El Juez Dredd es y será el icono representante de 2000AD, la mítica revista de ciencia-ficción británica, pero no podemos olvidar que la reviste tiene a muchos otros personajes en su catálogo. Sláine, Strontium Dog, Devlin Waugh, Sinister Dexter… Podríamos dedicarle muchos artículos a todos los personajes e historias memorables que nos ha dado la revista desde su nacimiento en 1977 y probablemente nos quedaríamos cortos. Centrémonos, pues, en sólo uno de esos personajes, uno al que este redactor le tiene mucho cariño: Rogue Trooper, el soldado atrapado en una interminable guerra cuyos orígenes ya nadie recuerda. El pasado mayo Dolmen reeditó varias de las historias originales del personaje, y no va a haber mejor momento para echarle un pequeño vistazo al primer volumen de este personaje.
Rogue Male
La génesis de Rogue Trooper se encuentra en un mes indeterminado de, probablemente, 1979 y principios 1980. La revista 2000AD llevaba sólo dos años en publicación y el Juez Dredd y el reboot de Dan Dare estaban causando furor, ambas series con un marcado tono violento y de ciencia-ficción que no se había visto antes en el cómic británico. Star Wars, estrenada el mismo año que 2000AD, había dejado impactados a todos los jóvenes británicos. No debe sorprender, por tanto, que los lectores de la revista quisieran más historias con elementos bélicos y de ciencia-ficción, una preferencia que hicieron saber a la revista cuando ésta realizó una encuesta preguntando qué historias les gustaría leer en la historia. «Guerra futurista» fue el tema ganador y el editor Steve MacManus se puso manos a la obra. Había que encontrar a un guionista, un dibujante y un concepto.
No debió llevarle mucho tiempo a MacManus encontrar a los autores. El reboot de Dan Dare había sido un éxito en buena parte gracias a la labor del guionista Gerry Finley-Day y el dibujante Dave Gibbons, quienes aportaron un tono realista y militar a la serie tras unos episodios iniciales bastante psicodélicos e iconoclastas. Autores más apropiados no habría para un serie ambientada en una guerra futurista. Tenían, además, la confianza de todo el departamento editorial de la revista, ya que habían estado trabajando para ella desde el primer número y siempre habían cumplido con las expectativas de Pat Mills, la mente maestra de la revista, y las de los jóvenes lectores que buscaban una buena dosis de acción cada semana.
Desarrollar el concepto de la serie fue una tarea muchísimo más difícil. A pesar de tener una buena relación profesional y creativa, Finley-Day y Gibbons no consiguieron ponerse de acuerdo hasta que MacManus intervino directamente, desarrollando y descartando ideas con ellos. De hecho, fue MacManus quien tuvo la idea de llamar a la futura serie Rogue Trooper. Este nombre, que describe a la perfección el concepto de la serie, está inspirado en el título de la novela Rogue Male, un thriller muy popular en Inglaterra por aquel entonces. En esa novela, escrita por Geoffrey Household, se narra la historia de un hombre cuyos planes de matar a un dictador europeo se tuercen segundos antes de apretar el gatillo y se ve obligado a huir hasta su Inglaterra natal, donde tampoco estará a salvo. Aunque ni Finley-Day ni Gibbons han dicho tomar inspiración de esta novela, lo cierto es que el concepto de un hombre duro de pelar motivado por la venganza y forzado a huir de un ejercito enemigo tiene mucho en común con la premisa que terminaron creando.
