La América de alquiler
«Probablemente lo hayas visto en las noticias…»
En junio del año pasado, se hacía oficial el regreso de J. Michael Straczynski a Marvel para tomar las riendas del futuro inmediato del Capitán América. La noticia fue recogida con entusiasmo y curiosidad por el grueso de aficionados, a la vista del extraordinario nivel demostrado en sus trabajos en la editorial durante la primera década del siglo XXI y su posterior trayectoria en cine y televisión.
A su lado, dos nombres de nivel, Jesús Saiz al dibujo y Matt Hollingsworth al color.
La historia lleva a Steve Rogers al barrio, enfrentando dos de los principales problemas actuales de la ciudad de Nueva York: la especulación inmobiliaria y la subida desproporcionada de alquileres. Por otra parte, a través de escenas en retrospectiva, tenemos a un joven Steve, todavía sin poderes, enfrentándose a un cada vez más extenso grupo de nazis. Todo ello, a tiempo de que un villano haga su entrada para generar nuevos problemas al Capi.
Resulta estimulante el comienzo elegido y las interacciones de Steve con los distintos inquilinos del edificio. Habitualmente, tenemos a los grandes héroes Marvel combatiendo guerras inabarcables más allá de lo que podemos, en nuestra vida real, concebir. Esto lleva a que en ocasiones perdamos la visión sobre qué hace especial a cada superhéroe.
En el caso del Capitán América, y buena parte de los grandes autores del personaje lo han tenido claro, hay un factor humano, muy particular, que siempre ha de estar ahí. Es el diálogo el que mejor desarrolla este apartado.
A pesar de su arranque prometedor, la historia se estanca a partir del tercer número, cuando la narración a dos tiempos demuestra agotamiento en la propuesta. Si bien las escenas del pasado sirven para definir al personaje que Straczynski quiere construir, cuando se hace evidente el punto de conexión entre pasado y presente y su relación con el villano, pierde atractivo.
Del barrio, que era lo mejor, apenas tenemos desarrollo o profundidad en los últimos números del arco, ni siquiera para lo que se espera de un primer arco, dejando una historia simple, muy sencilla en su fórmula, alejada de las pretensiones iniciales. Queda la sensación de que el autor tiene ideas potentes para el personaje, pero tiene dificultad en el desarrollo de las mismas.
Un ejemplo es la aparición de Spiderman. Tomando en consideración lo que Rogers pretende construir en el bloque de edificios, un encuentro con el neoyorquino más famoso era evidente y esperada, amén del pasado con el personaje del escritor. Sobre esas escenas, se aprecia un acierto inicial y un desarrollo descafeinado, del que apenas queda nada consistente.
El dibujo de Saiz ya había sido destacado en la reseña del primer número. Sin duda alguna, es junto a Chris Samnee en su breve etapa con Mark Waid, el mejor dibujante que ha tenido el Capitán América en la última década. Apenas necesita tres páginas para tomar el pulso de nuevo a la colección, dejando una secuencia de arranque memorable.
El factor emocional es uno de los principales reclamos de la introducción, y el trabajo de Saiz es el valedor fundamental para que funcione, con un enfoque dinámico en las escenas de puro diálogo, dejando muchos matices en rostro y anatomía. También para el pasado, en el que el color de Hollingsworth tiene el papel protagonista.
Por desgracia, como tantas veces se ha dispuesto en los últimos meses cuando se ha hablado de Marvel, la colección tiene un cambio en el dibujo, tomando las riendas Lan Medina. Aunque su estilo no diste de la propuesta que trae consigo esta etapa, guarda ciertos problemas de ritmo principalmente en la acción y en el quinto número, encadenando composiciones en las que, si bien unas funcionan, otras se estancan en contexto global.
Cuando lo sobrenatural, al tomar conciencia el Capi de a quién se enfrenta, recobra el protagonismo, la historia se vuelve más frustrante. De un primer número notable a una conclusión irregular.
En definitiva, a pesar de un prometedor primer número, el arco concluye sin interés, dando muestras serias de desgaste en el guion y de falta de rigor en el desarrollo de la propuesta inicial. Se echa en falta, asimismo, continuidad en el dibujo, principal reclamo en este comienzo de etapa.
Lo mejor
• El dibujo de Jesús Saiz.
Lo peor
• La trama se pierde con el paso de los números.
IRREGULAR
Guión - 6
Dibujo - 7.5
Interés - 6
6.5
Un arco que despierta sensaciones encontradas. Emoción por el notable dibujo de Saiz y decepción por cómo se desarrollan las ideas iniciales.
Coincido con la reseña. Esperaba mucho de Straczynski y este primer arco me ha resultado decepcionante y descafeinado. El baile en el dibujo y el color tan apagado tampoco ayudan.
Es cierto que se desinfla según va avanzando, pero yo pienso seguir a bordo a ver por dónde sigue
Ese Strange parece una marioneta de madera
Es una estatuilla. Un avatar extensor de la proyección astral.
ahhh. habia explicacion «lógica»…
A mí me está gustando bastante, pero el cambio de Saiz por Medina es un bajón.
Gracias por la reseña.
Me gustó este primer arco aunque tengo que admitir que esperaba más de JMS, esperemos eso si que suba el nivel.
Cuestiones aparte no ayuda el cambio de dibujantes y el color que usan para los lápices, eso se debería cambiar.
Suelo ser más de personajes. Pero a Stracinsky desde siempre le leo vaya a donde vaya. Pero es verdad que lo he visto flojto.