Desde que en el año 2015 Disney se estrenara tras la compra de Lucasfilm con su particular visión del Universo Star Wars, los espectadores hemos tenido mucho, variado, y dentro de todo ello grandes productos, productos muy mediocres y otros meramente cumplidores.
Para Disney, adquirir la franquicia supuso producir películas y series en masa, al igual que con Marvel, para que de un modo u otro, Star Wars esté siempre presente entre los distintos fans, tanto nuevos como añejos, dando esa sensación de que no es que estemos ante un clásico, sino ante una marca que nunca morirá.
Guste esto o no, la realidad es que existe una gran diferencia entre el apartado cinematográfico y el departamento televisivo de lo que sería el trabajo de Disney con el universo galáctico creado por George Lucas.
Y es que, si bien podemos tener nuestras diferencias en cuanto a las películas llevadas a cabo, estas han sido desde el año 2015 tan solo cinco en casi diez años, mientras que existen muchas más series que han tratado de aunar todo el universo animado procedente de las series Clone Wars y Rebels, con el canon de las tres trilogías de películas sacrificándose calidad en favor de cantidad.
En ese aspecto, hay grandes productos como las dos primeras temporadas de The Mandalorian o Andor que constituyen grandes ejemplos de qué se puede hacer con el Universo Star Wars si se le deja crecer y expandirse más allá de Jedis y Sith y de contar la misma historia una y otra vez.
En el lado opuesto, productos vergonzantes como Obi Wan o El Libro de Bobba Fett nos enseñan hasta dónde puede llegar la histeria por producir más y más sin cuidar la franquicia ni el producto resultante, mientras que en medio, con productos que no son destacables pero que sí son muy correctos estarían series como Ashoka o la tristemente incomprendida The Acolyte.
Pues bien, con todo este granado panorama televisivo en el que como fan de Star Wars es muy fácil enarcar la ceja ante el anuncio de cualquier nuevo producto, llega de la mano de Jon Watts como creador, guionista y director de algunos episodios, Tripulación Perdida (Skeleton Crew en inglés original) una propuesta que retoma la esencia básica de Star Wars, pero no como saga de películas en la que los valerosos Jedi se enfrentan a los temibles Sith, sino como cuento para niños en el que la pureza de su historias está en muchas ocasiones en la sencillez de su premisa.
Tripulación Perdida mira a la nostalgia, pero no de forma errónea, tratando de establecer ficticias y artificiales relaciones entre los personajes para que todo encaje dentro de una especie de engranaje galáctico, sino pensando en cuáles eran aquellas cosas que gustaban a los niños, hoy adultos, que crecieron con Indiana Jones, E.T., Los Goonies, Cazafantasmas o por supuesto con la propia Star Wars, para tratar de reproducir aquellas sensaciones con una historia completamente nueva.
Si bien solo se han estrenado dos capítulos por el momento, liberados el día 3 de Diciembre, estrenándose a partir de ese momento uno por semana hasta cerrar con los ocho programados, las primeras sensaciones que nos ha dejado Tripulación Perdida son muy pero que muy buenas.
En el apartado de la dirección, como ya ocurriera con The Mandalorian tenemos a algunos de los mejores directores del panorama audiovisual actual, como Bryce Dallas Howard, sin que por supuesto falte Dave Filoni (director de no mucho talento pero sí un referente en lo a la Star Wars actual se refiere).
Sin embargo, si nos centramos en los dos directores que han participado en este estreno, ellos son Jon Watts, creador de la serie a quien conocemos de la trilogía de Spiderman más reciente enclavada dentro del Universo Cinematográfico Marvel, y David Lowery, director de grandes cintas de los últimos años como Peter Pan o El Caballero Verde.
Mientras que Watts es un director más convencional pero no por ello malo en su trabajo, que apuesta por emular al mejor Steven Spielgberg con los planos de instituto que conocemos al comienzo de la aventura, que parecen sacados directamente de cualquier película de Amblin Entertaiment, Lowery hace uso de su particular “belleza sucia” que ya nos mostró en las antes mencionadas Peter Pan y El Caballero Verde para mostrarnos un espacio puerto pirata lleno de muñecos, broncas y borrachos pendencieros que nos recuerda a ciertos aspectos de la aclamada Los Goonies.
