Sátira made in England.
«Que le den por el culo, señor presidente. ¡A usted y sus fantasías de tebeo! La realidad no es así. Comandante Apocalipsis, ¡menudo chiste! ¿Dónde está el caos? ¡No hay caos todo está en paz! ¿Dónde está el enemigo? No existe. «
John Ames Mitchell (1845–1918) fue un arquitecto, editor y escritor conocido sobre todo por fundar junto a Andrew Miller la famosísima revista Life en 1883. En su faceta de novelista publicó en 1889 una novela titulada The Last American, una historia corta de ciencia-ficción que transcurría en un ficticio año 2951 en donde un navío persa liderado por un explorador llamado Khan-Li llegaba a una Norteamérica que había sido devastada por los cambios climáticos dejando unos Estados Unidos deshabitados. Una situación que le servía al escritor para hacer una sátira despiadada de la sociedad estadounidense de la época, algo que, junto a tener el mismo título, la conecta de forma indisoluble con el cómic que acaba de reeditar Cartem Cómics en un lujoso volumen. Se trata de una serie limitada de cuatro episodios escrita por los ingleses John Wagner (1949) y Alan Grant (1949 – 2022) y dibujada por el también ingles Mick McMahon (1954). Fue publicada originalmente entre diciembre de 1990 y marzo de 1991 por Epic, la división de cómics de Marvel surgida en la década de los ochenta en la que los autores conservaban sus derechos de autor y no estaban sujetos al Comics Code. En España la vimos por primera vez en los números 9 al 12 de la cabecera Epic Presents publicados por Forum durante el año 1992.
El cómic nos traslada a hasta 7 de abril de 2019, justo el día en el que despierta de su sueño criogénico de veinte años Ulysses Pilgrim, un capitán del ejército estadounidense, para cumplir la misión que le encomendó el presidente ante un más que posible conflicto nuclear global. Sus órdenes eran encontrar a los posibles supervivientes y restaurar el orden o vengarse de los enemigos del país si se lo encontraba invadido haciendo honor a su nuevo rango: comandante Apocalipsis. Junto con los tres robots militares llamados Able, Baker, y Charlie que se han encargado de cuidarle el capitán sale del refugio donde ha permanecido congelado para descubrir unos paisajes desolados por el infierno nuclear en los que aparentemente no ha sobrevivido nadie lo que le convierte en el último americano. Sin embargo, todavía tiene fe en encontrar supervivientes así comienzo un viaje en su búsqueda que le lleva por las principales ciudades del este de USA.
Al igual que sucede con la novela corta de Mitchell, la trama postapocalíptica se convierte en el vehículo perfecto para que los autores, que ya habían colaborado de forma regular en las páginas de la revista 2000AD, hagan una mordaz crítica a la política que habían llevado los Estados Unidos bajo el gobierno de Ronald Reagan y de los últimos años de URSS que había vuelto a agitar los fantasmas de la catástrofe nuclear. Y es que estamos ante una obra que está muy enclavada en el miedo al conflicto nuclear que provoco la Guerra Fría entre ambas superpotencias que durante los ochenta alcanzo algunos de sus momentos más tensos, pese que la obra apareciera cuando el régimen comunista ya se estaba desmoronando por completo. Así en sus páginas se respira un pesimismo sobre el futuro al que estaba abocado el mundo, que visto desde la actualidad sigue estando muy vigente.
