El Batman setentero
«¡Esta fiesta es flipante!»
Afrontamos el segundo tomo de clásicos básicos La Sombra de Batman con ganas, pero con algo de miedo, por qué negarlo… ¿Mantendrá el nivel del primero? Bueno, hay que admitir que Englehart y Rogers fueron un destello de genialidad, pero eso no quita que sigue habiendo talento. Ahora, el cambio de tono es innegable. Pasamos del Caballero Oscuro al Dandi de la Noche (siendo generoso).
El tomo comienza con una entretenida historia de un villano algo peculiar que a partir de este momento se convertirá en uno de los dolores de cabeza de Batman, el Caballero Fantasma. La portada de Joe Kubert es simplemente espectacular, aunque el interior de Irv Novick no tanto. En todo caso, es una alegría para los ojos después del final del tomo anterior. Novick domina el claroscuro y tiene un trazo poderoso y con personalidad, aunque para mi gusto luce algo acartonado y con un aire algo desfasado, como de cómic de posguerra.
En el guion Len Wein sigue con las tramas algo naifs y desenfadadas, pero comienza a meter sus propias historias río que donan de algo más solidez a la serie, al menos más que en el tomo anterior. En concreto, Selina sale a la luz, era la mujer que buscaba secretamente a Wayne durante los números de Clayface III que ya vimos. El otro nombre que sale a la palestra es un tal Gregorian Falstaff, un empresario competidor de Industrias Wayne que dará más de un dolor de cabeza a Lucius Fox, más que a Bruce.
Por cierto que, tal como nos recordó uno de vuestros comentarios en la reseña anterior, Lucius es una creación de Wein, precisamente en una de las últimas historias de aquel tomo, así que ya tenía pensado desarrollarlo. Y una curiosidad del capítulo que nos atañe, Batman se ve obligado a disfrazarse de mayordomo para localizar al suyo, que ha desaparecido, y su aspecto recuerda mucho al primer Alfred de Tierra 2. El Alfred de esta historia tendrá su momento de gloria cuando venza la hipnosis a la que le tenía sometido el Caballero Fantasma antes que asesinar a su querido amo Bruce.
Al número siguiente tenemos sorpresa. Se cuela el regreso de Englehart, aunque sea un solo número, donde hace regresar al Dr Fosforo de su supuesta muerte (y a Thorne, que sigue demente y encerrado en Arkham). También aparece Batgirl que parece tan resuelta, si no más, que Batman. Ambos terminarán arrestando al malvado Dr.
Interrumpimos con Detective Comics, pero nos saltamos DC 482 titulado «Night of the Body Snatcher» de Jim Starlin porque es el final de otra de las historias que comenzó en el anterior. La revista ya cambió en ese 481 de una sola historia protagonizada por Batman, a incluir 3 o 4 con diferentes autores para varios miembros de la Batfamilia. Y en este 482 por fin se anunciaba el cambio de editor a Paul Levitz, sucediendo al que ya llevaba 15 años haciéndolo, Julius Schwartz. De hecho, lo substituiría simultáneamente también en Batman.
La primera historia de este volumen es por tanto el DC 483 con un clásico de Dennis O’Neil y Don Newton, “La Maldición del Callejón del Crimen”, donde se nos recuerda el origen del cruzado, sale Leslie Thompkins (versión precrisis, viejuna y jubilada) y se presenta a MaxiZeus, demostrando liderazgo de los bajos fondos y la crueldad del que sólo se ocupa de su propósito. Sin embargo, en el siguiente número en el que Batman va a por él, el mismo tándem creativo cae en los lugares comunes de la época para una historia entretenida pero algo inocentona.
En el siguiente número O’Neil vuelve a sus personajes favoritos, recurriendo a R’as as Ghul, Talia y la Liga de Asesinos, comandada por el anciano Sensei. Lo mejor es descubrir a Tigre de Bronce, que, desde su papel heroico en la serie Richard Dragon, Kung-Fu Fighter, aparece como villano tras el lavado de cerebro por parte del Sensei. Atención que aparece Batwoman, para morir a manos de la Liga. Que se dice poco, pero si no fuera por Morrison habría sido una de las muertes más definitivas de la historia del cómic superheroico. Al final del número es vengada y se intuye que Tigre ha escapado de la influencia malvada.
Volvemos a Batman (312) con invitado de lujo. Walter Simonson luce como nunca y entre Wein y él nos entregan otro bombón, la reinvención del Hombre Calendario. Con la ayuda del dibujante, una historia entretenida se convierte en una absorbente aventura de principio a fin. Y de paso el uniforme de un, en principio, camaleónico villano termina por asentarse en nuestras pupilas.
