Bola Ocho 3 de Daniel Clowes
«¡Comprad mis cómics, por favor! Os quiero mucho.»
Este tercer número de la serie apareció en junio de 1990, un mes después de que la Organización Mundial de la Salud elimina a la homosexualidad de su lista de enfermedades, algo que muchos cabezas cuadradas siguen sin entender y que prueba que la una lucha por el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGTBIQ+ que sigue vigente todavía, pese a los avances que se han producido.
Esta entrega de la revista de Clowes tiene una de las portadas más inquietantes de todas las que tuvo la cabecera que ya nos de pistas de la profundidad del turbio mundo en el que se va a ver envuelto Clay Loudermilk en la tercera entrega de Como un guante de seda forjado en hierro incluida en las primeras páginas. Antes tenemos La semblanza de Eightball: Pastor Robert Tilton. Además, también tenemos una historia corta titulada El paseo, la vuelta de Pussey en La madurez temprana de Dan Pussey y en la contraportada tenemos ¿Qué pueden hacer los robots?.
Tras deleitarnos con la portada nos encontramos con La semblanza de Eightball: Pastor Robert Tilton, una crítica feroz a un telepredicador real que según comenta Clowes en las notas del final le fascinaba. Una sátira sobre el conservadurismo estadounidense y su capacidad para generar esas siniestras figuras que consiguen hacer llegar esos mensajes tan retrógrados a través de diferentes plataformas que les permite adquirir una enorme popularidad y difundir sus mensajes de ignorancia y odio. En su caso a través de la TV, pero el autor de Monica y Paciencia ya había tratado a una figura similar en El títere del demonio, la historia corta que vimos en el primer número, pero de una forma mucho más sutil que en este caso. Lo más curioso es que cuando apareció todavía no se sabía que Tilton había estafado a sus seguidores. Tratar de forma sutil temas de la actualidad que le preocupan se convierte en una de las características principales de las historias cortas que aparecían en la revista y que no dejan ver que pese a patina de surrealismo y fantasía de sus historias estamos ante un autor que articula un discurso tremendamente crítico.
El periplo de Clay en Como un guante de seda forjado en hierro le lleva cruzarse con Tina y su madre mientras trata de desentrañar el misterio que le hizo emprender la búsqueda de la productora de la película que vio en la primera entrega. En lugar de obtener alguna respuesta a los misterios a su alrededor, las preguntas se acrecientan, aunque comenzamos a vez conexiones entre las diferentes bizarras situaciones que vive. Aunque se trata de una historia marcada por el surrealismo la trama va escondiendo diferentes cargas de profundidad que cuestiona la presuntamente idílica clase media estadounidense dejando ver toda su hipocresía y las contradicciones que esconde. Como es habitual la viñeta final incluye un misterio que nos deja con ganas de conocer más y, por el momento, la historia no se resiente de estar construida sin un guion cerrado, sino que tiene la frescura que la sorpresa constante que nos hace sentir la misma incredulidad, turbación e incomodidad que el protagonista.
El paseo es una virguería narrativa y gráfica en la que nos metemos dentro de la cabeza de Clowes para acompañarle en un paseo por su barrio leyendo sus pensamientos y viéndolo todo a través de sus ojos. Una de las primeras grandes historias unitarias de la revista que nos permite descubrir su enorme capacidad como narrador mientras conocemos su cara más misantrópica y su capacidad para reírse sin pudor de sí mismo. Puede que se la historia más parecida a uno de los relatos autobiográficos que veíamos en los trabajos de algunos de sus compañeros de generación. También hay que destacar el nivel de detalle de cada viñeta y el primor y la limpieza de trazo con la que dibuja cada uno de los escenarios.
Tras estar ausente en la entrega anterior volvemos a tener una historia de Pussey, el personaje que sirve de vehículo para hacer un critica a la industria del cómic. En La madurez temprana de Dan Pussey vemos como nuestro protagonista decide dejar de lado los cómics de superhéroes para convertirse en autor completo. Un giro que sirve para que veamos una acida crítica de Clowes hacia el comic alternativo y algunas de sus ínfulas artística personalizadas en personajes que parodian a las figuras más destacadas del momento como Art Spiegelman, Gary Groth o los hermanos Hernández. Una nueva prueba de la capacidad del autor de Chicago para hacer autocrítica y no casarse con nadie.
En la contraportada nos volvemos a encontrar con otra historia breve en la que Clowes hace que eso personajes tan peculiares que salen de su imaginación respondan la pregunta ¿Qué pueden hacer los robots? con su extraño sentido del humor, que hasta ahora es la parte más floja de la cabecera, salvo algún momento puntual.
Entregas anteriores:
Nos vemos dentro de una semana con el análisis del tercer número de la serie aparecido en octubre de 1990.