48 horas en la piel de Ava Gardner.
«Siento como si mi vida estuviera escrita de antemano, un guion muy malo. Por cierto.»
El siete de septiembre de 1954 la actriz estadounidense Ava Gardner (1922-1990) aterrizaba en Rio de Janeiro en medio de la gira que estaba realizando por Sudamérica para promocionar la película recién estrenada La condesa descalza dirigida Joseph L. Mankiewicz y coprotagonizada por Humphrey Bogart. Todo un acontecimiento para un Brasil que se debatía entre la excitación por recibir a una las grandes estrellas de Hollywood y la tristeza que les provocaba el reciente suicidio de su presidente, Getúlio Vargas. Lo que parecía una escala más en la gira de promoción se convirtió para la actriz y sus acompañantes, su encargado de prensa Dave Hanna y su ayudante personal René, en cuarenta y ocho horas de pura locura recogida por medios de la época como A cena muda, la primera revista dedicada al mundo del cine del país. Este accidentado fin de semana es el que nos narran Emilio Ruiz (Santander, 1960) y Ana Miralles (Madrid, 1959) en Ava, un magnífico cómic que acaba de publicar Astiberri en nuestro país.
A la largo de su fecunda colaboración sustanciada en obras como El brillo de una mirada (Casset), En busca del unicornio (Astiberri), De mano en mano (De Ponent), Muraqqa (12 Bis) y la serie infantil Waluk (Astiberri), Ruiz y Miralles han demostrado que son capaces de complementarse a la perfección creando unos cómics que brillan en todos los aspectos. Con Ava han firmado el que posiblemente sea su mejor trabajo juntos, así vistos los antecedentes hablamos de un cómic de una calidad enorme. Esperemos que sigan con la línea ascendente y su siguiente colaboración sea todavía mejor.
De una anécdota en la vida de la actriz consiguen extraer una obra que nos permite bucear en las partes más destacadas de su biografía con unos muy bien seleccionados flashbacks que nos posibilitan conocer lo necesario de su vida para poder meternos completamente en su piel. En esas 48 horas asistimos de primera mano a todo lo que tenía que vivir a diario con el acoso de la prensa rosa que cuestionaba a una mujer muy avanzada para su época, que siempre afronto la vida con absoluta libertad y sin prejuicios. Algo que la transformó en una figura muy incómoda en la pacata, ultraconservadora e hipócrita sociedad estadounidense de la época. Pero no es lo único que nos ofrece la obra, ya que también se convierte en una precisa foto fija de la situación sociopolítica de América Latina, en particular, la de un Brasil que se debatía entre el golpe militar y el ascenso de la izquierda. Además, también somos testigos de un retrato de lo más sórdido que escondía el oropel del Hollywood de la edad dorada de los grandes estudios.
Estamos ante una obra que nos nuestra tanto la cara pública de la actriz como la privada, una vida siempre en constante vigilancia por la prensa. Dos partes de una personalidad fascinante que marcan una existencia en conflicto que la actriz llevaba lo mejor que podía, pero que nos dejan ver la forma en la que los estudios siempre trataban de sacar redito de todo lo que la rodeaba sin importarles el coste emocional que tuviera para ella. Un retrato intimo que nos nuestra como era perfectamente consciente de la separación que tenía que haber entre ambas esferas, aunque a veces entraban en colisión. En la obra vemos como hablaba y se comportaba de forma diferente en función de en cual estuviera, algo que se refleja muy bien en el cómic, que también nos permite descubrir su lucha constante contra una sociedad machista y racista y los estudios de cine. Pero es no es óbice para que no conozcamos también sus miedos, sus amores, sus gustos y su pasión por la música y España. Una radiografía perfecta de Ava que es posible gracias al enorme trabajo de documentación que ambos autores han llevado a cabo sumergiéndose en la vida de la actriz a través de las fuentes de la época y de los libros que le han dedicado posteriormente. Algo similar a lo que ha realizado Miralles para ofrecernos un Rio de Janeiro que rebosa vida gracias a sus maravillosas acuarelas que consiguen trasladarnos a la perfección al aspecto de la ciudad en los años cincuenta con algunas evocadoras estampas absolutamente maravillosas.
Por las páginas del cómic se pasean algunos personajes conocidos que en esos años tenían relación con la actriz de The Killers como su marido Frank Sinatra o el multimillonario Howard Hughes, con el que Ava Gardner tenía una relación muy ambivalente pese a que él se comportaba como un acosador. Él es el perfecto ejemplo del enorme poder que tienen los más acaudalados que lo usaban en su beneficio torciendo voluntades en lugares tan aparentemente lejanos de sus áreas de influencia como Brasil y condicionando la vida de la actriz para tratar de conseguir que se casará con él. Un claro ejemplo de un abuso de poder machista que se sigue produciendo hoy en día con deleznables ejemplos de plena actualidad. Esos personaje reales y muy conocidos nos permiten volver a vislumbrar lo fantástica retratista que es la dibujante de Djinn, y son la prueba palpable de que su brillante representación de la protagonista no es casualidad. La actriz resulta reconocible en todo momento, pero sin que tengamos la sensación de estar ante dibujos copiados directamente de fotografías que acostumbran a resultar excesivamente estáticos. Se nota que ha trabajado mucho previamente para conseguir crear una visión de Ava propia que resulta muy expresiva y dinámica y que desborda humanidad, fragilidad y sensualidad dependiendo del momento, ya que a lo largo de esas cuarenta y ocho horas podemos verla desbordada por un torrente de emociones.
Ava es un trabajo absolutamente imprescindible que sirve como sentido homenaje a una mujer que tuvo que vivir toda su vida luchando con los prejuicios y falsedades de una sociedad que quería ver a mujeres de una extraordinaria belleza, pero que no quería que también fueran libres, progresistas y autónomas. Una lucha que se convertía muchos en veces en rebelión abierta derribando las convenciones más rancias de la sociedad contratando a un responsable de prensa abiertamente homosexual y una ayudante personal negra a los que ofreció su amistad incondicional. Emilio Ruiz y Ana Miralles han pasado ocho años realizando esta obra, pero el resultado es absolutamente maravilloso firmando uno de los cómics más destacados de este año en el que también vemos una sentida demostración de amor por el cine y un reflejo de la realidad sociopolítica de la época.
Lo mejor
• La fascinante personalidad de la actriz.
• El retrato de la época.
• El increíble dibujo de Ana Miralles.
Lo peor
• Nada.