Salir del odio o abrazarlo
¿Hablamos demasiado de los nazis? Es innegable que la ideología de la esvástica se ha convertido prácticamente en un miembro más de nuestra cultura popular, un elemento tan socorrido en todo tipo de discusiones que ha llegado a perder su fuerza original, logrando incluso acuñar algo tan tonto (y tan real) como la Ley de Godwin, esto es, que en toda discusión que se alargue lo suficiente, la probabilidad de que se mencione a Hitler o a sus seguidores tiene a uno.
Es un tema que tenemos quemado, y sin embargo… sigue siendo valioso. Y es que por muy manoseado que esté, el ascenso del nazismo es un evento histórico extraordinariamente útil para comprender cómo el poder unificador del odio al diferente y la exaltación de la identidad propia puede utilizarse para corromper a la sociedad hasta los extremos más salvajes. Una perversión a la que deberíamos enfrentarnos siempre.
De ello nos han querido hablar David y Maria Lapham en su última obra, The Ends: Vidas en guerra, un trabajo publicado por la incorregible Bad Idea. El matrimonio, ampliamente conocido por su reputada y longeva serie noir Balas Perdidas, ha estado vinculado desde su inicio a la enfant terrible de la industria editorial estadounidense, con trabajos de David como dibujante de The Hero Trade o Hank Howard, pero con The Ends se estrena en la editorial también en el guion junto a Maria, habitual editora y co-guionista suya. Y es también el primero de estos trabajos para Bad Idea que leemos en español de la mano de Moztros, que continúa con paso firme y seguro su labor editorial desde que logró los derechos en exclusiva.
The Ends nos traslada hasta los años 80 en Carolina del Norte, donde la desequilibrada familia End convive entre el orgullo por el pasado bélico de sus antepasados y el odio hacia los inmigrantes que hoy “invaden su tierra y roban el trabajo”. Sin embargo, cuando la joven de la familia, Jennifer, se enamora de un chico latino, comenzará a buscar la manera de escaparse de la espiral de rabia y prejuicios que están nublando por completo la mente de su hermano neonazi, desatando un conflicto local de mayores dimensiones de las esperadas, e involucrando a los viejos veteranos del lugar.
Parece evidente lo que David Lapham y Maria Lapham pretenden expresar con esta obra. Y es que en un momento de profunda convulsión política en su país natal, con un golpista ganándose el apoyo de los ciudadanos para volver a gobernar la nación más poderosa del mundo, urge plantearse en qué momento se pueden olvidar a los enemigos que un día se combatieron. Los autores hacen alusión a ese sentimiento ubicando la historia en una época en la que puedan enfrentarse las dos caras de esa situación: los jóvenes neonazis que abrazan el fascismo y el supremacismo blanco y los ancianos veteranos de la II Guerra Mundial que combatieron al símbolo que portan estos primeros.
Para ellos los Lapham nos adentran en una red de personajes que coexisten al borde del conflicto en un mismo entorno local, jugando con una buena caracterización de protagonistas y secundarios, y entretejiendo sus historias mediante diálogos cuidados y flashbacks al violento pasado bélico de los veteranos del elenco. El resultado es una especie de thriller rural alrededor de una olla a presión de tensión social con un toque particular que resulta imposible desligar de la ya inconfundible personalidad de Balas Perdidas.
Es una obra que sin duda deja poso, aunque a título personal debo reconocer que como reflexión política me resulta un pelín simplista. El peligro que trata de exponer (el auge de la extrema derecha) es real, pero representarlo de un modo tan sencillo como plantar a un grupo de neonazis ondeando la esvástica no deja de ser algo complaciente que no termina de adentrarse en la complejidad de la deriva polarizada de la sociedad, en la que esas nuevas formas de fascismo se abren paso sin apelar a algo tan demonizado como el nazismo, sino apelando al sentimiento nacional y a la defensa contra el extraño, como hiciera este mismo en su momento. En cualquier caso, las reflexiones que presenta a lo largo del tomo tienen un valor interesante.
En el apartado artístico, nos encontramos con un David Lapham al que ya conocemos de sobra a estas alturas. El artista estadounidense vuelve a mostrarnos ese estilo suyo de trazo clásico, que, unido a su falta de coloreado, bien podría hacernos pensar que nos encontramos ante un cómic de unas décadas atrás. Es un dibujo de viñetas regulares y equilibradas, en el que en lugar de buscar grandes splash pages impactantes, el ritmo de la obra se condensa en su constante sucesión de escenas en las que el mando de la narrativa reposa sobre el diálogo y las emociones de sus personajes.
En definitiva, The Ends supone un interesante trabajo dentro de lo que nos ha traído hasta ahora Moztros de Bad Idea. Lejos del catálogo mayoritariamente de género y de cierta espectacularidad que hemos podido leer, la obra creada por David y Maria Lapham se enmarca dentro del thriller rural para realizar una llamada a la memoria sobre el auge de las ideologías del odio. Un trabajo algo complaciente en su reflexión, pero con un desarrollo de diálogos y personajes cuidado, con ese poso que dejan las obras firmadas con el apellido Lapham.
Lo mejor
• La compleja red de personajes.
• Los siempre elaborados diálogos de los Lapham.
Lo peor
• Como comentario político resulta un poco complaciente.
Guion - 7.5
Dibujo - 7.5
Interés - 7
7.3
Combativa
El matrimonio Lapham entrega en su último trabajo para Bad Idea una interesante historia sobre el auge neonazi en el pasado, que trata de hacer eco en las mentes del presente.
