionados con la magia y no la ciencia), agente del Señor del Caos, Tifón, robó su esencia mágica y se tornó en una réplica diabólica de Fate. Para vencer tan formidable enemigo ocurrió algo inesperado: Eric y su madrastra, Linda, se fusionaron místicamente y lograron absorber el poder que por derecho les pertenecía, creando por el camino una nueva e impactante encarnación del Dr. Fate que, por primera vez, era independiente de la influencia de Nabu.
Nabu dejó que Kent Nelson muriera y que su alma trascendiera, momento en que lo resucitó para albergar su cuerpo para ejercer de consejero del nuevo Fate. Una especie de gurú que tiene sus propios planes y que dista mucho de ser un remanso de paz interior.
Y tras el resumen previo, la serie empezó su andadura en España con tres entregas en la citada DC Premiere, para luego lanzarse la maxiserie, cuya portada del primer número fue la portada USA del primer anual de la colección.
Ya hemos comentado que la serie lanzada por Zinco tras el estudio de mercado realizado con la serie de DC Premiere, constó de nueve entregas. Una cifra que puede resultar curiosa pero que tenía detrás una explicación. DeMatteis cerró el primer ciclo de historias del personaje en la entrega 16. Cierto es que seguiría en la serie hasta el 24, pero fue en el 16 donde cerró el primer arco en el que asentó del todo al personaje en su nueva situación.
Este primer ciclo comprende varias fases. El primer arco argumental, titulado, la Noche de Brahma, arranca con la puesta de largo de lo que iba a marcar la dinámica de la serie. Vivir en un apartamento de Nueva York, nada de Torre del Destino, con Kent Nelson (Nabu) disfrutando de los placeres de la vida, como ver programas nocturnos en la televisión, mientras se lidia con un pequeño demonio multiforme que se convierte en el perro de los protagonistas. Un vecino, Jack C. Small, con el que lidiar el eterno conflicto de ocultar la realidad que se esconde a su alrededor y como no puede ser de otra forma, lanzar un conflicto que exija la presencia de Fate donde los demonios, vampiros, posesiones infernales y tejemanejes varios del Orden y Caos, hacen acto de presencia. Un coctel completo que no rechaza añadir pinceladas de humor a temas que transitan entre el terror y el misterio, el drama más extremo y la acción superheroica.
Ya en la maxiserie de Zinco el guionista no deja escapar la oportunidad de seguir profundizando en la particular concepción del Dr. Fate que, a muchos aficionados a DC puede recordarles a Firestorm, cuya existencia está supeditada a la fusión de dos personas distintas. Aquí hay que lidiar con un entramado algo más denso, pues existe el componente emocional que conjuga el cariño de Linda por su hijastro, que debe gestionar el cambio de edad de este, mientras asume el rol de Fate en toda su extensión.
DeMatteis, gran seguidor de los conceptos de Kirby desarrollados en DC, el conocido Cuarto Mundo, no dejó pasar la oportunidad de usarlos encarnados en la presencia de Darkseid, lo que sirve para poner frente al Dr. Fate una amenaza de nivel cósmico a la que vencer y de paso asentar plenamente el poder que realmente posee. Un poder que se siente poco mágico, todo sea dicho de paso, pero que poco importa, ya que el entorno siempre nos recuerda que estamos ante una serie de corte místico.
Y para encarar el final de la historia regresa Wotan, un villano clásico del Dr. Fate, que pone en marcha un plan para hacerse con el poder divino definitivo, en una trama en la que DeMatteis conjuga aspectos de distintas religiones, mientras gestiona el proceso de duelo de Linda. Un arco que se deja por el camino el humor, para apostar más por el drama, pero en el que también hace acto de presencia la Liga y eso permite aligerar el tono agorero y siniestro de la historia.
El trabajo que realiza Shawn McManus pivota entre la caricatura, cuando así lo exige la trama, y el dramatismo facial, donde realiza una labor muy interesante. Su Fate deslumbra y lo hace porque ya no hay un casco sin rasgos, sino un casco que es una extensión facial de Linda/Eric. Sus ojos se agrandan, su frente se arruga, no hay boca, pero no es necesaria para que se proyecten una y mil emociones a través de estos dos elementos faciales. Incluso la máscara llora en ocasiones. Esto, unido a una narrativa sólida, hacen de su trabajo un todo visual muy refrescante. Al menos lo es hasta que comienza a dejarse llevar y su acabado es más tosco y los fondos menos trabajados.
