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La ciencia-ficción es un género muy especial. Más allá de sus futurismos, sus naves espaciales o sus pistolas láser, es tremendamente habitual que sus autores utilicen todos esos elementos como mera excusa para hablar de todo lo contrario. Nuestro mundo, nuestras preocupaciones, nuestros sueños, nuestros peligros… La ciencia-ficción es su mejor vehículo, una manera de mirar a nuestro futuro para hablar de nuestro presente. Un género en el que a veces lo de menos es la ciencia, y si me apuras, la ficción.
De ciencia-ficción nos ha teñido precisamente Moztros este verano, y es que desde luego no se puede negar que la editorial de alma argentina está que no para. Solo unos meses después de hacerse con los jugosísimos derechos del Energon Universe de Skybound, Moztros se llevaba el gato al agua también con los de sus monstruos de Universal, engordando un catálogo cada vez más pintón en el que ya figuran los Power Rangers o los derechos de la singular Bad Idea. Y aún tienen tiempo para pescarnos interesantes obras independientes del otro lado del charco, como la que hoy nos ocupa.
Hablamos de Hexagon Bridge, una miniserie publicada recientemente por Image Comics y creada por el estadounidense Richard Blake. Un artista con una larga carrera en el mundo del marketing, las exhibiciones de arte y el arte conceptual cinematográfico, al que ha dedicado la mayor parte de su vida, pero que en lo que respecta al cómic se pone la gorra de novato con esta obra, que supone su debut en el medio.
La obra nos lleva dos milenios al futuro, cuando un extraño pasaje dimensional llamado el puente es descubierto en la Tierra, un camino hacia una dimensión desconocida en la que las reglas de la realidad no son las nuestras. Tras perder a un matrimonio de cartógrafos al otro lado, comienza una larga misión para rescatarlos, algo que solo puede ser posible gracias a un robot inteligente llamado Staden y su vínculo psíquico con Adley, la hija del matrimonio perdido, dotada del don de la clarividencia.
Bajo esta premisa arranca una obra en la que su autor vuelca los temas que llevaban años ya inspirando sus trabajos visuales. Richard Blake se adentra de lleno en el concepto de la exploración, la llamada por viajar a lo desconocido y descubrir lo que hay más allá de la última frontera que alguien trazó. Un concepto que el autor nos transmite gracias a sus hipnóticas páginas.
Hay una mística especial en las imágenes de Hexagon Bridge, un trabajo portentoso con el que Blake consigue evocar unas sensaciones maravillosas de confusión y fascinación a partes iguales. Con un estilo muy europeo, cuyo referente inevitable es Moebius, el artista juega con las estrictas y meticulosas líneas rectas de la arquitectura y las deforma poco a poco hasta disolverlas, como si de un sueño se tratase. Resulta inevitable relacionarla con referentes populares como la estética del Origen de Christopher Nolan, aunque no se debe confundir ese aspecto con su apartado narrativo.
Y es que Hexagon Bridge está a mil millas de poder considerarse una obra trepidante. Lo que Richard Blake escribe para su debut es una historia pausada y densa, como un paseo por la niebla. La acción o la intriga brillan por su ausencia, y aparte de sus diálogos técnicos, todo lo que tiene es esa inmersión en sus imágenes. Su mundo no quiere conquistarnos y enamorarnos, sino abrumarnos sin dejarnos entenderlo. Es una obra que busca generar sensaciones y requiere que te sumerjas en su onirismo visual, y si no conectas con él tiene pocos asideros a los que agarrarte.
En ese sentido, quizás le habría venido bien un ancla emocional mejor, y es que cuesta apegarse a los protagonistas de la historia. El trauma de Adley, su misión y su relación con Staden tienen mucho potencial, pero quedan muy minimizados en pos del asombro visual del viaje que emprenden, y su conclusión resulta demasiado fría para todo lo que podía dar de sí. Quizás simplemente sea que esos no son los temas que el autor quería tocar, pero no deja de resultar en una obra que puede resultar tediosa fácilmente si no entras en su juego.
A pesar de todo, no se puede negar que la esencia de la trama resulta muy interesante y diferente, planteándonos una aventura de exploración en la que sus revelaciones y su clímax no precisan ni de monstruos, ni de peleas ni de explosiones, y toca temas interesantes como nuestro futuro junto a la inteligencia artificial sin necesidad de abordarlo desde el maniqueísmo. Personalmente me recuerda un poco a la ciencia-ficción de Phillip K. Dick, y como me pasa con él, solo me falta algo más de emotividad y trabajo de personajes.
En definitiva, Hexagon Bridge supone una interesante aportación a la ciencia-ficción de Richard Blake. Su debut en el mundo de las viñetas adolece quizás de cierta lentitud y falta de cariño en términos de personajes, pero sus imágenes resultan impactantes e hipnóticas, capaces de sumergirnos en la inmensidad de una existencia de la que siempre nos queda tanto por descubrir.
Lo mejor
• La extraordinaria fuerza de las imágenes de Richard Blake.
Lo peor
• En términos de historia, resulta algo fría y cuesta apegarse a sus personajes.
Guion - 6.5
Dibujo - 9
Interés - 7
7.5
Interesante
Richard Blake debuta con una onírica epopeya de ciencia-ficción en la que falta un poco de emotividad, pero con una fuerza visual inapelable.
