Brutalidad, oscuridad y violencia.
«¡Más carne que picar!»
En el apartado de su web en que explican su filosofía editorial Mondo Cane Books dicen que pretenden que cada publicación suponga un puñetazo en la boca del estómago del lector, al mismo tiempo que ofrece una visión particular de una realidad cultural de la forma más veraz posible. Unas premisas que cumplían a la perfección tanto la primera entrega de Perro atados como la versión revisada de No te serviré, la dos obras de Irra con las que debutaron como editorial este mismo verano. Una definición en la que también entra Hate. Crónicas del odio, su tercera obra como editorial que recopila los dos volúmenes de Chronicles of Hate que el británico Adrian Smith (con la colaboración en el guion de Ricardo Pinto) público con la editorial estadounidense Image entre 2014 y 2016 que inexpiablemente no se habían publicado en nuestro país hasta ahora. Un trabajo de una potencia gráfica avasalladora que nos traslada a un mundo donde la brutalidad y la violencia se pueden paladear.
Quizás Adrian Smith (Sussex, 1969) no sea una figura muy conocida para los exclusivamente comiqueros, aunque a lo largo de los años ha dibujado portadas para algunos cómics como Toxic! y dibujo los guiones de Pat Mills para la serie Broz publicada en el mercado francés por Nickel Productions. Sin embargo, es mundialmente conocido por sus dibujos para Games Workshop, en particular para los primeros diseños de los juegos de Warhammer y Warhammer 40.000. Pero no se ha limitado a trabajar únicamente para ellos y a lo largo de su ya prolongada carrera hemos podido ver sus ilustraciones para Riot Games, Ubisoft, THQ, Blizzard, Magic the Gathering y un largo etc… Sin embargo, su amor por el cómic le ha acompañado durante toda su vida, algo que ha volcado en cada página de Hate. Crónicas del odio junto con las enseñanzas de referentes como Moorcock, Mills y del resto de autores y series del cómic británico de 2000AD en el que no había espacio para el Comic Code.
La historia que nos propone Adrian Smith comienza en las catacumbas de una fortaleza donde vive Gusano, un ser deforme y grotesco que trabaja como esclavo para un poderoso señor de la guerra que está en plena campaña para conquistar a todo el mundo. Lo último que le queda por cumplir para convertiste en la fuerza hegemónica del mundo es usar un pergamino que acaba de encontrar que le permitirá sojuzgar a la diosa personifica ese mundo. Pero antes de que lo logre Gusano roba el pergamino y huye comenzando una aventura que le lleva a recorren un lugar oscuro y cruel donde la ley del más fuerte se ha convertido en la única verdad incuestionable haciendo que la muerte este a la vuelta de la esquina.
Aunque parece que estamos ante una premisa que parece que va a tocar todos los tropos de la fantasía épica el resultado no es exactamente ese ya que retuerce muchos de ellos como a figura de un héroe predestinado y sobre todo el enfrentamiento entre el bien y el mal. Y es que en este mundo las fronteras entre el bien y el mal están completamente diluidas y las nociones de héroes o villanos al uso no tienen cabida. Si bien no estamos ante un argumento que rebose originalidad en el que vemos muchos elementos definitorios y arquetípicos del género, la potencia que sabe imprimir a cada página Adrian Smith hace que estemos ante una obra muy inmersiva que nos traslada a un desolador mundo de pesadilla en el que la violencia más salvaje campa a sus anchas. Estamos ante una obra que nos atrapa más por las sensaciones que nos consigue transmitir que por la propia historia. Conseguir trasladar al lector toda esa desesperación y visceralidad no resulta nada fácil, más si tenemos en cuenta que estamos ante una obra que apenas utilizar textos. Sin embargo, esa ausencia de textos no es un impedimento que la historia se entienda a la perfección y se convierte en la principal prueba de la maestría como narrador del autor británico.
Pero si hay algún elemento que hace que devoremos con avidez las páginas es el tremendo impacto visual de cada viñeta que nos hacen paramos para perdernos en cada uno de los detalles que nos permiten perdernos en un mundo tremendamente oscuro y hostil. Una labor como demiurgo que ha dado luz a un mundo grandilocuente en el que podemos vislumbrar dioses atávicos, criaturas espantosas, magia terrorífica y unos humanos que reflejan en su exterior el monstruo que habita en su interior. Un viaje que se queda guardado en la memoria de un lector epatado por la terrible belleza de sus paisajes que Adrian Smith ha sabido representar con un majestuoso blanco y negro con reminiscencias del expresionismo alemán. Un dibujo que nos hace respirar unas atmósferas viciados en las que casi se puede respirar la sensación de putrefacción. Esa oscuridad del dibujo no hace que las escenas de batallas sean menos espectaculares, ya que en ellas vemos como la furia y odio se canalizan a través de una violencia desaforada e incontenible que arrasa con todo y todos. De forma que tenemos todo lo que podemos esperar en una historia de este género y mucho más.
La edición es similar a la de las dos obras de Irra es decir gran tamaño, fantástica reproducción y rústica con sobrecubierta. Como extras se incluyen varias ilustraciones de Adrian Smith que son tan espectaculares como sus páginas.
Con Hate. Crónicas del odio Adrian Smith nos ofrece un espectáculo gráfico absolutamente brutal que se convierte en la puerta de entrada de una historia y un mundo en el que la oscuridad y la violencia son los principales protagonistas. Una historia visceral que hará las delicias de los aficionados a las historias de Conan y de la espada y brujería más terrorífica que buscan una aproximación que no tenga que lidiar con las restricciones que imponen las políticas editoriales más timoratas.
Lo mejor
• Es una orgia visual a todos los niveles.
• La sensación de desesperanza y brutalidad que transmite.
• La batallas.
Lo peor
• Argumentalmente no nos cuenta nada que no se hay contado mil veces, pero la forma hace que merezca mucho la pena.