La caza del general traidor
Rogue Trooper debuta en el número 228 de la revista 2000AD, publicado en 1981, con una historia de tan sólo siete páginas en la que Finley-Day y Gibbons presentan todos los elementos que caracterizarán a esta serie hasta hoy. En un lejano futuro los Norts y los Southers (una clara referencia a la guerra civil americana) llevan tanto tiempo enzarzados en una guerra por toda la galaxia que poco importa quién y por qué empezó este conflicto. Una de las muchas víctimas de esta guerra es el planeta Nu Earth, cuya atmósfera está contaminada de materiales tóxico, motivo por el que los Southers crearon un regimiento de soldados modificados genéticamente para resistir el inhóspito entorno de ese planeta. Pero este regimiento fue aniquilado en la masacre de Quartz, de la que sólo Rogue salió con vida. Sus compañeros Gunnar, Helm y Bagman perecieron, pero sus consciencias consiguieron preservarse en chips que Rogue instaló en su rifle, casco y mochila respectivamente. ¿Cómo pudieron ser derrotados Rogue y sus amigos? Un traidor entre los Southers debió alertar a los Norts, y Rogue recorrerá toda Nu Earth hasta matar a ese traidor, encontrándose en el camino con toda clase de peligros y situaciones inesperadas.
Finley-Day y Gibbons dedicaron buena parte del año anterior a preparar las primeras historias del personaje, y eso es algo que se nota. El inicio de Rogue Trooper es fantástico, un muy buen cómic bélico al que sólo se le puede criticar que tenga una formula relativamente convencional. Muy poco tiene Rogue Trooper del ADN iconoclasta por el que se haría conocida 2000AD, ya que para Finley-Day la revista 2000AD era ante todo un trabajo que consistía en entretener a un público juvenil cada semana. No obstante, el contenido de cada episodio es todo de menos predecible. En su afán por entretener a sus jovenes lectores, Finley-Day siempre se esforzó en ofrecer situaciones nuevas y lo más creativas posibles en cada episodio, una meta que logra en Rogue Trooper y de qué manera. En cada historia hay ideas que otros autores exprimirían durante meses, pero Finley-Day las descartaba inmediatamente pasar pasar a una nueva historia con nuevas ideas.
Por supuesto, Gibbons, incluso estando en los inicios de su carrera profesional, realizó un trabajo estupendo. Su estilo de corte clásico y su cuidad narrativa, que antepone la claridad a la experimentación o detalles innecesarios, dan resultado excelentes, y es un verdadera tragedia que no haya dibujado muchos más cómics bélicos desde entonces. Sus diseños para esta serie son tan buenos que han perdurado hasta hoy; ningún dibujante se ha atrevido a redefinir visualmente el universo de Rogue Trooper.
Desafortunadamente, nada más empezar la serie resurgieron las diferencias creativas entre Finley-Day y Gibbons. El futuro dibujante de Watchmen no quería hacer una serie bélica con una propuesta tan convencional. Su preferencia era una serie que reflexionase sobre la naturaleza de las guerras y tuviera historias en las que Rogue sólo recurriese a la violencia cuando no había otra alternativa. Los guiones de Finley-Day eran lo opuesto a ese concepto y encima muy poco del agrado del dibujante. Su frustración llegó a tal punto que le comunicó a Steve MacManus que no quería continuar en la serie si no se reemplazaba al guionista. Obviamente indispuesto a avivar conflictos entre sus autores, MacManus, le ofreció otra serie. En total, el dibujante sólo llegó a realizar las siete primeras historias de la serie.
Cuando Gibbons dejó la serie, ésta había ganado ya bastante popularidad entre los lectores, y claro, la revista quiso prolongarla a pesar de que no fue concebida para ser una serie de largo recorrido. Finley-Day fue capaz de continuar la saga de Rogue unos cuatro años, pero él mismo ha admitido que la calidad de la serie se resintió por culpa de esta decisión comercial. La propuesta no daba para tanto y poco a poco se va notando en las historias que a Finley-Day se le estaba agotando la energía para encontrar nuevas formas de alargar la búsqueda del traidor y aun así entretener al lector. Aunque no calificaría ninguna de las historia de Rogue Trooper como malas, admito que la serie tiene altibajos bastante pronunciados a nivel de guion, intercalando historias con muy buenas ideas con otras en las que se pueden vislumbrar al guionista aplacando las fechas de entrega.
Después de Gibbons la serie tuvo un plantel de dibujantes que tuvo que enfrentarse a un problema que este dibujante hacía parecer sencillo de resolver: gestionar las ideas en los guiones de Finley-Day. Muchos dibujantes y editores han comentado que el guionista se dejaba llevar muchas veces por sus ideas cuando escribía, motivo por el que sus guiones podían hacerse bastante difíciles de visualizar.