En este punto cabe señalar que en la edición de Zinco se produjo un error realmente impactante, puesto que en el cómic con número de portada 8, se publicó la entrega 16 USA, final del trabajo del primer ciclo de DeMatteis, siendo publicado el 15 USA en el número final de la maxiserie de Zinco. Un descalabro que invita a teorizar que pudo pasar en imprenta para que se produjera algo de esta magnitud. Y ya que estamos con detalles de edición, decir que el número 7 de la serie regular USA, Zinco se lo dejó por el camino, pues en DC Premiere se publicaron las seis primeras entregas USA y la maxiserie comenzó en el número 8. Se trata de un número auto conclusivo dedicada a hacer foco sobre el demonio-perro del Dr. Fate.
Y con esto llegó a su fin el periplo místico del Dr. Fate en nuestras tierras. En USA el personaje prosiguió activo y en la entrega 25 llegaría Messner-Loeb para continuar sus aventuras hasta la entrega 41, fin de la serie en junio de 1992.
Un personaje con un camino tortuoso tanto en el Universo DC, como en lo editorial, y del que gracias a Zinco pudimos disfrutar de una pequeña porción de sus aventuras.
Nos vemos en la próxima retro reseña.
Lo mejor
• Su valor de caracterización buscando romper con lo establecido.
• Ser importante para entender acontecimientos de la Liga.
• Su sabor clásico.
Lo peor
• La prosa de DeMatteis puede resultar algo espesa.
• El tono de la serie resulta algunas veces desconcertante.
Guion - 8
Dibujo - 7.5
Interés - 9
8.2
Sorprendente.
La nueva encarnación del Dr. Fate de DC a finales de los años 80 resultó sorprendente y llena de potencial. Historias de tono oscuro salpimentadas con un sutil humor, que recorrer la senda de lo mistico y lo dramático sin pudor alguno.
Gracias Gustavo amo estas retroreseñas. Justo el mes pasado anduve por una comiquería clásica de acá, y creo que estaban algunos números de los de DC Premiere y la mini, capaz los compre la próxima. Como el resto, a este Dr. Destino lo tengo del primer crossover JLA-JLE (esas tapas que no podrían hacer hoy, Bicho, Hielo, Fuego & Cia con cara de «y esas tetas?», Wally con cara de asco), me dieron ganitas de pispear. Esos tiempos en que tanto DC como Zinco arriesgaban un poco con algo no baticosa (y en plena Batimanía!!)
Gracias a vosotros por estar al otro lado. Fue una época distinta, un mercado distinto unas intenciones distintas, pero ahí quedan para la eternidad. Pequeños retazos de seris DC que ayudaron a tener una imagen fija de un todo, postcrisis, que nos hacía soñar y disfrutar.
Muchas gracias por esta sección, siempre la leo con interés. Es muy positivo que saquéis del baúl de los recuerdos estas obras clásicas de DC que va a ser difícil que volvamos a ver por aquí.
Un saludo.
Al contrario, mil gracias a ti. El baúl está bien lleno de oras que se han quedado fosilizadas en el tiempo y para nosotros es todo un placer abrirlo con vosotros. Nos alegra saber que disfrutáis de esta iniciativa. Nos leemos en la de febrero. 🙂
De las mejores secciones de Zona, enhorabuena, sobre todo porque nos haces bucear en nuestras colecciones y disfrutar muchísimo. Gracias por eso y espero que te reporte una gran satisfacción, porque la merece.
Sobre el Dr. Fate, yo siempre lo he tenido en un pedestal porque la primera historia de la Liga que leí fue Legends, en la que él ejercía de recruiter, veterano y maestro de ceremonias, y desde entonces siempre lo he visto así, como un personaje venerable. Lamentablemente y como dices en la reseña, todo lo que he leído de él fue a través de Zinco y la prosa de esas historias había que leerla bien merendao.
Me moló mucho su papel en Liga de la Justicia Oscura de Tynion, porque siempre lo había visto como un peligroso villano en potencia.
Un saludo y no dejes esto nunca!
Nos sonrojas con tus palabras. Mil gracias.
Ciertamente es un doble ejercicio de catarsis por nuestra parte ya que vemos que estáis vosotros que disfrutáis de esto al igual que nosotros.
Fate se hace querer y es una pena que no haya más del personaje publicado y la propia DC lo tenga algo relegado en la actualidad. Pero oye, en Calle Peligro lo tenemos a pleno rendimiento.
Muchas gracias, Gustavo, por esta pormenorizada y minuciosa retroreseña. En lo personal, me encanta este espacio y espero las siguientes! Una lástima que un personaje como el Dr. Fate, con 84 años de existencia, no tenga el respeto que se merece (como también es el caso de The Spectre). Saludos desde Argentina.