Sympathy for Mr. Dantès
No hay mayor dolor que el de recordar tiempos felices en momentos de desgracia.
Con permiso de Drácula, el de Montecristo es el conde más popular de la literatura universal. El clásico homónimo escrito por Alejandro Dumas, con la colaboración de August Maquet, fue finalizado en 1844 para posteriormente editarse en formato folletín a lo largo de los dos años siguientes en, nada más y nada menos, dieciocho tomos. Y es que, la considerada mejor obra literaria de Dumas, además de por su calidad, destaca por su extensión. La trama, que gira alrededor de la figura de Edmundo Dantés, se desarrolla durante cuatro periodos históricos diferentes. A saber: El Gobierno de los Cien Días (con Napoleón Bonaparte al frente), la monarquía de Luis XVIII, la monarquía de Carlos X y el reinado de Luis Felipe I. El autor de La reina Margot tomó la idea principal de la novela en las memorias de Jacques Peuchet quien, como los miembros del Equipo A, fue encarcelado por un crimen que no había cometido. Peuchet iba a contraer nupcias con una joven de alta posición económica y esto provocó que cuatro amigos (quien tiene un amigo tiene un tesoro) le denunciaran como espía de la corona inglesa. En su periplo presidiario, un compañero, al que le quedaban dos telediarios, le reveló el enclave de un tesoro escondido en Milán. Peuchet planeó su venganza hasta que pudo hacerse con dicha riqueza tras ser absuelto siete años después de caer en desgracia.
Así pues, con un punto de partida muy similar, Dumas aprovechó para homenajear a su padre quien, recordemos, fue el primer general negro en nuestro país vecino. Desde entonces, varias han sido las adaptaciones de El Conde de Montecristo que han tenido lugar tanto en teatro, televisión o la gran pantalla. Entre las más recordadas estarían la miniserie de seis horas dirigida por Josée Dayan en 1998 o, la versión hollywoodiense, La venganza del conde de Montecristo, llevada a cabo por Kevin Reynolds (Robin Hood, príncipe de los ladrones), cuatro años después. El denostado Gérard Depardieu fue el encargado de interpretar a Dantés en la citada producción televisiva francesa acompañado de Ornella Muti y Jean Rochefort en el reparto. Por su parte, Jim Caviezel (La delgada línea roja) encarnó al conde secundado, a las mil maravillas, por Guy Pearce, Richard Harris, Luis Guzmán, Henry Cavill y la malograda Helen McCrory (Peaky Blinders).
En esta ocasión son Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière quienes toman la alternativa detrás de las cámaras tras cumplir con nota en la escritura de guion en las nuevas entregas de Los tres mosqueteros. Si tanto en D’Artagnan como en Milady fue Martin Bourboulon el responsable en la dirección, Delaporte y de La Patellière firman su tercer trabajo conjunto como directores (El nombre, Lo mejor está por llegar) demostrando sentirse como peces en el agua cada vez que toca adaptar la obra de Alejandro Dumas. Ambos han reconocido cintas tan dispares como El gatopardo, Con la muerte en los talones y El padrino entre sus principales referentes a la hora de gestar El conde de Montecristo.
La nueva versión de El conde de Montecristo saca músculo. Con un presupuesto aproximado de 43 millones de euros, la historia de Edmundo Dantés luce en todo su esplendor con una puesta en escena que quita el hipo. Un derroche audiovisual más propio del país del Tío Sam que del viejo continente gracias al buen hacer de Nicolas Bolduc como camarógrafo y la bellísima partitura compuesta por Jérôme Rebotier. Si el primero nos deja escenas de postal, el segundo evoca a Max Richter potenciando el uso de las cuerdas para emocionar al personal. El conde de Montecristo arrolla audiovisualmente teniendo como base la mejor materia prima posible: la novela escrita por Dumas. Escenarios, vestuarios y localizaciones no se quedan atrás. La cinta producida por Pathé resulta ser un auténtico deleite para nuestros sentidos.
