Los nuevos Vengadores
«Ese es el espíritu. Costa este o costa oeste… Nueva York o California. No hay ninguna diferencia»
Roger Stern, el autor de la colección principal de Vengadores, iba a encargarse en 1984 de la versión de la Costa Oeste. Una idea que, hoy en día, no resulta renovadora en absoluto, con las decenas de escisiones que ha vivido el grupo y que cualquier lector versado sabe recitar de memoria. Pero que en plena década de los ochenta era estimulante, sobre todo si se juntaba el equipo editorial adecuado. Acompañado de Bob Hall y Brett Breeding, planteaba un escenario sencillo, dentro de la estructura de cuatro números de miniserie.
La Visión, nombrado nuevo jefe del grupo, promueve la expansión de este al otro lado del país: California. Para ello, de manera inteligente, ofrece la dirección a Ojo de Halcón, histórico miembro, partícipe fundamental de la consolidación de los Vengadores en el panorama Marvel, para que reúna un equipo limitado a seis miembros.
Recogen el guante lanzado por el arquero cuatro héroes reconocidos: Tigra, el Hombre Maravilla, Pájaro Burlón y Iron Man (James Rhodes). Quedando, por tanto, una vacante abierta.
Stern completa un guion estándar de primera aventura de grupo Marvel, con sus consabidos errores iniciales, dificultad por establecer autoridad y enredos entre personajes. Es relevante destacar la habilidad del guionista para desplegar el misterio acerca del villano y cómo toma a este, Gravitón, cuando al fin sale a la luz. Además, en apenas cuatro números consigue construir camaradería entre los miembros de un modo que solo un autor de su categoría podría hacerlo.
En cuanto al dibujo, a pesar de que se aprecia un progresivo agotamiento, viéndose errores en la resolución de la miniserie, Hall y Breeding entregan un buen trabajo, debiendo pasar de composiciones muy distintas, desde el frío al calor, y desde la Gran Manzana a las ciudades principales de California, como Pasadena.
Todas las bondades de esta agradable historia están en las últimas páginas. Una barbacoa de superhéroes, en el primer momento en el que se enfrentan juntos al futuro, teniendo una escena como la que cualquiera podría tener con sus amigos.
El personaje que más beneficiado sale del arco es James Rhodes. Stern demuestra la fuerza de contar con un Universo plenamente conectado, en una Marvel imposible que ya no existe, para continuar con la marcha de Tony Stark y la toma de la armadura por su compañero. Es realmente interesante el modo que tiene el autor de situarle en la aventura. Nadie sabe que es un nuevo Iron Man, por lo que las expectativas exceden los resultados. Como los Vengadores Costa Oeste, también el bueno de Rhodey ha de aprender a ser un superhéroe, distinto, resolutivo y completo. El tomo contiene el annual 7 de la colección del Hombre de Hierro, ideal para conocer más sobre él, a pesar de que el dibujo de Luke McDonnell (dibujante de la reivindicable etapa de los años ochenta de Escuadrón suicida) no esté en todo momento a la altura.
En último lugar, tenemos el Avengers #250, del propio Stern y Al Milgrom, con Joe Sinnott, Ian Akin, Brian Garvey y Roy Richardson a la tinta. La primera reunión entre las dos divisiones de Vengadores, el mismo mes que la miniserie terminaba, diciembre de 1984. Como tantas aventuras de la etapa de Stern, tenemos una notable aventura de corte clásico, en el que el protagonismo cae del lado de la Costa Este. Una entrega importante, no solo por lo cerrado del número alcanzado, sino por la habilidad del autor para hacer que cada personaje se sienta único dentro de un entorno tan particular.
Estos Nuevos Vengadores, como se les conoció entonces en España, serían llamados de nuevo a filas el año siguiente para, ahora sí, una serie regular, fuera del formato cerrado de cuatro números de la anterior. Se repetía la alineación, con el detalle de que bajo la armadura de Iron Man teníamos a Tony Stark y no a Rhodey, que, como expuesto, era uno de los principales atractivos de la miniserie.
No sería Stern, sino Englehart el nuevo responsable de su devenir. El autor va a jugar con la búsqueda del sexto miembro, una constante desde la introducción. Este aspecto, nimio en realidad, da mucho juego en la construcción de la identidad del grupo, siempre incompleto, siempre a la espera de que alguien más haga su entrada definitiva.
En primer lugar, se propone un crossover con la miniserie de Visión y Bruja Escarlata, también guionizada por Englehart, con Richard Howell al dibujo y Andy Mushynsjy a cargo del entintado. Al respecto del apartado artístico, mi compañero Pablo Sánchez-López exponía en su reseña de Un año en sus vidas que el autor pecaba de estático y acartonado, conclusiones que son compartidas en esta.
El dibujante se va superado, principalmente en las escenas más dramáticas y emotivas, que son en fundamento el corazón de la historia, entregando un trabajo plano y aburrido. Por su parte, en la serie principal, Allen Milgrom y Joe Sinnott, en el primero, y acabados de Kim DeMulder en el segundo, ofrecen una mejor versión de la propuesta, con viñetas recordadas en años posteriores como las que dan comienzo al primer número, manteniendo con ocasionales errores (fundamentalmente anatómicos y de proporción, así como en los rostros en el final del arco), un nivel aceptable, menor.