Con el transcurso de la historia vemos con el protagonista se va cuestionando de forma cada vez más palpable lo absurdo de la guerra a una escala en la que la victoria significa erradicar la vida en el planeta. En el transcurso del viaje de Pilgrim vemos como sus ideales se van resquebrajando ante la evidencia de estar ante un futuro mucho más terrorífico y desolador de lo que se podía haber imaginado que le acaba conduciendo a un descenso a la locura y la desesperación. De esta forma el viaje en busca de supervivientes se va convirtiendo en un reflejo de paranoia y locura que le invade y los sueños y recuerdos de Pilgrim se van tornado cada vez más surrealistas, algo que los autores usan para hacer una crítica a la estupidez de los dirigentes y al patriotismo descerebrado que permite manipular a las masas para usar la bandera para tapar cualquier cosa y que en la obra ha llevado al mundo a una situación insostenible. Una crítica a la política y la manipulación mediática que se torna más afilada al estar realizado por tres autores británicos que son capaces de ver la situación desde fuera, pero que provenían de un país con una presidenta que se movía por el mismo discurso político que Reagan.
A diferencia de lo que solían hacer en sus colaboraciones el guion de cada capítulo no está escrito a dos manos encargándose cada uno de forma exclusiva de dos entregas, Wagner de las dos primeras y Grant de las dos últimas. Si bien no se pueden apreciar diferencias notables entre ambos estilos, pero si una falta de unidad en la visión de la obra que junto a la publicación en grapas provoca que al conjunto le falte esa sensación de solidez, aunque cada historia por separado resulta muy interesante. No hay que olvidar que esta fue una de las últimas colaboraciones de la pareja de guionistas que tanto nos hizo disfrutar en Juez Dredd, Batman o La casa del diablo y a partir de ese momento sus siguientes trabajos fueron por separado por diferentes desavenencias personales que ya marcaron el proceso de escritura de esta obra.
Aunque el guion de la obra tiene grandes hallazgos y mucha mala leche, la principal virtud que nos encontramos en The Last American es el dibujo de McMahon. Como sucedía con el Kevin O’Neil su dibujo estaba muy alejado del estándar del cómic comercial estadounidense de la época, ya que no tendía al realismo, sino que nos ofrece unas figuras algo grotescas y unos ambientes de pesadilla que funcionan a la perfección con la historia. Sus diseños también tienen ese toque grotesco que potencia la sensación de sátira y desesperanza de obra y consiguen transportarnos a un mundo postapocalíptico. Algo a lo que también contribuye el fantástico color que nos dejar ver la pesadas y decadentes atmósferas de un mundo destruido al que los constantes detalles que añade en cada viñeta lo convierten en un lugar de pesadilla.
Cartem Cómics hace una edición de gran calidad con gran tamaño y una buena reproducción que toma como base la reciente de Rebellion, como extras nos encontramos con varias ilustraciones de McMahon.
The Last American supone el canto de cisne de la pareja de guionistas formada por John Wagner y Alan Grant que firman una notable sátira sobre la política estadounidense de los años ochenta y un potente mensaje antibelicista que sigue de plena actualidad. Un buen cómic que el extraordinario dibujo de Mick McMahon eleva muchísimo de nivel del resultado global.
Lo mejor
• El reflejo de la paranoica política estadounidense de los años ochenta.
• El dibujo de McMahon.
Lo peor
• Al guion le falta cohesión para formar un todo.
Una pequeña obra maestra muy poco conocida y que, tras los acontecimientos de esta semana vuelve a ser terriblemente vigente.
Desconocía el dato de que Wagner escribió los dos primeros números y Grant los dos últimos.
Totalmente de acuerdo. Mientras escribía la reseña tenía en mente las nuevas amenazas de Putin de usar armas nucleares. Se repartieron los guiones entre los dos ya que según cuentan en alguna entrevista era la única forma que el cómic saliera por lo deteriorada que estaba ya su relación que les impedía trabajar como anteriormente.
Cierto es, que la cosa se jorobo entre ellos en la saga de Dredd en Ozz, que si mal no recuerdo es de 1988, y este comic es de 1990. De hecho me sorprendía que a esas alturas aún hiciesen cosas juntos, aunque fuera en plan estrellas de rock que graban sus partes del disco por separado y sin verse.
Pues por que les he leído es prácticamente lo que hicieron para que saliera esta miniserie.