De cómo las magnolias no dejan ver la casa
«Estoy cansada de vivir en mi cabeza. Muy cansada.»
La vida es curiosa. A veces incluso puede ser hermosa, pero no nos damos ni cuenta. Estamos con nuestras cosas, intentando seguir nuestras rutinas, intentando controlarlo todo para que no nos haga daño existir, para no sufrir. Y acabamos olvidando como vivirla. De esto va La casa de las magnolias, pero lo más extraño – lo maravilloso – es que esto casi me pasa a mí con La casa de las magnolias, casi la dejo de lado, por poco no la olvido. Ya la leeré cuando tenga tiempo, murmuraba, …porque a Flavia Biondi ya la he reseñado, me decía, …porque hay muchas otras cosas de las que escribir, insistía. Sin embargo he abierto sus páginas y de repente la vida me ha golpeado una vez más. Y estoy escribiendo esto entre lágrimas… lágrimas de tristeza y lágrimas de alegría.
En un pueblo perdido de Italia, aparecen dos mujeres jóvenes en el mismo momento para registrarse en el hostal. Una es la sustituta del profesor de letras, la otra tiene que resolver una herencia. Las dos son muy diferentes, pero las dos arrastran una infelicidad crónica, las dos tienen graves problemas emocionales y, sobre todo, las dos deben convivir cotidianamente con un monstruo que llevan dentro; el miedo.
Flavia Biondi explora la relación entre estos dos seres torturados por sus propias emociones, pero al mismo tiempo hace un retrato preciso, certero, verdadero de las neurosis que nos acompañan a todos durante nuestras vidas. Y lo hace usando a dos personajes valientes, a dos mujeres que a pesar de todas sus dificultades quieren seguir hacia adelante, que, como la abuela de Amelia, son testarudas, quieren vivir a su manera y, por encima de todo, en paz.
En esta obra no solo encontramos a las dos mujeres protagonistas, Ada y Amelia, también conviven con ellas un pequeño grupo de personajes secundarios descomunal. Desde la abuela, la hermana de una y el hermano de la otra, la agente inmobiliaria y compañera de clase de Amelia o el sorprendente señor Ferri… todos tienen un papel fundamental en la trama y todos respiran verosimilitud y humanidad.
La primera secuencia, una de las más terribles y hermosas que he leído nunca, se convierte en el faro para encauzar el futuro de una familia completamente destrozada. En cambio tengo dudas sobre la última página del libro. Esta viñeta que ocupa toda la plancha y que nos cuenta lo que para casi todos era obvio. Por una parte me alegro de que exista y, humanamente, creo que es eso lo que ha motivado a la autora a incluirla. Por otro lado sospecho que la obra hubiese sido más redonda sin ella, me resulta algo redundante. Pero no estoy del todo convencido de ello.
Pocas veces un relato me ha golpeado tan duro y durante tanto tiempo. Recuerdo el final de Una carta para Yodo, de Jim Bishop o varios momentos de Chapuzas de amor de Jaime Hernandez, pero que una historia me desarme así, a lo largo de tantas páginas, no consigo recordarlo. La casa de las magnolias se lee a pecho descubierto, con el corazón en la mano, sin filtros y aceptando que los personajes te enamoren, que las situaciones te conmuevan, dejando que la obra te enseñe algo de ti mismo. Cada uno con sus cosas, la autora no pretende ofrecernos soluciones generales, pero nos muestra una imagen precisa del dolor universal, aquel que nos atañe a todos, el que nos convierte en más humanos o en más inhumanos…
La concepción artística y narrativa de la obra supone un paso adelante en la carrera de la autora. El excelente uso del color y la madurez estilística son palpables.
La artista italiana utiliza un esquema de página casi fijo que incluye páginas de 3 tiras con 2 o 3 viñetas cada una, a veces usa las 4 tiras y otras se atreve con cuadros más grandes, pero no son las parillas más habituales. Las escenas se suceden con naturalidad, no están forzadas y los pequeños detalles, esenciales en la obra, siempre están a la vista, los percibimos claramente sin que destaquen por encima del resto. Sin subrayados.