El Segador emprende un peligroso camino de redención, tratando de resucitar a su ya resucitado hermano, Simon Williams, negándose a aceptar que lo que queda de él, el Hombre Maravilla, sea algo más que un impostor. En mitad del ruido, Wanda y Visión renuncian a su condición de Vengadores, trasladándose de nuevo a Leonia, Nueva Jersey. Y al otro lado del país, Ojo de Halcón recibe la visita del doctor Hank Pym, el retirado fundador de los Héroes más poderosos de la Tierra, con su renovada identidad civil.
Todas las piezas encajan en un guion conseguido, bien estructurado por Englehart, entre los cambios de serie y escenarios, trabajando sobre elementos complicados como la humanidad de Visión y la diferencia entre ser robot y sintozoide. Si bien la historia se resiente por la falta de imaginación en el dibujo de la miniserie de la pareja, los distintos elementos temáticos funcionan, especialmente todo lo se refiere al particular triángulo formado por Vision-Hombre Maravilla-Segador.
Los siguientes cinco números tienen distintas tramas para conocer poco a poco más de los personajes y su relación con el grupo. De tal manera, es un acierto contar con la Cosa como secundario de excepción, por el juego que da y lo bien que sabe Englehart aprovechar su comicidad en un grupo, así como su relación con Ave de fuego, que ve cómo el resto apenas le presta atención por la aparición del primero.
En la primera miniserie, teníamos a un Ojo de Halcón serio, lo cual buscaba darle un papel más formal en la génesis de la encarnación. Para la segunda, Englehart devuelve parte del carisma histórico del protagonista, manteniendo el aire central, como líder, pero sin renunciar al puro espíritu que le caracteriza. El autor entiende al personaje y le hace participe de algunos de los mejores momentos, en compañía de Pájaro Burlón, con una química, de igual manera, muy bien trabajada.
Por su parte, lo referente a Tigra es lo que peor ha envejecido. A pesar de que la visita a Mundo-Gato sea una de las principales historias, se ve muy encorsetada en el papel de mujer pasional estereotipada, que conduce a páginas como la que se ve en esta reseña.
En cuanto al dibujo, Milgrom y Sinnott entregan el mejor dibujo de la colección en los primeros siete números, como ocurría en el crossover, encontrándose al extremo contrario, el de Kyle Baker, a partir de los bocetos del propio Milgrom, en el sexto, con la referenciada visita a Mundo-Gato. Excesivamente incompleta, sin detallar los rostros y las emociones.
Al respecto de las portadas, además de las propias de los primeros números de la miniserie y serie principal, fundamentales desde el punto de vista histórico, es destacable la de la quinta entrega, obra de Milgrom y Sinnott, con un juego fantástico entre el negro del villano, que cubre la composición y los protagonistas.
Para concluir el tomo, tenemos el One-Shot de Wonder Man, de 1986, obra de David Michelinie, Kerry Gammill y Vince Colletta. Un simpático número, sin demasiada pretensión, centrado en los problemas del héroe para encontrar un trabajo estable. Si bien se entiende la inclusión, habida cuenta de su protagonista, la ausencia de sus compañeros hace que se sienta desplazado del conjunto.
Al respecto de la edición, limitada a 1.500 ejemplares, contiene una serie de textos, entrevista a Englehart, epílogo de Ralph Macchio y colección de arte original y portadas. Tomando en consideración que el principal valor de esta recopilación se encuentra en su fundamento histórico, es indispensable contar con el apoyo mencionado, del que se extrae información suficiente como para entender mejor lo que significó contar con un nuevo grupo de Vengadores en su momento.
En conclusión, contamos con un conjunto agradable de historias, de desigual resultado en lo que se refiere al dibujo. Si bien ha de entenderse que se trata de tebeos concebidos para otro lector, con las características propias de su tiempo, conservan su encanto inicial, lo suficiente frescos en su mayoría como para que vuelvan a ser descubiertos una vez más con esta reedición.
Lo mejor
• La dinámica que surge entre los personajes. Principalmente, el nuevo papel de Ojo de Halcón. Trabajado y conseguido.
Lo peor
• El dibujo lastra las posibilidades de la etapa.
Pura fuerza nostálgica
Guión - 7.5
Dibujo - 5.7
Interés - 8
7.1
Una recopilación fundamental para entender la historia de los Vengadores.
Me gusta bastante más la parte de Englehart que la de Stern. Stern, sin hacer mal trabajo, no termina de despegar en Vengadores hasta que llega Buscema.
Es una de las series que más destilan el sabor genuino de los 80 (junto con Secret Wars II !! XD, y no es porque ambas estén dibujadas por Milgrom).
Milgrom y Sinnot tienen aquí una sinergia fantástica, mejor que la que habían desplegado anteriormente en la serie madre. Lástima que Sinnot no entintase todos los números de la etapa. Sin embargo Howell sí que destroza los guiones de Englehart, no sólo en las partes emotivas sino también, por ejemplo en la parte de los zombies, al no crear atmósfera gráfica queda lamentable.
Una gran etapa de los Vengadores, me gusta por igual el trabajo que hacen Stern y Englehart, es como si se hubieran complementado.
Aquí se demuestra como lograban evolucionar a los personajes y el paso que dan con Clint es genial.
Es cierto que el apartado gráfico no ayuda mucho, esa es tal vez la gran falta de esta serie, ya que tuvo muy pocos dibujantes de primera calidad, uno que se me viene a la mente es Byrne pero sabemos como termino eso.