Para la vuelta de Novick tenemos a Dos Caras en dos números unidos por una misma historia. Ésta dará muchas vueltas y contará con muchos elementos edaplatescos como habitaciones llenas de láseres y espías arquetípicos de potencias extranjeras. Como invitado especial tenemos a King Faraday, que se pelea con Batman por atrapar al villano. Pero como decía, Wein mueve los hilos para que las subtramas cobren interés (casi superando a la principal). Selina y Bruce se están enamorando y descubrimos más detalles de la vida privada de Lucius, cuya hija primogénita es una alegría y el hijo pequeño no hace más que dar dolores de cabeza. De hecho, Selina y Lucius tendrán su propio encontronazo por la bocaza de este último.
A continuación, una historia con el patético hombre cometa (no hacía falta que King lo destrozara). Falstaff sigue moviendo fichas e incluso intenta tentar a Lucius, que sigue el juego con tal de conocer al enemigo. Selina y Bruce tienen su primera pelea de enamorados (¡vaso de agua en la cara incluido!). Pero para patético el Edredón Loco (madre mía ¿de dónde sale toda esta gente?). Lo mejor es la visita de Dick Grayson aka Robin, cuya relación con el Hombre Murciélago es dominada con maestría por Wein.
Seguimos con un villano de algo más enjundia, el Acertijo, para el que continuará ayudando el Chico Maravilla. Las pistas y los acertijos son enrevesados y ridículos al uso, pero lo bueno es que llega la reconciliación de la parejita y que por fin conocemos a Falstaff, con un aspecto que me recuerda mucho a Volstagg, de Marvel (no sé si estoy viendo homenajes donde sólo hay un nombre que suena similar de reojo).
Nuevo villano inventado por Wein para el número siguiente, la Luciérnaga. Aunque en el futuro tendría más vida editorial, al final de este mismo número pierde la vida. Es una pena porque es creado con más matices de lo habitual y su cruzada tiene un origen en las grietas del sistema capitalista y la pobre vivienda estadounidense. Por otro lado, Bruce y Selina continúan su romance, aunque ella muestra una ligera morriña por su antigua vida como delincuente, y Lucius rechaza la oferta de Volstagg Falstaff.
Vuelve el Caballero Fantasma en una historia más bien ligera en todos los aspectos. Mucho más entretenida es la vuelta del Joker, especialmente porque contaremos de nuevo con Simonson. La historia alrededor del cumpleaños del maníaco, que se ha reeditado en alguna ocasión, está llena de situaciones ridículas y trama de folletín. Si no fuera por el espectacular trabajo del dibujante, no sé yo si la hubiéramos visto tantas veces en nuestras manos. Eso sí, Wein acierta a meter una de las mejores y más crueles bromas de “Bang, ¡estás muerto!”
Se pasea por la colección el Capitán Boomerang, pero vamos, parece como si Wein fuera Bates en cuanto a soluciones fantasiosas se refiere, porque los boomerangs que usa este hombre son de aúpa. El caso es que Selina empieza a caer en los infiernos cuando descubre que tiene una enfermedad incurable y, casualidades del destino y la poca gana de justificación del escritor, su salvación se descubre precisamente en unos objetos de museo que debería robar si quiere usarlos.
Comienza ya por tanto en el siguiente número la trama que da portadaca de Jim Aparo al volumen y que supone la vuelta de Catwoman. El robo se ha producido y todo apunta a la pobre Mujer Gato, que clama inocencia. Ni Batman ni Bruce (ella aún desconoce que son la misma persona) la creen y tras una serie de trampas chorra descubren que el verdadero enemigo es Catman, el villano con siete vidas y un traje ridículo.
Wein comienza a divertirse de verdad y va enlazando no sólo sus subtramas habituales, el hijo de Lucius va de mal en peor, sino que nos va picando con las del siguiente número. Pero lo que de verdad le gusta es poner a la Gata y al Murciélago a trabajar juntos. El caso es simple de resolver, pero por el camino se destroza la única posibilidad de curar a Selina, que se salva in extremis por la magia del traje de Catman (¿Deus ex Machina? Neeehh).
Los siguientes dos números son dedicados a un curioso villano, el Profesor Milo. Por cierto, que no aparecía desde el Batman 255, donde se le suponía morir a manos de un hombre lobo y, por si acaso, en su primera aparición en estos tebeos luce unas buenas cicatrices de garra en la cara (para acallar a los fanzineros de entonces). Lo peor es que toda la acción anterior ha roto la relación de Bruce y Selina que cortan, aunque con promesas en el aire. Para detener al Profesor, Batman se cuela en Arkham disfrazado de paciente, un recurso que puede resultar manido en la actualidad, pero con el que Wein consigue sorprendernos.