Los dibujantes que mejor trabajo hicieron fueron Colin Wilson y Cam Kennedy, dos grandes que ya habían dado forma a su estilo de dibujo y estaban sólo a la espera de una gran oportunidad que les llegaría posteriormente. Otro dibujante habitual en la serie fue un primerizo Brett Ewins con un estilo a medio camino entre el mainstream y el mundillo underground del que él provenía. En sus episodios, si la historia se lo permite, presenta diseños e ideas visuales que anticipan sus futuras aportaciones al mundo del cómic, como Johnny Nemo y Skreemer. El resto de dibujantes de esta etapa se encuentra uno o dos peldaños más abajo que Wilson y Kennedy, y no tienen ninguna seña de identidad tan interesante como Ewins; pero ninguno de ellos es deficiente o irregular. Ya quisieran tener muchas series un plantel de dibujantes tan competente como este.
El declive
Inevitablemente, la historia de Rogue Trooper buscando al traidor llegó a su fin… pero la serie no podía concluir mientras las ventas aún acompañasen. Así pues, Finley-Day tuvo que inventarse toda una nueva historia en la que Rogue viajaba a un nueva planeta para encontrar un antígeno con el que poder resucitar a sus tres amigos. Este arco lo dibujó el magnífico José Ortiz, cuya siempre excelente labor es desperdiciada por unos guiones que han perdido toda la energía y no saben muy bien qué hacer con el personaje protagonista fuera de Nu Earth. El experimento duró unos pocos episodios antes de que la editorial despidiera a Finley-Day y Ortiz. En su último episodio devolvieron al personaje a Nu Earth, donde podría continuar su guerra interminable.
El asesino
2000AD no estaba dispuesta a dejar morir a una serie con un personaje tan emblemático. Sorprendentemente, el reemplazo de Gerry Finley-Day vino de los propios despachos editoriales de la revista. El editor asistente Simon Geller, habiendo trabajado con los mejores guionistas del Reino Unido, quiso probar suerte con sus propios guiones y se hizo cargo de la serie. Pero ¿cómo continuar la historia de Rogue Trooper? Geller se dio inmediatamente cuenta de lo difícil que es escribir buenas historias y, en lo que él mismo define como un acto de desesperación, apostó por convertir a Rogue en un asesino a las órdenes de una raza alienigena que asegura querer la paz mundial. Una premisa absurda incluso para estándares del personaje, pero también fácil de ignorar o cambiar si no tenía éxito.
Acompañado por el gran Steve Dillon, dibujante de muchos cómics clásicos, Geller reemplazó la formula habitual de la serie por una nueva: en cada aventura Rogue se infiltraba en alguna zona de combate para asesinar a una persona que los alienígenas habían declarado como una amenaza para la paz. Y no hay mucho más que decir sobre esta etapa de la serie. Geller seguía trabajando como editor y sus guiones los escribía en su tiempo libre, razón por la que sus guiones presentan historias de acción muy sencillas que dejan a Dillon divertirse dibujando lo que mejor sabe dibujar, es decir, tiros y justicieros.
Precisamente por falta de tiempo Geller se vio obligado a dimitir, dejando la escritura de los guiones en manos de Dillon. Sin embargo, para entonces 2000AD quería dar por finalizado este curioso arco argumental y probar suerte con un relanzamiento más moderno. Al pobre Dillon le dieron un número especial navideño para atar todos los cabos sueltos de Geller, tarea que acometió lo mejor que pudo.
Cinnabar
2000AD tenía claro cómo relanzar Rogue Trooper. Dave Gibbons se encargaría de escribir una nueva versión del personaje acorde a su visión original del personaje. Pero antes, una última historia de Rogue Trooper.
