RECOGER LO QUE SE SIEMBRA
«Se autoconcedieron el don de la esperanza»
Me queda la duda, una vez se termina la obra, de si esta serie consiguió ser todo aquello que sus autores querían que fuese o si tuvieron que conformarse con tener lo que les permitieron publicar. Lo cierto es que llamar etapa a este período de cómics de los Guardianes es algo que le queda algo grande, se trata de una historia contada en 10 números y un especial. En definitiva, un año de publicaciones. Es una serie con defectos y virtudes, en la reseña anterior fuimos testigos de un inicio prometedor, y aquí analizamos las claves de su final.
Hay en mi opinión, mucho que apreciar de esta serie. A pesar de que la alineación del grupo titular parece confeccionada para lograr la mayor sinergia posible entre esta y la versión cinematográfica del equipo, ya comenté en la pasada reseña que el lanzamiento de esta serie respondía a un deseo de Marvel de aprovechar el empujón de un nuevo estreno en cines. Sin embargo, en esta obra los autores y sus personajes abrazan los aspectos que los diferencian de otras versiones. La caracterización de los protagonistas es un punto fuerte de la serie, Collin Kelly y Jackson Lanzing son conscientes de que lo que ha llevado a los Guardianes al reconocimiento mundial es el corazón que reside en las relaciones que mantienen entre ellos y en este punto donde la serie centra por completo su planteamiento. Cada personaje destaca con una personalidad y unos intereses propios y a lo largo de la historia encuentra su momento de protagonismo.
La historia no es nueva, ni siquiera para el grupo. Encontramos en estas páginas la archiconocida historia de una familia que debe aprender a hacer las paces, entre sí y consigo mismos. La palabra familia no la utilizo a la ligera, no tenemos a un equipo dividido y roto, sino a una familia que en sus peores momentos se mantiene unida.
No todo es positivo por desgracia. En su carta de despedida, la pareja de guionistas hablan acerca de uno de los problemas que tiene la serie y que resulta inevitable en muchas historias del género superheroico. Después de la etapa encabezada por Al Ewing los personajes llegaban a un final feliz y desde el comienzo de esta serie vemos una regresión, una vuelta -de nuevo- al principio. La serie no resulta ser una buena continuación de aquella etapa de Ewing, ideas, personajes y desarrollos son prontamente abandonados en favor de contar esta trama. El guion de Kelly y Lanzing hace gala de un buen ritmo narrativo, desarrollo de sus protagonistas y buena elaboración de su intriga, pero hacia el final parece perder potencia según las piezas del puzle encuentran su lugar. La serie no desecha todo aquello que dejó Ewing, sino que lo pospone, como decían los guionistas en su despedida el final feliz vuelve a estar sobre la mesa y queda ver qué hará el siguiente guionista al frente.
En cuanto al apartado artístico, Kev Walker se erige como único responsable de los lápices para esta tanda de números. El británico es un narrador visual excelente y su dibujo de estilo algo caricaturesco que no descuida el detalle vuelve a brillar al igual que lo hizo en los primeros números, aunque con menos intensidad ya que da la sensación de que no llega a las mismas cotas que en aquellas primeras entregas. Los colores de Matt Hollingsworth continúan siendo un compañero ideal para los lápices de Walker, que además realiza una labor notable de entintando para la que cuenta con la ayuda de Walden Wong para el octavo y el noveno número.
En definitiva, la serie presenta una historia interesante, con unos personajes vulnerables y con defectos pero no ha logrado construir sobre lo que vino antes. Todo cabo suelto que los guionistas presentaron en los primeros números queda apropiadamente resuelto y cada personaje experimenta su propio arco. La conclusión de la trama, similar a su inicio, se siente como una vuelta a un momento anterior, lo que deja toda la historia en un limbo únicamente definido por una única, aunque grave, consecuencia. Los últimos números no parecen estar a la altura del comienzo prometedor de la serie, contando siempre con el gran dibujo de Walker. El último número nos deja una serie que pudo ser más y una cabecera que regresa a la deriva.
Lo mejor
• El sentimiento con el que se trata a los personajes.
• El apartado artístico.
Lo peor
• La sensación que dan algunos momentos de haberlos visto antes.
Conservador
Guión - 7.5
Dibujo - 8.5
Interés - 7
7.7
El último número nos deja una serie que pudo ser más y una cabecera que regresa a la deriva.