Entre medias, no entendemos por qué la recopilación se salta el Batman 320, con portadaca de Bernie Wrightson y la historia “The Curse of the Inquisitor!” por O’Neil y Novick, y el #325 con “Death — Twenty Stories High”, de Roger McKenzie y Novick. Suponemos que son trabajos de relleno por incumplimiento de fechas de Wein, y como no continúan la historia de éste nos quedamos sin paladearlos.
El tomo cierra con Detective Comics, que nos ofrece la vuelta de MaxiZeus, aunque sea desde la cárcel, y la del Sensei (parece que O’Neil está encasillado dentro de sus propios personajes). Ambas historias son bastante divertidas y se dejan leer agradablemente. Lo mejor sin embargo es el arte de Newton que va creciendo en cada página, cada vez más delicado y dúctil, ayudado por las tintas de Dan Adkins. Aunque lo mejor, la última portada del tomo, con una imagen icónica a más no poder del inigualable José Luis García López.
Volviendo al principio, obviamente el tomo no tiene el mismo nivel de calidad que el anterior. Pero eso no quita que sea alto igualmente y que, sin duda, la falta de edición en condiciones de estas historias en nuestro país, desde aquellos Bruguera de finales de los setenta en un caso o los Clásicos DC en blanco y negro de Planeta en el otro, era inexplicable. Disfrutemos pues de lo que hay, si es que queda alguno en vuestra librería habitual.
Lo mejor
• El festival de personajes.
• El material rescatado.
Lo peor
• Demasiado naif.
Estoy encantado con estas reseñas Enrique, me está entrando la tentación de hacerme con esta colección. Por cierto, me puedes confirmar si el Detective Comics #482 se incluye en el tomo? Lo pregunto porque en la ficha del cómic no lo pone
Gracias Xlin! No está incluido, en la misma reseña digo q nos lo saltamos por ese motivo
Muchas gracias, no lo había entendido bien. Supongo que lo incluirán en futuros volúmenes
Muy fuerte que se hayan saltado un número de Jim Starlin, que en aquella época no te hacía tebeo que no estuviese por encima de la media.
En los tomos del crowdfunding estaba incluido, me imagino que en la edición de librerías también lo incluirán.
Todavía Gatúbela andaba con ese vestido y capa tan prácticos para saltar azoteas…y el Prof. Milo era como un pre pre libertario con ese corte (o pre Guy)
No descartes que fuera el corte de pelo lo que le salvó de Lupus!
Quizas mucho pelo casco por comer…
El dibujo de Novick es duro de llevar, y a veces tiene una narrativa confusa. Mira la secuencia de Batman saltando con la niña en brazos en el número de Firebug. No tiene ni pies ni cabeza!
Que por cierto, es Firebug, no Firefly (Luciérnaga). El bueno de Garfield Lynns empleaba dispositivos lumínicos pre-Crisis, no era el incendiario post-Crisis. Firebug (que vaya traje, por cierto, da para extra de un espectáculo de variedades de Jesús Moreno). Era un personaje de un sólo uso y moría sin muchas dudas, pero lo recuperaron post-Crisis como lacayo de Calculador (otro qué tal) en la seriaca Héroes Hotline. Sólo que para entonces era caucásico en vez de afro. Con el Firefly de Dixon perdió su razón de ser y tras ser derrotado por su «sucesor» en Gotham Central lo jubilaron oficialmente.
De personajes que tal, la terna de historias Edredón-Acertijo-Firebug es lo más bajo del tomo. La historia del Acertijo posiblemente sea la peor que he leído de él nunca!
Yo creo que O’Neil estaba en sus últimos guiones para el personaje, y estaba cerrando la saga de Ra’s al Ghul y contando lo que le quedaba con su última creación, Maxie Zeus. Y con ese Don Newton y el tono jocoso muy deudor de Spirit, es lo mejor del tomo de largo!
A partir del siguiente sale O’Neil, pasa Fleischer brevemente y entra un Wolfman que empieza a medio gas pero acabará en una historia tan sorprendente como eliminada del canon, con Conway a punto de tomar el mando con algún fill-in de Thomas.
Hola Drury, tienes razón, intentando buscar traducción en español (que por cierto es una chinche, finalmente) me lié y di pie al equívoco. En todo caso siempre me han parecido villanos demasiado parecidos.
No le tengo tanta manía a Novick porque me parece que tiene un estilo propio muy reconocible, que en los tiempos que corren ya es un ancla. Y si nos ponemos tiquismiquis con posturas imposibles, no quiero yo pensar el espaldarazo que se va a pegar Batman en la maravillosa portada de García López que he puesto al final del artículo, jejeje.
Si, el tandem Newton-O’Neil, sin duda lo mejor. Para el siguiente ya habrá tiempo de comentar, que os comen las ansias!
Nos comen, nos comen!
García López puede dibujar lo que quiera, se lo ha ganado XD