La trama, para despistados o neófitos, arranca con un rescate a mar abierto cortesía de Edmundo Dantés. Tras un escarceo con el capitán, acabará ocupando su puesto generando la revancha del primero. Edmundo, de baja cuna, tiene previsto casarse con Mercedes, situada en una posición social elevada. Sin embargo, el mismo día de su boda es arrestado injustamente y encarcelado en el Castillo de If. Olvidado en una fría celda durante años, Dantés conoce a otro preso que, no solo le descubrirá el paradero del mayor tesoro que jamás haya existido, sino que le transmitirá todo su saber. Tras conseguir fugarse de la fortaleza y descubrir que su amada rehízo su vida, Edmundo viaja a Montecristo para hacerse con el tesoro y prepara su tan ansiada venganza…
Pierre Niney, que en su carrera ya ha trabajado con nombres como los de Yann Gozlan (El hombre perfecto), François Ozon (Frantz) o Michel Gondry (El libro de las soluciones) encarna a Edmundo Dantés. Niney hace suyo al poliédrico personaje resultando convincente en sus diferentes fases. De la inocencia a la desesperación, de la desesperación al odio. “El lado oscuro lo nubla todo. Imposible de ver, el futuro sí lo es” Yoda dixit. Julien De Saint Jean, versión joven de Rufus Sewell, y, la bellísima actriz franco-rumana, Anamaria Vartolomei, interpretan a Andréa y Haydée, acólitos del conde en su particular vendetta. Pierfrancesco Favino, protagonista de la muy recomendable Última noche en Milán, se mete en la piel de abate Faria, mentor en prisión de Edmundo. Anaïs Demoustier da vida a la deseada Mercedes, mientras que Vassili Schneider, versión francófona de Finn Wolfhard encarna a su hijo Alberto. En el otro lado del ring, Laurent Lafitte (Elle), Patrick Mille y Bastien Bouillon, el Rupert Grint blue, representan a los malnacidos que planean el sucio boicot contra Dantés.
Como ya ocurriera con la nueva versión de Los tres mosqueteros, el cine francés pone toda la carne en el asador con uno de sus clásicos más universales. La adaptación más opulenta de El conde de Montecristo apunta a las nuevas generaciones con la misma historia de siempre. Traición, romance, aventura e intriga componen este peculiar juego de la venganza. En un envoltorio de lujo, con un ritmo trepidante, El conde de Montecristo se ha convertido, por méritos propios, en uno de los estrenos del verano. Nominada a la Palma de Oro en el último Festival de Cannes, la cinta protagonizada por Pierre Niney, apelando al espíritu de Alejandro Dumas, está destinada a conquistar nuestros corazones.
LO MEJOR
+ El poderosísimo acabado audiovisual fruto de un amplio presupuesto.
+ El desarrollo creíble de Dantés gracias al buen trabajo de Pierre Niney.
+ La apuesta de la cultura francesa por acercar sus clásicos de la literatura a las nuevas generaciones.
LO PEOR
– Las máscaras utilizadas por Dantés atentan contra nuestra suspensión de la incredulidad. Ni Ethan Hunt en Misión Imposible puede conseguir tanto con tan poco.
– Los inevitables cortes en una obra de 1300 páginas pueden molestar a los lectores más acérrimos de la obra.
– La sensación de absoluto control que Edmundo Dantés posee mientras se desarrolla su venganza. Siempre sabe la reacción que van a tener todos y cada uno de los afectados.
Dirección - 8.5
Guión - 7
Reparto - 7.5
Apartado visual - 9
Banda sonora - 9
8.2
Très bien
Con un gran presupuesto, Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière llevan a cabo la versión más ambiciosa de El conde de Montecristo realizada hasta la fecha. Un estupendo Pierre Niney se mete en la piel de Edmundo Dantés a la vez que Bolduc y Rebotier sobresalen en sus distintos apartados técnicos consiguiendo un acabo prácticamente perfecto.