Steve Dillon permaneció en la serie para esta última historia, pero esta vez entintado por un joven dibujante llamado Kev Walker que estaba destinado a encargos mucho más grandes. Del guion se encargó otro recién llegado, John Smith, un joven con un nombre que no podría ser más común y una imaginación de todo menos común. Suyas son las historias más atípicas y delirantes de 2000AD, que ya es decir. De la unión de estos tres talento surgió Cinnabar, una fantástica historia de terror surrealista que merece ser leída, una joya en el catálogo de 2000AD que terminó el primer volumen de Rogue Trooper devolviéndole toda la dignidad a la serie.
Visto en perspectiva, 2000AD tendría que haberle dado las riendas de Rogue Trooper a este trio de autores en vez de a Gibbons, cuyo relanzamiento supuso un fracaso, una historia que merece ser contada en otra ocasión.
La edición de Dolmen
Antes que nada, quiero dejar claro que vivo en el extranjero y no he podido tener en mis manos la reedición de Dolmen del pasado mayo, por lo que no voy a comentar en profundidad el trabajo de esta editorial. Visitando su página web, no obstante, me queda claro que su edición se basa en la edición Essentials de 2000AD, que no es una recopilación de todo el material de la serie, sino una selección de las mejores historias o las más importantes para la trama central de la serie. Como he dicho previamente, Rogue Trooper tiene sus altibajos, y no es mala idea recopilar sólo lo mejor o más importante del personaje. La lectura se hace seguramente más agradable y divertida si eliminamos los peores episodios de relleno. Que cada lector decida si eso es más importante que tener una colección completa de todas las historias de la serie.
Muchísimo más cuestionable es la decisión de colorear las páginas en blanco y negro de la serie. Los resultados son, a mi parecer, pésimos. El dibujo pierde todo su impacto visual y belleza, los colores no encajan con el tono bélico de la serie y el colorista encima ha tenido el atrevimiento de suprimir detalles. Una auténtica falta de respeto al material original que me impide recomendar esta reedición.
Dicho esto, si no os molesta el coloreado y os interesa la serie, este tomo os gustará mucho. Y cuantos más lo compréis, más posibilidades tenemos de que Dolmen reedite más material de Rogue Trooper, ya sea el resto de historias de Finley-Day, Cinnabar o incluso posteriores volúmenes del personaje.
Es un tebeo de P.M.
Respecto al color no soy muy fan del color digital que le han dado. Pero también entiendo que un tebeo en B/N de hace más de 30 años presentado de esta manera es mucho más atractivo para un nuevo lector.
Seguramente los editores tienen más datos al respecto, pero como muchos mis primeros cómics fueron Bibliotecas Marvel y el blanco y negro nunca fueron problemas para disfrutar de las series.
Gracias por comentar.
Yo tuve lo de Kraken así que digo que mejor saltarse episodios malos, aunque nidea si mi criterio es el del editor de esto, el color ayuda mucho porque tiene poco dibujo bueno (pero también conocí al personaje en color cuando el redactor de esto aún no había nacido), no es el mejor posible pero seguramente sí el único rentable, y lo único decente de la serie es lo que dibujó Kennedy, el resto es muy olvidable, aunque no conozco lo posterior a Finley-Day. Mi consejo es pillar el siguiente, aunque claro, si todos lo seguimos no va a haber segundo 😀
Tarde o temprano tendré que dedicarle algún artículo a todos los volúmenes posteriores. Tengo la impresión de que te gustaría el reciente arco argumental que escribió Garth Ennis.
Gracias por comentar.
Excelente artículo, José María. A mí es que Rogue Trooper me encanta desde que lo vi en una de esas revistillas de MC Ediciones cuando era bien niño. Lo que me lleva a avisarte que la revista 2000 AD no empezó en 1997 si no en 1977.
Lo mejor de todo es que a mi hijo también le mola un montón (no me ha salido comiquero, pero este personaje sí le gusta) y eso ha provocado que me haya hecho con todo lo publicado del soldado azul en Castellano, incluido este magnífico tomo y los que le sigan.
Gracias por tu comentario, Mr. Cesar.
No me había dado cuenta del obvio error datando la revista. ¡Qué vergüenza!