Batalla por Saint-Elme.
«¡Aquí está pasando algo! ¡Y me da que algo muy gordo!»
Tras lo muchísimo que nos gustó la primera parte de Saint-Elme, esperamos que a todos lo que hayáis sido buenos os hayan traído como regalo de Navidad la segunda parte de la serie Frederik Peeters (Ginebra, 1984) y Serge Lehman (Viry-Châtillon, 1984), una pareja creativa que ya nos había conquistado con la fascinante historia de terror El Hombre Garabateado, pero que en esta serie han elevado exponencialmente el listón de calidad firmando una de las mejores series recientes del mercado francobelga formando parte de parte de la selección oficial en el Festival de Cómic de Angoulême en 2022 y en 2024. Un regalo inmejorable para los amantes del género negro menos convencional y también para todos aquellos que disfrutan con el maravilloso dibujo del autor de joyas como Pildoras azules, Oleg, Lupus o RG. En este segundo volumen editado con una enorme calidad como siempre por Astiberri, aunque se echa en falta que aparezcan las portadas originales, se agrupan los tres álbumes que ponen punto final a la serie desvelando casi todas las incógnitas que nos planteaba la absorbente trama.
La trama de este segundo integral continua justo donde la habíamos dejado en el anterior volumen con Philippe Sangaré llegando a Saint-Elme para comenzar la búsqueda de Franck, su hermano que había desaparecido mientras investigaba el destino de Arno Cavalieri, conocido como El Derviche. Una búsqueda que se entremezcla con los tejemanejes en la ciudad de la familia de Ronald Sax que controla con mano de hierro a políticos y policía desde que rehabilito la fábrica de agua que se ha convertido en el principal sustento de una ciudad de atmósfera perturbadora, que esconde un sinfín de personajes llenos de secretos. Y ranas, muchas ranas.
En este segundo viaje por Saint-Elme nos encontramos de lleno con todas las bondades del primer volumen, a saber: una historia de género negro por la que sobrevuelan elementos fantásticos, un elenco de personajes fascinantes llenos de secretos, unos misterios y giros de guion que van en un continuo in crescendo y un trabajo gráfico de primer nivel, especialmente en el color. Todo ello hasta llegar al quinto volumen en el que todo confluye en un trepidante final lleno de violencia, acción y respuestas. Pero antes de llegar a ese clímax Lehman va cebando una historia compleja y exigente con el lector que nos van guiando a través de una tensa trama que juega a sorprendernos y confundirnos, pero en la que todo termina por encajar a la perfección. Por suerte, se cuida de no revolver del todo los misterios detrás de esos elementos sobrenaturales que hace que estemos ante una historia que respira diferente a lo usual en el género y que en su parte final se aleja bastante de las comparaciones recurrentes con obras como Twin Peaks o Fargo, para caminar por un sendero diferente, pero repleto de personalidad propia. Sin bien, el final deja una ligera sensación extraña como si el cierre no fuera del todo perfecto, pero el recorrido hasta llegar a ese punto ha sido glorioso y nos ha permitido descubrir una ciudad con su propia idiosincrasia que responde a unas leyes propias y a unos personajes riquísimos e interesantísimo que se van agrandando con el paso de las páginas. Si el cómic se hubiera publicada en otras latitudes serian carne de spin-offs absurdos que les despojarían de todo el misterio y carisma que rezuman.
Si en el primer volumen quedamos fascinando por todo lo que sabíamos de los personajes principales con unas ganas enormes de saber más de ellos y, en particular, de un Philippe que tenía una entrada en escena impactante y llena de misterio en la página que cerraba el primer volumen. Con una solo imagen conseguía irradiar un carisma y una presencia que se confirman en los tres álbumes que cierran la historia en los que protagoniza algunas secuencias antológicas como su enfrentamiento con los traficantes en las que un brillante Peeters demuestra que está en el mejor momento de su carrera como narrador. Al igual que sucedía en la primera parte nos encontramos con unos colores supersaturados que casi chocan entre sí junto a un dominio de los diferentes planos dotan a cada página de una belleza y plasticidad impactantes. Algo que se multiplica en el largo enfrentamiento entre los diferentes bandos que cierra la historia que tiene un tempo y un reflejo descarnado de la violencia que parece sacado de las mejores películas de Sam Peckinpah como Perros de paja y que tiene un título, Termópilas, que anticipa en parte lo que nos vamos a encontrar.
Si en el primer integral la ciudad de Saint-Elme tenía una enorme importancia en la trama en este se traslada a las montañas que la rodean y las cuevas que las atraviesan. En esas cuevas transcurren unas escenas con unos tomos verdes fosforitos que transmite el misterio, la angustia y la sensación de peligro que pasa Franck y que potencian la sensación de irrealidad que sobrevuela por la obra en todo momento. Pero como en todas las buenas obras de género negro también nos habla de temas reales como la corrupción política, policíaca o empresarial y del mundo criminal que muchas veces cohabita en estrecha colaboración con ellos. Además, la trama también nos habla de la resistencia, muchas veces fútil, de ciudades como Saint-Elme ante proyectos urbanísticos colosales que solo se preocupa por atraer a turistas sin importar el coste ecológico de esos planes desmesurados ni de cómo afecta a los modos de vida de la población local. Una doble cara que hace que la obra pivote en todo momento entre noir realista y thriller sobrenatural jugando a que los lectores elijan si los elementos fantásticos son reales o un reflejo de la locura de algunos de los personajes.
Este segundo volumen de Saint-Elme mantiene por todo lo alto el brutal nivel de calidad del primero consolidando a Serge Lehman y Frederik Peeters como una de las parejas creativas más sólidas del momento. Una serie que sin duda pasara a la historia como una de las mejores de este primer cuarto del siglo XXI y que demuestra que cuando se juntan dos autores de talento con ganas de ofrecer una obra que se atreva a arriesgar en lo argumental, lo narrativo y lo artístico se pueden ofrecen lecturas que resulten novedosas en lugar de refritos que saben a lo mismo de siempre.
Lo mejor
• La narrativa y el color.
• Los personajes.
• Lo bien que el guion cierra todas las tramas sin necesidad de sobreexplicarlas.
Lo peor
• Es el final de la serie y el adiós a los personajes.