Sus personajes están más definidos, son más rotundos que en obras anteriores. Destacan por su excelente expresión corporal y por unas expresiones faciales perfectamente definidas. El entorno es hermoso, los paisajes y los decorados están muy presentes, pero nunca entorpecen la acción principal, no ahogan la escena.
El uso del color es delicado, suave y equilibrado. Predominan los naranjas, los verdes, violetas, marrones y azules. Todos de tonos pastel, pero al mismo tiempo con brillo, emulando la luz mediterránea del inicio de primavera en la zona. Hasta la portada es muy hermosa, pero tiene un fallo; yo le habría puesto la alfombra…
Flavia Biondi (1988) ha nacido en Castelfiorentino, en la provincia italiana de Florencia. Obtuvo una licenciatura en cómic e ilustración en L’accademia di Belle Arti di Bologna. Junto a siete compañeros de facultad fundó la etiqueta de autoedición Manticora Autoproduzioni para empezar a colaborar en varios proyectos colectivos y es allí donde edita su primera antología con el título de Sindrome (2012). En diciembre del mismo año publica Barba di Perle, esta vez con la editorial Renbooks.
Tenebre (2013), realizado junto al ilustrador Francesco de Stena, fue su siguiente trabajo publicado por Manticora con la que, además, vuelve a colaborar en otra antología, titulada Feral Children (2014), con un relato sobre niños salvajes. En 2014 publicó L’orgoglio di Leone, una novela gráfica que transcurre en Siena, Roma y Génova y que está centrada en la temática LGTBI y L’importante è finire (2015), ambas editadas por Renbooks. En 2015 empieza su colaboración con la editorial italiana del perrito, con Bao Publishing, publicando la obra La Generazione y dos años después estrena, en el mismo sello, La Giusta Mezura. Dos obras que la editorial barcelonesa La Cúpula se ha encargado de traducir al castellano con los títulos de Generaciones y Tiempos Precarios. También ha participado como ilustradora y portadista en el proyecto colectivo Le Piccole Morti (2019) realizado por Manticora. En 2020 se abre camino en el mercado norteamericano dibujando la serie Ruby Falls, con guion de Ann Nocenti y editada por Dark Horse. Sus última obras publicadas en Italia son Le maldicenze (2021), La casa delle magnolie (2023), ambas editadas por Bao Publishing y Simulacri (2023) por Sergio Bonelli Editore.
En la actualidad, parece ser que Flavia Biondi vive y trabaja en Bolonia.
El aspecto físico y la confección técnica del libro es la habitual de los álbumes editados por la editorial barcelonesa La Cúpula. El tomo es en rústica con solapas, su tamaño es algo pequeño, pero no entorpece la correcta lectura de la obra, cuenta con buen papel y está bien impreso. No contiene ningún apartado extra, ni escrito ni gráfico y su precio es un poco alto aunque se paga con gusto.
La casa de las magnolias de Flavia Biondi es una obra emocionante, profunda y sincera. Nos habla de cómo el miedo – un recurso vital que, como el dolor, nos permite sobrevivir a los peligros externos – puede encadenarnos y llegar a ser una tortura. Nos habla de las personas que sufren y que, para no sentirse rechazadas, han optado por vivir de manera solitaria. La soledad puede convertirse en un alivio, a veces es incluso una necesidad, pero nunca es la solución. Y de eso también va La casa de las magnolias.
Salut!
Lo mejor
• Una historia descomunal.
• La enorme evolución artística y narrativa de Flavia Biondi.
• Las obras que puede regalarnos en el futuro esta autora.
Lo peor
• Tengo dudas sobre la necesidad de la última página.
Guion - 9
Dibujo - 9
Interés - 10
9.3
Verdad
Una obra emocionante, sincera y llena de aciertos. Además, un paso hacia delante de Flavia Biondi en el apartado artístico
