Descubriendo a Harry Osborn
Por regla general, cada entrega publicada hasta la fecha de Ultimate Spider-Man está llena de detalles en los que perderse y dejar volar la imaginación. Este quinto episodio riza el rizo y nos regala a los lectores del trepamuros un espectacular ejercicio de condensación y posterior expansión de conceptos de este nuevo universo. Es sencillamente increíble lo que Jonathan Hickman es capaz de transmitir en poco más de veinte páginas.
Pero vayamos por partes. Seguimos con la dinámica de que un episodio equivale a un mes, y por tanto, nos ubicamos en mayo del primer año. Sin embargo, Hickman, siempre hábil, se mueve hacia atrás en el tiempo para desvelar al lector varios momentos clave que hasta la fecha se habían insinuado. Por un lado, se centra en Norman Osborn y su relación con su hijo. Si me lo permitís, estamos ante el mismo hdp que en el universo tradicional, algo que queda patente en una conversación telefónica entre padre e hijo tras el retraso de Norman a una importante fiesta de negocios. Este evento resulta ser el mismo en el que El Hacedor asesina a su padre, destruyendo el edificio donde tenía lugar la fiesta, lo que finalmente explica por qué Harry se salvó de la masacre.
Hickman continúa posicionando las piezas y ahora pone el foco en Wilson Fisk, en una conversación que tiene lugar pocos días después de la muerte de su padre y tras haber heredado su imperio financiero. Fisk no podría ser más Fisk: peligroso, manipulador y siempre dos pasos por delante del resto. Aquí vemos cómo Wilson «regala» Industrias Stark a Harry, con el claro objetivo de mantenerlo controlado y, a la vez, dedicarse a sus nuevas funciones como gobernador en la sombra de Nueva York y Rey del Crimen de Manhattan, casi nada. Finalmente, se nos revela cómo Harry adquirió toda la tecnología de Stark. Claro, aún faltaba una pieza: en ningún momento se presenta a Harry como científico, entonces, ¿cómo logra construir su armadura del Duende? La respuesta es brillante: uno de los científicos de Harry y Gwen no es otro que Otto Octavius, quien ejerce como una especie de «Q».
Hay más. Contamos con una interesante escena entre Harry y Shocker, una charla con Peter que da pie a la salida en pareja que vimos en la entrega anterior, y una reflexión final sobre el futuro de Harry que resulta inquietante: “¿Soy un chico… o un hombre? ¿Soy un héroe… u otra cosa?” Parece que vamos a averiguarlo, y creedme, por lo que he podido leer en los próximos números americanos, esta reflexión será crucial.
El dibujo de esta magnífica entrega corre a cargo de David Messina. No es Marco Checchetto, pero su trazo limpio funciona de maravilla en un número que se apoya considerablemente en escenas de conversación entre los distintos personajes.
Ultimate Spider-Man sigue demostrando mes a mes que es, sin lugar a dudas, la mejor serie que Marvel Comics está publicando en la actualidad. Es una bofetada con la mano abierta al actual editor de las series de Spider-Man, quien parece ir de forma peligrosa con el piloto automático y con ideas bizarras que, lejos de funcionar, han alejado a los lectores del Peter del universo tradicional para acercarlos al Peter del universo Ultimate. El consuelo que nos queda es que, como hace un par de décadas, todavía se puede leer un buen Spider-Man, aunque no sea el del universo 616.
Lo mejor
• La capacidad de Hickman para poco a poco ir tejiendo una historia mayúscula.
• La fuerza del dibujo de David Messina.
• Harry Osborn, protagonista absoluto de esta entrega.
Lo peor
• Os sigo animando a buscarle puntos negativos e indicarlo en comentarios.