El dios salvaje, de Fabien Vehlmann y Roger

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Portada de El dios salvaje de Fabien Vehlmann y Roger

Edición original: Le dieu-fauve (Dargaud, 2024)
Edición nacional/España: El dios salvaje (Norma, 2024)
Guion: Fabien Vehlmann
Dibujo y Color: Roger
Traductor:: Eva Reyes de Uña
Rotulación: LimboStudio
Formato: Cartoné. 112 páginas. 25€

Poder y venganza.

«Nos persigue un bloque de rabia.»

Tras un fantástico debut en el mercado francófono con Jazz Maynard, la serie noir con guion de Raule que trascurría en los bajos fondos de Barcelona, el dibujante Roger (Barcelona, 1977) pone una muesca más en su carrera colaborando en El dios salvaje con Fabien Vehlmann (Mont de Marsan, 1972). El francés es uno de los guionistas más reputados y exitosos de los últimos años gracias a obras tan renombradas como El marqués de Anaón, Green Manor, El último Atlas o su etapa en la serie Spirou. Su primera colaboración juntos es un one-shot con reminiscencias de las historias de espada y brujería que ha visto la luz en nuestro país de la mano de Norma, que la ha publicado tres ediciones diferentes: dos en color (una en castellano y otra en catalán) y otra en blanco y negro en gran formato.

La obra comienza mostrándonos a Sin Voz, un joven simio albino, que está a punto de hacerse adulto y quiere demostrar que ya está listo para formar parte de los miembros de su clan encargados de cazar. El grupo comienza a perseguir a un enorme y anciano caimán para aprovecharse de su debilidad y convertirlo en su presa. Sin embargo, aunque tienen éxito el clan es atacado por un grupo de guerreros humanos que capturan a Sin Voz, al que entrenan para convertir en una máquina de matar, salvaje y feroz como una deidad primigenia. Un dios salvaje.

El dios salvaje es una obra coral dividida en cuatro capítulos cada uno centrado en un personaje diferente. Una estructura que nos permite conocer la historia desde diferentes miradas haciendo que nuestra perspectiva cambie con el paso de las páginas y no completemos todas las piezas que componen el puzle hasta el final. Si bien no se trata de una obra excesivamente compleja como otras que usan esa estructura narrativa. Pero nos acaba cautivando por completo gracias a la fuerza, capacidad para impactar y expresividad que Roger imprime en cada página. Como ya es habitual, hace un trabajo realmente brillante sin perder de vista las exigencias gráficas y narrativas del cómic francobelga más comercial, aunque consigue alejarse mucho de las obras más ramplonas. Entre las partes más brillantes del cómic hay que destacar su capacidad para dotarlo de una atmósfera de trágica inevitabilidad que le va como anillo al dedo a la trama. Algo que consigue gracias a la combinación de unos negros llenos de fuerza, un entintado muy fino y una paleta de colores apagados que dejan esa sensación de estar ante el fin de una era. Una sensación de final a la que contribuye la violencia y la dureza de lo que les sucede a los protagonistas. Unos protagonistas y un mundo que tiene un diseño lleno de detalles que no se percibe como una mezcla de otras reales, pese a dejar la sensación de tratarse de una civilización antigua.

Página de El dios salvaje de Fabien Vehlmann y Roger

La obra nos traslada a una era primitiva previa que parece al Diluvio Universal. La trama se va alejando de la impresión inicial que nos dan las primeras páginas que parecen prever una historia con similitudes a la del comienzo de 2001 para acercarse a otra diferente marcada por la venganza, la lucha por la supervivencia y las ansias de poder en el Imperio Océanida. Un entorno duro y cruel similar a los que popularizo Robert E. Howard en sus obras, aunque con unos personajes, por suerte, más complejos y modernos y que no exudan testosterona.

Como sucede en gran parte de las historias de Vehlmann el tema principal es la violencia, que vemos ejercida de diferentes formas en función del protagonista del cada capítulo. Comenzamos viendo la de los primates que es totalmente instintiva y sin que se vea influida por otras emociones como la ambición o el deseo de venganza. Algo que si vemos cuando los hombres entran en escena que usan la violencia como un elemento para sustentar sus posiciones de poder o hacerse con él. Pero el guionista también nos vuelve a mostrar otra de sus obsesiones que es la fugacidad y escasa importancia que puede tener el poder, ya que siempre se apoya en un equilibrio precario y quienes lo ostentan pueden perderlo en un solo instante si se dan las circunstancias propicias. Un poder que vemos ejercido sobre todo en forma de la esclavitud y el sometimiento por la que pasan algunos de los personajes principales, que igualmente son un reflejo de las diferentes formas en las que lo podemos encarar.
Unos cuatro protagonistas que resultan de lo más variopintos (un simio, un poeta, una guerrera y una esclava) estrechamente vinculados con esas diferentes violencias y que están muy bien construidos y que nos permite tanto conocer el mundo en el que viven como la sociedad y sus costumbres.


Pero todos esos subtextos que vemos en la obra no son impedimento para encontrarnos ante una historia llena de acción, con una trama absorbente que acaba teniendo elementos propios de un slasher y en la que se dan cita los tropos de la fantasía heroica como las tierras salvajes e inhóspitas, los combates brutales a vida o muerte y los guerreros prodigiosos. Lo que da como resultado una historia trepidante y muy divertida a la que solo se le puedo poner una única pega: el abuso de los textos de apoyo. Sobre todo, en el primer capítulo, que acaban resultando sobreexplicativos y rompen un poco el ritmo de lectura.

Con El dios salvaje Fabien Vehlmann y Roger firman una historia visceral y despiadada que se convierte en una violenta fabula sobre la naturaleza del poder y la esclavitud en un entorno que bien podría ser parte de la Edad Hiboria de Howard. Todo ello narrado con gran tino y ritmo y con unos dibujos que acabaran por consolidar al dibujante catalán como una de las grandes estrellas mercado franco-belga.

Lo mejor

• Los cuatro personajes principales, cada uno con una voz propia.
• La forma de mostrarnos las diferentes formas de poder.
• La atmósfera que crea el dibujo de Roger.

Lo peor

• Vehlmann abusa de algunos textos de apoyo que resultan sobrexplicativos.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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fer13
fer13
Lector
7 agosto, 2024 15:38

Esta noche leeré con calma la reseña de esta obra que me interesa muchísimo.

Pero de momento sigue en la estantería porque no sé qué edición comprar. ¿Algún consejo?

Gracias!!!