En cuanto al guion, este es llevado a cabo por Jon Watts, quien nos presenta a Wim (Ravy Cabot-Conyers), un niño que en la época de la Nueva República (esto es, unos pocos años después de la caída del Imperio Galáctico de Darth Sidius y de Darth Vader) acude aburrido al colegio esperando que alguna de las aventuras de Jedis y Sith que lee en su tiempo libre se haga realidad, mientras que su padre Wendle (interpretado por Tunde Abedimpe) intenta criarlo en solitario como buenamente puede.
Mientras Wim sueña con esa aventura que nunca ocurrirá, cuenta con el apoyo de su amigo Neel, un niño con aspecto de elefante que según Watts no es exactamente un ortolano (como si lo era Max Reebo), interpretado por el adorable Robert Timothy Smith, y es espiado por la rebelde Fern (Ryan Kiera Armstrong) y su fiel KB (Kyriana Kratter), que utilizan cualquier excusa para hacer “pellas” y no ir a clase.
La casualidad quiere que una misteriosa nave que vemos desmantelada por piratas al comienzo del primer capítulo sea encontrada por los niños, quien sin saber muy bien cómo la ponen en funcionamiento y escapan al espacio exterior, buscando la forma de volver a casa con la única ayuda de un Robot Pirata llamado SM-33 (Nick Frost) y, como vemos al final del segundo capítulo, de un supuesto Caballero Jedi interpretado por el genial Jude Law.
En lo relativo al reparto ya hemos mencionado a la mayoría de los actores protagonistas, los cuales, en su mayoría infantes, nos demuestran el gran talento que pueden tener los niños cuando hay un buen director de casting detrás y el guion les deja comportarse como lo que son, niños.
Ello hace que como hemos comentado anteriormente, ver Tripulación Perdida, sea hasta cierto punto como volver a ver E.T. o Los Goonies, y de algún modo convertirse en niño otra vez mientras vemos como los niños actuales gracias a series como éstas van conociendo a los que posiblemente sean sus propios clásicos.
El apartado visual, es de lo mejor de la serie, y eso que me atrevería a decir que todos sus aspectos son positivos. Y es que, como suele ser costumbre, Disney tira la casa por la ventana y nos da una fotografía (llevada a cabo por David Klein y Sean Porter) que junto a la personalista visión de Lowery en el segundo capítulo nos regala sucios pero preciosos ambientes, mientras que los efectos especiales de batallas de naves espaciales y razas alienígenas se mantienen a la altura siendo mucho mejores que lo que algunas veces todavía hoy podemos ver en cines.
Finalmente, en cuanto a la banda sonora, ésta es llevada a cabo por Mick Giacchino, y no, no he cometido un error tipográfico en su nombre, pues estamos ante el hijo del conocido Michael Giacchino (que compusiera entre muchas otras la banda sonora de la trilogía de Spiderman del MCU) que se estrena aquí con una banda sonora en la que podemos ver tanto elementos propios de su padre como del inolvidable John Williams, dando en conjunto a Tripulación Perdida un tono constante de aventura y emoción que todo producto protagonizado por niños y dirigido a niños debería tener.
Y es que, quizás ahí esté la magia de esta serie, en que por mucho que pueda gustar a los adultos, no olvida en ningún momento que está dirigida a los más pequeños de la casa, quienes también tienen derecho a disfrutar de Star Wars como otros lo hicimos a una corta edad y sin que se juegue con su inteligencia ofreciéndoles productos más mediocres que carecen de la magia de esta serie que, en tan solo dos capítulos, me ha dejado muy satisfecho.
Veamos que nos deparan las próximas seis semanas.
Dirección - 8
Guión - 8
Reparto - 8
Apartado visual - 8
Banda sonora - 8
8
Recomendable
Los dos primeros episodios de Tripulación Perdida nos demuestran que Star Wars no lo tiene todo perdido pese a los frecuentes descalabros previos, haciendo que recuperemos la ilusión por este rico y variado universo de ficción.